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"... que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón."
(Romance del prisionero)
Ecología y senderismo:
la lectura y el respeto a cada paisaje en su contexto
"Figúrate una fuente
en un valle verde, balbuceando
siempre lo mismo, siempre
diferente, frases
fugitivas, corrientes..."
(Blas de Otero).Extracto de las páginas sobre este tema,
publicadas en el libro:
Por las montañas de Lena.
Una lectura del paisaje
a ritmo de silencio y de mochila.
Julio Concepción Suárez.
Editorial KRK. Oviedo. 1998.NOTA PREVIA: Ecología es el "estudio del medio que habitamos ". Lo dicen las palabras: griego, oikos ('lugar habitado') + logia ('palabra, estudio, tratado, ciencia de'). Y ecologista 'el que estudia el medio': el que lo observa, lo razona, lo relaciona, lo planifica, lo respeta, lo ama, lo incluye en las aulas, lo discute, lo explota, lo exporta, lo renueva, lo mima ..., porque sabe, como supieron siempre los lugareños, que no hay otro: que siempre hay que vivir de lo que tenemos. Simplemente, para no tener que esquilmar otros bosques (como el Amazonas...), ni invadir países para extraer esos productos, aunque sea con el pretexto de "alimentos por petróleo"...
De ahí la conexión con el paisaje. Pues el paisaje siempre es más que el suelo. El término paisaje procede del latín pagus: 'pueblo, aldea, distrito, campo'. De donde también lo de país, paisano, paisanaje ... Por eso el paisaje siempre es algo vivo, humanizado, animado por el hombre y sus trabajos, sus animales. O degenerado, depredado, hasta el extremo: se dice que "el hombre es el mayor depredador de la naturaleza", incluso más que el fuego.
En consecuencia, cuando caminamos por un paraje, hacemos senderismo, montaña más o menos alta o baja, podemos aprovechar razonadamente muchos componentes de ese paisaje, podemos pasar y dejarlos desapercibidos, o podemos dañarlos de muchas formas, siempre improcedentes e innecesarias. En todo caso, el paisaje no es nuestro y pude servir de muchas maneras a los que sepan apreciarlo. Sería razón suficiente: de unas u otras formas, todas las sociedades vivieron y seguimos viviendo del paisaje (del entorno, más o menos inmediato o lejano), desde tiempo inmemorial.. Lo llevan en la etimología las palabras.
NOTA léxica. Ahora, al conocimiento detallado de los senderos llaman los especialistas baquía: conocimiento práctico del terreno de un país'; palabra tomada del ahitiano, con el sentido de 'habilidad y destreza para las obras manuales; Corominas da como posible el árabe baquiya (el resto, lo restante), en referencia a los hombres que se quedaban en tierras americanas de expediciones anteriores, por lo que conocían muy bien el país.
Introducción al libro citado
Por las montañas de Lena (pp- 15-21)
"Existen muchas formas de recorrer un paraje, desde la simple y más natural andadura a pie, hasta las rutas más sofisticadas sobre ruedas... Unas más que otras pueden resultar más o menos atractivas, ecológicas, sostenibles, discutibles, placenteras, según los objetivos propuestos sobre el entorno: según el grado de comunicación con el paisaje.
Las páginas que siguen son el resultado de las experiencias llevadas a cabo por un grupo de aficionados que fuimos coincidiendo en la amistad de los caminos: alumnos, exalumnos y exalumnas, compañeros, amigos, vecinos..., fuimos recorriendo estos parajes de la montaña central asturiana en los límites de Lena, Aller, Mieres, Quirós, y tierras leonesas ( castellanas , en el decir de estos pueblos).
El objetivo, sólo uno: caminar sin tiempos, contemplar, interpretar, sentir ("leer") mejor cada paraje de estos montes a medias entre lenenses, alleranos, quirosanos, riosanos, mierenses, leoneses.... Conocer sin prisas pueblos, senderos, hayedos, brañeros, brañas...
Y proyectar la mirada y el silencio mucho más allá de estas montañas (al saliente y al poniente, al sur y a la marina), hacia el resto asturiano, o hacia una buena parte de la Meseta Castellana: empiricotaos en cualquier alto, parece más lo que nos une que aquello que nos separa.
