Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

CASIANO DE PRADO:
EL COMIENZO DE LA EXPLORACIÓN
DE LOS PICOS DE EUROPA.
(III)

Extracto de los artículos
publicados pro Elisa Villa Otero,
en el Boletín del G. M. Vetusta, nº. 54,
y en la revista Geogaceta, nº. 23 .
(evilla@geol.uniovi.es)

Casiano de Prado fue un gran geólogo e ingeniero que realizó importantes aportaciones a la ciencia española en diversos campos, especialmente en el de la geología. Además, desde la perspectiva del alpinismo español, debe ser considerado como el primer explorador de los Picos de Europa. Nacido en Santiago de Compostela el 13 de Agosto de 1797, Casiano de Prado debía haber seguido la profesión paterna de arquitecto, pero un gran amigo y condiscípulo suyo, a quien acompañaba en sus salidas al campo para recoger minerales o identificar plantas, le contagió la afición a las ciencias de la naturaleza

En 1817, con sólo 20 años, los tribunales del Santo Oficio le acusaron de la lectura de libros prohibidos, lo que le acarreó una estancia de más de un año en una prisión de la Inquisición. Sin embargo, la estancia en la cárcel no modificó las inclinaciones del joven Prado, quien se convirtió en un defensor apasionado de los ideales liberales y secundó activamente el movimiento constitucional que surgió en La Coruña en 1820.

A mediados de 1828 se traslada a Madrid con intención de comenzar los estudios de arquitectura pero otro gallego ilustre, D. Jacobo María de Parga, le anima a seguir su inclinación por la Geología, eligiendo la carrera que en aquella época posibilitaba el estudio de la misma, la de Ingeniero de Minas. Terminados sus estudios, en 1834 pidió el ingreso en el Cuerpo de Minas y comenzó una azarosa carrera profesional, en la que fue asignado a los más variados destinos: Bibliotecario de la Dirección de Minas, Director de Minas de Almadén, Director de Minas de Río Tinto, Inspector de Minas en varias regiones españolas (entre ellas Asturias), Vocal de la Comisión del Mapa Geológico...

Sin embargo, sus actividades liberales (que habían continuado en los años 1837 y 1838 como Editor de un periódico desde cuyas páginas exponía sus ideas inconformistas), las intrigas en las que se vio envuelto, así como la inestabilidad política de la España del siglo XIX, hicieron que esos puestos de prestigio se alternasen con destinos que escondían más bien un castigo, e incluso con destituciones y un expediente gubernativo. Murió en Madrid, en 1866, como consecuencia de una enfermedad contraída poco antes, durante una campaña de investigación geológica por las Islas Canarias.

A principios de 1844 Casiano de Prado había estado destinado en la Inspección de Asturias y Galicia, un destino que le puso nuevamente en contacto con las montañas del norte peninsular, que él tanto amaba. Algo después, en una de sus épocas de excedencia en el Cuerpo de Minas, prestó servicios como geólogo en la Sociedad Palentino-Leonesa, que explotaba los yacimientos de carbón de Sabero, un trabajo que le permitió recorrer las montañas de León y Palencia. Y fue durante uno de esos recorridos cuando, en 1845, vio desde la cumbre de Peña Corada unas cimas altísimas que se levantaban hacia al norte, tan impresionantes y tan atractivas, que ya desde entonces se propuso llevar a cabo su exploración: los Picos de Europa

Su primer intento se produjo en 1851, pero la niebla y la lluvia frustraron aquella tentativa. En 1853 concierta realizar una visita a Picos de Europa acompañado por Edouard de Verneuil, paleontólogo francés a quien Prado ya conocía previamente. De Verneuil efectuaba en aquel año el quinto de sus viajes científicos a España y lo hacía acompañado de uno de sus colaboradores, G. de Lorière. Se reunieron en Riaño el 26 de Julio de 1853 y desde allí se trasladan a Portilla de la Reina. Casiano de Prado desea ascender a la cumbre más alta del macizo para realizar mediciones, ya que en aquella época se ignoraba la altura de los Picos de Europa.

Para ello toman como guía al vecino de Portilla en cuya casa se habían hospedado, y este vecino les informa que el punto culminante es una las de crestas que él llamaba Torres de Liordes (las torres de Cifuentes). El día 28 de Julio recorren a caballo el camino desde Portilla hasta la Canal de Pedabejo (o de Pedejo), por la que ascienden. Tras encontrar bastante nieve y enfrentarse con algunas dificultades, alcanzan a mediodía una cumbre de la que ignoran el nombre, aunque más tarde sabrán que se trata de la Torre de Salinas. En la ascensión han perdido dos de los tres barómetros que llevaban para medir la altura, pero no necesitan de tales cálculos para darse cuenta de que no están en el punto más alto de aquellas montañas. Y, como cuenta el mismo Prado, la satisfacción de conquistar la cima se vio empañada por la evidencia de que existían otras "peñas altísimas, de cuyos extraños perfiles, no podíamos apartar los ojos" .

