Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular
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Palabras en la dedicatoria

Pensando en todos aquellos mayores
que hicieron posibles estas páginas
con sus infinitas horas
de información en los pueblos.
Hoy hubieran resultado imposibles:
todo un homenaje merecen
estos homes y estas muyeres,
muchos y muchas,
tristemente, desaparecidas ya
de aquellas caleyas y cabanas,
tan animadas sólo unos lustros atrás.

 


Por los pueblos de Lena.
La voz de los mayores, los oficios artesanos,
los cambios de los tiempos

Xulio Concepción Suárez
.
(709 páginas, 260 fotos)

 

A) Datos del libro

  1. Descripción. Se trata de una actualización de aquel otro ya agotado de los años 90. Si aquel tenía 480 p., éste tiene 709; si aquel incluía unas 80 fotos, en éste se incluyen unas 260. Ante el interés de muchas personas que seguían preguntando por el libro, y con el apoyo de la concejalía de Cultura del Ayuntamiento, no hubo más remedio que ponerse a dar una versión actualizada del conceyu Lena, con todo el tiempo que eso supone ante el ordenata. Seguir observando, en definitiva, la evolución, los cambios de un paisaje lenense a lo largo de su historia, hasta estos mismos días. Observando y reflexionando para buscar soluciones, por supuesto, al modo de las esqusias y estaferias de antaño.

  2. Edición. La nueva impresión digital que ahora facilita los costes sin tantos riesgos (libros a la carta, por pedido, que se dice) hizo posible este nuevo manual bien diseñado por la editorial Hifer, con esa novedosa calidad y finura de papel, nitidez de foto, a doble columna... En fin, casi un libro de bolsillo, si no fuera por las setecientas y pico páginas.

  3. Información web. Autor: http://www.xuliocs.com. Ayuntamiento: http://www.aytolena.es

B) Palabras previas.

  1. Dedicatoria. En un par de párrafos se dirige el libro en homenaje a tantos homes y muyeres (muchos y muchas tristemente desaperecidos ya) que con su memoria y tiempo prestado, nos recuerdan cómo se vivió en los pueblos de montaña hasta casi estos mismos días. Con su trabajo y su ejemplo (y con tan pocos medios), se sobrevivió, mejor o peor, desde van unos 6.000 años (dicen las crónicas de los especialistas). A ver si en adelante lo hacemos nosotros mejor, con tantas tecnologías y recursos informáticos.

  2. Memoria de informantes en cada pueblo (p. 19). Como es de justicia, se citan personalmente en unas cuantas páginas varios cientos de homes y muyeres que me dieron los datos en los pueblos, en las caserías de los montes, en las brañas... En cada pueblo, hay por lo menos 8-10-12..., aquellos que más horas de su tiempo me prestaron. Como el libro se comenzó por los años 80 (ya llovió y xeló desde entonces...), muchas de estas personas entrañables no pueden disfrutar ya de aquellas charlas y filangueros traducidas, por fin, a papel. Que con estos nombres, estas fotos y estas páginas, no se vayan nunca de sus pueblos, de sus cabañas...

  3. Justificación del trabajo (p. 25). Recoger del pasado lo que sirva para mejorar el presente y planificar mejor el futuro: valorar lo que se hizo hasta la fecha, imitar los valores positivos de nuestros güelos y güelas; aprender de ellos su capacidad de trabajo, de emprender oficios en tiempos sin apenas lecturas ni escrituras en las montañas; de aprovechar los recursos más inmediatos que daba el suelo, tan lejos de las comunicaciones y comodidades actuales... Todo un ejemplo, casi un milagro: que con tan pocos medios y tantas penalidades y penurias, hubieran levantado unos pueblos tan preciosos como los que llegaron a nosotros.

C) Estructura.

  1. Tres ÍNDICES con sus páginas correspondientes.

    • 1º: ÍNDICE de contenidos: 35 apartados en los que se especifica en cada línea de lo que trata cada uno; son enunciados de una o dos líneas, a modo de epígrafes en síntesis.

    • 2º. ÍNDICE de parroquias alfabetizadas con sus pueblos correspondientes (23 parrpquias en el conceyu): esquema numerado de cada una con los que tiene, desde las que menos (2-3), hasta las que más (La Pola, Villayana, Campomanes... Cada pueblo con su página correspondiente.

    • 3º. ÍNDICE alfabético de pueblos sin más (últimas páginas del libro): los 251 entre mayores y menores, algunos desaparecidos completamente ya sin dejar rastros. Es el caso de Artos, ahora con la Variantes, y algunos otros con diversas obras anteriores. Sólo quedan los nombres, pero se recuerdan a veces hasta sus habitantes, sus tierras sembradas, sus fuentes, su capilla.... Y, sobre todo, quedan sus descendientes esparcidos por el mundo: ellos y ellas nunca suelen olvidar la memoria de sus orígenes. De hecho muchas veces nos preguntan por sus familias desde el otro lado de montañas, mares y fronteras.

