Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

SOTIETSO
SOTIECHO (hoy, mayoría),
SOTIELLO

A) El pueblu

Lugar y parroquia de Lena, entre Campomanes y Espineo, por la carretera a Tuíza y al Alto'l Palo. Dista 8 kms. de la capital municipal, y se sitúa a unos 425 ms. de altitud. Tiene una población de 118 habitantes.

La parroquia de San Antolín de Sotiello está integrada por los núcleos de Alceo de los Caballeros, San Bras y Sotiecho. El poblado actual se prolonga sobre las vegas del río Güerna, a lo largo del camín francés que descendía de los altos del monasterio de Acebos.

Como barrio señalado está el de Ruteso, a la derecha subiendo hacia Zurea, que debe el nombre al río que desciende del teso, es decir, del cordal que se prolonga en la cima entre Chago y Porciles (lat. tensu, 'tendido, extendido').

El nombre pasó al arroyo que desciende por Vache de Zurea y designó el barrio de Sotiecho. En contraste con el arroyo, los lugareños llaman El Río Grande al Güerna. Otros barrios son: El Fontán, El Casqueyu, Chugar Arriba, Chugar Abaxo, El Casetón, El Campar, con referencias todas ellas transparentes.

Destaca, asimismo, entre las casas de Ruteso, La Casona, para otros El Palacio los Garceranes: caserón conservado en piedra, estratégicamente levantado en las riberas más llanas del arroyo y, como la mayoría de las casonas, lugar privilegiado frente a los rayos del sol hasta en los días más cortos del invierno.

El conjunto palaciego conserva en sus nombres todos los componentes de lo que fue una privilegiada explotación rural: La Corralá, El Quintanal, La Pumará, La Güerta Riba, La Güerta Baxo, La Viña, Los Hadraos, La Capilla...

Conserva La Casona toda la estructura y los anexos de su organización de antaño: balcones, miradores, balaustradas de hierro forjado, galería, correores, ventanos, forno d'amasar, caballerizas...


(Foto de Alberto Cordero)

Arraigada tradición oral y escrita mantiene El Monasterio de San Antolín: ya en la Baja Edad Media, los documentos citan el lugar de San Antolín en una donación del año 1080: "in valle de Orna, secus ipsum fl. no cabulo sci Antonioni..."; en otro lugar se habla del monasterio de San Antonino en el ualle Orna; y más tarde, se nombre la iglesia de San Antonino siendo capellán un tal Pablo Velásquez.

La tradición monástica continúa tan arraigada entre los lugareños mayores como en otros muchos datos toponímicos de Sotiecho. Por ejemplo, en el lugar de Tresviña, o Val de las Viñas: es la misma referencia a las viñas que no faltan en otros monasterios lenenses documentados, como San Pelayo y Horria de Parana, Santolaya de Herías, Acebos del Quempu...

El origen del topónimo Sotiecho ofrece pocas dudas: la voz saltum, entre los latinos 'región forestal, bosque junto al río', se corresponde con todo el entorno boscoso de matas y castañeros que hoy rodean el poblado lo mismo hacia los altos de Zurea, que hacia San Bras y hasta las mismas casas de Espineo.

El sufijo -ellum, *saltellum, indica que sería un bosque relativamente pequeño junto al río, tupido como estaría en aquel rellano abierto, soleyero y productivo que luego dejó paso a las fructíferas vegas de La Iría San Antolín, La Iría San Bras....

El mismo valle del Güerna indica en sus topónimos que fue un prolongado y tupido bosque en todo el estrechamiento del río desde Sotiecho hasta los altos de Tuíza: Espineo, El Sutiquín, Las Fayas, Fresnadiecho, Piñera, La Piñiruela, Los Suitos, Teyeo, Acebos...


La sacavera de las tsamargas y tsugares tsobiniegos,
de las fuentes sombrías,
de los días de tormentas primaverales...