(foto de Xerardo García González)
Con la perspectiva que dan los altos
... Y así empezamos a cruzar pueblos (poblados y despoblados), caminos a media ladera, pistas de montaña, senderos por los cordales, sendas en las pendientes, o vericuetos entre los riscos de las peñas (que de todo nos ocurrió alguna vez, por tanto escudriñar hasta unas foces, ya sólo a discreción de rapiegas y robezos ).
Disfrutamos por el silencio bullicioso de los fayeos, por las camperas esponjosas de los puertos, por los mayaos de las brañas (con el silencio de la nieve, o entre el bullicio de los ganados). Cresteamos por las cimas calizas de las Ubiñas, El Fariñentu, Pena Tolóbriga, La Tesa, La Mesa, Chago... .
Disfrutamos cruzando las caleyas de los pueblos. Nos decía algún vecino que si tuviéramos que vivir allí, y aguantar las xelás todo el invierno, veríamos las caleyas con otros güeyos. (Y razón tendría, por supuesto).
"De todas formas..., piensa
que cualquier viaje,
si vas con los sentidos y la mente
abiertos de par en par,
y respetas la tierra que pisas,
y la gente que la habita,
sólo con eso,
cualquier viaje cambia la vida
y la forma de entender este amplio
y rico mundo nuestro"
(Montse Cano)
Para llegar a tiempo a cada paisaje: rutas por temporada
Pero el caso es que somos muchos (y cada primavera más) los que, de cuando en cuando, necesitamos de los caminos, de los senderos, o de las simples sendas entre los vericuetos de las peñas. Sólo queremos hacer nuestro camino: el que necesitamos cada semana y podemos patear, cada uno y cada una a su ritmo y a su medida.
Con ese objetivo, pues, de entender cada fin de semana un poco mejor cada mosaico de nombres y parajes, acordamos seleccionar las rutas por temporada: rutas de invierno, rutas de primavera, rutas de verano, rutas de otoño. Cada una tiene su "lectura", pero a su tiempo.
Incluso, un mismo paisaje (caso del hayedo de Valgrande), lo recorrimos las cuatro estaciones del año, en sus distintos valles. El resultado, cuatro "lecturas" del mismo bosque: las bisbiteras (las cascadas) del invierno con los deshielos; los primeros cantos del cuquiechu, con los brotes más tempranos en primavera; los caminos y las estancias de las brañas , en el verano; los tonos de las fayas , en el otoño. Se diría que hay cuatro bosques de Valgrande en un mismo hayedo.
Y, para saborear mejor el otoño, comenzamos las rutas en el invierno
No por capricho, comenzamos las andaduras en el invierno. Queremos ver crecer cada paisaje, al tiempo que van creciendo las horas de los días por el año: desde la vida casi inerte que sólo late bajo las cortezas y el musgo de los robledos, vamos pasando bajo los primeros brotes de las salgueras, de los teyones, de los espinos... en primavera.
Tuvimos ocasión de ver confundirse, por un buen rato (cuando los días de xunio son más largos), el atardecer con el crepúsculo y la noche, sentados al mor del fuiu , o entre los puyos de las cabanas, en aquel par de jornadas inolvidables en las horas veraniegas de la braña.
con los efectos tan frecuentes
sobre los esquiles abatidos por los cables
entre el ramaje de los bosques
Y en el camino inverso, quisimos sentir, por fin, las menguas de las tardes en los tonos de los hayedos, encaramados nosotros en el picu de una caliar , por ver cómo se van combinando los colores ocres de las fayas o del roble, con los verdes más apagados del abedul y la chamera, iluminados todos ellos por una luna intensa en las paredes plateadas de las rocas de una foz.
Fuimos sintiendo el paso de las estaciones, de las horas, en los últimos neveros al norte; en los retoños más tempranos de las venceyas ( Athyrium filix-femina L) en las carbas ; en el polvo de los senderos; en el sabor de las mostayas y los bruseles; en los suaves chasquidos del fayucu al caer sobre la hojarasca; en las ventiscas de cara (la carisa , en estos pueblos), ya con la nieve pe los cantos...