  2. Anotación previa: la voz de la agricultura, entre el culto y el cucho (lo que son las paradojas). El estudio de un concejo ha de ir bastante más allá de sus datos históricos, instituciones, propietarios, posesiones civiles o eclesiásticas, sucesos políticos... La verdadera historia del lugar está tallada en su paisaje presente, en definitiva, síntesis de todos los paisajes por los que fue pasando en el tiempo. Sólo algunas reflexiones para situar el libro (p. 16)

    • "La historia es el presente" -que decía Nietzsche. Tenemos un paisaje geográfico, agrícola, ganadero, artesanal, industrial, religioso, social..., porque lo hemos construido de siglo en siglo, año por año, día a día... Vemos el resultado en el presente de nuestras acciones pasadas, responsables o no, acertadas o menos acertadas. El caso de la llamada Variante del Payares sería todo un ejemplo a analizar: para muestra basta un botón...

    • La agricultura fue la primera cultura, el primer cultivo de la tierra, de cada trozo de paisaje en su contexto concreto. Lo que son las paradojas. Porque cultura ya en latín sólo significaba 'cultivo, cuidado'. De ahí tantos cientos de acepciones después según los casos. Pero muchos milenios atrás, el progreso de la vida en sociedad comenzó con el cultivo de la tierra. De ahí el mismo cucho: el abono del suelo. O el mismo culto al cielo, a las divinidades antiguas, a los dioses y a las diosas, a los santos y a las santas... El cuidado, la atención, para que siguieran protegiendo a sus cultivadores, a sus siervos. Pero todo ello resumido en el sabio dicho popular, cargado del realismo más inocente: "Dios pue muncho, pero más el cucho"

    • La historia interna de un conceyu es la que construyeron sus pobladores desde milenios atrás; y está escrita (tallada) en sus nombres de lugar (los topónimos), en sus tierras de cultivo, en sus bosques, en el carácter de sus nativos, en sus iniciativas comunales, en sus leyendas, tradiciones, coplas orales, ritos, cultos. Sería la historia de Lena, sin ir más lejos: la construcción interna de sus 250 pueblos, muchos desaparecidos ya. Algunos muy pequeños, pero que tuvieron parte en la construcción de ese paisaje que contemplamos hoy. La historia es el presente, por supuesto, como decía Nietzsche.

    • La intrahistoria que bautizó Unamuno. La verdadera historia de los poblados, la que casi nunca llegó a los archivos, a los documentos escritos, a las enciclopedias y a los grandes diccionaris. La historia de cualquier pueblo, sobre todo, pegado al rigor de las montañas.

  3. Reseña histórica del concejo de Lena (p. 35) desde el -V-IV milenio a. C. (aprox.), hasta el 2014 del presente milenium: una tabla de 15 páginas en la que se resumen los hechos principales con algún tipo de relevancia o trascendencia para los habitantes, con unas limitaciones inevitables:

    • Milenios antes de los Romanos, sólo se puede ¿precisar? aproximadamente de mil en mil años, de cien en cien..., a todo más (no fue posible concretar más a pesar de las consultas en Enciclopedias, monografías específicas, interné...).

    • Romanización hasta la Alta Edad Media, ya se puede ir por centurias, medios siglos, décadas... (alguna concreción mayor).

    • Alta Edad Media hasta la Edad Moderna, la concreción de fechas progresa algo, aunque se encuentran muy pocos datos o hechos relativos a Lena: visigodos, Pelayo, Alfonso X el Sabio...

    • Reyes Católicos en adelante, Felipe II..., fechas concretas, pero pocos datos de los pueblos, de las brañas... tampoco en otros libros publicados.

    • Ss. XVII-XIX..., ya hay bastantes referencias a pueblos y sucesos concretos, de forma que aparecen muchas fechas en diversos estudios publicados. Es la época del Conceyón de Lena que incluía Mieres hasta El Padrún, es decir, hasta Chandechena, limítrofe con Oviedo ya (1836). Es la época del Ferrocarril, algunas fábricas, algunos periódicos...

    • Siglo XX: ya se puede ir casi año por año: se sabe cuándo llegan las primeras bicicletas de los belgas; cuándo llega la luz a las casas, el agua corriente, el alcantarillado de La Pola, las primeras carreteras a los pueblos, las famosas camionetas de viajeros, algunas empresas de transporte... Ya se puede ir de una década a otra, y de año en año, casi siempre.

    • Años 50-60-70-80... Los datos ya abundan y hasta la memoria de muchos mayores los reconstruyen hoy sin más: llega el cine, los colegios, las autopistas, los deportes, los partidos políticos, las nuevas tecnologías...

    • Finalmente, con el 2000, ya se puede ir año por año, aunque no se van a registrar todos los hechos, pues muchos carecen de relevancia para un desarrollo real al alcance de todos. Sólo se recogen los más significativos: algunos hechos científicos, la Variante del Payares...

  4. Anécdotas de pueblo en pueblo. Los pueblos se van sucediendo en el libro uno a uno, de parroquia en parroquia (alfabetizadas y alfabetizados, por tanto): desde Cabezón hasta Zurea, en orden riguroso. Unas cuantas anécdotas de cada chugar los van armonizando, de forma que la lectura del texto resulte variada: se suelen recoger datos parecidos (origen del poblamiento, posición de las casas, número de habitantes en sus tiempos mejores, oficios...; pero, al tiempo, se citan esas anécdotas que los hacen irrepetibles: artilugios manuales, personajes famosos, muyeres con más inicitiva literaria, asociativa... Hay así coplas, leyendas, ingenios y xuegos para pasar el invierno... Sirvan unos cuantos ejemplos de esas peripecias y anécdotas para sobrevivir en aquellos tiempos de proresos a su modo:

