Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

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El Puerto Cuayos:
Viguinatsarga, La Campa los Anxeles, Bezmuy, El Pedroso, Los Corralones...

Cuayos, El Puerto Cuayos, es una de esas brañas animadas buena parte del año: entre la primavera y casi el invierno otra vez, con frecuencia uno tiene la suerte de encontrar vaqueros alrededor de sus cabañas y ganados. Destaca la presencia de Pedro el de Céfero (Pedrín el de Samiguel de Río), con su espesa cabaná de ganao: entre xatos y vacas, casi un centenar.

Pedro, dando sal a las vacas y magüetas

Y entre yeguas, potros, garañón..., una buena yeguada también. Animan aquellas camperas otros vaqueros, siempre tan amables y hospitalarios, como Cuqui, Berto, Chuchi, Ito, Luciano, Demetrio, Antonio... Todo un placer caminar por Cuayos y aprender algo nuevo en cada viaje.

Gracias a estos vaqueros, se conserva una rica toponimia en aquellos altos, todavía (y de momento) lejos ruedas y motores campo através por las praderas, serpenteando a destiempo entre ganados tendidos plácidamente al sol. Y gracias a estos sufridos ganaderos, saboreamos nosotros tantas palabras semidormidas ya en aquellas esponjosas praderas, o casi perdidas entre los riscos y las breñas sobre las pindias palazanas colaterales.

Sin la memoria de estos lugareños de los pueblos (San Miguel del Río, Yanos de Somerón, Carraluz, Piñera...), se iría perdiendo todo un patrimonio etnolingüístico, etnobotánico, etnográfico..., que ellos nos transmiten desde tiempo inmemorial (desde muchos siglos atrás). Es la sabiduría popular que nos transmiten oralmente.

aparexando la caballera pa baxar al pueblu

El nombre de la braña se combina con aquellas espaciosas y sosegadas mayadas. Entre los vaqueros lenenses, cuayos son ‘pequeñas cuevas en las peñas que sirven de abrigo en las tormentas: sirven para atsugase, abetsugase, agospiase..., hasta que pase la farraspá. En otras zonas llaman cuayos a los pequeños corrales de piedra levantados en el monte para ‘albergarse’ también. Continuidad, sin duda, de las ‘cuevas’ de verdad.

buen toro de la braa

En el caso del puerto, el nombre no parece referirse directamente (o sólo) a las cuevas de las peñas, sino también a toda aquella sucesión de pequeñas depresiones calizas embudiformes, al modo de los jous entre los pastores de Los Picos de Europa.

Estas oquedades en un puerto llano y alto, suponen serias dificultades en días de nublina, pues, salvo para estos expertos del terreno, lo más fácil es perderse entre tantas pozas iguales, con tan pocos senderos y tan desdibujados por la pradera. Tal vez, de ahí le quedó el nombre de los covayos dispersos por toda la parte que da a La Vachota, El Chagu, La Mata... .

en cata d'alguna res pe las camperas

Todo un mapa de topónimos fuimos tejiendo por las sendas y camperas tras los pasos de Pedro y los vaqueros de Viguinacharga o La Chamargona: La Campa los Anxeles, El Vache la Muyerona, Bezmuy...; Y otros muchos mayaos, cantos, riscos, penas..., fuimos contemplando encaramados en cualquiera de aquellos altos, al par de un sabroso bocata y del agua cristalina en la cantimplora: El Negrón, El Cabril, Pena Cabrera, El Pedroso, Los Cuadros, El Fasgar, La Cruz del Ciegu, Los Corralones...


Aprendiendo algo del vaqueru...

Revolotean en el aire puro de aquellos bucólicos altos muchas páginas orales con historias de vaqueros y vaqueras, siempre a medias con los pastores y los pueblos leoneses al otro lado de las cumbres cimeras (Cacavietsos, Caldas...); o de tantas chalgas (las ayalgas del oro y los tesoros), que fuimos afilvanando al mor del fuiu en la cabana, en días de nublina secando la moyaúra a la lumbre del tsar del suilu.

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A la puerta la cabana...

Destaca La Cueva Viguinatsarga, en la que todavía resuenan hoy las gacetas de supuestas ayalgas y tesoros escondidos en las entrañas de la pensaca. La verdá ye que -según paez- naide se fexo ricu, pues los vaqueros siguen tras las cabanas y las vacas -nos comentan algunos resignados.

La vida diaria, siempre de camino entre los pueblos y las brañas

En fin, toda esta zona alta de Valgrande fue lugar de pastos veraniegos aprovechados por los vecinos del Güerna y del Payares hasta los últimos rincones del hayedo que ofrecieran unos palmos de pradera y lugar para levantar cabana: El Barral, Las Rubias, La Carbazosa, Coleo, Pedrocano, La Viyiriza, El Fabarín, Los Mestos, La Vegalmur, El Ventanusu... Recuerda, por ejemplo, Luis González (de Piñera Baxo) cómo, siendo él guaje, hasta L'Ablanea actual estaba poblada de vaqueros de su pueblo: el tíu Bautista, el tíu Pedrín, los de Celestino...

Hay que sumar los otros vaqueros que subían desde Samiguel del Río, El Nocíu, La Malvea... Todo un paraje brañero (ahora tupido de cemento, asfalto, maquinaria de la Autopista...), que suponía parte de la vida económica para muchas familias lenenses: se obtenían mantegas, cuayás, utensilios de la madera, madreñas, productos leoneses al troque... La vida real de los pueblos tan sólo unas décadas atrás.


La vuelta de la cabana a casa...

"Sobre todas las tierras es mejor la montaña
de vacas y de ovejas non hay tierra tamaña
es de lino e de lana tierra mucho abastada
de cera sobre todas buena tierra prouada".
(poema de Fernán González, siglos XII-XIV).

Los montes comunales,
por F. Tuero Bertrán

"Los montes vecinales en mano común se vinieron disfrutando de forma pacífica hasta que a partir de la década de los cuarenta, al crearse el Patrimonio Forestal del Estado, los ayuntamientos procedieron a consorciarlos como montes municipales, bien comunales o propios, e inscribirlos con tal carácter en el Registro de la Propiedad, con lo que se privó a los pueblos del aprovechamiento de los bienes que históricamente les correspondían y venían usando desde tiempo inmemorial...

Ello dio motivo a represalias campesinas, que se resistieron, ya con procedimientos judiciales, ya con métodos más contundentes como los incendios y quemas de montes, lo que viene a demostrar el interés decisivo de los vecinos sobre todo por sus pastos para el ganado.

Reconocidos jurisprudencialmente como una propiedad que no pertenece al municipio, sino a los vecinos como núcleo social..., se encuentran actualmente regulados por la Ley de 11 de noviembre de 1980 que atribuye a los vecinos su titularidad, gestión y administración, sin ingerencia alguna del órgano administrativo municipal" (Francisco Tuero Bertrán)