Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

"Detente, nube,
detente tú,
que pue más
Dios que tú"

(escuchado a Duardo)

.

BENDUEÑOS

Resumen del libro
Por los pueblos de Lena
(pp. 183 ss).
Xulio Concepción Suárez.
HiFer., Oviedo, 2014.

1. Un poblamiento al lado del camín francés del Güerna

Aldea de la parroquia de Herías (Lena), situada en el camín de peregrinos que procedía de los altos del Güerna (Huerna) por La Cortina, Piñera, Carraluz... Varias viviendas y cuadras conservan la estructura rural en piedra vista, debido en parte al relativo aislamiento en que se mantuvo hasta la llegada de la carretera actual. De particular interés resulta el rabil de mano en La Casa'l Ruxu, o l'antoxana, horro y corralá en otros caserones. Unos 620 ms. de altitud.

El poblado mantenía por los años treinta 103 personas en 19 viviendas: hoy tiene 2 habitantes. Pero siguen animando Bendueños varias familias, bien como residencia habitual, bien como explotaciones ganaderas. Dista 7,7 km. desde La Pola. La carretera es por Herías (un poco más larga), pero una reciente pista rural por Sotiello acorta el trayecto.

La vida en Bendueños, décadas a trás, no debió tener las comodidades que disfrutamos hoy. Por ejemplo, el agua nunca fue demasiado abundante en La Fuente'l Caño; así, para lavar la ropa, en épocas de sequía, tenían que bajar las muyeres a La Regurera Alceo, a un km bajo el pueblu, tras la pendiente.

El tsavaíru no daba para todas las familias, lo que suponía gran trabajo y penitencias para madres y güelas, con el frío, las xelás.... Incluso, si estaba nublado, y como la ropa pesaba mucho mojada, tenían que subirla en las alforxas de un burro a poner al verde y a secar, a los praos menos aveseos del pueblu.

Se sumaban otras gabelas entonces. Por ejemplo, la falta de luz en las casas: la luz sólo llegó con las minas de La Muesa, Taxudía, Xuviles..., allá por los años cuarenta; y para solo una bombilla de 25: la misma bombilla se colgaba en la cocina, y, cuando se subía a las habitaciones de noche, se cogía por el cable, se pasaba con la mano por la escalera, y se colgaba de otra punta en la sala. No había más bombillas en la casa. El resto se alumbraba con candiles, candilexas, velas... Y cuando las minas, ya con carburos añadidos.


Pascua Bendueños, 1948.
(foto prestada por Marisa Fernández Muñiz)

La Fiesta Bendueños, con sus ecos prerromanos

La muestra más notoria de la actividad del poblado en el camino a media ladera por la vertiente del Güerna que mira al poniente es, todavía hoy, el llamado Santuario de La Virgen de Bendueños: en realidad, una larga historia de transformación de cultos prerromanos en ritos cristianos que se continúan cada verano en La Fiesta Bendueños (40 días después de Pentecostés), a últimos de mayo, o primeros de junio, por tanto.

A la vista de la etimología, indoeuropeo, Vindos (blanco, el sol), latinizado en Vindus Dominus (el Señor Dios), Vindonnus, se diría que en la versión cristiana se puso Santa María delante, como en tantos otros casos, para recoger los cultos considerados paganos, y transformarlos en cristianos: Santa María de Bendueños.

El origen documentado altomedieval del Santuario

El nombre del Santuario se remonta al documento de 905, en el Liber Testamentorum de la Catedral, en donación de Alfonso III a la iglesia de Oviedo:

Inter fluminae Ornam et Lenam eclesiae Sanctae Mariae de Uendonios".

Tal vez, en los comienzos de la institución, un recinto monacal de montaña, transformado en el s. XV con otros añadidos: La Casa los Frailes, Casa las Novenas, La Casa los peregrinos, La Caballeriza... La toponimia circundante podría atestiguarlo: Casafraes, Fraimanes, Casabián, La Fuente los Peregrinos... El Camerín, ya más tarde (hoy, declarado BIC, por Patrimonio del Principado).

2. Con la imagen medieval de Santa Bárbara

A) Porque, en el origen está la palabra, la leyenda, una vez más

En ese proceso de la transfromación de cultos prerromanos -paganos, en la terminología eclesiástica pasada- se darían dos pasos en el tiempo: a) la creación de la imagen de Santa Bárbara: la figura antigua tallada en madera (más pequeña, izquierda del retablo), luego sustituida por La Virgen de Bendueños (imagen del altar ya en mayor tamaño); y b) la creación de la leyenda correspondiente: que la imagen de la Virgen fue encontrada por unos unos segaores bajo el pueblu, en La Fuente Santa, y que los vecinos en disputa con los de Campomanes, la xubieron en una carreña para fundar la iglesia, como reza en la leyenda correspondiente (ver leyenda).

Con ello, quedaría justificada ante los creyentes cristianos la costumbre muy arraigada (ya prerromana, sin duda) de rezar y ofrecer -y ofrecerse- a la Virgen cada año como Patrona de la Saluz, para obtener beneficios: curarse y protegerse de los rayos, para que cayeran todos en Xuviles (la peña de Júpiter), con mineral debajo, por lo que es muy propicia a los rayos en las tormentas. De hecho la misma iglesia de La Campa tiene un pararrayos instalado, con toma a tierra, en previsión de las chispas -dicen los vecinos-.

Por algo, Santa Bárbara es la patrona de las tormentas, como reza en el dicho:

"Nadie se acuerda de Santa Bárbara
hasta que truena".

En el mismu conceyu Lena, varias iglesias veneran a la Santa: hay Santa Bárbara en Piñera, Santa Bárbara en Campomanes, Santa Bárbara en Malveo, en Villayana... Y para detener, espantar los rayos en las tormentas, tenían la copla recitada ante la imagen en la iglesia:

"Detente, nube,
detente tú,
que pue más
Dios que tú"


Pascua Bendueños, 1948.
(foto prestada por Marisa Fernández Muñiz)

B) Todo un proceso de cristianización como tantos otros

Como se dijo en otro lugar, el famoso mons vindius, ha de extenderse mucho más allá de la pretendida reducción a Peña Santa en la que se empeñó la versión eclesiástica y catedralicia en torno a Covadonga: más aún, la traducción más directa de Vindonnus, Vindos Dominus, está en Bendueños, no en Covadonga.