Caminando también por el lenguaje del suelo
Los nombres del terreno nos van llevando sobre la identidad asturiana de cada uno de estos paisajes en torno a Lena, o en torno a cualquier otro paraje de montaña: el límite de las rayas ( rayas arriba, rayas abaxo, la raya ), sólo es para los ganados en los puertos. Los parajes no conocen fronteras.
Y de dos formas vamos interpretando cada lugar al tiempo que caminamos: por lo que dice el nombre asturiano que le dan los lugareños; y por los productos que vamos encontrando: plantas, minerales, naturaleza del terreno, orientación al sol o a la sombra... Muchas "lecturas" pueden coincidir, por tanto, en la misma andadura.
De un lado, calculamos cuál sería el entorno vegetal en el origen de lugares definidos como Acebales, Cafresnales, Carrascales, Sañeos, Fidiechos, Fresneos, Rebochales, Robleos, Xaguales.... En algunos, apenas queda acebu, alcafresnu, carrascu, faya, fresnu..., algún xabú... (ni rastros del saño ), para contarlo. Y al ritmo de estos lustros, ¿quedarán, siquiera, los nombres sobre el paraje, dentro de los mismos cientos de años, tal vez milenios?
¿O qué será del bosque de Valgrande, El Monte Mazariezas (por cierto, bastante enfermo) , El Mofusu, El Blime..., si por no haber disfrutado los privilegios de Muniellos , siguen enfermando sus fayas , hasta volverse amarillentos, carcomidos, descortezados, secos, como se están volviendo las castañares, las chameras , o se han muerto del todo los negrillos ( Ulmus montana Wit)?
Las voces que acordaron los lugareños sin pretenderlo: los topónimos
Con los topónimos vamos "leyendo", en fin, cada paraje en la andadura, más allá del arbolado: los tipos de suelos pedregosos; los fósiles milenarios; las zonas más propicias a los cultivos, o a los pastos; las plantas medicinales; los lugares de mineral, los tipos de maderas, los oficios de la piedra, del hierro o de la teja; los colores del terreno; las pequeñas industrias artesanas de los pueblos, sin duda un día, y en su momento, grandes a su modo y para ellos....
Muchas ciencias juntas al lado del camino, o sobre un canturrial cualquiera
En otros casos, dejamos de "leer" topónimos, para observar directamente lo que tantas veces encontramos dibujado en las páginas de un libro, en la diapositiva, en la transparencia, en la tele, o en el vídeo: minerales, tipos de hojas, tipos de plantas, tipos de setas, frutos monteses, insectos, mariposas, animales silvestres, aves...
O lo que es lo mismo: cuarcitas, azuritas, calcitas, malaquitas...; hojas lanceoladas, lobuladas, aserradas...; plantas betuláceas, fagáceas, caprifoliáceas, liliáceas, rosáceas, taxáceas, tiliáceas, ulmáceas... ; plantas criófilas, hidrófilas, termófilas...; en otros términos, Betula alba, Fagus sylvatica..., Sambucus nigra, Taxus bacata...; insectos dípteros, coleópteros, himenópteros, lepidópteros...
En fin, traducido al senderu y pa entendemos : la piedra caliar, piedra grenu, dolomía, pedernal ... ; abidules, fayas, alcafresnos..., umeros...; venceyas, lique, blime, mostayas, gayubas, vegaambre, yesca, xistra...; o saltapraos, grichos, melandros, tronchos...; utres, urogallos, palombiechas...
Que de casi todo podemos ir encontrando en cualquier ruta, pues para casi todo hay un tiempo y un espacio al lado de cualquier senda. En muchos casos, nos conformamos ( ¡qué remediu! ) con lo que va quedando".
"Lo molesto es la llegada.
Luego, el tren, al caminar,
siempre nos hace soñar;
y casi, casi olvidamos
el jamelgo que montamos".
(Antonio Machado)
- Terminologías medioambientales: etimologías
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sin otras especulaciones, por supuesto- Otros trabajos y publicaciones del autor
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