Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

"El sentido primirdial de la palabra 'materia'
parece, en efecto, haber sido
el de 'corazón de la madera'...
la madera tiene el destino de una madre
porque engendra incesantemente"

(Mircea Elíade)


Los primeros rastrones de las ablanares

Árbol, buen árbol

"Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
te erguiste en desnudez y desaliento
sobre una gran alfombra de hojarasca
que removía indiferente el viento"
Hoy he visto en tus ramas la primera
hoja verde, mojada de rocio,
como un regalo de la primavera,
buen árbol del estío.
(José Ángel Buesa)

La primavera en un valle.

El lenguaje vegetal: por las flores y por las hojas los conoceremos...

Las hojas y las flores de un valle no brotan todas al mismo tiempo en arbustos, árboles, yerbas: ni mucho menos. Ni salen todas por las mismas fechas a partir del invierno. Poco a poco se empiezan a distinguir todas las plantas, como se distinguen los nombres del terreno (los topónimos) al paso del lugareño que los conoce, uno a uno, desde guaje. A la vista está que no todos los años las flores van brotando en las mismas fechas, sobre todo, en los tiempos que corren, cuando todo hace pensar que lo del cambio climático igual va en serio... El lenguaje botánico, que bien conocen en cada valle los lugareños.


Las cerezales más tempranas,
con el peligru de las xelás...

En la evolución de la flora del valle, desde las riberas de los ríos, a la cumbre de los puertos, todo depende de cómo haya venido el invierno: si no hubo frío, o muy poco, si no hubo nieves, o muy escasas, la primavera se adelanta bastante hasta mediados de febrero. En inviernos más duros y más cuerdos (de los de antes), las flores no salen hasta casi marzo. Cuando no hay invierno, se diría que también las plantas se desconciertan, y salen antes de tiempo. Como los páxaros, que hasta fayen los niales mucho antes de abril..., desconcertados los pobres también.

Pero en todo caso, el proceso de floración de un valle es progresivo, de abajo hacia arriba: de lo más templado a lo más frío. Entonces, cada especie botánica -árbol o arbusto- destaca de la vecina que tiene al lado: las hojas que despuntan más tempranas son las del xabú (el saúco), que pueden brotar muy pequeñas ya a comienzos de febrero; un árbol imprescindible antes para la farmacia casera. Por el mismo tiempo empieza el pláganu (pléanu, teyón, Acer seudoplatanus), muy apreciado antes para ciertos utensilios, aunque es de madera blanda y poco duradera. Y van echando ramaje tierno las chameras, las bilorteras, los umeros, las espineras...


La cirigüeña, la celedonia...,
pa las heridas

Flores y rastrones, entre algunas hojas siempre verdes del invierno

Las primeras flores que salen son las de las mimosas, bien visibles por sus tonos intensamente amarillentos, a poco que se amortigüen los rigores del invierno. Pronto empiezan a brotar también los ablanos y ablanares, cargados de rastrones (tipo de bastoncitos colgantes, 4-6 cm) entre anchas cepas ramificadas sobre los sucos , bajo las penascas, o enmadejadas por las xebes. Las ablanares brotan a veces a primeros de febrero. En las carbas más solanas, empiezan a despuntar también las flores amarillas de las érgumas: el toxo de otras zonas.

Es evidente, que entre la mayoría de árboles todavía deshojados, unos cuantos conservaron las hojas intensamente verdes todo el invierno: la yedra, los acebos, los carrascos, los pinos, los abetos, las encinas, el boxe, los peornos, las érgumas, los inabios, los terenos, los gorbizos y gorbizas, las urcias... Y otros, como los quexigos (un tipo de roble pequeño y montaraz) conservan las hojas secas hasta que nazcan los brotes de las siguientes: hojas marcescentes (que sólo se marchitan, pero no caen). Otras plantas se mantienen verdes en el sotobosque o en las carbas: venceyes, feleches, blime...


Las fueyas del caxigu, el quexigu (tipo de roble pequeño):
nun cayen hasta que broten las nuevas
(hojas marcescentes)

Comienzan las cerezales

Según la orientación de la ladera y la altura, se adelantan a destacar desde lejos las cerezales, con sus flores blancas y pequeñas, todavía sin hojas, entre unas ramas combeadas a poca distancia del suelo, distribuidas por cualquier mata, o aisladas en medio'l prau . Así, por marzo arriba, van salpicando de blanco las matas de castaño, las xebes, las carbas..., hasta el punto de extrañar la cantidad de cerezales que tenemos en el valle y que no percibimos una vez tupido ya el boscaje con otras muchas hojas.