De vuelta al valle, Prado y sus acompañantes dedican unos días a recorrer la región. Visitan Valdeón y llegan hasta Caín, dejándonos una interesante descripción de este pueblo y de sus gentes. Al regreso de Caín se detienen en Prada y se hospedan en casa del alcalde, un hombre llamado Martín de la Cuesta, que cuenta 73 años y que resulta ser un excelente conocedor de la zona. Es él quien les informa del nombre de la cumbre a la que habían ascendido y quién les dice que la cima más alta es la Torre del Llambrión "porque cuando se descomponía el tiempo, era allí donde se agarraba la primera nube y, en acercándose el invierno, allí era también donde aparecía la primera nieve" . Años más tarde Prado se dará cuenta de que "otra peña le iguala y aún le excede algo en altura; pero también es cierto que no se ve desde el valle".

A partir de entonces, Casiano de Prado pone todo su empeño en conquistar la cima del Llambrión. En 1855 vuelve a los Picos de Europa, pero no consigue alcanzar ninguna cumbre. Un año más tarde, en 1856, regresa de nuevo. Llega a Valdeón desde Sajambre y como en el primer día el tiempo no es adecuado para dirigirse a las cumbres, decide bajar a Caín y explorar la Garganta del Cares, aunque Prado la llama erróneamente Canal de Trea. El relato que Casiano de Prado hace de aquella exploración, que efectuó el 6 de Agosto de 1856 acompañado de un guía, constituye una magnífica descripción de lo que a mediados del XIX significaba adentrarse por este impresionante y grandioso desfiladero.

En la mañana del 11 de agosto de 1856 se organiza la expedición hacia el Llambrión. Después de comer, Prado y su grupo suben (llevando los caballos de la rienda) a dormir a la Vega de Liordes. Del estado de ansiedad y de la emoción que Prado sentía aquella noche es buena prueba lo que él mismo nos cuenta: " A las dos de la mañana me levanté para observar el tiempo... Nunca como en la soledad de aquel sitio y en el silencio que me rodeaba el espectáculo del cielo estrellado hizo en mi alma una impresión tan profunda, y durante algún tiempo permanecí como en un éxtasis. Volví luego a mi yaciga, pero ya no me fue posible cerrar los ojos". A las cinco de la mañana ya están en pie y poco después se ponen en marcha siete hombres. Salen de la Vega de Liordes y, como cuenta Prado, tiene que descartar la vertiente sur de la cuerda, porque "la subida a lo último es terrible" .

Y añade que " resolvimos, pues, efectuar la ascensión por la umbría, aunque el camino es bastante más largo" , si bien "fue preciso salvar la cuerda que se presentaba al Norte y va de la Torre del Llambrión al Collado de las Nieves..." . Podemos interpretar que ascendieron hasta los Tiros de Casares, collado situado entre el Madejuno y la Torre del Hoyo Oscuro, desde dónde se presenta ante su vista "otra cuerda más elevada, a que corresponden la Peña de Moñas (=Peña Vieja) , la Torre de Cerredo y el Cueto de Taranos" .

Desde aquí acceden a Hoyos Engros para hacer el itinerario que a través de la Collada Blanca conduce al Jou Tras Llambrión. El ascenso continúa sobre lo que a mediados del XIX aún era el resto de una pequeña masa glaciar y en donde Casiano de Prado ve algún peligro: "Cuando la pendiente comenzó a hacerse demasiado fuerte, dispuse que uno fuese delante, haciendo peales con un martillo, pues si alguno se escurriese no se sabe donde iría a parar" .

Desde la nieve pasan finalmente a la cresta de roca y, no sin dificultades, alcanzan la cresta cimera: "Ya bastante cerca de la cumbre comenzaron las mayores dificultades de la jornada... y hubo que bajar y subir como por paredes". A las once de la mañana coronan la cumbre del Llambrión y Casiano de Prado realizaba, por fin, su sueño de alcanzar uno de las cimas principales de los Picos de Europa. Era la víspera de 59 cumpleaños, una edad que, a mediados del siglo XIX, le convertía casi en un anciano.

A pesar de que la principal razón de sus ascensiones en Picos de Europa fuese el determinar la altura de los mismos, el profundo observador que era Casiano de Prado no podía dejar de reparar en "el gran libro de la Naturaleza, abierto delante de los ojos" . Y ante ese libro abierto, Prado hace varias reflexiones que llaman la atención por su lucidez. Interpreta correctamente las rocas que aparecen en Picos de Europa como formadas en lechos o capas horizontales en el fondo del mar y se da cuenta que, si ahora se encuentran verticales y a gran altura, han debido necesariamente de verse afectadas por levantamientos y deformaciones, preguntándose si tales hechos ocurrieron con carácter catastrófico o de manera gradual. Acerca de las formas de vida fósil que se encuentran en las rocas, es consciente de que en muchos casos corresponden a formas extintas.