    • Las casas de paya más antiguas en los pueblos altos (p. 454). Bertu Ordiales en su libro de Botánica del concejo recoge una cita del periódico La Vanguardia del año 1890, donde habla de cómo eran las casas en los pueblos de Tuíza, poco más de un siglo atrás; algo así como las pallozas de otros conceyos y regiones; dice así aquel periódico

      • ":Las casas son de construcción muy primitiva, pero hechas para soportar el inmenso peso de la nieve, con cubrición de paja que les da abrigo; en las habitaciones puede decirse que residen mezclados y confundidos personas y ganados. Como detalle de lo que es la vida allí durante el invierno, diremos que en todas las casas se cuida, a la entrada de él, de proveerse de larga pértiga, con la que hacen agujeros en la nieve a fin de que penetre hasta la vivienda el aire para respirar, haciéndose también por túneles en la nieve la comunicación entre los vecinos, tanto para atenderse en sus necesidades, como para acudir al templo a cumplir los deberes religiosos"

    • Los zaguanes: en Carraluz, La Frecha... (p. 286). Una charca en medio del pueblu cumplía varias funciones a la vez: con el agua que sobraba de la fuente se lavaban las caleyas (medida muy higiénica entonces), se concentraban los residuos animales para el abono de las fincas, se formaba un estanque todo el año para extinguir los incedios... (bien los recuerda Luciano en Carraluz).

    • Las poleas: en Yanos (p. 532). Desde los altos de los montes se deslizaban las maderas por las pendientes hasta las inmediaciones del pueblo, aprovechando los días de lluvia, nieve, xelu..., para que la madera corriera mejor. Se ahorraba mucha energía, penalidades y tiempos en el transporte.

    • El Hospital de Payares, allá por el s. XVII, por lo menos (271). Dice Rafael Labra, en un viaje a finales del s. XIX que Payares tenía un Hospital al par del camín de carreteros a su paso por La Chinariega, finca mayor hoy a la entrada de Las Morteras. Y describe sus función así:

      • “Antes también existía un hospital con bastantes rentas, abierto á pobres y peregrinos y que del lado de Astúrias desempeñaba el papel que Arbas del lado de Castilla; pero vendidos sus bienes hácia el año 30, de aquella hospedería sólo queda la memoria, que remonta por lo ménos al siglo XVII. La piedad, pues, había prodigado su solicitud en la áspera y peligrosa travesía de la cordillera cantábrica, contribuyendo de esta suerte á dar importancia á la pintoresca y excepcional entrada del legendario Principado".

    • Los orígenes reales de Santa Cristina y Palacio (pp. 146, 180): ¿capilla, palacio, palacete?, ¿funciones religiosas o civiles? ¿un dolmen, un túmulos, un castro prerromano? ¿hubo siempre alguna santa con su imagen? Su posición estratégica al lado de La Cobertoria (a su vez asentamiento en el valle de los túmulos en altos del Aramo), y tantas otras leyendas de cuevas y tesoros, hacen pensar más bien en una continuidad de culturas muy anteriores en siglos a la época prerrománica y prerromana, incluso. Las adaptaciones, transformaciones cultuales, religiosas, y demás acuerdos de poderes (civiles y religiosos), vendrían mucho después. Varios signos en el mismo edificio lo atestiguan también.

    • Los arbeyos de Yanos (p. 534). El gusto de los arbeyos de antes como dice la copla:

        • “Los arvechos del güichu priitu,
          de la Iría de Calachano,
          machaos con la palanca,
          cuecen al primer fervor
          y saben qu’arremolinan”

    • Los pozos de los chobos, los pozos lobales: El Puzu la Pena la Portiecha de Xomezana. Lugares estratégicos en los que se cazaban chobos y otros animales del monte, en unos tiempos en que una oveya, una cabra o una cría de una vaca suponían la base de la alimentación diaria en la familia. Hasta se lloraba en casa por el animal desgraciado.

    • La Faragua de Tanislao en Las Monas (p. 503). Cuando el ferriru Tanislao usaba el periódico como arma para atraer a carreteros y arrieros de paso. Como la mayoría de los clientes posibles no sabían leer, el ferriru mandaba a un guaje que les leyera las noticias seleccionadas por él, las que más le interesaba para entretenerlos y atraerlos. Y así Arximiro aprendió a leer en la faragua de Tanislao.

    • La nena que nazú en una corra de castañas de Xomezana (p. 505). Calcula Arximiro (97 años hoy) que, a juzgar por sus recuerdos de guaje, los hechos habrían ocurrido a principios del s. XIX.

    • El miel de los truébanos: Máisimo el d'Arnón, Cástor el d'Espineo (p. 385). Todo un arte localizar el vuelo de las abejas desde una fuente, capturar los enjambres monteses, sacar la miel con los precarios sistemas de protección de antes...

    • La Fábrica de Sillas de Sotiecho, y el cable de Quirós (p. 380). Con los famosos baldes por cable desde El Monte la Vatsinona en Tsindes, la familia de Escosura traía la madera para las sillas. Una fábrica revolucionaria entonces por la cantidad de muyeres que trabayaban en ella: "Casi dos pesetas de sueldo al día; 7 riales, las muyeres; pero con dos días de trabayu en la fábrica, no podían comprar una bata de percal".