Por ello, a pesar del evidente paralelismo con la toponimia (teonimia) de Los Picos de Europa, el proceso cristianizador parece muy claro en el caso del Santuario de Bendueños:

a) desde la divinidad solar indoeuropea (vindos, 'sol, luz solar') a Santa María, La Virgen, la Madre de Dios...: paralelismo evidente con Mons Vindius, a Peña Santa, Torre Santa, Peña Santa de Enol, La Virgen de Enol, La Virgen de Covadonga... (la que protege, la que cura las enfermeedades...)

b) desde Santa María, a Santa Bárbara: la santa que protege la salud frente a los rayos en las tormentas, una vez que se creó la otra divinidad celeste, Júpiter (Iovis) en los altos de Xuviles: la peña que atrae los rayos porque tiene minerales debajo.

En consecuencia, la creencia popular, el interés eclesiástico, religioso..., necesitaría, ya en tiempos altomedievales, justificar el origen de una Santa protectora, para lo que se ingenió la leyenda de una imagen de madera que apareció, de forma milagrosa, ante unos segadores cuando se estaban refrescando en una fuente muy fresca.

Esta imagen -cuenta la voz oral- fue trasladada en una carreña desde la fuente bajo Bendueños hasta la Campa, pues interpretaron los nativos que la Virgen quería que se levantara allí un pequeño santuario para venerarla. El hecho de que La Virgen nun quixiera dir pa Campomanes (los bueyes no pudieron arrastrarla ni cuesta abaxo...) era la señal evidente que su voluntad para subir a los altos del pueblu.

Y así se habría desdoblado el culto a Santa María (que cristianizó la divinidad indoeuropea, Vindos, 'sol') en dos imágenes actuales:

a) la imagen de Santa Bárbara (izquierda del altar mayor), la más antigua, la medieval, que se supone del siglo XII, según los especialistas: de madera, con aspecto estático, impasible, de talla muy rústica, policromada, unos 67 cm de altura, más bien desproporcionada todavía, al estilo de la iconografía medieval; tiene tallada la torre, símbolo de la prisión en la que estaría; y la palma, símbolo del martirio; la Santa protectora de la salud física de personas y animales, de los rayos en las tormentas (restaurada en 1990);

b) la imagen de La Virgen de Bendueños (en el centro del altar principal), la más moderna, ya de talla mayor, con colores más intensos, con vestimentas, corona, el niño en brazos; la protectora de la salud física y espiritual de los devotos, con su festividad anual, romería, ofrendas.

En definitiva, dos imágenes sucesivas en el tiempo que parecen resumir todo un proceso milenario de santificación, cristianización de un paraje natural de montaña, contemplado por sucesivos pobladores que bien conocían los peligros de la vida entre las peñas. El paralelismo entre Bendueños y Covadonga; entre Peña Santa y Peña Ubiña; o entre Vendejo y Peña Sagra (ya en la región cántabra) parece evidente.

Pero, sobre todo, resultan muy sugestivas las coincidencias que comienzan por los nombres entre ambos lados de la Cordillera Cantábrica: lo que son las paradojas de los tiempos, las misteriosas redes de las palabras, muchos siglos y milenios antes que las redes actuales de facebook y similartes. El lenguaje toponímico -etnotoponímico, teonímico-, en este caso.

3. El santuario, la Iglesia Bendueños, la piedra de Malpique

En la campera del pueblo destaca el conjunto del llamado Santuario de Nuestra Señora de Bendueños. En principio, está La Capilla, de cruz latina, con signos evidentes de sucesivos añadidos en el tiempo, caso del Camerín (parte posterior de la iglesia). Este pequeño recinto (hoy mejorado y declarado BIC), mantiene el pequeño altar, y unas paredes con motivos indígenas americanos, ángeles negros, vírgenes con rasgos amerindios... Un patrimonio a investigar, o, por lo menos, a conservar.

La vieira de Santiago, el camín francés... Ya en el exterior, en sendas ventanas por la parte del ábside, se conservan las vieiras de Santiago talladas en piedra. En la misma cara del edificio, hay adosada una construcción que los vecinos remontan a la vivienda de los monjes, o a residencia ocasional de peregrinos en el llamado camín francés, que se extiende a lo largo del Vache Güerna.

La parte superior de este añadido lateral estaba subdividida en dos mitades que separaban cebatos (paredes de varas, barretas y maderos), con una puerta que comunicaba con la tribuna posterior de la Capilla. La parte inferior, sin dividir, en cambio, estaba destinada a caballeriza, según la tradición, y todavía conserva unas andas, que la misma voz popular sigue asignando al servicio de enfermos y peregrinos del camín de Santiago; se dice también que, al final, de la caballeriza, había sepulturas de los enterramientos; lo mismo que en la nave de la iglesia, y en el mismo pórtico de entrada, ala derecha, sobre todo.

En fin, la misma estructura de la iglesia supone sucesivos añadidos desde épocas ya medievales, a partir de aquel pequeño y muy rústico recinto llamado el Camerín. Según la voz oral, la piedra empleada para los rosetones del ábside fue traída de una cantera que hay en La Reguera Malpique, sobre Valdelasviñas, camín de Alceo. Allí la piedra es porosa, tipo pómez, de modo que pesaba menos para colocar en el techo a modo de rosetones que unieran los arcos que sostienen la cúpula.

Se recuerda la última campanera de la iglesia (la que tocaba las campanas para las diversas ocasiones, cada una con sus toques diferentes): María La Campa.

Con muchas prerrogativas y creencias populares de La Virgen: el rezo de la Salve, o los descansos de los presos en las llamadas Cuerdas o Ruedas...

La devoción a Santuario tiene muchos detalles. Por ejemplo, en topónimos como La Cuaña la Salve, en la ladera vecina de Zurea: los vaqueros y vaqueras camín del monte, se paraban a rezar una plegaria a La Virgen de Bendueños, cuando llegaban a este punto en que se divisaba justo en frente la Iglesia en La Campa de Bendueños. Aprovecharían también como descanso, si se trata de la subida; y como lugar de bilurdiar un poco (parlas, partsar...), en la bajada de los altos.

