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Las estrategias de los caminos
por lo menos malo de las pendientes,
y lejos de las aguas de los ríos:
L'Envaralao, L'Infierno, Valdiciego...
(III)

Anotación previa: caminos de invierno o de verano; de buen tiempo o de mal tiempo; de pobres o de menos pobres, para no seguir pidiendo siempre en los mismos pueblos

Más allá de las denominaciones sobre el camino -tal vez sucesivas, sin más, con el tiempo- algunos datos sobre el terreno parecen asegurar las diversas estrategias que calculaban los caminantes a la hora de elegir un camino u otro en la ladera de un mismo valle: margen derecha del río, margen izquierda...; vertiente soleada, vertiente más sombría...; tiempo de verano, tiempo invernizo....

Hasta parece que había variantes de los caminos según los tiempos fueran más seguros o con fama de inseguros, tiempos de salteadores o circunstancias parecidas... O para alternar de pueblo en las limosnas.

Por ejemplo, en el estudio de la variante jacobea por Vegarada y valle de La Brañuela abajo por La Fonfría, decía Juaquín Fernández, que se trataría de un camino alternativo al de San Isidro (mucho más documentado), porque algunos peregrinos no querían pedir siempre en los mismos pueblos, que ya estarían cansados de atenderlos a diario. Por ello, tomaban otra ruta para poder obtener algo de alimento, posada...

Diversos nombres hasta para una misma andadura: la sabia reutilización de los trazados inmemoriales

El caso es que topamos hoy con caminos diversos por un mismo valle, origen de discusiones frecuentes sobre cuál es el camín verdaderu, el más antiguu, el de verdá... Simples discusiones huecas, pues, a juzgar por la toponimia, todos debieron ser igualmente verdaderos según las circunstancias que encontrara el caminante.

Y es que, sobre la marcha, siglos, milenios atrás, no tendría otro remedio que elegir una andadura u otra según se lo permitiera el día, el terreno, las clemencias o inclemencias del tiempo, la situación de los ríos, el estado de los puentes (si los había), la voz de los nativos que aconsejarían una ruta u otra, como mejores conocedores de su terruño.

En definitiva, muchos caminos hubieron de confluir en Uxo, pero siempre reutilizando los trazados previamente desde aquellas remotas vías pecuarias del ganado trashumante entre los pastos veraniegos de las montañas, y las mismas costas del mar, más propicias a la estancia inverniza. La toponimia caminera (la odotoponimia) parece evidente: vía pecuaria, vía romana, camín francés, camino del Salvador, ruta Jacobea, camino de peregrinos, ruta de la Plata.... (nombres sucesivos con el tiempo y las modas).

1) L'Envaralao: la protección del camino con varales

Quedan algunos datos en ese lenguaje del suelo que parecen muy expresivos. Por ejemplo, L'Envaralao: poblado hoy entre Senriella y Ujo, sobre la margen izquierda del río Lena, antes del Puente la Perrona (ver estudio de Iván Coto sobre el nombre). Por la marcada pendiente sobre esta ladera del río, sin duda desbordado tantas veces, siglos atrás, pasaba el camín de carreteros de Villayana, a su vez trazado ya sobre otro más precario camino a pie para personas y ganados.

El mismo nombre Envaralao, bajo El Rebollu (robledal, antes) resulta sugestivo: por aquellas dificultades de paso en las pendientes sobre las aguas, sin duda eran necesarias muchas y buenas protecciones de varas (varales) para no precipitarse ladera abajo; de ahí, la voz latina vara, ‘travesaño’; y, de ahí, los varales: palos más o menos gruesos y largos, resistentes, que se tegían sobre postes plantados, a base de cibiellas, tornos, pertegones..., y otros sistemas de clavado, mucho antes de las puntas al alcance de cualquiera.

Los varales, las varaleras eran, y en parte siguen siendo, el sistema de cierre y protección más natural y abundante entonces por matas y matorrales, sobre los ríos en especial. El mismo nombre de Los Tableros hace referencia a lugares lisos, pendientes, aprovechados para los sembrados cuando no había otros más llanos lejos de los peligros de las aguas del río; de ahí la imagen de tierras de labor alargadas como tablas, caso de tantos Tablao, Tabladiello...; la forma de las tierras más adecuada para el trabayu con el aráu, las vueltas de la parexa, el aprovechamiento de los linderos...

