Nacer
en Las Monas.
"Voy
a contar en esta libreta -comienza su andadura literaria
Argimiro-,
y va salir como un magazine de notas, anécdotas,
quizá leyenda. Algo ya lo tengo, y lo que se me vaya ocurriendo, todo
ello quería que saliera de forma libre, sin ganas de que se parezca
a "obra". Y que no hay detrás más que un testigo de una época
donde la historia dejó más huella que nunca. Don Julián
Marías, maestro de filósofos, dice que la
propia vida de uno, de contar algo, debe de comprender en anécdotas
que quieran criar alas.
Yo nací en un sotón que hay
a escasos doscientos metros de Las Monas. Pero constituyen una barrera.
Esto queda a la izquierda del río Huerna. La casa era una barraca
para ganado, y la habilitó mi
padre para un llar y un par de camastros. La finca medía, entre el
sucu y el río, doscientos metros
cuadrados en franja. La noche que yo nací había una notable
riada, y mis padres se encontraban solos, sin luz, con bastante pobreza.
Conque mi padre tenía que atender que yo emergiera, y poner
sacos terreros a la entrada para defensa del agua.
Si no fuera por D. Julio Concepción,
no sabríamos qué era
la ciencia toponímica, y sobre todo local. Entonces, voy a poner aquí,
que Las Monas, no está aclarado de dónde viene el origen. Pero
que este caserío está encuadrado en la comarca de Jomezana.
Y sigo. Porque además había nevada, y por entonces era primordial
bautizar a las criaturas en el seno de la iglesia, y por mor de la nieve,
en vez de subir a la iglesia, me llevaron a Sotiello. El cura párroco
de Sotiello certificó a Jomezana que Argimiro Octavio Alvarez López,
fecha de 28 -XII- 1917, etc,etc".
En
150 páginas continúan las anécdotas de Argimiro
que no tienen desperdicio: todo un conjunto de experiencias vividas desde
su infancia que va contando de Las Monas, de Xomezana, de otros pueblos
de Lena, y de sus peripecias y viajes por otras regiones peninsulares.
Baste echar una ojeada al mismo índice de materias que coloca manualmente al principio de
su peculiar autobiografía:
-
Nacer en Las Monas (p. 9)
-
Tanislao y la fragua (p. 10)
-
Mis primeras
luces, escuela en Santiago, la vida misma... (p. 10)
-
La Pena la Portiecha, tercera escala (p. 12).
-
Comentarios: lo que sabemos e ignoramos del pasado (p. 15)
-
Cuando
nació la nena en una corra de arizos (p. 15)
-
Las campanas (p. 65)
-
El camposanto (p. 66)
-
Esta otra parte (p. 72)
-
Mi amiga Matilde (p. 83)
-
Octavio: pastor y poeta (p. 83)
-
Tenemos una cita (p. 90)
-
Emigrante a convenir (p. 93)
-
La Portiecha, punto y a parte (p. 99)
-
El
automóvil de color marrón (p. 107)
-
Bendueños, Pascua y poesía
(p. 110)
-
El piropo a Xomezana (p. 115)
-
Valentina, la universitaria que quiso ser granjera (p. 125)
-
Epílogo
(p. 148)
-
El T.B.O. (p. 152)
(Continúan
las anécdotas de Argimiro...)
Cuando nació aquella nena en una corra de
arizos
"Este
diario tampoco va a ser necesariamente científico... Vamos a refrescar
que ... el camín francés venía por Telledo, Reconcos,
Villarín, Chugar de Baxo, Las Monas... La francesada suena ayer...,
pero el nombre de este camino tiene que ser viejo, porque por el mil ochocientos
los franceses de Napoleón estuvieron retenidos en Poladura (León),
esperando que se dirimiera una refriega local, que precisamente comprometía
a este valle.
Dice
una anécdota que las tropas napoleónicas visitaron Jomezana
por sorpresa, y al atardecer, los vecinos salieron temerosos, y lleváronse
a una señora en trance de parir. Y con la premura del parto, tuvieron
que habilitar una corra de piedra de las de echar arizos, que todavía
estará cerca de donde parten los caminos de Vicharín y de Espinedo.
Allí, en la corra de arizos, nació la nena. Van 70 años
aún sonaban familiares los nombres de aquellas personas".
.. -Chevailo,
fiyinas, chevailo otra vez, que tá tengo...
"Si
queremos, tendremos que discernir si entre esta población hubo familias
con etiqueta de 1ª: y pienso que habría que amoldarse a ciertas
culturas. La gente puede ser rica de varias formas: hasta con su temperamento.
Aquí [en Jomezana] no se dependía de un terrateniente como los
segadores de Castilla, o los olivareros de Jaén, poniendo por caso.
Todas las familias tenían dónde se cobijar, algún animal,
como cabras o gallinas; y alguna tierra en La Noval o en Arvicente; o Borronás
en Las Cinchas. Pero el año era muy largo y sólo el invierno
gastaba mucha leña, que había que tenerlo, acarrearlo... (esto
lo he vivido).
Aquí
había hermandad, caridad, bastante sumisión y mucha clase tercera
que dolía por lo de estrato social. Hay que poner que no había
nada: ni subsidios, ni pensiones... Sin embargo, aquí a los pobres
no se les dejaba ir por ahí a mendigar: se les aveceraba para andar
comiendo por las casas, o se les llevaba a la suya. Estas personas las aprovechaban
para hacer trabajos aliviados como deshacer maíz, esfoyar... Y hubo
un tal Francisco Camín (que conocí) que arreglaba el calzado,
sabía zurcir o arreglar las madreñas...
Había
una vieyina que le llevaban a casa cosas de comer, y un poco a piquilla: le
llevaban bastante y ella oponíase:
-Chevailo fiyinas, chevailo otra vez, que tá tengo, que tá tengo...
Algunas familias militaban en tercera...
En
las faenas del campo había mucho empleo, lo que no corría era
el dinero. Tener un toro semental era una bicoca: cada vaca que cubría
era un jornal de siega a guadaña. Otras faenas como coger espigas,
sallar la tierra, eso no se pagaba, o era trabajo prestado, o más adelante
te daban semilla o cucho, o te dejaban la pareja o la caballería.
Las
familias que militaban en tercera tenían que endilgarse y comerciaban
con las Babias, llevando cosas confeccionadas en torno a la madera, como eran
las herramientas (bueno, preseos), cabezas de arados, palas, que lo mismo
valían para el horno del pan o para el purín de la cuadra; madreñas,
cestos bien tejidos de cuestos, testeras de camas...
El
cambio también era en especies. Lo que era como divisa era la carne
salada, como cecina. Luego venían las legumbres, que era una gama.
Y, por fin, algo de aguardiente o vino. Pero eso era una cosa: otra era bajar
a la arena, o en este caso, subir al monte, al fayotal, y trabajar todo ese
complejo de utensilios".
"Y es que desde mi niñez en el pueblu yo no hice otra cosa que buscarme un sitio en la vida, en aquella vida tan pobre que me tocó en Las Monas de Xomezana. Pero, creerme, que nunca llegué a saber si lo estaba haciendo o no" (recuerda Arximiro)