Especial interés, social, cultural..., recobra en estos tiempos el dato recordado por César: buen conocedor del pueblu desde su infancia; y, sobre todo, con memoria prodigiosa de aquellos vieyos y vieyas de entonces; muchos datos quedan latenrtes en sus palabras siempre relajadas.

Por ejemplo, recuerda César que escuchó a su padre, Antonio Rodríguez, la expresión Cuerdas de presos, Ruedas de presos, con motivo de un alto del camino antiguo que venía de La Rasa por El Reúndu, justo en el cambio de rasante desde el que ya se divisa el santuario de Bendueños.

En este punto decía Antonio que los presos encadenados, a pie por el camín de carreteros hacia Payares, tenían derecho a una parada de descanso, una vez que divisara desde cualquier punto del camino la Iglesia de Bendueños: allí se les dejaban unos minutos para mitigar las duras condicines de la andadura. Tal vez algunos elevaran una plegaria más a la Virgen por el favor concedido. Interesante el dato, al lado de otros esparcidos bastante más allá de estas montañas, por emigrantes lenenses con arraigada fe en la Santa, aunque no contemplen la iglesia más que en el recuerdo o en la retina, a pesar de las distancias.


Pascua Bendueños, 1948.
(foto prestada por Marisa Fernández Muñiz)

4. El nombre del poblado lo dice casi todo: aquellos cultos indoeuropeos

El origen del nombre de Bendueños y del lugar estaría en el teónimo galo Vindos, latinizado en Vindonuns, o Apollo Vindonnus, estudiado por Martín Sevilla Rodríguez (1984, "La toponimia...", 65):

Una etimoloxía Bendueños < Vindonnus, con una impecatible evolución fonética, costituiría un vestixiu toponímicu de cultu a una divinidá gala Vindonnus o al Apollo Vindonnus galu. Tal cultu, que sofitaría la presencia de pueblos galos nesta zona de la Península Ibérica, sería posteriormenti sacralizáu pola cristianización cola creyación d'un santuariu, fenómenu relixiosu que paez habese dao con frecuencia en llugares de cultu o yacimientos culturales precristianos".


Pascua Bendueños, 1948.
(foto prestada por Marisa Fernández Muñiz)

El hecho de que sobre Bendueños se encuentre La Penasca Xuviles (latín Iupiter. Iovis, 'el padre de los dioses), peña muy respetada porque atrae los rayos en las tormentas; y en la misma ladera se encuentren lugares como Tárano, Castro y El Curuchu, proyectó el origen del poblado hacia pobladores primitivos llegados con otros del mismo río Güerna.

La ubicación del poblamiento remoto en el mejor rellano de la ladera, casi a medias entre las aguas del río Güerna y las aguas del río Lena (el que baja de Valgrande) tampoco habría de ser casual: era el punto estratégico más vistoso de ambos valles, al paso por cualquier ladera o por los altos; por tanto, el emplazamiento adecuado para un culto prerromano, antes de la iglesia actual; tal vez, el culto al Sol, en esas rústicas tallas en piedra circulares que aparecen en los arcos interiores, algunos semiperdidos por las xebes y corrales privados; son una especie de caras en forma de sol, con rasgos de seres mitológicos muy desfigurados. Respetados por los vecinos, se guardan algunos en el recinto de la Iglesia.

Y, por otra parte, ese emplazamiento a media ladera estaría relacionado con el arbolado típico de los poblamientos más remotos: las encinas, los encinares para las bellotas, y la caza que atraen estos frutos (caso de Santa Cristina, Palacio...). El nombre de Alceo es evidente: lat. ilicetum (el encinar); se encuentran encinas todavía sobre Campomanes, Salas, Valderías... Y todo el valle y laderas de Palacio, Felgueras, Alceo Felgueras..., aquí con ejemplares viejos abundantes.

Esa raíz ilex se considera preindoeuropea, en tiempos que incluían los querqus y las quercáceas (los robles, los árboles que dan bayas duras). El nombre de Alceo de los Caballeros, justo al lado, confirmaría el antiguo boscaje de un encinar, hoy desaparecido. Como también desaperecieron los pinos de Piñera, los robles de Robleo..., y tantos otros arbolados siempre muy castigados para la lumbre, para las construcciones, para las quemas, las combustiones, de los bustios, los butietsos..., que llevan los nombres correspondientes.


Pascua Bendueños, 1948.
(foto prestada por Marisa Fernández Muñiz)

5. La Casa los Frailes, Casa Fraes...

Actualmente existe un albergue de montaña en el edificio en piedra frente a la entrada principal, que los lugareños dicen la casa los frailes, y que relacionan con otros lugares sugestivos próximos: Alceo los Caballeros, Casa Fraes, Traslavicha...

Un par de vieiras talladas en sendas ventanas colaterales del camerín, y unas pinturas interiores muy deterioradas, completan una larga tradición de creencias populares por parte de muchos ofrecíos y ofrecías a la Virgen de Bendueños, que por la fiesta caminaban desde muchos pueblos, descalzos y con escapularios, dispuestos a cumplir la promesa hecha para sí mismo/a, o para algún familiar.

6. La leyenda de La Fuente Santa y La Virxen de Bendueños

Bajo Bendueños queda La Fuente Santa: un manantial de aguas consideradas medicinales por los vecinos. Es una fuente que brota de una piedra sillar en la finca La Güerta la Fuente, a pocos metros bajo las casas, por El Camín de Peregrinos a Campomanes.

Se asciende a la finca por una escalera de piedra con gruesos peldaños. Agua muy templada en pleno invierno, con las mayores xelás. Muy fresca en verano, con los calores más agostiegos. Siempre el mismo chorro de agua: abundante, sin llegar a ser grueso.

Dicen los vecinos y vecinas que allí se apareció La Virgen de Bendueños a unos segaores. Nos cuenta Ciona la leyenda. Cuando se apareció La Virgen, se disputó si llevarla a Campomanes o llevarla a Bendueños, habida cuenta de que está en el Camín de Campomanes.


(Foto prestada por Alberto Cordero)

7. Y la Virgen quería dir pa Bendueños...

Los de Campomanes trajeron fuertes parexas de gües y una carreña para llevar La Virgen. Pero los poderosos bueyes no fueron capaces de mover del sitio la carreña, a pesar de que era cuesta baxo. Volvieron a Campomanes y trajeron otra parexa más fuerte: pero tampoco pudo mover la carreña de la fuente. Pusieron en gavita las dos parexas. Y no movieron la carreña del lugar...