Y es que la pesquisa de aquellas cerezales tenía su objetivo tan sólo unas décadas atrás: ojear las flores en primavera, para llenar el estómago en el otoño; había que pensar en el dicho: "el que a cerezas ha de andar, en marzo las ha de espiar". Todo un lenguaje suponían las flores y las hojas del arbolado, bien transmitido por los güelos a los nietos, de forma que fueran distinguiendo y localizando cada especie que le iba a hacer falta para sobrevivir fuera de casa. Había que vivir del medio y, sobre todo, calcular por las flores los frutos que se habían de comer después.


La cerezal floría

Las flores en orden programado: unas tras otras.

Poco a poco, desde febrero arriba, se iban oteando las flores del resto de los frutales: las nisales, también de flores blancas, como las cerezales, pero en unas canas mucho más delgadas y estiradas en altura; o las perales, incluso con hojas parecidas blanquecinas, pero más grandes y compactas entre intensas y tupidas hojas verdes, ya más cerca de las casas; las pescales, imposibles de confundir por sus flores rosáceas, aún sin hojas, en torno a las güertas, los güertos, o la misma corralá entre los portales. Quedaban las figares, todavía descarnadas, sin hojas, pero ya con diminutos figos como brotes pegados a las cañas.

Ya por mayo arriba (según el año), destacan de ladera en ladera los nozales , ya más robustos, con sus hojas menudas casi ocres; inconfundibles con los robles, de un verde éstos más claro y más intenso; asoman también espigados los abidules, en esta época temprana con hojas escasas y apagadas todavía. Y ahí están siempre las encinas, tan compactas que no dejan ver el tronco en la distancia, con su manto verdinegro todo el año.


Una de tantas plantas trepadoras
colgantes sobre las aguas boscosas del río Nareo

"En las mañanicas
del mes de mayo
cantan los ruiseñores,
retumba el campo.
En las mañanicas,
como son frescas,
cubren ruiseñores
las alamedas.
Riense las fuentes
tirando perlas
a las florecillas
que están más cerca
."
(Lope de Vega)

Completan el mosaico las espineras y piruyales : las unas, con sus ramas estrechas y alargadas, extendidas a modo de racimos sobre los setos, o agrupadas en manojos por las camperas; las otras, más prietas y encorvadas, cada otoño un poco más raras y envejecidas al lado de los senderos más soleados, lejos de la humedad y de los regatos, dispuestas a ofrecer las penúltimas peruyas .

Ya no se divisa el carapanal, confundido de lejos para casi todos con las perales, si no fuera por alguno que cada seronda se encuentra, muy de cuando en cuando; como aquél de La Cueva -sobre Ronzón- que, todavía, carga de carápanos, para enlazar así, con esa larga historia de frutales, más o menos asilvestrados, entre los caseríos de estos cordales. Hay carápanos en Aller, Sobrescobiu, Cangues d'Onís...

"De Campumanes pabaxo
ya florezú l'aspinera:
de Campumanes parriba
que floreza cuando quiera"
(dice la copla popular).

Aquellos imprescindibles frutales en las brañas.

Pues por las flores y las hojas de primavera había que llegar a las frutas de verano y otoño: no había fruterías ni fruteros para la inmensa mayoría.... Las frutas, por mucho que no lo parezca hoy, debieron ser imprescindibles en la vida estacional de las cabanas y las brañas, a juzgar por la abundancia de lugares llamados, por ejemplo, La Mostayal (en Las Matas de La Vachota, Coleo, Bovias de Xomezana, Chastras de Parana...). En la mayoría de los casos, las mostayales supervivientes visualizan, todavía, la parte botánica del topónimo: algunas, incluso, pegadas a las rocas.

Cuentan los vaqueros que los frutos rojos de las mostayas eran muy estimados por aquellos altos, toda la seruenda arriba: un poco farinosos , de sabor más bien seco, eran rebuscados por el monte y el matorral, en cuanto llegaban a ese tono, entre rojizo y anaranjado, con el que destacan del verde más apagado de las hojas.

