Etiquetas, tags, palabras clave: cinco sentido, paisaje, aulas, naturaleza, aprendizaje colectivo:
"Tierra, enséñame el coraje del árbol
que se yergue solo.
Tierra, enséñame la libertad del águila
que grita en el cielo.
Tierra, enséñame la aceptación de las hojas
que mueren cada año.
Tierra, enséñame a olvidarme de mí mismo,
como la nieve derretida olvida su vida.
Tierra, enséñame a renacer,
como la semilla que se eleva en primavera"
(de la tribu india azteca, los Ute).
POR EL PAISAJE ASTURIANO CON LOS CINCO SENTIDOS
Jueves 9 de junio, 2022, 19:00 h,
Teatro Vital Aza
Pola de LenaMateriales previos en esquema:
Diagrama práctico de la lectura del paisaje con los 5 sentidos: colores, sonidos, olores, formas, movimientos, sensaciones... (en PDF)
Diagrama práctico: los criterios de lectura, aplicados al paisaje sobre el terreno, los topónimos concretos en cada caso (en PDF)
0. Mesa redonda, coloquio:
- Aurelia Villar Álvarez
- Belén Álvarez Delgado
- Enedina García Durán
- Graciela Álvarez Fernández
- David Ordóñez Castañón
- Xulio Concepción Suárez
1. Asociación VINDONNUS:
por David Ordóñez CastañónNos complace anunciar la presentación de un nuevo libro de Xulio Concepción Suárez, editado por la asociación Vindonnus. Además del propio autor, en el coloquio participarán varios colaboradores, que reflexionarán desde diferentes perspectivas sobre el valor de esta obra como útil herramienta para recorrer e interpretar el paisaje que nos rodea. Entrada libre y gratuita.
2. Contraportada del libro
Caminamos por cualquier paisaje: caleyas de los pueblos, calles de las villas o ciudades mayores; seguimos senderos por los montes, brañas, acantilados sobre las mismas costas del mar. Vemos los objetos lejanos y los detalles en la cercanía, nos fijamos en los colores y en las formas.
Escuchamos los sonidos de los animales, los chasquidos en el ramaje, el murmullo de fuentes y regueros, conversamos con los lugareños; percibimos los aromas de la primavera o la humedad otoñal de los hayedos; saboreamos frutos silvestres o asilvestrados por el verano y seronda arriba; sentimos en la piel el rigor del viento en la cara o, bajo los pies, las esponjosas praderas de la mayada ...
Cada detalle, con su función y significado en el paraje traducidos a topónimos tantas veces. y, si lo compartimos con quienes vamos de paso, el sabor de la andadura se vuelve más completo: simplemente, por aquello de que cuatro güeyos siempre vieron más que dos.
Que nos sirvan para ello también estas resumidas páginas, a modo de ejemplo, para recorrer el paisaje asturiano con los cinco sentidos y alguno más, cuando hace falta ...
¡El paisaje de Asturias
vive y canta...!
Si se le escucha atentamente,
se percibe en sus ríos,
en sus rocas,
en sus fuentes,
en sus árboles,
el murmullo de los dioses...
(Constantino Cabal)3. Anotación previa
Las páginas que siguen son el resumen de muchas rutas con ocasiones distintas durante muchos años: día de excursión lejos de las aulas, para aplicar un poco la lengua y demás materias, lejos de encerados y pupitres, por aquellos años setenta y pico y ochenta, todavía sin ordenatas, sin móvil, sin tablet ni en la mochila ni en el alma; o con aquel grupo de montaña escolar (Axeite) algunos fines de semana, ya por los años ochenta y pico y noventa.
O con aquel otro de Cruz Roja, botiquín incluido y todo, en andaduras tan gratas como largas, incluso en pleno invierno; exalumnos que comenzaban sus especialidades en diversas ramas; estudiantes universitarios, con ocasión de un proyecto fin de carrera, tesina, tesis..., por el milenium arriba.
O en aquellos campamentos de verano, en su ruta quincenal de salida al campo para observar bichitos y plantas...; siempre aprendiendo algo con las observaciones tan espontáneas de los más jóvenes, que reservaban la quincena en pleno estío, para compartir paisajes y cabañas con los otros y las otras de regiones muy diversas, más allá de estas montañas.
