"Cuando un anciano se muere,
arde una biblioteca"
(se supone de origen africano)
Informantes de los pueblos
(0).Extracto de la nota de agradecimientos
en el prólogo del
Diccionario etimológico de Toponimia asturiana
(páginas 17-27)
Ediciones KRK, Oviedo, 2007.
Xulio Concepción Suárez.Nueva esquisa de topónimos.
"A comienzos del segundo milenio daba por terminada aquella primera esfueya de topónimos cosechados, en muchas andaduras y tertulias, con tantos pastores y vaqueros por carbas, cordales, palazanas, brañas, cabanas y mayadas asturianas. Todo un impagable privilegio que sólo pude en parte compensar con la publicación de esos datos, la arriesgada apuesta de Benito en su edición, y los cuidados del equipo editorial de KRK en el diseño y maquetación del libro.
Casi un lustro después (el tiempo siempre es un poco cíclico), de nuevo me veo en la encruceya (el dilema) de dar por terminada una segunda cosecha de topónimos (tampoco, esquilmada, ni mucho menos), y ofrecerla de nuevo a tantos informantes, amigos del senderu, y entusiastas de estos temas; o, por el contrario, seguir saboreando nombres del suelo entre múltiples aromas por peornales y praderas, o tantas veces encaramados entre los riscos cimeros de unas peñas al lado de un pastor.
O de seguir escuchando palabras asturianas tan melgueras en las cabanas de Güeria, Vega de Ariu o El Gumial; o disfrutando el silencio de los hayedos con música de glayos, cuquiellos y torcaces; o sintiendo los pasos suaves (casi sin rozar el suelo) de los pastores por Cuera y por Los Picos, o de los arraigados vaqueiros por los altos del Cueiru, La Pornacal o Camayor.
Colocado así en la encrucijada de las sendas, he de retomar de nuevo la más corta, aunque sea la más pindia, estrecha y arriesgada. Doy por terminada esta segunda entrega, eso sí con los topónimos doblados (discutibles, sin duda todavía algunos, pero duplicados en páginas): si antes eran unos 13.000 y pico, pasan ahora de los 30.000.
Si los apretaba entonces en casi 900 páginas, no pude condensarlos hoy en menos de 1600.Si me reducía entonces a los cordales altos de los pueblos, brañas, picos y mayadas, procuré recoger aquí una buena marejada de nombres de la marina (marniegos y mariniegos) entre las marismas de Tina Mayor y las del río Eo, pasando por casi todos los acantilados que preside impetuoso El Cabu Peñes entre Xixón y Avilés. Mayor riesgo aún de exponerse a las olas del Cantábrico, es decir, traducidas en ahora en arremetíes etimolóxiques. Siempre hay que correr los riesgos: “Quien nun se decide, nun pasa la mar”, decía dacuando mio güela en casos de duda. De las críticas algo se puede aprender también.
El nuevo diccionario incluye, por tanto, en esta segunda esquisa, otros cuantos miles de topónimos asturianos desde la falda de las montañas hasta los acantilados del mar: caseríos más pequeños, caserías aisladas, despoblados, pueblos menores y mayores, pueblas medievales, villares, villas, ciudades... Tampoco podrán estar todos entre estas tupidas páginas: imposible, dada la riqueza del lenguaje toponímico asturiano conservado en la memoria de nuestros mayores. Harían falta muchas fueyas más. Sirvan, por el momento, los que fuimos capaces de atsugar, saboriar, agospiar, abetsugar, estolexar y asoleyar.
En gratitud a los vecinos y vecinas de los pueblos
Como decía en la edición anterior, un trabajo de campo como el que sigue no hubiera sido posible sin la atención y hospitalidad de tantos lugareños asturianos en los distintos conceyos entre Santirso de Abres y Peñamellera; o entre las brañas de los puertos más altos y las mismas olas del mar.
Sin ellos y sin ellas, sin tantos pacientes vaqueros y vaqueras, pastores y pastoras desde sus años más mozos, no hubieran sido posibles estos tupidos manojos de topónimos que tienen para mí valor doblado: durante muchos fines de semana disfruté del privilegio de tan experta, paciente y amable compañía en los senderos.
En otros casos, en cambio, algunas charlas inolvidables no se pudieron realizar ya sentados en la primillera al mor de las cabañas, sino en cualquier puyu ante la puerta de casa, una vez que la edad, el reuma o las caderas, hubieran pasado factura a muchos güelos y güelas, con tantas idas y venidas a las mayadas.
Bien merecido se tienen el descanso: yo sólo puedo mencionar aquí a unos cuantos y a unas cuantas, en homenaje a todas las generaciones de brañeros y pastores que, con muchos sufrimientos y trabajos, animaron las cabañas desde tiempo inmemorial hasta estos mismos días.
Llegue a todos mi gratitud más sentida: gracias a ellos, podemos disfrutar todavía de la construcción en piedra de pareones, invernales y cabanas; del arte en el ensamblaje de unos teitos; o de la limpieza impecable y esponjosa de unas campas. Sin ellos y sin ellas, no serían estos parajes tan hermosos".
Xulio Concepción Suárez
"En las cabañas con los pastores se aprenden lecciones profundas. Como la gran lección de la humildad, y la del amor a un prójimo que tiene un quimérico, un inclemente vivir sobre la Peña, muy desigual en demasía con el regalado vivir que se lleva en el valle, y que se lleva en la ciudad"
(José Ramón Lueje)
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