Entonces vinieron los de Bendueños con su parexa: un par de gües normales, los del pueblo. Y, sin más problemas, a la primera, subieron la carreña con La Virgen por el camino, a pesar de que era cuesta arriba y en pedrera. Entonces comprendieron todos que La Virgen quería dir pa Bendueños. Y se acabaron las disputas. Desde entonces está en El Santuario de La Campa, con su fiesta cada año. (Agradecemos a Ciona los detalles de La Fuente Santa).

Sirvan las palabras de María Cátedra Tomás sobre la importancia de los santuarios locales:

"Una de las principales atracciones de un santuario es el que la figura sacra haya manifestado su deseo de estar en un lugar determinado y proteger y ayudar al particular conjunto de personas que vive en torno a dicho lugar...

Aunque sin duda se puede razonablemente discutir hasta qué extensión abarca un territorio de gracia..., sin embargo está claro que un santuario beneficia a la población local y debía ser protegida por las autoridades locales".

8. Un lugar estratégico milenario

En resumen, el poblado de Bendueños pudiera continuar una larga tradición de cultos paganos, más tarde cristianizados. El pararrayos actual de la iglesia indica que con frecuencia caen rayos en el contorno, como ocurrió allá por los comienzos del siglo XX, cuando un rayo destruyó el campanario (lo recuerdan vagamente los mayores de hoy). Una copla recoge la fe que tenían los vecinos en el poder del santuario para prevenir de los rayos y las tormentas:

"Detente, nube,
detente tú,
que pue más
Dios que tú"
(escuchado a Duardo)

9. El horro de los dibuxos baxo l'aleru

a) Unas tallas que pasaron desapercibidas con los siglos, por las razones que fueran... (incluso entre sus propios vecinos)

Entre los vestigios interesantes del pueblo queda un horro con unos ya muy desdibujados grabados bajo el aleru que da al sur: el dibujo principal consiste en una escena erótica que parece ser pertenece al llamado estilo de Villaviciosa. José González, muy aficionado a estos temas de los pueblos, nos facilita estos datos, que bien agradecemos porque nos resultan novedosos; dice en concreto:

"Los hórreos pertenecientes al denominado “estilo Villaviciosa” son los más antiguos conservados en Asturias. Se trata de hórreos identificados entre los siglos XIV y XVI, y situados mayoritariamente en el concejo de Villaviciosa... Las decoraciones de este estilo pueden estar talladas o pintadas, sobre todo en las colondras, los liños y la fachada principal. Se utiliza la talla en bisel, lo que produce fuertes contrastes de luz y sombra, que a veces se refuerza con la utilización del color blanco, rojo y negro.

Muchos de sus motivos están inspirados en el arte románico, y también en el prerrománico y en el popular, siendo los diseños tallados más frecuentes los que tienen como base el círculo: rosetas, molinetes, estrellas, triángulos o cuadrados, alineados en semicírculo; cuadrados formados por yuxtaposición de líneas verticales y horizontales, etc. Otros motivos frecuentes son las cruces, aves, serpientes y, excepcionalmente, escenas eróticas.

En cuanto a las decoraciones pintadas, éstas se realizan enmarcando el motivo con una línea de color que se rellena de colores planos (blanco, negro y rojo). Los motivos decorativos son similares a los tallados, encontrando aquí, además, personajes armados y caballos.

Precisamente, respecto a la importancia del arte románico en toda la vida religiosa del pueblo, controlada por el clero, la aristocracia, la nobleza..., dice Carlos Javier Taranilla (2016: Breve historia del Románico, p. 19):

"El Románico, pues, no fue sólo un arte religioso, sino también aristocrático, expresión de la superioridad de los estamentos que ocupaban la cima de la pirámide social: nobleza y alto clero. Ambos fueron los promotores del arte, que, de este modo, cumplió dos funciones: ilustrar a los analfabetos y ensalzar a las clases dominantes para dejar asentado que aquel poder teocrático se ejercía por delegación divina, constituyendo, pues, las manifestaciones artísticas un instrumento propagandístico al servicio d elos poderosos".


Ver la interpretación de Alberto Álvarez Peña, para un hórreo semejante en Llaviana, estilo de Villaviciosa

El hórreo de Bendueño -continúa José González- quizá datable en el siglo XVI,  presenta  unas tallas geométricas de gran calidad en los liños y en la cabeza de los liños. Entre ellas, además, es destacable una escena erótica entre dos hombres y una mujer embarazada, muy similar a la que figura en un hórreo de Lorío (Laviana), aunque mucho mejor conservada en el caso de Bendueños, y que se podría interpretar, quizá, como una alegoría de la fertilidad.

También es interesante una representación de una serpiente, figura frecuente en hórreos antiguos, y que es  un símbolo múltiple: por una parte, guardián de las cosechas; por otra, asociado al mal, el pecado y la tentación; y ascociado también al alma, a la regeneración e inicio de una nueva vida. Destaca, asimismo, una talla que representa huellas de calzado, similares a otras que podemos ver en hórreos muy antiguos del concejo de Cabranes".


L'horro, a lo fondero'l pueblu

b) ¿Unas figuras preventivas, admonitoras, didácticas para su tiempo y a su modo...?

Difícil interpretación del trio hasta la fecha: no hay estudios asturianos que lo aclaren (no los encontramos), ni nos lo aclaran los estudiosos de símbolos semejantes en la arquitectura popular consultados. Sólo de forma sucinta encontramos una referencia indirecta (o paralela) en el estudio profundo que los cántabros hacen del arte románico en la región vecina: Ángel del Olmo (geógrafo) y Basilio Varas Verano (médico-sexólogo), en su libro Románico erótico en Cantabria. Lifer, Imprenta S.A. Palencia. 1988 (p. 71). Dicen estos autores de otras figuras en piedra por las iglesias, catedrales...:

"¿Son las esculturas románicas una forma de expresión en piedra de los textos bíblicos? ¿Son estas hermosas figurillas la traducción en piedra, para gentes iletradas, de la lección obsesivamente transmitida por la Iglesia según la cual las tentaciones de la carne, el coito, los horrores de la lujuria, son el pecado supremo? Este parece ser el significado que muchos historiadores del arte, religiosos o no, han vislumbrado a la hora de hacer una interpretación académica".