    • La vida en las cabanas: dir pal puerto pel verano (p. 652). El aprovechamiento de los productos de los bosques, del ganado..., para venderlo en las ferias leonesas o cambiarlo al trueque por lenteyas, mantegas, garbanzos.... Toda la familia colaboraba en la fabricación y distribución de los productos veraniegos: no había vacaciones entonces. Muy dura debía ser a veces pa homes y muyeres, pero sobre too pa las muyeres, como recueye la copla en los puertos de Güeria (694)

    • La Pena Sobrolagua, La Fontona sobre la Variante del Payares (p. 27 y 690). La toponimia para algo está: los nativos no ponían los nombres al azar, su palabra era sagrada también para nombrar las funciones de cada palmo de terreno. Cuando no se respetan tampoco esas palabras, las consecuencias están a la vista: miles y miles de millones despilfarrados por despreciar la voz d elos nativos. Si la gran peña sobre los túneles de La Variante se llamó siempre Sobrolagua, será porque no hay caramelos debajo, sino agua. Sobre el agua: elemental. Y si al lado se llama La Fontona, que echa agua a borbotones todo el año, y forma un río valle abajo, será porque hay una gran fuente (sólo hace falta escuchar, leer...).

    • Un túnel con aguas (y millones) que fluyen a rebosar (p. 690): Los resultados: miles y miles de litros que revientan sobre los túneles y no hay quien los pare entre los andenes y futuras vías del tren. Y miles de millones gastados (y los que faltan por gastar): por sacar de los impuestos de los contribuyentes para los bolsillos de los amigos de siempre. Y todo ello por no hacer caso a las palabras, sin ir más lejos. (Y al Mesqueiru ante el Defensor del Pueblo durante 8 años). No se puede hacer un túnel por una zona con manantiales a rebosar por todas partes. ¡Como si no hubiera zonas bastante más secas por donde pasar el túnel, sin esa abundancia de agua! Habría que hacer proyectos, claro, y eso llevaba tiempo y gastos: lo primero era cobrar la pasta, aprisa, no fuera ser que la chapuza se descubriera a tiempo y se frustrara. ¡Cráneos privilegiados! que decía Valle Inclán.

    • Don César el Médico y Don Antonio Aza de praticante (p. 579). Las peripecias de un médico y un praticante (el ATS hoy), de pueblo en pueblo, día y noche, en unos tiempos sin carreteras asfaltadas, sin teléfono, sin ambulancia, sin 112, sin..., sin... Un maletín, una muleta, mucha paciencia y una gran humanidad. Eran todos los remedios de la época

      • Incontables anécdotas se recuerdan en torno a Don César. Por ejemplo, aquella de la muyerina que un día taba mala de verdá. Era una mujer de un pueblín perdido en la montaña, que todos los sábados, después de ir a vender sus escasos productos a la plaza en el mercado semanal, pasaba a ver al médico.

        - ¡Ay, Don César!, paez que toy mala, nun sé que tengo, nun me encuentro bien, facía falta que me dieras algo pa esto, pal otro. ..

        Don César la escuchaba sin parpadiar, le dejaba contar sus cuitas largo rato. Ni se le ocurría interrumpirla.

        Y ya más sosegada ella, le contestaba el médico con la paciencia de siempre:

        - Bueno, María, nun te preocupes, la cosa nun ye muy grave... Toma una tacina d'esto o del otro... Y sobre todo, tú los sábados vuelve a veme cuando quieras. Aquí ta el médico pa lo que faga falta.

        Pero un buen sábado, la buena mujer no apareció por la consulta, y el médico se extrañó, pues no fallaba ni un mercao semanal. Al sábado siguiente ya volvió de nuevo la muyer del mercao, y el médico le preguntó intrigado.

        -Pero bueno, María, ¿cómo nun viniste el sábado a veme? Echéte mucho en falta.

        -¡Ay, Don César, ye que el sábado taba mala!

    • Don Vicente el Médico de Campomanes (p. 587). Ya eran tiempos un poco más modernos, pero la fe en el médico sería la que más curaba también.

  5. Las leyendas (p. 548). Unas 12 leyendas se recogen en el libro sobre el oro y los tesoros, los chobos, los pozos, las doncellas encantadas, las cuevas, el diablo... Destaca la leyenda del Puzu Chago: los corales de la pastorina malograda, que aparecieron en la Fuente la Rasa Baxo días después.

  6. Las costumbres comunales: la esquisa, la estaferia... (p. 610). La verdadera democracia de los pueblos más pequeños: todo se acordana en la esquisa (el conciyu), la reunión popular dirigida por el rixior (o ruxior). Todo se decidía en acuerdo comunal, un representante de cada familia con voz y voto. Era la defensa de la mayoría: hasta los señores de los palacios, el cura..., estaba sometido a las decisiones de la esquisa.

  7. Los caminos reales, las vías romanas, el camín francés, la vía de la Plata (p. 562). Lena, para bien y para menos bien, siempre fue lugar inevitable de paso. La Variante de Payares es un ejemplo, tan mal programado y gestionado como resultó en la práctica, pero inevitable: siempre se acorta por lo más recto. Precisamente por ello, habría que hacer las obras respetando a los habitantes, el paisaje, las aguas... Los efectos negativos bien asoleyaos están.