Por tanto, en todo ese tramo que va de Villayana abajo por Senriella, sobre un valle amplio y casi llano, con un río a sus anchas por todo el cauce, lleno de matorrales antes, no quedaría otro remedio que el paso por la empinada pendiente, a una altura calculada donde no llegaran las aguas; y con la protección añadida: la envarada, la envaralada, la protección del camino con varales y varas, para no deslizarse en la andadura personas ni animales. Por L'Envaralao: el camino empalizado.

2) L'Infierno: el otro lugar de paso con peligro por la otra margen del río, entre Santa Cruz, Taruelo y Figareo; en la palabra, sólo 'inferior, parte de abajo'

Y como los nombres casi nunca están solos, de forma casi simétrica, por la margen derecha del río, una vez ya unidos el de Lena y el de Aller, las aguas se multiplicarían incluso, unidas Caudal abajo. De esta forma, los caminos que procedían del valle allerano, unidos ya a los que descendían de Carabanzo (calzadas romanas, camín francés en ambos casos), habrían de seguir hacia Mieres por la única ladera posible, también muy pendiente en este tramo entre Taruelo y Figareo, sobre todo.

Los nombres, una vez más, habrían quedado como testigos, por ejemplo, L'Infierno, sin nada que ver, por cierto con las connotacioens negativas del lenguaje eclesiástico, religioso... La palabra infierno procede del latín inferus (inferior, que está debajo); a su vez, del indoeuropeo, *ndher- (debajo). Ya en latín, infernus, pero con sentido parecido: parte de abajo, inferior, abismo... Las otras connotaciones vinieron mucho después, en tiempos medievales sobre todo..

En definitiva, topónimo exacto: el paso por debajo de la ladera pendiente, cuando se podía, entre los desprendimientos de las rocas y las aguas del río desbordadas; o el paso a media ladera, como alternativa desde La Cruz de los Caminos, cuando no se podía pasar por más abajo, por la ribera.

L'Infierno, con ese sentido remoto, lejos de religión alguna, es hoy mismo el lugar bajo Forniellos (lugar muy soleado, resguardado), justo en la desviación de la pista al poblado; tiempo atrás, en cambio, hasta L'Infierno llegarían las aguas y las zarzas del río, de modo que el camino, como en L'Envaralao, habría de arrimarse lo suficiente arriba en la ladera para evitar los desbordamientos en ciertas épocas. Para otros es el mismo La Cruz de los Caminos: el punto de división por la ladera arriba, cuando no era posible seguir más fondos.

Los lugares de pasos malos, avisados con un nombre

Con un dato más a la vista en estos mismos días: toda esta zona de L'Infierno, entre Forniellos y El Monte La Pila , antes de Figareo, sigue siendo zona de desprendimientos, argayos, sobre la carretera general; a la vista quedan las tierras más bien arcillosas, con cascaya, y las piedras que destacan entre los claros de las matas de castaño, con el arbolado que se lleva por delante en ese espacio. Hasta la misma pìsta-carretera a Forniellos está cortada alguna vez por argayos.

De modo que el nombre de L'Infierno, como en tantos otros con la misma base por pasos asturianos parecidos, resulta bien preciso: voz latina iferum, infernum (parte de abajo), aplicada directamente a esa parte más fondera del monte, siempre peligrosa para el camino en su tiempo; o ya reforzada con la acepción negativa de la palabra: un paso infernal, siglos o milenios atrás, cuando no había sitio mejor como alternativa; habría que pasar por lo menos malo de la ladera, no había otro.

3) La Cruz de los Caminos: la encrucijada antigua que traduce con precisón el sentido remoto de Santa Cruz

Como se dijo, L'Infierno es nombre que aparece en la cartografía asturiana oficial, referido a Santa Cruz, pero otros lugareños llaman, simplemente, La Cruz de los Caminos: la casa actual al par de la carretera a Figareo. El dato pudiera poner en duda la antigüedad del topónimo, habida cuenta que tuvo un bar hasta hace unos lustros, y se podrían haber tejido interpretaciones diversas sobre la referencia inicial del nombre.

Pero es voz toponímica generalizada: la voz Infierno es frecuente en la geografía asturiana y de otras regiones; por ello, seguimos pensando que se trate de un topónimo tradicional de uso milenario, incluso, por muchas interpretaciones esperables en la imaginación más o menos popular, oral o escrita. En todo caso, La Cruz de los Caminos, sigue siendo significativa allí mismo desde ya muchos siglos atrás.

Pues, para evitar el lugar inferior, L'Infierno, habría que ascender más altos

Ciertamente, a falta de paso mejor más fonderu, sobre el río, la andadura del camino antiguo por esta margen derecha del río habría de diversificarse, cuando las aguas ya no permitieran seguir paralelas a la ribera. Así, en La Cruz, los caminos tomarían la dirección adecuada, con el ascenso hacia el monte, para pasar al valle de Figareo, Santullano... En otro caso, sería L'Infierno..., que dejó su topónimo como alternativa más expresiva..