Y continúan los autores cántabros:

"Sabemos que en la época del desarrollo del románico, el pueblo llano, e incluso clérigos, no sabían leer ni escribir, como nos refiere Gonzalo de Berceo en el milagro del 'clérigo ignorante'. No se valoraba a quienes se dedicaban a estos menesteres. La lectura y la escritura se dejaban para los monjes. Es de suponer que aquellos hombres abocados exclusivamente a la guerra o a labrar el campo, según la clase social a la que pertenecieran, fueran 'duros de mollera' cuando se les hablaba de cuestiones complicadas y que los curas usaran representaciones del arte románico para explicar la Historia de la Salvación".

Muchas otras anotaciones de valor encontramos en la amena lectura de estos dos estudiosos de la simbología medieval. Por ejemplo, leemos un poco más adelante (p. 94):

"Temas esotéricos' y ocultos, y 'exotéricos' o comunes al vulgo, se prodigan en los templos romániicos. Los primeros, para los iniciados, y los segundos, para el pueblo analfabeto. Estas dobles manifestaciones ya aparecen en Mesopotamia, que también ha sido el hogar donde se han forjado muchos de los símbolos que se encuentran en la Biblia (y 'Biblia de piedra' es el templo románico); así, la serpiente, el árbol de la ciencia del bien y del mal, etc. Ya aparecen representaciones en un croquis de Susa..."

"Es casi lógico pensar (p. 92) que en una época de incultura y superstición, se revivieran o perduraran muchos de los ritos sexuales-religiosos de la antigüedad; así, no sería difícil mantener los cultos fálicos de la Roma antigua en una provincia romanizada como la península Ibérica. Cultos que según algunos representan deformación o vicio, pero que incluso en sus apariencias más obscenas, pueden resultar aspectos castos".

"Por lo tanto (p. 93), el culto de Dionisios es típicamente agrario, en el cual se adoraba a una divinidad fálica de la fecundidad; sus misterios incluían una serie de ritos orgásticos, en el curso de los cuales se producía un verdadero frenesí: bailes frenéticos, bebidas excitantes..., homosexualidad, copulación..., lesbianismo".

En su estudio pormenorizado de aquellos ritos paganos traducidos a cultos y símbolos cristianos, y en esa doble perspectiva, sólo en apariencia cotradictoria, entre la moralidad cristiana y la sexualidad mundana (las dos caras de una misma moneda en la perspectiva medieval), recogen estos autores toda una tradición literaria oral, imprescindible para entender este tipo de lenguaje tallado y difícil de descifrar. Sirva un ejemplo al azar, en boca de las mujeres cántabras por su fiesta de la Candelaria, allá por el 5 de febrero:

"¿A la gloriosa Santa Águeda
la venimos a rogar
que nos guarde las teticas

que tienen que amamantar"

c) Erotismo y religión, unidos desde culturas milenarias: "como el agua extingue el fuego, de la misma manera la limosna elimina el pecado"

Aunque el estudio de estos símbolos en piedra, realizados con reservas por los dos cántabros en iglesias, templos, monasterios, catedrales..., no se corresponde del todo ni en el contexto ni en el tiempo con las tallas eróticas en madera del horro de Bendueños, sí se puede concluir con ellos que ese paralelismo religión - sexo, moralidad - erotismo, prohibición - divulgación..., son muy antiguos: la prostitución sagrada (la hierodulia) se practicaba ya en Grecia (templo de Afrodita), según noticias de Estrabón.

Este tipo de lenguaje simbólico llagaría al románico, como forma de explicar contenidos religiosos, morales..., a quienes no sabían leer ni escribir. Poco a poco, del interior de las iglesias y otros templos, las figuras irían saliendo al exterior en las paredes, para representar las costumbres sexuales de la humanidad a los fieles, a los paganos mismos.

Y, ya en el exterior, esos y otros símbolos parecidos serían poco a poco utilizados por otras instituciones, artesanos, posesores..., para explicar, prevenir, invitar, sugerir, incitar, generar deseos..., a los vecinos en cualquier edificación pública o privada (en piedra o madera), a cerca de las prácticas sexuales usuales en la época. El mismo San Pablo decía: "Nada hay de suyo impuro; mas, para el que juzga que algo es impuro, para ese lo es".

Y no parece que haya contradicción alguna entre la prohibición y la invitación: como dicen estos autores cántabros, en los ss. XI-XII, ya predominaba una mezcla de fe con abundantes supersticiones:

"La rudeza de la vida y la falta de control a la hora de la venganza o la fornicación, eran fenómenos cotidianos a los que no se sustraían ni clérigos ni monjes. Sexo y religión muchas veces se confundían en la práctica... Sin embargo, todos parecían conscientes de que 'sicut aquan extinguit ignem, sic eleemosyna extinguit pecatum".

Es decir, "como el agua extingue el fuego, de la misma manera la limosna elimina el pecado". O, lo que es lo mismo, el pecado se solucionaba de inmediato con la confesión, el arrepentimiento momentáneo, las monedas de penitencia impuestas por el confesor... Tal vez, de ahí el dicho antiguo en el mismo registro popular: "Pecar, arrepentirse, volver a pecar, volver a arrepentirse... Y volver a empezar". Todo estaba programado.

Con unos estamentos sociales y un clero que todo lo arreglaban con penitencias y limosnas..., para volver a empezar...

Como la práctica se extendía al mismo clero, monjes, obispos, señores, vasallos..., sin distinción de estamentos, todo el mundo lo veía bien; con los símbolos eróticos a la vista de un pueblo que no sabía leer ni escribir, y con su práctica arraigada por naturaleza, mitología, y por cultura milenaria (sexualidad natural, biológica, poblacional...), los fieles pecadores aumentaban sus donaciones para recuperar el perdón de Dios.

Las instituciones eclesiásticas, monacales, catedralicias..., se convertían en entidades económicas intermediarias de la cólera divina y, al mismo tiempo, de verdadertos economistas que podían levantar iglesias en cada pueblo. Y, cuantas más iglesias, capillas, ermitas, festividades de patronas y patronos..., más limosnas, más productos ofrecidos, donaciones..., pues cualquier poblamiento que se formara nuevo, por pequeño que fuera, levantaba su propia iglesia.

