"Habito en el lugar que evoco, y en no pocas ocasiones acabo escribiendo lo que la naturaleza me dicta en directo desde el otro lado de la ventana" (Joaquín Araújo).
Luis el de Máisimo, el de Arnón:
los árboles
(IV)
Por Luis el de Máisimo. Xomezana.
Apicultor por tadición, amigo de los árboles.
Mis paseos entre los árboles
Por la senda del río Huerna
"Salimos por la mañana temprano paralelos al río Huerna, a poca distancia del cauce. Ya enseguida encontramos algunos arbustos sin mayor importancia, pero pronto aparece el monte de castaños. El castaño es uno de esos árboles más productivos para los habitantes del valle. Crece y engruesa con mucha rapidez, por lo que puede alcanzar una altura de más de diez metros. Sus frutos, las castañas, son de gran valor nutritivo. Sirven de alimento a humanos y a animales.
Las castañas se pueden preparar de varias formas: asadas con su piel; cocidas, con piel o sin ella; esmondadas para hacer cocido. También se pueden conservar dejándolas secar con su piel, y, cuando están secas, se les quita toda la piel y se dejan listas para el cocido también. Otra forma de conservarlas es congeladas: se escogen por las mejores, se pican un poco por la piel para que no exploten al asarlas, y se guardan en el congelador; cuando decidamos asarlas, sacamos una bolsita, y, sin esperar más, las soltamos en el horno. Las castañas, tanto cocidas como asadas, también se pueden conservar en almíbar, metidas en tarros de cristal y al baño María.
La hoja del castaño es alargada, y sus bordes están formados de puntas muy finas en forma de sierra. El castaño florece entre junio y julio. Su flor es muy melífera, y, por tanto, de gran valor para las abejas. En cuanto al aprovechamiento de su madera, tiene múltiples usos. Se emplea en la construcción de viviendas y cuadras en zonas rurales, o en la fabricación de muebles, muy apreciados por su duración y tratado de la madera. También se usa en las diversas industrias con múltiples funciones.
En fin, el valor de la madera de castaño se basa, sobre todo, en su larga duración, y en que, bien tratada (cortada en su época, en menguante...), no la ataca la polilla. Tiene un defecto, y es que, con el agua y la humedad, segrega un tinte azul-oscuro que la mancha intensamente. Como todas las maderas, su duración depende del cuarto de luna en que fue cortada. Los mejores cuartos de corta son el menguante de setiembre y el de enero.
Por otra parte, en el mismo tronco del castaño hay dos clases de madera: la albornia, y la espina (la del rabiel). La albornia es la primera que encontramos debajo de la corteza en todo su diámetro, con un espesor aproximado de unos dos centímetros. esta parte del castaño se distingue del resto por su color más blanquecino. Es la que se apolilla con facilidad y se pudre con la humedad, si no se corta en su menguante adecuado.
Llegamos al robledal
Y llegamos a los robles. Abandonamos el monte de castaños y seguimos caminando entre monte y praderas, hasta que damos con un pequeño robledal. Los robles nacen y crecen junto a cualquier otra especie de árbol. hay dos variedades de robles: albares y córcovos. Los albares son más altos y esbeltos, llegando a alcanzar y superar la altura de los castaños.Su fruto es la bellota, muy nutritiva para los animales del monte, sobre todo.
Años atrás también se aprovechaba la hoja como alimento del ganado. Es una hoja grande y muy deforme, con picos muy marcados. Al final del verano, se cortaba buena parte de la rama del roble, se preparaba en ramas más pequeñas, y se hacían cargas, que se dejaban secar al sol y al aire; una vez secas, se guardaban para alimentar los animales en el invierno.
La madera del roble es muy dura y compacta. Al igual que la del castaño, también se emplea para hacer los techos de las viviendas y las cuadras. Pero sólo en el caso de que escasee el castaño, pues el roble es muy pesado y pierde mucha madera, ya que su diámetro de albornia es mucho más grueso. También se puede apolillar y pudrir si no se corta en buen menguante. En contacto con el agua y la humedad suelta el tinte de forma parecida al castaño.
La madera de roble tiene muchas aplicaciones en la industria, lo mismo que para dar calor en las cocinas, hornos y chimeneas; da mucho calor en la combustión, pues es muy dura y compacta.De la leña del roble se hace carbón vegetal de muy buena calidad.
El roble córcavo es más bajo y deforme que el roble albar. Tiene poca espina y mucha albornia, por lo que no sirve para la industria de la madera. Su principal utilidad es para producir calor, antes de que le ataque la polilla, o pase al estado de putrefacción. La hoja del roble córcavo es parecida a la del roble albar, pero más áspera, y parece que está cubierta con un polvo agrisado, por lo que no agrada a los animales. Este roble también produce mucha bellota, que sí la aprovechan con más ganas.
Entre las fayas
Seguimos la senda del bosque, y, un poco más altos, nos encontramos con las primeras hayas, siempre un poco por encima de otros arbolados. Tienen la hoja casi redonda y muy brillante. Su fruto es pequeño y alargado, muy aprovechado como alimento por algunas aves y animales del monte. Cuando estos árboles crecen en grupo, pueden alcanzar alturas y diámetros superiores a los robles y castaños. Su madera no tiene rabiel o espina, por lo que, si no se trata, tiene muy poca duración. Si está tratado contra la polilla, y cortado en buen menguante, en cambio, tiene muchas aplicaciones para muebles, sobre todo.