Y se pregunta, "¿Por qué las especies, si bien contando con un periodo de existencia mucho más largo que los individuos, llegan también a desaparecer como éstos de la creación?” . Prado revela con tal reflexión sus inquietudes ante las grandes cuestiones de la historia de la vida, cuestiones que, a mediados del XIX, empezaban a ser profundamente debatidas. Observa las formas que aparecen sobre la superficie de las calizas y comprende que se deben a procesos de disolución, es decir, a lo que ahora conocemos como "karstificación". Y se fija en algo que probablemente ha llamado también la atención de muchos de los montañeros que hayan hecho el recorrido entre Cabaña Verónica y la Collada Blanca: los reguerillos sinuosos, a modo de diminutos cauces meandriformes, que el agua ha excavado en las calizas, y que en esa zona son particularmente abundantes.

Con sus dos ascensiones, Casiano de Prado fue quien realmente inauguró el montañismo y la exploración documentada de los Picos de Europa. Hay que decir que, por aquel tiempo, el gran Guillermo Schulz, figura que domina sobre todas las demás de su tiempo en lo que se refiere a la investigación geológica de las montañas cantábricas, ya se había acercado a los alrededores de los Picos de Europa. La obra de Schulz muestra que tenía datos sobre la edad geológica de los Picos, así como una cierta idea de su complejidad orográfica. Pero hay indicios que revelan claramente que Schulz solo llegó a asomarse a las zonas periféricas y que nunca se adentró en los altos macizos.

Por otra parte, en 1856, cuando Casiano de Prado determina la altura del Llambrión, faltaban aún 25 años para que un joven aristócrata francés viajase por primera vez por la costa norte de España y divisase a lo lejos unas intrigantes montañas... Ese joven aristócrata se llamaba Aymar d'Arlot, Conde de Saint-Saud y había nacido en 1853, en el mismo año en el que Prado ascendió a la Torre de Salinas. El Conde de Saint-Saud sería quien realmente iba a continuar, a lo largo de ocho viajes de trabajo, la obra de exploración geográfica de los Picos de Europa, comenzada por Prado. Saint-Saud conoció las exploraciones de Prado y las menciona en sus escritos, y también conoció un informe publicado por Verneuil sobre la ascensión a la Torre de Salinas.

Sin embargo, Saint-Saud decide dar los nombres de Verneuil y de Lorière a dos de las cumbres que constituyen las Peñas de Cifuentes (puntos que, por cierto, ya tenían un nombre anterior, que han conservado), pero se olvidó de Casiano de Prado. Han sido los montañeros quienes mejor han guardado la memoria de este pionero, como refleja el hecho de que han sido éstos quienes han bautizado una de las cimas del grupo del Llambrión con el nombre de Torre de Casiano de Prado.

En cuanto a la continuación del estudio geológico del interior de los Picos de Europa, ha habido que esperar un poco más que en el caso de la exploración geográfica. Aparte de algunas observaciones muy concretas, la primera investigación profunda de su geología no llegó hasta principios de este siglo, cuando un joven geólogo y alpinista alemán, Gustav Schulze, vino a estudiar la región. Con el tiempo, el nombre de Schulze también se haría famoso en los círculos montañeros, por ser él quien realizó la segunda ascensión absoluta al Naranjo de Bulnes y primera en solitario. En cambio, su extraordinaria labor como geólogo ha quedado inédita.

***

Referencias bibliográficas :

Maffei, E. y Rua Figueroa, R., 1871. Apuntes para una biblioteca española. Imprenta de J. M. Lapuente, Madrid , 2 vols.

Prado, C. de, 1858. Altura de los Picos de Europa, situados en el confín de las provincias de León, Oviedo y Santander, sobre el nivel del mar. Revista Minera , IX, 287-299. (Reedición facsímil de la Librería Cornión, Gijón 1985).

Prado, C. de, 1860. Valdeón, Caín, la Canal de Trea: ascensión a los Picos de Europa en la Cordillera Cantábrica . Revista Minera , XI (234-235),62-72, 92-101. (Reedición facsímil de la Librería Cornión, Gijón 1985).

Verneuil, E. de et Lorière, G. de, 1854. Informe presentado a la Sociedad Geológica de Francia. Bulletin de la Societé Géologique de France , 2º s., X, 661-710. (Reedición facsímil de la Librería Cornión, Gijón 1985).

Villa, E., 1997. Casiano de Prado y el comienzo de la exploración de los Picos de Europa. Boletín del Grupo de Montañeros “Vetusta”, Oviedo , 54, 9-16.

Villa, E., 1998. Casiano de Prado, un pionero en la exploración de los Picos de Europa. Geogaceta , 23, 161-164.

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