Otros autores recogen textos parecidos. Así, Agustín Gómez (ver cita abajo en Huerta Huerta, 2018, p. 171) resume:

"... numerosos textos... desde la antropología cristiana marcaban una concepción de la naturaleza del ser humano a partir de la culpa de la lujuria... Todo esto... lleva a señalar que la iglesia tuvo que hacer difíciles equilibrios entre la voluptas carnis, considerada un pecado, dentro y fuera del matrimonio, y la fecunditas carnis, que se considera un don divino..."

"La aplicación de este principio... plantea... algo contradictorio, pues para llegar a una foecunditas pudica se debía anular el instinto y el placer... San Isidro..., Hugo de San Víctor... identifican las relaciones sexuales dentro del matrimonio como un pecado, llegando incluso a señalar que la concepción de niños no se hace sin pecado" (p. 171).

Y, así, José Luis Hernando (también cita abajo en Huerta Huerta, 2018, p. 205) concluye sobre estas prácticas en zonas rurales, sobre todo:

"... territorios mal comunicados donde abunda un clero rural de laxa moralidad y conducta disoluta...; se trata de promiscuas imágenes indulgentes hacia el pecado de la carne, presente en todos los estamentos sociales, incluyendo al clero, decididamente partidario de hacer la vista gorda y preferir arrepentimientos y mandas pro redemium peccati como eficaz seguro de vida más allá de la muerte" (p. 205).

Es decir, una vez más -como recogían los autores cántabros más arriba-, con limosnas, pagando..., todas las culpas quedan borradas... Y se explica de paso que hasta los niños -decía la iglesia- que nacían en pecado.

"... El niño, como fruto de la unión carnal entre sus progenitores, llega al mundo mancillado por el pecado original... Para conseguir el nacimiento espiritual de la criatura, el sacerdote la recibía ante la puerta del templo y, separándola de sus padres, pedía a sus padrinos que renunciaran a Satanás..., sus obras, sus pompas, sus vanidades... Soplaba tres veces sobre la cara del aspirante increpando al demonio, hacía la señal de la cruz en la frente y espaldas..., lo ungía" (p. 235).

Y ya quedaba libre del "pecado"... La madre, por su parte, habría de ser recibida en la iglesia por el cura de forma parecida a los cuarenta días..., por el supuesto pecado de la procreación...

d) El Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, hasta estos mismos días

En consecuencia hábil, el clero bien animaría en el proyecto, pues la iglesia levantaban gratis los feligreses durante años; dice la voz oral, que hasta no hace muchos años, una de las penitencias en el confesionario consistía en trabajar un número de días al servicio de la iglesia y de la retoral: con ello quedaban perdonados los pecados; o pagando una cantidad alternativa. En todo caso, siempre con la vuelta de nuevo a empezar: pecar, arrepentirse..., volver a pecar... El privilegio estaba organizado y con proyectos de un futuro que llegó hasta bien entrado el s. XX.

No hay que olvidar, que en la perspectiva de la Iglesia, los mismos niños nacen ya en pecado: hay que bautizarlos para que empiecen el camino de nuevo, aún sin haber hecho nada todavía, ni bueno ni malo, en su corta vida. Y las madres, después de dar a luz, no podían entrar en la iglesia ni en los actos religiosos hasta pasados 40 días del parto, cuando volvía "a ofrecese con el guaje" (puro eufemismo popular); otra vez la dicotomía pecado / perdón, tan arraigada en las instituciones. El Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal: el placer, el pecado, y el perdón unidos desde mucho antes de nacer.

Especial interés tiene ese detalle de "dir a ofrecer al guaje", eufemismo evidente de purificación de la madre por haber dado a luz (eufemismo que impresiona desde el lenguaje mismo); la madre tenía prohibido pasar la puerta principal de la iglesia, mientras el cura no la recibiera fuera, en el pórtico, en presencia de los demás feligreses, familiares..., un día de misa de domingo.

El cura les echaba, entonces, una bendición a los dos con el hisopu, y a continuación, ya pasan todos dentro; como iban echando alguna moneda de paso (unas perronas, unos riales...), la ceremonia había dado su rendimiento, una vez más. La misma madre tenía que llevar una vela encendida en la mano, que, por supuesto, le vendía el cura, la iglesia..., en definitiva.

No obstante, la memoria inteligente de los mayores bien recuerda que esto no convencía a casi nadie, pero el miedo a perder el alma en el infierno en un momento (o, por lo menos, nel purgatoriu...), y retorcese toa la vida entre llamas y culiebras..., les obligaba a callar en sin rechistar migaya; en sin gorgutar por un negocio tan a la vista hasta con la madre a penas sin recuperar siquiera. Bien lo asoleya y se vengaba, a su modo, la copla popular:

"La ilesia ye un comercio,
los curas los comerciantes,
y los que van a ella,
una camá inorantes"

En el mismo lenguaje evangélico se citan palabras de Cristo expulsando a los mercaderes del interior del templo: señal de que el templo lo habían convertido los propios rabinos, los sacerdotes..., en un lugar puramente de intercambio comercial. Y en el s. XX se seguía pagando la llamada bula (lat. bulla, 'bola', luego sello, documento pontificio): un certificado que daba la iglesia a los fieles para poder comer carne en cuaresma; el que no lo pagaba, cometía pecado y se podía condenar.

Es decir, los ricos solucionaba el posible pecado con dinero: para ellos, no había acción pecaminosa, pues lo traducían sin problemas a monedas; los pobres, o hacían gran sacrificio con sus escasos dineros, o no podían comer carne en toda la cuaresma. Hasta había varios tipos de bulas: con la más cara, podían comer carne todos los días, salvo los viernes (la vigilia); con la más barata, ningún día desde Ceniza a Pascua.

e) La unión de los contrarios, la síntesis adecuada a cada contexto en su tiempo

En definitiva, religión y mito, fe y superstición, moral y sexo, obediencia y libertinaje, clero y pueblo, palabras y hechos, pecado y virtud..., no parecen dicotomías separadas a lo largo de la historia, sino dos caras de una misma moneda sin solución de continuidad. Estas aparentes contradicciones conviven en buena armonía: numerosos documentos hablan, castigan previenen, prohiben..., ciertas costumbres sexuales entre el clero, los monjes...., que tenían mujeres, hijos, concubinas, barraganas en el entorno inmediato de sus propias iglesias o monasterios.