La haya tiene una madera dura y compacta, por lo que es muy buena como combustible: da mucho calor y muy limpio, deja una ceniza blanca que apenas mancha, antes muy utilizada para la colada en aquellos artilugioss de piedra y madera.
Entre las cerezales bravas
Salimos del pequeño hayedo a un claro del monte, donde nos encontramos con algunas cerezales bravas en casi su totalidad. Su hoja es alargada, con final en punta, y sus frutos (bravos) son muy pequeños, alimento de los pájaros; cuando caen de muy maduras, también los aprovechan zorros y jabalinos, sobre todo. Para que den buenos frutos, es preciso injertarlos.
El tronco de las cerezales, como el roble y el castaño, está compuesto de albornia y rabiel. Su madera se emplea, sobre todo, para muebles y parqués, aunque tiene un defecto: al secar, agrieta y retuerce. Se usa también para dar calor en hornos y chimeneas, aunque es de menos calidad que el roble o la haya.
Los fresnos
Como cierre de alguna finca, observamos unos fresnos. Este tipo de arbolado no se desarrollan en campo libre, porque los comen los animales y no los dejan crecer. Sus hojas, estrechas y largas, sirven de alimento al ganado. Al igual que ocurría con la hoja del roble albar, antaño la hoja del fresno se cortaba en el menguante de la luna de setiembre, se secaba y se guardaba para dar como nutriente a los animales en el invierno. Para ello, cuando los fresnos alcanzaban la altura de 6-8 metros, los campesinos los cortaban a unos 2,50-3 m, de forma que pudieran tener siempre las cañas al alcance del hacha y de la mano. De esta forma, el árbol también abría copa y producía más hoja.
La madera del fresno es también muy dura y compacta, por lo que se emplea mucho para aperos de labranza y mangos de herramientas; muy buena para el calor de las cocinas también.
Los nogales
De camino, cerca ya de unas viviendas, nos encontramos con nogales. Desde la raíz tienen unos dos metros lisos; desde ahí abren copa y empiezan a producir cañas largas y robustas, que dan unas hojas muy aromáticas. Su fruto, las nueces, es muy distinguido y apreciado entre los frutos secos por su sabor y sus propiedades medicinales. Hay varias clases de nogales: los que dan nueces muy grandes, los que las dan medianas, y los que las dan pequeñas. Algunas nueces, incluso, tienen un fruto muy bueno, pero es muy difícil de sacar de la cáscara, por lo que apenas se recogen. Son las nueces vareras.
La madera de nogal es la más solicitada y cotizada; tiene también albornia y espina; los ejemplares más jóvenes apenas tienen espina, por lo que son mejores los más viejos, los de la espina más gruesa. Con este tipo de nogales más viejos se hacen los muebles de lujo.
Los álamos, los salgueros...
Ya de regreso a casa, vamos viendo algunos álamos y chopos altos, con pocas cañas por la parte baja del tronco. Son árboles que necesitan mucha humedad para su desarrollo, razón por la que prefieren las orillas de los ríos. Su hoja es más bien pequeña y redondeada. Su madera es de color blanco y blanda de cortar. Su uso principal es para interior de muebles, para embalajes y para los palés. Esta madera, sin tratar, se apolilla muy fácil; y, si recibe humedad, pudre muy rápido. Es muy floja para dar calor en cocinas hornos.
De paso encontramos unos salgueros, esos árboles de mediana estatura, muy frondosos, de hoja pequeña, que se reproducen por la raíz con mucha rapidez. Su madera es parecida a la del álamo y el chopo, tampoco muy aprovechable. Sus cañas cortadas a finales del invierno y plantadas en tierra, se reproducen rápidas, al tiempo que echan raíces y ramas. El salguero es muy útil para las abejas, puesto que es el primer árbol que florece; así produce bastante néctar temprano.
Los abedules, el avellano, los umeros
Estos árboles, de estatura más bien mediana, no abundan mucho en nuestro valle del Huerna. Destacan entre otros arbolados por su corteza blanca. En otros tiempos la madera de abedul se empleaba para hacer madreñas, pues al ser blanda es ligera y suabe al tacto de los pies. El abedul tiene propiedades medicinales, tanto en sus hojas como en sus cortezas y savia. La madera, si no se corta en buena luna y no se trata, se apolilla, y pudre muy pronto.
Cerca ya de las viviendas, otra vez, encontramos algunas parras de avellano hembra. Este arbusto de baja alzada, y con varias cañas desde la raíz, es de hoja redonda, áspera al tacto y dentada. Hay muchas variedades de avellano, lo mismo que de avellanas, sus frutos. Su madera no tiene otra aplicación que para mangos de herramientas; es flexible, suave a las manos y resistente. Se usa también para producir calor.
Estos arbustos se reproducen, sobre todo, por la raíz, y no por semillas como algunos creen. Por semillas, todos nacen, pero salen machos, que dan menos fruta y de cáscara muy dura de abrir. Los ejemplares que encontramos diseminados por los montes se deben a las avellanas transportadas por los pájaros, que, a la hora de abrirlas, se les caen. Entonces esas avellanas germinan y nacen en primavera.
Encontramos, por fin, restos de umeros. El umeru fue un árbol muy apreciado por nuestros antepasados, pero en estos valles del Huerna quedan pocos ejemplares, pues parece que están en extinción.
En fin, algo más se podría argumentar sobre cada una de estas variedades, pero prefiero dejarlo así para tratarlo en otra ocasión con más detalle. También abordaré el tema de los frutales en su día.
(siguen las reflexiones de Luis en sus paseos)
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