  8. Los personajes, populares o con más resonancias fuera de Lena (p. 578). Don César, Don Leoncio, Don Vicente.. O José María Hevia que descubrió la llamada 5ª Galaxia. O Tere Cachero, investigadora en Boston. O Juaquín Bernardo que perdió su vida en Albania por defender la democracia. Y otros cuantos personajes en capítulo aparte, o que se van distribuyendo también en sus peblos respectivos.

  9. Los estudiantes de antaño, los de más de medio siglo atrás (p. 607). Muchos fueron los lenenses que ya tuvieron que salir de sus casas, de sus pueblos entrañables, de Asturias..., llorando tantas veces, con poco más de 10 años..., para poder estudiar, aprender un oficiu... En casa no había para todos hacienda ni otra forma de estudiar: no había institutos, colegios públicos al alcance de todos. Por eso muchos habían de salir a otras regiones en colegios, conventos...La emigración a su modo, que tanto favor hizo a los que querían estudiar.

  10. Los oficios artesanos por las caleyas, por las carreteras (p. 628): unas 330 personas con nombres y apellidos se recuerdan de pueblo en pueblo con sus habilidades en unos tiempos sin coches, sin móvil, sin maquinaria en la mayoría de los casos... Hubo que ingeniárselas muco para poder comer cada día, cuando de las tierras y el ganao se sacaba muy poco y eran muchas bocas a la mesa. Hasta recaera se recuerda en varios pueblos: la muyer que se levantaba cada mañana bien temprano para ir de puerta en puerta a ver qué querían encargar pa Campomanes, pa La Pola... Con su carro de mano, o con un burro a todo más, volvía a medio día o a la tarde con el reaco para cada uno, a cambio de alguna moneda, algo en especie... Buscarse la vida fuera de casa no es solo algo reciente: es muy viejo ya

  11. Los oficios por los caminos, los carreteros, los arrieros, los venteros y venteras (p. 644). Unas páginas dedicadas a las peripecias de muchos por aquellos caminos empedrados, origen de las carreteras, en aquellos tiempos, sólo para los carros y las carretas, claro, como dice la palabra. Sirva aquella copla reogida por Adolfo García Martínez, que decían a los viajeros con billete, los dueños de una diligencia subiendo un puerto de montaña con nieve, cuando ya los animales no podían con la carreta llena de viajeros:

        • "Los de 1ª, que sigan sentaos;
          los de 2ª, que sigan a pie;
          los de 3ª que empujen"
  12. Los aperios del campo (p. 650). Unos 250 utensilios se citan como únicas herramientas de trabajo para la mayoría: no había maquinaria y la existente (rústica, manual...) no se podía comprar en muchos casos. Por eso había que fabricar los utensilios con maera, fierro, piedra... Y con aquellas rústicas ferramientas (un martillo, un punteru, un serruchu, un tronzaor..., poco más...) se levantaron casas de piedra, puentes, cuadras, cabanas, horros..., con piedra tallada, madera, labrada, ajustada..., que llegaron hasta hoy.

  13. Las plantas que se usaban, los recursos y remedios locales... (p. 654). Hoy en los colegios se enseñan poco los nombres de las plantas: pocos escolares las distinguen por sus nombres populares o científicos, por sus hojas, por sus tallos... Antes suponían otra forma de sobrevivir: por ejemplo, distinguir los árboles y arbustos que daban frutos (cerezales, peruyales, mostayales...); de ellos había que comer fuera de casa; no había mochila, táper, bocatas.. Como distinguir las plantas medicinales para curarse en la cabana, en el monte, en casa... Eran la única farmacia al alcance de todos.

  14. Las comidas en los pueblos, en las cabanas.... (p. 667). Unos 60 productos de casa se recogen en el libro, verdaeros manjares en tiempos tan precarios. Algunos, incluso reservados a las fiestas y poco más: el pitu de casa, los bartolos, la pegarata... Muchas coplas hablan del valor que se daba a lo que había de casa, por eso se vigilaban tanto los animales del monte sobre los poblados:

      • "Dicen que morrú'l rapusu,
        ¡ojalá morrieran venti!:
        mientras más raposos muerran,
        más pitas come la xente.
        Dicen que morrú'l rapusu
        camín de la romería:
        si morrú, Dios lu perdone,
        bonas gallinas comía":
  15. Los refranes populares (p. 619). Unos 200 refranes, frases sentenciosas, pensamientos ingeniosos..., se recogen como más frecuentes antes en casas, caleyas, trabayos por el campo, cabanas... Como práctica de la sintaxis, comentarios de textos y otros rollecitos de las clases, sirvieron durante muchos cursos a los alumnos y alumnas para aprender un poco a investigar sus pueblos en la tradición oral. A practicar la lengua y la literatura en las cocinas y caleyas también. Eran la forma de enseñar y de aprender más al alcance de todos y todas: se iba muy poco a la escuela porque había que atender el ganao, los sembrados. Muchos refranes rescataron algunos alumnos de la memoria de güelos y güelas, cuando vivían en sus pueblos: hasta las clases se harían mejor entre todos. Sólo a modo de ejemplo:

      • "Algunos quieren el güivu y la poneora"
      • "Aunque un año venga mal, nun dexes de semar"
      • "Chábanas sudás, señal de inverná”
      • "Chugar piquinu, infierno grande"
      • "Cuando veas la niebla per Retruyés, atéchate si pués"
      • "De Campomanes pa baxo ya florezú l'aspinera; de Campomanes pa riba que floreza cuando quiera"
      • “Dicen que lo peor del infierno ye nun tener qué facer”
      • "El que nun se decide, nun pasa la mar"
      • "En La Romía, peruyes; en Payares, vino rico; y en Chanos de Somerón, almuerzan el paparico"
      • "Enseña más la necesidá que la Universidá"
      • "L'home probe, al alba en pie: si nun trabaya, ve"
      • "Nunca ta bien llevar toos los güevos na misma cesta"
      • "Poco se gana a filar, pero menos, a mirar"
      • "Puntás en sin filu, pocas"
      • "Quien a cerezas quiera andar, en marzo las ha de espiar"
      • "Val más una mala avenencia que un buen pleitu" .
  16. Los xuegos de antes (p. 666). Hasta unos 100 juegos, así más recordados por las caleyas, la mayoría muy simples, y hasta construidos por los propios mozacos y mozacas, o por sus padres, güelos y güelas... No se podían copmprar: pa xugar había que ingenirse la forma de hacerlo. La creatividad obligada, imprescindible siempre, y sobre todo, en tiempos de crisis y cambios.

  17. Los acertixos, las adivinanzas, las cusadiechas (p. 624). Con el objetivo de hacer las clases un poco más motivadas entre tanta sintaxis, prefijos y sufijos..., durante muchos años fuimos analizando muchos tipos de frases en busca de sujetos, verbos, complementos directos... El rollo se hizo menor sin duda, sobre todo porque muchos alumnos y alumnas más participativos fueron sacando de sus güelos y güelas cantidad de acertijos sobre los que cavilar. Algunos, imposibles, desde luego. Sirvan algunos ejemplos, de los 60 que pasaron al libru:

      • "¿A que no aguantas tres golpes suaves metido/a debajo de la mesa?"
      • "Cabe nun puñu, pero nun cabe nun horro"
      • "Cinco por cuatro, veinte, más uno, veintidós"
      • "¿De qué hay que llenar un jarrón para que pese menos?
      • "La mitad de doce, siete? ¿Alguien lo duda?
      • "Siete y siete, ocho" ¿Tampoco...?
      • "¿Qué pincha más que un pinchu?"
      • "Tiene orejas de gato, ojos de gato, patas de gato, y cola de gato, y no es un gato. ¿Qué es?"
  18. Los vestigios históricos: yacimientos arqueológicos (p. 657). Unos 300 lugares concretos se citan alfabetizados, donde los lugareños encontraron restos de edificaciones, murias, leyendas de ser habitados, ayalgas, leyendas de tesoros.... Un patrimonio para la investigación lenense, en tantos casos arrasado simplemente por las máquinas, cuando campean a sus anchas sin más intereses que la construcción desordenada, la especulación, el desprecio a los antepasados, sin más.

  19. Los periódicos y revistas del conceyu (p. 683). Hasta media docena de revistas y periódicos tuvo Lena desde el s. XIX hasta el mileniun actual: La Voz de Lena es el ejemplo vivo en estos mismos días, en competencia con los recursos digitales crecientes. Con ellos, la gente de los pueblos disfrutó por muchos años de noticias que nunca iban a salir en otros medios regionales, o nacionales. En todas las cocinas, en las salitas..., no faltaba el periódico local cada semana, cada quincena..., y hasta se esperaba con ansiedad en unos tiempos sin tele, sin radio...

  20. Las minas del concejo (p. 663). Unas 100 minas, pequeñas casi siempre, se recogen en homenaje a aquellos mineros y algunas mineras, que dejaron sus pulmones y sus almas en los chamizos con aquellas condiciones de trabajo: sin ventilación, a 12 horas, caminando a pie varios kilómetros hasta la bocamina, con moyaúras, sin descansos, sin seguros, mal alimentados... Y todo ello por unos riales que completaran las penurias de casa: un homenaje se merecen aquellos mineros que pocos pasaban de los cuarenta, los cincuenta.. La mina la Soterraña tiene un capítulo especial por su importancia en todo un valle (pp. 49-55, en detallado estudio de Carlos Luque y Manuel G. Claverol).

  21. Los grupos musicales, los gaiteros... (p. 676). Se recuerda con gratitud al Gaitiru Felgueras, José'l Gaitiru, y a otros parecidos de medio siglo atrás. Otros cuantos grupos y solistas se citan de los últimos años: El Coro la Flor, Collá Propinde, Mario Fueyo, Mapi Quintana..., grupos de Baile... Todos fueron animando las fiestas por unos años.

  22. Los pintores y pintoras (p. 680). Más de una docena entre homes y muyeres que, en sus diversos estilos, dedican sus horas libres para animar paredes de salitas, exposiciones... O los concursos escolares de los más jóvenes con mucho por delante todavía para seguir aprendiendo el arte.

  23. Los escritores y escritoras mayores (p. 684). Unas 50 publicaciones se registran publicadas en diferentes libros y formatos, escritos por personas de Lena o en relación con el conceyu por razones diversas: investigación, novela, cuento, poesía...

  24. Los escritores incipientes por los colegios (p. 685). Se suman los escitores más jóvenes que, ya desde los colegios, hicieron sus primeros versos o prosas publicados en colaboración con sus profesores y profesoras que los animaron a ello con ocasiones diversas: concursos literarios, celebraciones culturales, simples actividades de clase para subir nota -que dicen ellos- Muchos están publicados en libros de tirada corta, pero de verdadero interés educativo para leer y escribir cada curso un poco mejor. Se recogen algunos textos. Para muestra baste un ejemplo recogido de un concurso literario en los años 80 (poema de Rosa Irene Pereira) (696).