La Cruz resultaría allí, por tanto, una encrucijada de direcciones hacia los altos del monte (monte La Pila), hacia Figareo, hacia Santa Cruz, hacia Ujo mismo, cuando el río o los precarios puentes de madera lo permitieran.. (el puente La Perrona tardaría siglos en levantarse); por la ladera de Taruelo y Forniellos, el camino antiguo rodearía las pendientes por encima del valle y del río, por lo mejor de lo menos malo en lo posible. Queda por explicar en nombre de La Pila, conservada en la piedra tallada (mitad real de una gran pila) detrás de una castañar.

Una vez más la santificación de los caminos, imprescindibles milenios atrás en tiempos tan precarios

La Cruz resulta ser así una metáfora más del lenguaje toponímico, que terminó por santificarse también: estos cruces de caminos eran tan importantes en su tiempo que terminaron por llevar la voz latina sanctam delante, por las funciones que desarrollaban para los caminantes. Una simple encrucijada, al principio, el encuentro natural obligado de los viajeros, terminó por traducirse hasta en los responsos y plegarias remuneradas en los entierros. Con la cruz correspondiente, la capilla, el patrono o la patrona, que llegó a estos tiempos.

Porque imprescindibles serían para nativos y extraños, las encrucijadas de los caminos siglos atrás: lugar de encuentro, de comunicación de transeúntes de cualquier región, intercambio de noticias, de reorientación en la andadura, información prestada por los nativos...; o el rezo de oraciones después, descanso en los entierros...., con sus limosnas en el responso correspondiente.

De hecho, los topónimos del paraje confirman los contrastes: por ejemplo, arriba, sobre Taruelo y Forniellos, quedó el nombre de Vistahermosa; un caserío que describe la perspectiva abierta que se abre sobre la confluencia de los tres valles, con los caminos ya más sosegados por la media ladera de la montaña. O Vistalegre, sendos poblados a una y a otra ladera del río Caudal, lejos de las aguas también.

4) Sovilla (sobre, junto a la villa), más segura sobre la confluencia de las aguas desbordadas en su tiempo, muchos siglos antes de citado Puente la Perrona

En definitiva, una encrucijada santa: una Santa Cruz, antes sólo cruce de caminos. En el caso de Ujo, en concreto, la encrucijada debía ser punto de paso difícil entre las dos cuencas de los ríos (Aller y Lena). Tal vez, por ello se levantó el poblado de Sovilla: en realidad, junto a la villa, alrededor de la villa, como atestigua hoy mismo el lugar conservado justo sobre la confluencia de los ríos, bajo Los Tableros.

No obstante, el hecho de que hoy Sovilla pertenezca a Santa Cruz y no a Ujo, no deja claro si el topónimo se refiere a 'sobre la villa', a Ujo; o 'bajo la villa', a Carabanzo; villas las dos, pero en tiempos remotos de difícil comunicación en el cruce de los ríos, tal vez el poblado quedaría más seguro en su relación con la ladera y Villa de Carabazo (antropónimo latino, Carabantius), o con Santa Cruz...., que con el mismo Ujo.

En todo caso, Sovilla supondría un lugar estratégico que unía los caminos procedentes de ambos valles, aunque sólo fuera por unas laderas colaterales de ambos ríos: la margen derecha del Lena y la margen izquierda del Aller, hasta donde llegaban sin mayores problemas.

Más aún, de ahí hacia abajo, habría que cruzar las aguas de los dos ríos (y una vez unidas, multiplicadas), en tiempos sin los puentes más estables de hoy. Lo de Santa, aplicada a La Cruz, no sería menos esperable... Y lo del Puente la Perrona tardaría siglos en solucionar los pasos ya sin más problemas: según la voz oral, se pagaba una perrona por pasar el puente de madera construido tiempo atrás; los que no querían pagar habrían de pasar con otros medios y peligros.

5) Valdiciego: el valle ciego, semioculto, al paso por los caminos más fonderos sobre los ríos; ver y no ser vistos: controlar los caminos, pero sin ser controlados desde abajo...

Otro nombre que completa el paisaje toponímico en esta reducida confluencia de caminos y valles con aguas abundantes en ciertas épocas es Valdiciego: pequeño poblado en el camino de Santa Cruz a Carabanzo, bajo La Collá; semiescondido sobre la margen izquierda del río Aller, es lugar que se diría posicionado con estrategia sobre el valle; no se ve fácilmente hasta que uno no está encima, sea por los caminos de paso más fonderos, o sobre las laderas vecinas a menor altura.