No faltan en los mismos puertos lugares como Tresmorea (también en Las Matas), Vachi Morea (en Axeite, sobre Tuíza)...; y otros semejantes en pueblos más bajos, como Yana Morales y La Moral (Carraluz), La Moral (Herías), Las Morales (Fierros), Les Morees (Retrullés), La Moral y La Moralina (sobre La Pola, camino de Piedracea, donde sí hubo árboles moreras ).

Todos hacen pensar en las abundantes 'moras', de zarza en la mayoría, tan preciadas hasta hace poco, desde el verano hasta casi entrado ya el invierno. Los más privilegiados las tenían de árbol : todavía queda alguna frondosa moral ante las casas del Curuchu, en Xomezana'Baxo, en Salas de Campomanes, en Las Figares... Completaban la poco variada dieta frutícola de los pueblos y las cabanas: los bruseles, el fayucu, los arándanos, los miruéndanos...


Las érgumas

Las otras plantas en los mayaos de las cabanas.

Por otra parte, las plantas, como único recurso medicinal en los pueblos hasta épocas recientes, dejaron numerosos topónimos en los lugares que las aseguraban cada otoño: El Xanzanal (sobre Bovias de Xomezana), Chanzana Riba, Chanzana Baxo y Chanzarandín (mayaos sobre Cueva, en el Aramo); La Xistra (en L'Armitón, también en El Aramo)... Y tantos más: Malveo, La Malvea, Floracebos..., L'Oriégano, Xistreo, La Verbenosa ...

Por esto, hasta las mismas cabanas más altas de los puertos y las brañas se asentaron, en ocasiones, en lugares marcados con el nombre de las plantas. Es el caso de Los Meruxales : ladera de pastos en La Vachota, al sur de La Tesa, sobre la vaguada que desciende al Cheu y Lacosa. Dos núcleos de cabañas: Los Meruxales de Riba y Los Meruxales de Baxo (unas ocho, en cada uno).

El nombre de los mayaos se aprecia bien por el verano arriba, cuando empieza a florecer la abundante meruxa en torno a las cabanas, los veyares ; y, sobre todo, a la entrada de las cuevas bajo la pena (la peña), que sirven de cobijo a las cabras y a las oveyas. El abono de estos ganados, acumulado en el sesteo o en la pernocta, tal vez, unido a otros agentes del suelo calizo, produce espesas capas de una suave meruxa , que las vacas, sobre todo, gustan de alternar con las más duras yerbas del pastizal por estos altos.


Las flores de la mantega:
el paniquesu

"En las mañanicas
del mes de mayo...
Vístense las plantas
de varias sedas,
que sacar colores
poco les cuesta.
Los campos alegran
tapetes varios,
cantan los ruiseñores
retumba el campo".
(Lope de Vega)

También la meruxa tenía sus usos en las brañas

Con el fumo de la meruxa , también se daba el tinte negro que caracterizaba las madreñas fechas de casa : se prendía el borrón lentamente, se buscaba un par de gayos ..., y se daba el tono adecuado a las madreñas recién fechas. Como planta medicinal, la meruxa tampoco había de sobrar (a falta de otra "farmacia") a la relativamente abundante población que en los veranos se concentraba en las cabanas y mayaos de los puertos: la meruxa tiene propiedades espectorantes, analgésicas, antiinflamatorias..., por lo que se usó como remedio para el dolor de ojos y oídos, sobre todo.

En aquel entorno de los pueblos, se valoraba casi todo: hasta el intenso amarillo de los peornos, en contraste con el fuerte verde de las praderas, dio el nombre a La Floría : toda la fastera de peornales que desciende, frente a Los Meruxales, desde La Boca los Asprones al Cheu; un verdadero hedredón florido la mayor parte de primavera, verano y otoño arriba.

La propia voz de la meruxa está, en cambio, menos clara: ¿por qué se llama meruxa? El cotejo de otras lenguas pudiera aclararla también: tal vez, una designación metafórica, un parecido entre la hoja ovalada y puntiaguda, y la oreja del ratón ("porque sus hojas se parecen a las orejuelas de los ratones", afirmaba el médico y botánico griego Dioscórides).


Y las primeras flores del manzanal:
si se salvan de las xelás también.