  25. Los deportistas (p. 682). En el libro se citan también unos cuantos aficionados al cuidado del cuerpo en sus diversas modalidades, dentro o fuera del concejo. Sabido es que Silvino y compañía se arriesgaron hasta con la cima del propio Everest, a veces con riesgo de vidas incluidas, como bien recuerdan ellos mismos y sus familias..

  26. Las asociaciones culturales (p. 682). Recientemente, al ritmo que desaparecen las sanas costumbres comunales de los pueblos, las esquisas, los conceyos, el rixior, el alcalde pedáneu..., surgen nuevas formas de organizarse para los trabajos comunales en estos tiempos de cambios y de crisis que corren. Una plausible forma de seguir manteniendo más llevadera la vida en los chugares. En otros casos, se trata de simples asociaciones privadas con objetivos diversos.

  27. La Apetura de Centros a la Comunidad: (p. 687). Otra interesante forma de seguir aprendiendo se tradujo recientemente en una serie de programas dirigidos a los mayores para volver a la escuela otra vez, ahora sin notas ni pupitres a la antigua usanza. Simplemente, aprender con las nuevas tecnologías para poder estar, por lo menos en parte, al nivel de los fíos y los nietos: aprender a manejar el ordenador, a navegar por interné.... Un mundo nuevo descubierto otra vez, que las madres y güelas, sobre todo (bien hay que reconocer) fueron las primeras en acoger con entusiasmo, una vez más.

  28. La bibliografía de Lena: los libros que hablan del concejo (p. 699). Hasta unas 150 publicaciones registradas (libros, artículos especializados...) se registran sobre la vida del concejo de Lena en los siglos: geografía, historia, arte, música, agricultura, lengua, toponimia, tradiciones locales....

D) Reflexiones sobre el devenir del conceyu: pasado, presente y perspectiva

  1. El paisaje que había años atrás. La reflexión sobre los distintos pueblos del concejo nos va llevando a unas conclusiones: hasta mediados del siglo pasado, sobre todo, se explotaban hasta el detalle los recursos que daba el suelo (escanda, maderas, piedra de las canteras...). Se cuidaban las tierras de semar, los praos, las brañas, las aguas de los regueros, los bosques..., porque no se podían comprar otros: se cortaba la leña para las cocinas y chimeneas, se hacían muebles de castaño, se segaba la yerba para tener leche todos los días, se limpiaban los caminos, las zarzas para que no hubiera incendios... Se cuidaba, se explotaba, se apreciaba lo que había alrededor.

  2. El paisaje que tenemos. Hoy se compran la mayoría de los productos, y, en consecuencia, el paisaje se transforma de forma improductiva: se llena de malezas que rodean peligrosamente hasta las casas de los poblados; cuando hay un incendio, no hay quien lo pare. El caso de Valledor en Allande es un triste ejemplo comprobado: 14 km de valle calcinados con casas, escuela, pueblos, bosques carbonizados... incluidas.

  3. El paisaje a construir. Tal vez, haya que cambiar de chip también en la cabeza: si antes las tierras producían escanda o maíz; los castañeros, castañas; los bosques madera para muebles..., tal vez haya que plantearse seguir aprovechando lo que produzcan, aunque de momento sea precisamenmte todo lo contrario: maleza, artos, árboles enfermos... La famosa biomasa, por ejemplo, podría ser una buena forma de reutilizar lo que tenemos al alcance de la mano.

  4. El paisaje a compartir. El paisaje, con las comunicaciones recientes (con el nuevo concepto de espacio y de tiempo) está al alcance de la mano de todos, ciertamente. Pero no se van a destruir unos alejados, que no vemos (como se hizo tantas veces) para privilegiar (o desaprovechar) otro, el que es nuestro y nos duele. Por ejemplo, se gastaría menos en importar petróleo, se destruiría menos el Amazonas. En todo caso, seguiríamos aprovechando primero lo propio: porque no se puede pagar otro importado; y porque no vamos a reservar (o despreciar) lo nuestro para seguir explotando lo ajeno; así se esquilmó tanto en países hoy extenuados por el saqueo milenario consentido y maliciosamente programado por los más poderosos sin pudor.

  5. El paisaje del futuro. En fin, el paisaje lenense sería otro, al servicio de los lenenses otra vez: primero, partir de lo que tenemos; luego, completar con aquello de lo que carecemos. Vivimos en otro concepto del tiempo y del espacio: ni mejor ni peor que el que había (quitemos los adjetivos). Ahora toca éste: el que seamos capaces de seguir construyendo con ingenio y sabiduría milenaria. O destruyendo con tanta insensatez y depredación humana (más bien, inhumana, claro).

E) Desde el pasado al futuro, por los caminos de las estaferias, las esquisas, el trabayu de siempre en comunidad vecinal

  • Caún siempre fay lo que sabe y pue facer. Creo que un conceyu, pequeñu, sobre todo, podría vivir un poco mejor, si cada uno y cada una aporta lo que sabe y puede: no todos podemos ni debemos hacer lo mismo. Sería tiempo perdido, derroche de energías. En un reló no debe haber dos piezas iguales, ni siquiera con la misma función, y marca las horas puntualmente, sin ruidos, sin agobios. Como en cualquier bosque: hay muchas fayas, robles, mostayales..., pero iguales, ninguna. Lo importante es el bosque, el conjunto que cobija y da vida a tantos otros animalitos y plantas, musgos, yerbas...