Finalmente, muchas salidas personales, o con amigos, para comprobar en silencio (o comentar en conceyu) todas aquellas lecciones aprendidas en estas andaduras; a veces hasta bulliciosas y con prisas, por alguna tormenta, un calor excesivo, o la nublina encima, preocupación de los monitores escolares (lejos del GPS, varios años atrás). O para escuchar a tantos pastores, vaqueros, lugareños de los que tantas notas fui pasando a mis libretinas de notas, publicaciones, páxina web...
Afalagando sólo pela cabeza, nunca per detrás; y en presencia de los padres, por supuesto....; a los animales, a veces, sólo yos-falta hablar, el sentimientu con el mozaquín a la vista está..."La naturaleza ofrece todo tipo de presentes
capaces de complacer los cinco sentidos:
el mar puede saborearse a través del salitre
que queda pegado en el paladar;
el bosque puede llevarse a casa evocando
el perfume del enebro;
el ronroneo del gato puede convertirse
en una dulce nana;
el aterciopelado tacto de las hojas del bejeque
ayuda a relajarse;
y la silenciosa caída de la última hoja de un árbol ya desnudo
se convierte en un espectáculo minimalista"
(Mónica Artigas, Álex Barnet y amigos)4. El paisaje: término y concepto de tiempo en tiempo
¿Qué entendemos por paisaje? Pues a juzgar por las raíces de las palabras, tendríamos que partir, como casi siempre, de la misma referencia etimológica inicial, que es bien precisa: porque el término paisaje, ya en su raíz léxica, procede del latín: pagus ('territorio, campo, distrito, pueblo'); luego, pagensis ('campesino, el nativo, el que vive en la aldea'). Y antes, todavía, de la supuesta raiz indoeuropea, *pak-, *pag- (fijar, vincular, asegurar). Es decir, lo que tenemos alreor...
Y, ya desde esa remota idea original del contorno inmediato, autóctono, el término pagus pasó al francés: pays (s. X, territorio rural, comarca, país, el campesinado), a través del italiano, paese; femenino, payse; en castellano, país.
Y del francés, se llegó al castellano, paisaje (1708, Corominas): la acción, el efecto del país, lo que produce el país sobre habitante del territorio‘; de donde, el paisano derivado (el nativo del país); y el paisanaje (el conjunto de los nativos del país). Sufijo, por tanto, –aje , lat. –aticu (acción, efecto de, conjunto, lugar de, pertenencia a...).
De modo que, en su origen, el término paisaje viene a ser 'la acción, el efecto del campo, del lugar en parte poblado, colonizado‘, sobre los nativos, los habitantes concretos de un territorio colonizado, usado, habitado...
Los topónimos para describirlo son evidentes, cada uno describe con precisión el uso del terreno por parte de los paisanos y paisanas desde milenios atrás: Lena, La Carisa, La Fuente la Plata, El Fontán, La Fresneda..., L'Apeaderu, El Basureru..., según el paso d elos tiempos....
Catando grillos en la campera, y comprobando la orientación exacta del furacu a la entrada: pues buenos son los grillos, exactamente, mirando al sur..., por supuestu.5. Simples observaciones sobre la marcha: el ingenioso juego diario de comenzar preguntándose a uno mismo sobre el paisaje
En fin, como apretado resumen de todo ello, surgió este pequeño manual con un objetivo sencillo: que no sea un libru más para leer de seguido, sino para consultar sobre la marcha en cualquier paseo por un pueblo, por un monte, o por los barrios de una ciudad, lo mismo da; en cualquier ruta, por caminos, carreteras, sendas, caleyas o calles asfaltadas, podemos observar muchos detalles; no van a ser los mismos sobre el cemento que sobre una campera, pero los sentidos se abren igualmente en las cinco direcciones, si tenemos nuestras ventanas interiores abiertas.
Incluso, a veces, por las razones que sean, no tenemos más remedio que hacer rutas, paseos, cerca del pueblo, por las calles, jardines de la ciudad... Todo puede ser ocasión para leer detalles; para sentir y disfrutar un poco más de andadura. O, simplemente, para no dar vueltas a ideas y preocupaciones que no conducen a ningún puerto bueno: para no comerse el tarro inútilmente; para desconectar y hacer frente disimulado al estrés.
