Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

"Le passé doit être
une source d'inspiration,
et non d'imitations;
de renouvellement,
et non de répétition"
(... dicho bretón)

El trabajo artesanal en la braña

El tiempo de verano en torno a las cabañas no era, ni mucho menos, tan relajado como pudiera parecer: toda una serie de oficios se desarrollaba desde el alba, para vender unos productos al otro lado de las montañas, en los mercados leoneses de San Emiliano y Babia.

Los bosques a la falda de las brañas proporcionaban la materia prima suficiente para los productos artesanos: madreñeros, cesteros, xugueros... Pero también sabían cortar: entresacando las fayas más viejas, las retorcidas por el vendaval... En el nuevo claro del bosque retoñarían con fuerza las puyas de las hayas otra vez, abonadas las semillas entre tanto humus del hayedo.

Y cortaban también algunas fayas más gruesas: bien saben los vaqueros que cuando algunos árboles llegan a un límite por encima de la masa arbórea serán objetivo seguro de los rayos. Así explican ellos lugares como La Faya la Centella: zona de Valgrande muy castigada por los rayos.

En algunos casos, quedan hoy sólo nombres donde hubo hayedo y o robledal: Carbayeo, Las Matas, La Fuente l'Acibu..., junto al Puerto Pinos, son hoy descampados al filo de las cimas, pero motivados sobre todo por el fuego; la otra afición más reciente de quemar.
Vaqueros y vaqueras trabajaban todo el verano en aquella industria familiar trasladada temporalmente del poblado a las cabañas: los homes, amoldiando, azolando, afoyando, esbocando..., los tayos; las muyeres, afeneciendo, afumando las madreñas con meruxa o con ortigas -nos recuerdan con detalle en algunas brañas del Güerna.

"El pasado debe ser
una fuente de inspiración,
y no de imitación;
de renovación,
y no de imitación"

(... dicho bretón)

Hasta la pintura se improvisaba en el puerto con meruxa y con ortigas

Se pintaban así las madreñas sin más recursos que los ofrecidos por el suelo de la braña. Por ejemplo, se pintaba con fumo de meruxa (Stellaria media L.): esa planta de pequeñas hojas ovaladas siempre verdes, de flor blanca, y con algún tipo de sustancia capaz de arder por muchas horas, sin echar una sola llama. De ahí, la braña de Los Meruxales (entre La Tesa y La Mesa).

El proceso muy sencillo (y sin colorantes): se hacía un montón de meruxa, se prendía fuego, y comenzaba el arte de afumar. Colocaban cada par de madreñas en sendos gajos de un forcón, y esperaban pacientes hasta que la madera presentara el tinte oscuro y mate que las caracteriza: el tono distintivo de la unidad familiar (el logotipo ahora).

Sin falta de colorante alguno añadido, puesto que el árbol se había cortado horas antes y contenía con toda la savia en verde, la madera tomaba bien el humo, de modo que duraba más aquella tintura tan poco sofisticada.

La mayor parte de estas madreñas se talladaban al borde de la raya divisoria de los puertos lenenses con las majadas leonesas. Por esto, tenían el destino asegurado en los mercados al otro lado de las Ubiñas: las madreñas se cambiaban al troque por lenteyas, farina, aceite, garbanzos...

Y así se podía variar algún día el menú y la carta, tan lejos de la casa con este y otros productos al troque en los mercados leoneses: cuyares de tixu, zapicos, cestos, cambietsas, araos, xugos...

***

"Lento, el arado, paralelamente
abrí el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente"
.

(Juan Ramón Jiménez).

Extracto del artículo publicado sobre este tema:
CONCEPCIÓN SUÁREZ, J.
(2002).
"Costumbres vaqueras en las brañas lenenses ",
en Etnografía y folclore asturiano: conferencias 1998-2001
(pp. 75-119). RIDEA. Oviedo.

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