  • Con las raíces comunales que siempre dieron vida a los pueblos. Pues como en un conceyu cualquiera: cada uno y cada una que aporte lo que pueda y sepa, sin que sirva de obstáculo a nadie. El vecindario se vería cobijado también por el conjunto, el pueblo seguiría creciendo a su modo en el espacio que le tocó adaptarse desde tiempo inmemorial. Los protagonismos sólo conducen a la situación vigente: bien a la vista están los resultados de la crisis. El sagrado trabajo de la esquisa y la estaferia comunal puede cambiar de formas, pero es muy antiguo y sirvió hasta la fecha.

  • El ejemplo de los mayores, el trabayu individual y comunal. Muchos valores fueron desarrollando los nativos en los pueblos más pequeño, sobre todo, en unos tiempos sin más recursos que el ingenio de sus mentes y sus manos: levantarse con la luz de la aurora, moverse desde el alba hasta el crepúsculo; con parte de la noche incluida tantas veces, al servicio de los animales, de las prestaciones solidarias al vecindario...

  • Fuerzas internas y fuerzas externas mucho antes del milenium reciente. Como era ejemplar aquella capacidad de silencio y de trabajo, sabiendo que a los vecinos (a los feligreses...) nadie les iba a regalar nada: sólo las capacidades desarrolladas (personales y comunales) les podrían servir para contrarrestar las fuerzas externas (los señoríos, el poder de las retorales, los privilegios nobiliarios, los abusos especulativos comerciales, ya muy antiguos también). Unos cuantos valores, sin fecha de caducidad tampoco hoy. Bien está recordarlo en un libro, gracias a la memoria de los mayores.

  • La glocalización creciente: el valor de lo pequeño, lo inmediato también. Cuando las comunicaciones se disparan en tecnologías, cuando los espacios se ensanchan y pierden límites, y cuando los tiempos se reducen por mucho que aumenten los km, tal vez vuelven las paradojas: a lo mejor, lo más sabio y económico resulta volver a valorar lo que tenemos al lado; productos "kilómetro cero", que se dice ahora.

  • Globalización y glocalización complementarias, por supuesto. Aunque sólo sea como complemento a lo que viene de fuera, o a lo que buscamos más allá de barreras y fronteras (que también hace falta tantas veces, por cierto), en ocasiones habría que comenzar por estudiar, investigar, programar, proyectar..., lo que fueron y son nuestros espacios habitados, lo que produce nuestro suelo, lo que somos capaces de construir en él; lo que podemos compartir para intercambiar, más allá de estas montañas también. Los espacios y los tiempos ya son otros, ciertamente: pues pongámoslos en comunidad traducidos al estilo del milenium, pero comenzando por la puerta casa. Un libro puede ser una estaya más en la andecha comunal: en esa milenaria andecha, lenese, sin ir más lejos. Como tantas otras universales, vamos.

En resumen: el libro recoge en esas 709 páginas (con esas 260 fotos) un poco de todo, aunque resumido. Si se hubieran incluido más contenidos y datos, las páginas serían muchas más también, con todos los problemas de edición, maquetación, gastos, precios... No se pudo hacer más por esta vez. Que otros u otras continúen la labor y que lo hagan incluso mejor: es la ley más natural de vida y de cambio. El progreso de verdad.

Con un par de reflexiones que otros practicaron antes en países diversos:

a) Dicen los bretones:

"El pasado debe ser
una fuente de inspiración
y no de imitación:
de renovación
y no de repetición"

b) O dice aquel proverbio oriental:

"La más larga andadura
siempre comienza con el primer paso"

c) Y tantas otras frases tan convenientes para estos tiempos de cambios, como más o menos fueron siempre, En palabras de Charles Darwin:

"No es el más fuerte de las especies ni el más inteligente el que sobrevive. Es el más adaptable al cambio".

d) Porque, en definitiva, como decía Nietzsche:

"La historia es el presente"

e) O, como podríamos traducir también:

"La historia es el paisaje"

pues el paisaje de Lena que contemplamos hoy, es el resultado (el producto) de muchos siglos de actuaciones humanas, animales, vegetales, de los agentes naturales, sobre este terreno habitado desde muchos milenios atrás. Tenemos lo que fueron y fuimos construyendo o destruyendo. Siempre estaremos un poco a tiempo, o por lo menos, de momento, para mejorarlo y seguir viviendo en él quién sabe por cuántos milenios. Pero, para ello, habrá que seguir cavilando, claro, y proyectando acciones consecuentes.

En fin, como fluye la vida misma, como fluye el río: siempre un mismo río, pero siempre con distintas aguas. Como fluye el paisaje en cualquier estación del año.

 

Y pensando de paso en todos aquellos
exalumnos y exalumnas
que supieron entender
el valor de nuestro entorno asturiano
más allá de notas,
evaluaciones y programas:
el valor de lo que tenemos alreor,
y que hemos de trabayar
como en las antiguas estaferias comunales,
para seguir progresando
entre los cambios de los tiempos.