De hecho, en distintas lenguas coinciden las referencias metafóricas de la meruxa al ratón y a sus orejas. Por ejemplo, en gallego, muruxa, moruxa , es un 'ratón pequeño'; pero en portugués, el mismo término designa ya nuestra meruxa ; es decir, la planta álsine, la pamplina ( Stellaria media Villars ), también llamada allí 'oreja de ratón', por lo que parece derivar del latín mas maris .

Por otra parte, sabido es que en nuestros pueblos, antes fue mur que ratón'. En vasco, la meruxa es " sagubedarr ", definida como 'yerba de ratón' asimismo; en francés, aureille de rat y oreille de souris ; italiano, orecchia di topo ; bretón, brignen logod ('gachas de ratón'), etc. Pudiera servir el parecido, la metáfora.


El romero

Hasta los cardos se aprovechaban

Algunas plantas, hoy tan poco gratas como los cardos , dieron lugar al nombre de toda una zona de cabanas y mayaos como La Cardosa (en Güeria, Quirós), La Yana'l Cardaal (El Cheu la Vachota), Cardeo, El Cardusu ... Según algunos vaqueros quirosanos, aquellos cardos azulados que florecían por el verano arriba se recogían con cuidado: se secaban, se trituraban o se molían en morteros de mano, y se daban a los animales en forma de harina. En ocasiones y en tiempos de hambre, la improvisada farina se utilizaba, incluso, en aquella precaria alimentación humana por los altos de las brañas: " facíanse farinas ".


El blime, la jartura les vaques:
(Scilla lilio-hyacinthus)

Orientarse por las plantas.

Hasta otras funciones ofrecían las plantas, si alguien las contemplaba. La observación de sus detalles en el monte servía hasta para orientarse en días de niebla, o en la frondosidad enmarañada de un sotobosque, del que no era posible encontrar salida. Bastaba observar la corteza del árbol o del arbusto: la más húmeda, la que tiene un mofo blanquecino o verdusco, la más oscura, la que se encorva buscando la dirección del sol..., es la que mira al norte.

A partir de ahí, el lugareño conocedor de su entorno ya encuentra la dirección del poblado, la casería, la cabaña.... Y por esto, incluso en la extensa pradera casi rasa (acongojante para el extraño), si hay algunos peornos, peñasco plantado o piedra suelta, el vaquero o la vaquera, entre aquellas nieblas, se perdían muy mal.


(los arándanos, ya floríos en primavera)

En otras ocasiones, en cambio, las plantas sólo se debían observar como nota contrastiva entre las peladas rocas de la altura: eso parecen indicar topónimos como El Vache les Roses y El Rosal, entre La Cardosina y La Campa'l Puzu del Aramo. En el mismo puerto, quedan La Floría y Los Floriales, con parecida función estética por aquellos altos escarpados, años atrás, bastante más duros para vaqueros y vaqueras. Otras veces, las flores serían esperadas con ilusión para el verano arriba, caso de las arandaneras, florías ya por abril, cuando el frío y las nieves lo permiten.

En fin, pero a veces, los nombres de las plantas se van también, al no dejar rastro ni en los topónimos. Es el caso de la vega hambre : planta de tallo bajo, parecida a la xanzaina , usada como medicinal; de ella, poco más se recuerda ya, que no sea el dicho: " ye más melu que la vega hambre ". Con ese nombre ya no se conoce la planta en algunos pueblos asturianos.


Los artos gavilanceros a puntu de brotar:
el escaramujo
.

NOTA: para un meyor conocimientu de los árboles asturianos, entre otros, se puede consultar el libru de Bertu ORDIALES y CÉSAR RUIZ, Guillermo (2007). Guía de los árboles d'Asturies. Ed Trabe. Uviéu.


Tras las huellas en el boscaje con nieve:
liebres, corzos, xabalinos, páxaros...

"Árboles abolidos,
volveréis a brillar
al sol. Olmos sonoros, altos
álamos, lentas encinas,
olivo
en paz,
árboles de una patria árida y triste,
entrad
a pie desnudo en el arroyo claro,
fuente serena de la libertad"
(Blas de Otero)


Los sanxuanes pa las quemaúras, pa las heridas...

Más sobre plantas asturianas

Y sobre plantas curativas

Volver a ÍNDICE de contenidos de la páxina