Simples cavilaciones personales, o ajenas. Unas preguntas cierran estas páginas. No se trata de prueba ni reválida parecida alguna, por supuesto. Todo lo contrario: de alguna manera ya están contestadas en las páginas precedentes; vienen a ser las mismas que fueron surgiendo en tantas jornadas y entrevistas; algunas, como nosotros no sabíamos contestarlas, tuvimos que preguntarlas también.
Y siempre había alguien que nos las explicaba. Por eso, las planteo sólo como reflexión sobre detalles en apariencia tan insignificantes, pero con tanta estrategia detrás. No tiene por qué haber una respuesta única, pero, por lo menos, intentemos alguna. Tienen su gracia.
Por eso, unas preguntas van en primera persona: para cuando uno va solo o sola, y en silencio; o en segunda persona, para que incluso, se desdoble en dos, pensando que alguien se las hace al lado; y se vea en el aprieto de tener que contestar... Puro juego añadido a la andadura: cuando vamos varios, nos preguntamos mutuamente, como en los acertijos de antaño.
Siempre con el paisaje interior y el exterior en la retina, a modo de mochila. Y ¡ojo!: algunas de esas preguntas al final parecen inocentes, perogrulladas, vamos. Pues, depende: de un lado, así me plantearon varias, hasta niños de Primaria en algunos campamentos, o en ciertas rutas organizadas; del otro, van dirigidas a todo tipo de público: hay personas que nunca se las habían planteado antes por muchas razones: no todo el mundo tuvo la suerte de contemplar un paisaje natural desde la ventana de casa, ya el mismo día de nacer...
Porque, cada uno lleva siempre consigo su paisaje interior en la retina, a modo de mochila: la gracia está en completarlo poco a poco con el otro exterior que va tallando entre años y andaduras. Estas páginas y estas preguntas podrían colaborar en el empeño también. Como decía Lazarillo:
“...pues podría ser que alguno
que las lea halle algo que le agrade
y a los que no ahondaren tanto
los deleyte".
Miles y miles de años, el dólmen megalíticu, públicu, conserváu, respetáu..., hasta que alguien decidió por su cuenta privatizalu tamién: hasta con una B, del coto PRIBADO..., bien visible, y en mayúsculas: paque nun haya dudas sobre la identidá al completu del autor, vamos...
6. Crear con palabras: porque creamos, recreamos un paisaje, cuando lo reconstruimos con sus topónimos en cada rincón utilizado por los nativos
Pues, ciertamente, si en el principio de todo está la palabra (el Verbo, que dice el relato bíblico), a poco que contemplemos un paisaje sobre un cantizal divisorio cualquiera, o vayamos pisando sus praderas a rirmo de silencio y de mochila, podremos comprobar que, si pudiéramos poner nombre a cada palmo de terreno que pasemos, disfrutaríamos del paraje al completo: entenderíamos su larga historia habitada desde muchos milenios atrás.
La prueba es sencilla: a poco que nos paremos a conversar con un pastor o vaqueru al par de una cabana, a medida que va señalando por su nombre cada parte de la mayada, de los picos circundantes..., vamos observando cómo se amplía el paisaje; se diría que se ensancha en el espacio sólo con los nombres que lo van describiendo: Campa la Liebre, El Mayéu la Xistra, El Ventanusu, El Xugu la Bola, La Posa'l Tabaco, L'Asiintu los Vaqueros, La Fuente la Otsera....
Creamos un paisaje nuevo que no imaginábamos mientras seguíamos rectos por los senderos: todo nos aparecía a un andar, sin divisiones en la pradera; pero nada que ver con el mosaico de palabras y cosas que se van levantando a medida que se levanta un nombre cualquiera en boca de un pastor: El Ballicu Desnatar, La Fuente la Saluz, El Colláu las Mantegas, El Canalón del Infierno, El Pasu Malu, Las Robequeras de Cuandia, La Yana'l Fitu, La Senda las Merinas, El Cuetu los Placeres...
Creamos, recreamos, disfrutamos, saboreamos, escuchamos..., la historia milenaria de un paisaje, en la mayoría de los casos, sin escribir siquiera: sólo tallado, dibujado, grabado en la retina y en las neuronas de cada pastor o pastora, vaqueru o vaquera, poblador..., de cada espacio desde las costas del mar hasta las cumbres cimeras de las montañas.