Sabido es que en tiempos medievales y posteriores la mortalidad superaba a veces a la natalidad: guerras, hambres, pestes, epidemias... Harían falta hijos no sólo para trabajar las tierras, pagar impuestos, mantener los vasallajes..., sino para contribuir al sostenimiento de las iglesias, las parroquias, las retorales, los señoríos.

Religión / laicismo, moralidad /sexualidad, pecado / penitencia, cristianismo / paganismo, luchas entre el clero secular / el clero regular, barraganería, amancebamiento, homosexualidad, simonía, desfloración ritual, magias diversas..., eran perfectamente compatibles, como dejan ver tantos símbolos correspondientes, sólo en apariencia contradictorios. De ahí, el totem de la fecundidad (falomorfos, genitales femeninos...) en el interior de tantas las iglesias: ábsides, capiteles, canecillos, columnas, bóvedas celestes... El símbolo más natural de la naturaleza, sin ir más lejos.

"Libertades sexuales unidas a tradiciones paganas, corrupción del clero, analfabetismo, herejías, supersticiones, relajaciones..., dan como resultado un cristianismo popular, donde prevalecen ritos de fecundidad, consustanciales a las propias condiciones de subsistencia humana" (p. 157)

El proceso económico con esa síntesis de contrarios lo explican Ángel y Basilio (p. 115):

"Una legión de demonios acecha al hombre medieval, que acosado necesita pedir ayuda, con la fe, y sobre todo con limosnas y donaciones, comprando así su tranquilidad espiritual y escatológica, mientras engordan monasterios y cabildos, que ávidos de riquezas hacen que proliferen santos, a los que incluso especializan en remedios y enfermedades, y que tan pingües beneficios consiguen de los peregrinos, que como si de turistas medievales se tratase, recorren los monasterios depositando sus óbolos [sus monedas]"

10. Una lectura de conjunto: una sintaxis posible tan simbólica

En principio, el grabado de las tres figuras (adulto, mujer embarazada y joven) se encuentra, tal vez, no por casualidad, seguido de otras dos tallas simbólicas: una serpiente (o eso parece) y unas pisadas. Como nada aparece, de momento, escrito, poco podemos hacer, más allá de describir el conjunto, como si de un texto discursivo se tratara (una sintaxis icónica, visual, en este caso). Hasta se podrían analizar por separado -dirá alguien-. Y no está mal que lo hiciera, por supuesto.

En principio, el horro fue levantado justo al lado del camín francés que continuaba de Bendueños a Campomanes por Solapresa; bajaba por El Preu la Fuente Santa, seguía por Tsamas, Nocea, Casafraes... Sabido es que el solhorro (el espacio abierto baxo l'horro) era público; todo el mundo (propios y extraños) se podían cobijar 24 horas, y seguir camino; era un derecho comunitario muy respetado hasta hoy mismo por muchos propietarios (horros con cielu, con vuelu, pero sin suelu). En todo caso, el dueño del horro habría ordenado, o permitido, las tallas, pues de otra forma no se hubieran hecho.

a) Las tres figuras humanas (dos hombres y una mujer en medio) parecen una continuidad de aquella simbología románica, bien estudiada por los autores cántabros citados; y recordada más arriba por José González, buen conocedor de muchos detalles olvidados en los pueblos. La talla sexual podría estar en continuidad con la función productiva, previsora, de los graneros: el símbolo de la cosecha, el sostenimiento del poblado todo el año.

El tallista, tal vez habría querido ilustrar, a su modo, las funciones naturales más remotas del presente y el futuro de un poblamiento organizado: la unión sexual, la reproducción necesaria para el trabajo del campo; incluso con un matiz: la mujer está embarazada, por lo que los efectos del adulto y del joven (eso parecen) no van a tener repercusión reproductora alguna en el ambarazo, en este caso concreto; se trataría aquí, de una simple iniciación a los ritos de la sexualidad creadora, tan arraigados en cualquier cultura universal.

El lenguaje tallado en el horro trataría de recordar a los jóvenes la necesidad de producir, renovar, retoñar, mantener el poblamiento que convenía a todos los estamentos (civiles y religiosos): imprescindibles los vasallos siempre..., los feligreses, para la economía eclesiástica y civil. No hay que olvidar que en el mismu aleru del horro aparecen otras tallas circulares que podrían representar el sol: el verdadero símbolo de la vida; nace cada mañana, se oculta a la tarde, muere de noche...; pero vuelve a renacer al alba, vuelve a morir al crepúsculo... Y así día, tras día, milenio tras milenio.

b) La serpiente es símbolo contradictorio de muchas cosas según contextos, costumbres, tiempos: virilidad, dulzura, maldad, astucia, tentación, maldad...; hasta representación del mal, el diañu, el diablu; la culiebra es el peligro, pero también la astucia para salir triunfante; la oportunidad de superar el mal paso y seguir camino más seguro (el bien / mal). El mal necesario, para que el bien resalte y triunfe finalmente, en aquella moral tan contradictoria, de una corrrupción que abarcaba por igual al clero, obispos, papas, señores feudales... El gran negocio del mal, antes y después también.

c) Las pisadas, las huellas: serían, precisamente, la solución a las escenas precedentes, tentadoras, estimulantes, generadoras del deseo, que siempre hicieron posible la continuidad de la regeneración de un poblamiento asentado; sin reproducción natural, nunca hay futuro; aunque sea con intervención del mal; en aquel contexto religioso, el perdón, la penitencia lo iba a borrar todo, para volver a empezar, como más arriba se dijo. Ley de vida: bien / mal, virtud / vicio, pecar / arrepentirse, aprender / progresar, penar / disfrutar..., condenarse / salvarse..., en definitiva.

Sin olvidar tampoco el mito del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, presente no sólo en el Génesis bíblico, sino en otros como Gilgamesh y semejantes. Al probar el fruto del placer, la tentación, viene el castigo, que sólo se repara con el perdón, para seguir de nuevo camino. Como se dijo más arriba, el mito permanece en costumbres como el bautismo, o la vuelta a la iglesia de las mujeres tras los 40 días del parto. Incluso, si el niño se moría antes del bautismo, no podía ser enterrado en el cementerio: lo enterraban fuera, pues se consideraba que no iba al cielo, sino al famoso Limbo. Hasta ahí llegaba, el negocio del alma y el pecado.