Un paraje boscoso por ambas riberas del Güerna antes de las cheras y cherones ganados luego a las aguas desde Campomanes a Los Pontones. El nombre de Sotiecho conserva la referencia boscosa mucho más allá de las irías entre las casas actuales.

En fin, famosos fueron por muchas décadas los Escosura, primero con su industria maderera, y luego con aquella Fábrica de Sillas que tantos empleos dio a los homes y muyeres del Vatse Güerna, en unos tiempos en los que ganar un xornal a la puerta casa yera todo un lujo. Incluso aunque hubiera que hacer varios kms andando o en bicicleta (los más privilegiados) desde cualquier pueblu del conceyu. La Sierra de Escosura funcionó hasta los años 80.

B) La Iglesia de Asilo, la Puerta'l Perdón

La Puerta del Perdón es un dato importante en Sotiello: se trata de la puerta que mira al suroeste en la iglesia de San Antolín: la que da al pórtico lateral de la entrada. Hoy sólo se notan ya las marcaciones en piedra, una vez que el hueco de la entrada quedo tapiado y revocado, en desafortunadas reformas que no respetaron el entorno cultural del edificio.

La Puerta'l Perdón supone la reinserción social más comunitaria, el control religioso del orden público. Efectivamente, al paso del camín francés por Sotiello, se encuentra la llamada Iglesia de Asilo, con su Puerta del Perdón. Algo parecido conserva la iglesia somedana de Aguino, de Asilo también, como se inscribe sobre el dintel superior de la puerta por un lateral de la iglesia. Y, de alguna u otra forma, en iglesias de Asilo como en San Félix de Candás; en San Juan de Rumiera y en Santa Eulalia de Beyo (Aller). O tantas otras.

Nos cuentan unas muyeres mayores, muy lúcidas, que hasta comienzos de siglo la puerta ofrecía unos privilegios muy concretos: algunos malhechores arrepentidos tenían la oportunidad de regenerarse y cambiar de vida, una vez acogidos por la iglesia mediante el rito correspondiente, y la conducta marcada por la comunidad parroquial.

Según la arraigada voz oral del pueblo, los ritos de acogida comenzaban por La Puerta del Perdón (la que da al sur, hoy tapiada por discusiones del pueblo con el cura): por ella sólo podían entrar las muyeres del pueblo, pues los hombres debían hacerlo por la puerta principal de la iglesia.

El arrepentido entraba a continuación y era recibido en el interior, con una especie de rito bautismal en una pila especial que estaba a la derecha de la puerta.

Mediante una especie de confesión pública, el arrepentido ya no podía quedar preso de la justicia dentro de la parroquia, en la que debía desempeñar de forma gratuita los trabajos comunales impuestos por la comunidad: estaferias, faenas agrícolas, trabajos acordados por la esquisa o conciyu...

En consecuencia, se trataba de una especie de reinserción social con prestación comunitaria, no se sabe si más al servicio del cura, de los vecinos, o de las instituciones públicas de turno. Pero el caso es que se recuerda muy viva entre los vecinos mayores.

Tal vez un caso más del poder de la iglesia sobre el poder civil, con el objetivo de aprovechar socialmente el trabajo de unos cuantos, en beneficio propio y de la comunidad.

Pero el caso es que, según la memoria del pueblo, muchos que se acogían al rito de La Puerta del Perdón se reinsertaban tan definitivamente entre los vecinos, que ya se quedaban a vivir incluso en el pueblo, una vez terminado el plazo impuesto (5 años, según recuerdan difusamente estas muyeres mayores tan lúcidas).

Como otros derechos y asilos, más allá de estas montañas: el derecho de manillas (Jaén)

En la tradición popular de Jaén, hay una versión más laica de una costumbre en algo parecida socialmente, pues redimía las penas y castigos pendientes de los infractores. Se habla allí de las manillas: un derecho de asilo, concedido por el señor del palacio, que consistía en cogerse físicamente a unas manillas de hierro (asirlas con las manos), colocadas en las paredes de piedra de un palacio (entrada principal), a una altura de un metro setenta (aprox..