Esa larga historia interna de un paisaje que tanto amplía, virtualiza, visualiza..., el placer de una andadura, simplemente, a través de las palabras, tantas veces dormidas en el silencio de los senderos.
Pocas explicaciones nos hacen falta para seguir la conversación con los nativos: La Cabeza l'Agua, Quebrantacostietsas, Buenavista, El Fontán, Brañagallones, Los Pumares, Los Güeyos del Jungumia, La Garganta'l Cares, Estremeru, Returto, L'Escuchaíru, El Resbalón, Pasafrío, L'Arandanal...
Gata y gatina, o gatín..., madre y fíu, fía...; pero qué escena al mediudía al sol; supongo que pensando en algún ratón o similar, claro, pa la cena: pues tendrán que buscase la vida a campu abiertu, como andan...; como tul mundo, vamos...; bueno, algo los compensamos pel vecindariu...
7. Un paisaje multióptico, siempre al alcance de cualquiera:
En resumen, se puede hablar de muchos tipos de paisajes según las lecturas de cada uno y cada una; según los sentidos y sentimientos que pongamos al caminar sobre un paraje en cada ruta; según nuestros códigos personales, según el desarrollo de nuestros cinco sentidos. Siempre habrá una jerarquía de prioridades, pero el resultado será parecido: la comprensión, el uso y disfrute del espacio que vamos pisando y pasando.
Paisaje visual: lo que captamos con la vista en el suelo, en el cielo, en las personas, en los animales, en el agua, en las distancias al horizonte; para una mayoría, puede ser el primero; para otros, en cambio, podría no ser ni el último: el que no pueden contemplar, pero que lo sustituye con creces por otro sentido más desarrollado (el de los sonidos, el que le proporciona el tacto...).
Paisaje auditivo (paisaje sonoro): lo que captamos e interpretamos de los sonidos que nos van llegando, de los ruidos, de los zumbidos, de las voces humanas; conversaciones próximas o alejadas; silbidos, ladridos, bramidos, el canto de cada pájaro, el crujido de los árboles, el murmullo del viento, el vacío bullicioso del silencio...; es importante, y, para algunos y algunas, imprescindible: el primero.
Paisaje olfativo: lo que vamos percibiendo de las flores, de las comidas por la ventana de una casa, de las colmenas de miel, de la humedad de un arroyo, de las sombras aromáticas de un hayedo, de la yerba de un pajar, de las alpacas de una granja, del abono de una vaquería con tradición de mullido y yerba seca; de la concavidad umbrosa de una roca...
Paisaje gustativo: la imagen que vamos llevando en la andadura del paladeo insípido del agua; de las nueces, las ablanas, las castañas, las moras, el fayucu, los arándanos, los biruéganos, las mostayas..., según la estación del año.
Paisaje táctil: las sensaciones que se nos van sucediendo en la piel y en los pies con el frescor de la mañana, el calor tórrido del mediodía, la dureza de las piedras y las rocas, la humedad trémula de una lama o un lodazal, la picadura de un mosquitu, los arañazos de los artos, los respigos de las ortigas, el saludo a un lugareño, las caricias a un caballo que nos lame la mano en busca de azúcar o sal.
Y el sentimiento. A lo largo de una andadura, vamos recorriendo todos los paisajes ensamblados: aquellos que fuimos conformando en la retina, y en el alma. Con el tiempo pasarán a formar parte de nuestra vida, de nuestra forma de mirar y de sentir, de discutir, de valorar y criticar, de proyectar: de recordar.
Serán parte de nuestra personalidad, de nuestras conversaciones, de nuestras fotos, de nuestra casa, de nuestros textos orales y escritos... De nuestras alegrías y preocupaciones. Porque cada uno es, desde que nace, una parte del paisaje por él mismo diseñado con los años.
8. En definitiva, entre el suelo, el subsuelo y el cielo:
Por todo ello, la andadura relajada sobre un paisaje implicaría la función del paisajero: el que siente el paisaje en todas sus dimensiones. Hasta se habla hoy del paisaje subterráneo: todo ese conjunto de recursos que no vemos en superficie, si no nos detenemos a sentirlo, escucharlo bajo los pies; las cuevas misteriosas, las grietas de las peñas; el murmullo de las aguas subterráneas; los manantiales que brotan en las fuentes donde bebemos; las madrigueras de los animales; las explotaciones mineras...
