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El panchón allerano
(II)

Publicado en el libro: Andecha lenense.
A la memoria del profesor Juan García García

Coordinador del trabajo
Julio Concepción Suárez
Pola de Lena 1991

Para empezar, se pone a hervir el agua. Cuando empieza a bullir, se va echando la escanda con un poco de levadura, al tiempo que se va mezclando con algo de harina blanco, pues si no queda muy ahumado, duro y resquebrajado.

Para amasarlo, es preciso hacerlo envolviéndolo, de manera que siempre quede compacto: amasar de fuera hacia dentro y hacia el medio. Pero no hace falta sobarlo. Más tarde ya se le puede añadir un poco de sal.

Una vez amasado, se envuelve entre berzas como si fuera un bollo, pero quedando más bien levantado, sin aplastar.

Se deja fermentar un tiempo breve. Luego, envuelto en las berzas, se introduce en un pote, con el horno más bien fuerte y al rojo vivo. De cuando en cuando, se le van dando vueltas al puchero de modo que cueza por igual alrededor, hasta que se observe la corteza casi quemada.

Un poco más tarde, se le va quitando la corteza y desmigajando el meollo todavía caliente. Una vez desmenuzado en el mismo pote, se le pone azúcar a gusto de cada uno (como un kilo por tres de harina), y la manteca (como medio kilo: mitad cocido y mitad crudo). Si es necesario, se le añade un poco de agua para desleírlo mejor.

Ya para terminar, se calienta un instante encima de la cocina de leña o de carbón: hay que hacerlo despacio, y, si la cocina fuera de gas, al baño María.

Y, para comerlo..., cuanto más caliente, mejor que mejor.

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