Lo de "val" está claro: pequeña vaguada en un rellano de la ladera; lo de "ciego" (latín, caecum, 'ciego, oculto, escondido) describe con precisión un poblamiento levantado en lugar discreto, ligeramente retraído de los caminos principales, como otros tantos: La Vega'l Ciegu (Lena), La Cruz del Ciegu (puerto Cuayos, altos de L'Ablanea), Pandelosciegos, El Monte los Ciegos, La Cigacha... Algo así como el famoso Monteperdido (Pirineos), con voz sinónima.

Por esto, Valdiciego viene a completar todo un lenguaje caminero que debía preocupar a nativos o pobladores de paso, lo mismo sobre las aguas del río Aller, que sobre las del río Lena. En todo caso, los poblados se hubieron de levantar lejos en lo posible del cauce de los ríos y de la vista fácil por los caminos paralelos; asentamientos calculados en lo mejor de lo menos malo, una vez más. No por casualidad, las villas están a salvo también de los ríos: Sovilla, Retalente (campo de Tarentius), Carabanzo, Valdeoreyo (valle de Aurelio), Villar...

Siempre una misma estructura caminera más espontánea, en la perspectiva humana y animal

Ver y no ser vistos, en definitiva, con aquella misma técnica del trazado de las calzadas romanas: pasar por un lugar de control del valle, pero sin destacar la figura en la cumbre de modo relevante; misma técnica que usaron y usan los animales en sus controles desde los altos; antes, las vías pecuarias; hoy mismo, las sendas de los robezos al filo de las peñas.

La sabia estrategia de los poblamientos también, sobre lugares de paso muy frecuentado, que Valdiciego escogió al completo: por encima del caserío está El Cantu, desde donde sus primitivos pobladores bien podrían controlar los valles; en cambio, los caminantes por valles no podían controlar el lugar disimulado bajo El Cantu: el posicionamiento no sería casual, por tanto.

Otros lugares de Santa Cruz, como Oriella, precisaban, en cambio, la circunstancia de su posición sobre las mismas aguas, a la orilla del río Aller: lugar húmedo, regado cuando hacía falta, mejor para algunos productos...; el privilegio de estar a la orilla del río, con sus precauciones y distancias marcadas, sin duda entonces. Al lado está La Puente Vieya, que bien pudiera atestiguar el puente antiguo más precario para cruzar el río, al servicio del camino de Carabanzo (la calzá vieya, Vía de la Carisa, ahora).

6) Uxo / Ujo, finalmente: la gran entrada de los caminos desde los altos, ya por el fondo del valle en lo posible: la uxera, el uxíu..., que atestigua el romance antiguo asturiano

Con el lenguaje toponímico resumido en la confluencia de los ríos Aller y Lena, la palabra Ujo sería la más esperable en el paisaje hidrográfico, geográfico de la zona. Se dice que de la voz latina ōstĭum (‘entrada, puerta’), a su vez de la raíz indoeuropea, *ōs-to- ('boca'). El Puerto de Ostia, en Italia, daba entrada por la antigua ciudad romana a la misma Roma después. Y existe El Barrio de la Òstia, en Barcelona, que se interpreta a partir de una referencia a la Ostia Antica latina -antiguo Latium-, del mar Tirreno, a partir de unos marineros que se habrían instalado allí.

Quedan en el léxico asturiano palabras como, uxeru, uxiru, uxera…: la salida, la portiella. Y catar buxíu es ‘buscar la mejor salida’ de un recinto cerrado, o de una situación azarosa. Se dice que un animal acorralado cata enseguía buxíu; o que una persona, cuando no está a gusto en un sitiu, busca disculpa para marcharse: cata buxíu, a veces con dificultades; o que cada uno en la vida tien que catar buxíu per onde pué, en ocasiones por lo más difícil.

Catar buxíu en Uxo, por tanto, buscar la uxera, la portiella, sería el sintagma más adecuado varios miles de años atrás, para buscar la salida de los montes y entrar en la llanura de los valles, con dirección al mar; personas, ganados trashumantes, animales diversos, lo mismo da.

Otra cosa es el tiempo en que se haya asentado la palabra sobre el terreno: no hay que olvidar que esa voz latinizada ōstĭum (‘entrada, puerta’), ya es indoeuropea (varios milenios antes de romnanos y latinos): *ōs-to- ('boca'), en este caso, designación figurada por la forma del terreno en la vaguada de las aguas.