Con esta condición indispensable, si los suplicantes tenían la altura y fuerza suficiente para llegar a coger las manillas con las manos, tenían derecho a que los juzgara el señor, y los liberara de sus penas. En otro caso, eran rechazados y habían de seguir camino. En Sabiote está El Palacio de Melgarejo o de Las Manillas para atestiguarlo (s. XVI).

Otros textos sobre la Iglesia de Asilo en Asturias
EL SIGNIFICADO DE UNA DE LAS INSCRIPCIONES EN LA FACHADA DE LA CATEDRAL

Carlos Fernández Llaneza 11.03.2019
en lne.es

" La Catedral de Oviedo es inabarcable.... Hace tiempo que me intriga una inscripción, grabada en caracteres romanos sobre uno de los pilares de la fachada: "Yglesia de asilo. Año de 1774".

Para comenzar, ¿qué es exactamente el derecho de asilo que se le concedió a la catedral en 1774? Básicamente era una protección que se otorgaba a los que huían de la justicia o persecución. El privilegio de refugiarse en un lugar consagrado. Así, cualquier fugitivo que se acogiese a sagrado no podría ser sacado por la fuerza bajo ningún concepto.

El derecho de asilo se basaba en la inviolabilidad inherente a las cosas sagradas. Fue reconocido por el código de Teodosio I (399) y más tarde por el de Justiniano I. El Papa San León I fue el primero en darle su sanción papal (460). Para el profesor de Teología Histórica de la Universidad de Navarra, Álvaro Fernández de Córdoba "se trata de una aplicación jurídica e institucional del principio cristiano de la justicia divina misericordiosa, sobre el de la justicia humana, muchas veces imperfecta. Y forma parte de la misión esencial de la Iglesia a favor de los más miserables de la tierra, los perseguidos y refugiados, que constituye hoy día un reto para los estados democráticos". 

Otra voz esencial en temas referentes a nuestra catedral, Agustín Hevia Ballina, también escribió sobre este asunto: "En el siglo XVIII, en España, se llegó al convencimiento de que la proliferación de lugares de asilo constituía una forma de burlarse de la Justicia evitando que se aplicara a muchos criminales el peso de la ley.

Por ello, después de consultar el Supremo Consejo de Castilla, el rey Felipe V consiguió del Papa Clemente XIV un Breve de 12 de septiembre de 1772 que ordena a todos los prelados señalen una o a lo sumo dos iglesias, a las que se concediere la inmunidad, acogiéndose al aldabón, que en ellas se fijaría, para que se agarrara al delincuente y así pudiera gozar de inmunidad.

El 14 de enero del año siguiente, el Breve Pontificio fue ratificado por una Real Cédula. Y, poco tiempo después, el obispo de la diócesis, D. Agustín González Pisador, aprobó que el privilegio quedara restringido a la Catedral". 

Derecho de asilo, una vez más
Agustín Hevia Ballina,
Archivero de la Catedral,
 7 de noviembre de 2019
en lne.es

"Las actas capitulares reflejan una trayectoria de problemas ocasionados por este derecho, que amparaba a los malhechores tan pronto como conseguían agarrarse al aldabón de las puertas de los templos.

En la fachada de la Catedral, como en algunas otras iglesias, es posible leer una repetida inscripción: “Iglesia de Asilo”. Este derecho, que el rey Carlos III, en 1774, solicitó regular restrictivamente al Papa Clemente XIV, se había generalizado tanto que se hallaba necesitado de la conveniente regulación. En la Catedral, las actas capitulares reflejan una trayectoria de problemas ocasionados por este derecho, que amparaba a los malhechores tan pronto como conseguían agarrarse al aldabón que se hallaba en las puertas de los templos.

La curiosidad nos ha llevado a coleccionar algunos pasajes de las actas del Cabildo catedralicio, ofreciendo esta curiosa trayectoria y panorámica. El 11 de marzo de 1547, se producen altercados contra el Corregidor Licenciado de la Torre por la violación del sagrado.