Pero, por encima de todo estaba la idea de salvar los productos, la productividad de un pueblo; un crecimiento vegetativo bueno para la mano de obra y el vasallaje, para la Iglesia, para los tributos, para el mantenimiento de los señores y señoríos, monasterios... El camino a seguir en la perspectiva medieval, siempre a medias entre el paganismo y el cristianismo, que bien estudiaron los autores cántabros citados.

11. Un poblado a medias entre el Conde y los Frailes

Una vez más, gracias a los datos observados por José González y Carmen, descubrimos algo añadido a la historia antigua de Bendueños, tantos siglos silenciada bajo l'aleru l'horro. Efectivamente, los nativos mayores del pueblu (Ciona, Manolo...), ni los conocían, por disimulados y semiocultos allá en lo alto de los liños; intocables, inalcanzables, como en el cielo; o como en el infierno, quién sabe...

Los nativos, en cambio, recuerdan algo más del horro y de las demás posesiones tradicionales del pueblu; por ejemplo, que las fincas estaban divididas entre dos grandes poseedores: el Conde de Revillagigedo y los Frailes de la Capilla. Ellos serían los que aportaron esos datos etnográficos y artísticos al patrimonio local.

El primero, el Conde, poseía las fincas a la entrada del pueblo (al este) y camino a Campomanes, donde está el horro: L’Aguilero, La Zarrá, La Vicietsa, La Tierra’l Préu, La Gortona, El Garagüitu, L’Aguilón, Solapresa, Truébano... Y Los Frailes de la Capilla poseían las fincas a la salida del pueblo, hacia Alceo y el Camín Francés (al oeste): La Campa, La Martina, El Caliru. En los comienzos del siglo XX, los llevadores comenzaron a comprar las fincas al Conde, al que siempre baxaban a pagar la renta anual a Campomanes. El horro, en zona del Conde, por tanto.

12. Hasta el horro era, para alguno y alguna, la única suit de la noche de bodas en sus tiempos

En fin, la pequeña historia de Bendueños se puede seguir leyendo en muchos detalles sin escribir. Sabido es que debaxo del horro se cortexaba; los horros eran libres, el suelo no era propiedad privada, pues son muebles, no inmuebles. Sólo cuando tenían, por lo menos, una columna (pegutsu) de piedra, significaba que ese horro había sido levantado en suelo privado, no del común (los cierres vinieron mucho después).

Los horros eran, además, símbolos de fertilidad: allí se guardaba el grano para la simiente. Incluso, se usaron como dormitorio, cuando eran muchos en casa (recuerdan en algunos pueblos); y en ocasiones, para la noche de bodas: para muchos recién casados, no había hotel ni suit más lejos.

En resumen

Por todo lo dicho y observado hasta la fecha, habrá que seguir investigando, pues este tipo de lenguaje simbólico está muy poco estudiado en Asturias; tal vez, como en tantos otros casos, haya que deducirlo de las observaciones elaborados en otras regiones. Incluso, ni siquiera se trate de una sintaxis de símbolos seguidos, en un contexto discursivo, sino que formen tres tallas pegadas sin conexión entre ellas. También pudiera ocurrir, pero habrá que demostrarlo: esperemos que los expertos nos faciliten una lectura al servicio de todos. El silenciamiento cavernícola, el elitismo de sillón al uso, va teniendo fecha de caducidad. Menos mal.

De momento, nos quedamos con unos dibuxos que, por lo menos, respetaron hasta la fecha propietarios y lugareños (¡cuántos no se habrán borrado, transformado, destruido..., por orden de unas instituciones y otras...!). La decoración conservada supone todo un estilo ornamental, casi único en Asturias, tal vez ya de corte románico medieval, a partir del s.XIII y XIV. Un lenguaje simbólico que habrá que seguir traduciendo de la mano de los expertos. Vicente Rodríguez Hevia, gran investigador en estos y otros temas etnográficos, sin duda nos dará muchas pistas: habrá que recurrir a sus sabias palabras, y aplicar a este caso concreto.

Una vez más, el lenguaje universal del mito, mucho antes ya de griegos y romanos; la didáctica de las leyendas, con tantas lecciones históricas para letrados o iletrados, muchos siglos antes que las palabras escritas, el papel, la imprenta, o el ordenata. El lenguaje de un horro, sin estudiar todavía en plena fiebre urbanita y cetraliega, tan discriminatoria como manipulada en estos mismos tiempos del milenium virtual.

Para más información, ver
Diccionario Geográfico de Asturias
,
Ciudades, villas y pueblos.

Editorial Prensa Asturiana.
Colaboración de Julio Concepción Suárez.


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como en los inviernos de antes

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Ver la Leyenda de la Fuente Santa

ANEXO bibliográfico en relación con la explicación de figuras eróticas en el arte:

  • Herrán Ceballos, Jesús (2017): Cantabria. Románico imprescindible. Fundación Santa María la Real del Patromonio Histórico. Palencia.

  • Herrero Marcos, Jesús (2011). La lujuria en la iconografía románica. Editorial Calamo.

  • Huerta Huerta, Pedro Luis (2018): Arte y sexualidad en los siglos del románico. Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico. Aguilar de Campoo.

  • Olmo García, Ángel del & Varas Verano, Basilio (1998). Románico erótico en Cantabria. Lifer, Imprenta S. A. Palencia.

  • Ortega Baún, Ana E. (2011): Sexo, pecado, delito. Castilla de 1200 a 1350. Editor: Bubok Publishing S.L.

  • Plaza Escudero, Lorenzo de la (2019): Pequeño diccionario visual de términos de arte. Cuadernos Arte Cátedra. Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S. A.). Madrid

  • Serna González, Fray Clememnte de la (1986): Mujeres del Absoluto. El monacato femenino: Historia, Instituciones, actualidad. XX Semana de Estucios Monásticos. Abadía de Santo Domingo de Silos. Burgos

  • Taranilla de la Varga, Carlos Javier (2016): Breve historia del Románico. Ediciones Nowtilus S. L.

Foto de las pinturas del Camerín de la iglesia, restauradas.

OTRAS referencias de interés:

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