Porque también podemos pisar, o pasar, sobre un paisaje subacuático, marino o terrestre, lamizo, con lamedales, marismas, llagos y llagunas en las montañas, o junto al mar. O caminamos bajo un paisaje celeste: bajo un arco iris, con un cielo deslumbrante un día de rayos y tormentas.
Mucho que decir, apuntar, disfrutar..., con todo este lenguaje de paso, los paisajeros y paisajeras que se detuvieran un poco en la andadura. El placer completo del paisaje al lado, por encima o por debajo de nuestros pies: entre el suelo, el subsuelo y el cielo.
Y... esto en tantos puertos, mayaos, camperas..., y hasta cerca de las cabanas: nun falta un bote por rexistrar...; pa que las vacas, los caballos, los raposos, los corcios..., los puean saboriar bien con la tsingua, cortase, si acasu...; con lo fácil que ye metelu na mochila, hasta pesa menos que pa xubilu, por supuestu...
9. Materiales de la presentación:
Apertura del acto con las semeyas: VIDEO de presentación con las fotos seleccionadas y visualizadas en pantalla al comienzo: https://we.tl/t-SHyNKSd2UF
Inicio de la presentación: preguntas, esquema de intervenciones, por David Ordóñez Castañón.
Palabras pronunciadas de Enedina García Durán.
VIDEO / audición grabada del acto completo: https://www.youtube.com/watch?v=4LyMTNkJbsQ
10. ANEXO léxico y toponímico: siempre comenzando el paisaje por las palabras; o por las palabras del paisaje..., que lo mismo da...
Pues, como reflexiona el escritor asturiano Pedro Olalla, profesor ahora en Grecia, en su libro Palabras del Egeo:
"Por eso, cuando voy -como hoy- por los bancales, cuando piso las playas y me siento a la sombra bajo los tamarices, noto que las palabras están dentro y están fuera de mí, que me las topo en el camino como me topo con las lagartijas, que habitan el paisaje como las cigarras, que están posadas en todo lo que veo y pueden levantar el vuelo como las mariposas, y que hoy viven en mí, frescas como la primavera, lo mismo que han vivido en tantas otras voces, calladas ya desde que el mundo es mundo...
Voy por la isla topándome a cada paso con las viejas palabras que la pueblan [...]. Miro este luminoso entorno y me pregunto, de verdad, si todo lo que veo está entrando tan sólo por los ojos o si lo hace también por las palabras; me pregunto si podría entender todo esto, recordarlo o amarlo de la misma manera sin ellas..." (p. 265 s).
(texto completo del libro, 180 páginas)
Los guajes encantaos revolviendo entre las piedras del río: marabayos, guxarapas, truchas...; más atentos que'n clase, en sin dudar migaya...Con otras palabras de Rüdiger Braun:
"Vista, oído, tacto, olfato, gusto...
El imperio de los sentidos.
Los órganos sensoriales
son nuestros puentes con el mundo exterior.
Nos orientan en un espacio tridimensional
y nos regalan el contacto con los otros:
una palabra, una mirada, una suave caricia...
Todo cuanto da auténtico sentido
a nuestras vidas"
Foto: las dos tan felices, fundidas -casi confundidas- con el paisaje; luces, colores virtuales, el sonido del silencio, el tacto de la hojarasca por el hayedo...11. Artículo sobre el libro en elcomercio.es,
por Mara Llamedo:12. Lectura del libro como préstamo en la Red de Bibliotecas de Asturias: Catálogo General, Principado de Asturias (enlaces directos)
En fin, por nun olvidar nunca tampoco
aquella precisión tan oportuna
de Ludwig Wittgensteing.
Porque, ciertamente:"Los límites del lenguaje
son los límites de tu mundo"
Foto: por fin, la cumbre tras la subida; casi tocando el cielo, sin una nube hoy
Edición y distribución del libro:
Asociación VINDONNUS |
Grupo de estudio del patrimonio cultural de Lena
(asociacionvindonnus.com)