El 10 de septiembre de 1649, entredicho sobre la ciudad por no reducir un preso al convento de San Francisco de donde lo había sacado. No podía asistir ni a los oficios divinos ni a los demás actos públicos hasta que se levantara dicho entredicho. El 10 de abril de 1687. Violación de la inmunidad de la Iglesia.

Un preso de la Fortaleza se escapa y va a refugiarse a la Capilla del Rey Casto, a donde entra la fuerza pública violentamente y lo saca. El hecho produce una gran reacción del Cabildo con consecuencias que llegan a los Tribunales de Valladolid. 27, 29 y 30 de enero de de 1723.  Presos, sacerdotes y evadidos de la cárcel de la Fortaleza, que se refugiaron en la torre de la Catedral. El Cabildo les da de comer. 

El Cabildo teme que, según rumores, traten de sacarlos por la fuerza, violando así, la inmunidad del lugar, por lo que decide cerrar la Catedral después de los Oficios y que nadie vea a los refugiados de la torre. Acuerda darles comida por valor de dos reales cada día. La Real Audiencia manda a Madrid un propio para lograr permiso para sacarlos por la fuerza, mientras el Cabildo trata de enviar carta al nuncio.

15 de junio de 1736: en cuanto al preso evadido de la cárcel, con otros refugiados en los conventos de la ciudad el obispo pide que se vele por los intereses de D. Francisco de Sierra.  El preso es sobrino de D. Juan de Sierra, a quien pide el cabildo se desprenda de parte de la renta que le corresponde por la prebenda, para ayudar y dar comida a su sobrino y coadjutor D. Francisco, a que él se niega.

27 de julio de 1753: refugiado con derecho de asilo en la Catedral. Diose orden y comisión al Sr. Faes para que por espacio de quince días contribuya con real y medio de vellón diario por razón de limosna a Domingo González, vecino de San Martín de Lodón, concejo de Miranda, reo que se halla refugiado en esta Santa Iglesia.

Agradezco a don Enrique López Fernández, canónigo, que me haya pasado estas notas fruto de su reconocido y meticuloso recorrido por las actas capitulares".

C) La fábrica de sillas de Sotietso (ver artículo completo de la Fábrica)

Cuando Leandro Escosura fue a París a por camiones pa la maera

Los inicios de la fábrica se remomtan al año 1914 con las escasas maquinarias y mecanismos de entonces: el transporte principal, el carru vacas o gües ; y la sierra al alcance de todos, la de mano (el tronzaor). Poco más tarde, allá por el comienzo de los años veinte, Leandro Escosura viajó a París a comprar aquellos pesados camiones que procedían de la guerra, y que le fueron enviados directamente al Musel de Xixón. Al mismo tiempo, observaba en la industria francesa dos novedades que le llamaron mucho la atención -nos cuenta Alberto Cordero- y que luego iba a poner en práctica en su fábrica asturiana .

Uno era un pequeño salto de agua para producir electricidad; y otro, un teleférico para transportar los troncos por el aire mediante el sistema de cables. Las dos cosas se hicieron realidad pronto: La Fábrica de Luz de Los Pontones, en el río Güerna, bajo Reconcos (quedan los restos actuales); y el famoso Cable de Tsindes que sacaba la madera de La Vatsinona por los altos de Zurea hasta Sotietso (quedan caballetes y cables en algunos tramos): montes del Truncu, Piedramuñón, La Campa la Gatsina, Las Coronas.. Había varios vigilantes para avisar en los descarrilamientos de la carga colgada por unas ruedas de los cables.

El sistema de los cables por los altos de Zurea

La Fábrica'l Quempu cobró fuerza especial con esta explotación de la madera del Monte Tsindes, en el conceyu vecín quirosán . El sistema de transporte por los cables con caballetes cada poco, consistía en una estrategia a medias entre el peso deslizante de la propia madera en la bajada, y la tracción de máquina de vapor situada en El Quempu en los remontes.

Más tarde, el funcionamiento mejoraría con la Fábrica de Luz de Los Pontones, todavía con parte del edificio y la maquinaria sobre el río Güerna. Toda la madera de faya era serrada y transformada en tablones diversos, que se exportaban para muebles, sobre todo, una vez transportada a la Estación de Campomanes. Incluso se abrió una vía especial desde La Fábrica'l Quempu a La Estación, con máquina de vapor también.

El sistema de transporte por los cables consistía en una estrategia a medias entre el peso deslizante de la propia madera en la bajada, y la tracción de máquina de vapor situada en El Quempu para los remontes. Más tarde, el funcionamiento mejoraría con la Fábrica de Luz de Los Pontones, todavía con parte del edificio y la maquinaria sobre el río Güerna.

Toda la madera de faya era serrada y transformada en tablones diversos, que se exportaban para muebles, sobre todo, una vez transportada a la Estación de Campomanes. Incluso se abrió una vía especial desde La Fábrica'l Quempu a La Estación, con máquina de vapor también.


(foto prestada por Arximiro)

La Fábrica de Sillas con las maderas de las fayas

La antigua Sierra se transformó en fabricación de sillas y aprovechamiento de la madera in situ. Allá por los años veinte, tenía unos 60 operarios entre homes y muyeres. Como la mayoría de obreros tenían que venir andando cada mañana, procedían de los pueblos más cercanos: Sotietso, Espineo, Carraluz, Piñera, Xomezana.

En días de lluvia o nieve, había que caminar de madreñas. Si el suelo no estaba muy húmedo, también se iba de madreñas, aunque entonces con ellas en la mano, pa correr un poco más, si ya se iba un poco con el tiempo justo. Ya con los años, algunos habían podido comprar una bicicleta: una Orbea, ya era lujo. Trabajaban de ocho a doce; una hora pa comer; y de una, a cinco de la tarde. Cada obrero y cada obrera llevaban su comida en una cestina -nos cuenta con precisión Guadalupe, a sus 97 años.

A la hora de comer, calentaban el pote en una estufa que, a la vez, servía de secadero de la madera en una sala grande del piso superior de la Fábrica. Y con una precaución: algunas muyeres de más lejos, dejaban un trozo de pan para la tarde: al salir del trabajo, lo mojaban en una fuente o en la reguera, y lo comían; así tomaban fuerzas para caminar de nuevo hasta casa durante una hora, sobre todo en invierno, cuando había que superar los barrizales de los caminos o las nevadas. Si nun se trabayaba, nun se cobraba. -nos insisten varias veces en las conversaciones.


(foto prestada por Arximiro)

Las madres con la comía pa la Fábrica, las doce menos cuartu en puntu.

Recuerda Arximiro una anécdota de interés también. Cuando las madres, o alguna hermana, llevaba la comida a las trabayaoras al tayu, los que andaban al campo las veían pasar por ciertos caminos en la distancia, y calculaban la hora: las doce menos cuarto, no había otro reloj.

Las condiciones de trabajo eran las de la época: si nun se acetaban, pa casa sin más problemas -nos cuentan con gracia y resignación algunas muyeres, no sin cierto convencimiento de que no se podía hacer otra cosa, si se quería trabayar.

Se trabayaba seis días a la semana, y se descansaba el domingo. Vacaciones, quince días. Bajas, sólo las de accidente o en caso de una operación, que yera muy rara. Si te ponías mala, los días que te quedaras na cama, nun cobrabas. Nun se podía tar mala, claro, nin tener gripe, nin catarros... Había que comer. Y a cobrar, sólo la tercera parte... Toda una radiografía de la sociedad asturiana hasta hace unas décadas.


(foto prestada por Arximiro)

(ver artículo completo de la Fábrica)

D) Otras publicaciones sobre Sotietso:

Índice alfabético de materias