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Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

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Conclusiones:
las brañas, otro patrimonio en paro

Una región que no aprovecha la experiencia del patrimonio que dominan sus ciudadanos, que no invierte en conocer su entorno, no puede tener larga andadura. Con la transformación o el abandono de las brañas, con los vaqueros mayores que no vuelven a las cabanas, con los pastores que no siguen ya a los ganados en torno a las mayadas, se va de estas montañas una buena parte de la cultura rural asturiana, y una ocasión para aprender sobre el terreno.

Minuciosas observaciones sobre el entorno, costumbres, estrategias, toda una forma pensar, de entender y de utilizar el entorno, van quedando silenciadas, dormidas para siempre en cualquier rincón de las montañas, que deja de nombrarse con el topónimo autóctono.

Mucho podemos aprender de las estrategias de brañeros y las brañas para sobrevivir en su propio medio, durante más de 2000 años. Se podría actualizar este patrimonio y volverlo productivo en el verano, otra vez. Y, a lo mejor, en el invierno también.

A modo de ejemplo, aulas de la naturaleza, salas de exposiciones, donde se nos explique en video, en CD o en internet, el nacimiento de nuestros ríos, la arquitectura de las cabañas, los nombres de cada planta, los tipos de arbustos y arbolados, los frutos del bosque en el otoño, la riqueza ganadera, los productos alimentarios lejos de casa, las costumbres animales, los oficios artesanos del hayedo...

Hasta disfrutaríamos mejor de los caminos a Castilla, de los romances extremeños..., de los nombres que dibujan sabiamente cada rincón de una montaña, de los parajes más vistosos, o de los picachos cimeros donde la vista enlaza las cabañas con el mar.

Serían imprescindibles muchos trabajos toponímicos y etnográficos para recoger e interpretar todo este lenguaje rural, que con tanta precisión describe muchos siglos de supervivencia obligada, pero inteligente, la mayor parte del año, lejos de la casa y del poblado.

En muchos casos, ni siquiera vamos a llegar a tiempo.
En este sentido resultan ya hoy de gran valor documental las minuciosas descripciones de las costumbres y toponimias que hace Guillermo Mañana en torno a Los Picos de Europa, Los Beyos, El Colláu Zorru...

Creo que en este momento regional asturiano, por la seriedad científica y biblográfica demostrada en tantos años, el RIDEA sería el cauce adecuado para esta apasionante labor de investigación y de proyección hacia le futuro: aquel trabajo de inspiración y de renovación que sabiamente nos recuerda el dicho de los bretones. Una buena labor didáctica.

La riqueza de la interpretación popular, a pesar de los cambios
En fin, los vaqueros, con tanto tiempo para cavilar en las brañas, nos dejaron una rica, exquisita, variada, imaginativa, descripción de cada escondrijo de su braña: palmo a palmo, cada rincón de una mayada tiene un nombre descriptivo de sus funciones de antaño, en relación con 'el agua, la orientación al sol, el tipo de yerba medicinal, la distribución para el ganado menor y mayor, los lugares de ocio...'

Pero al reinterpretar raíces prerromanas de sus antepasados, a las que no encontraban ellos sentido ya en época romance, lo que hicieron fue transformarlos tanto que nos llevan tiempo ahora en limpiar de imaginaciones el sentido primero de los pobladores en los altos. Labor no fácil: pero compensa esa reinterpretación constante del entorno.

Lo que son las paradojas: La Barcelona lenense y la ciudad catalana
Especial valor tiene el caso lenense del Préu la Barcelona: finca que se encuentra subiendo a los altos de Braña y La Vega'l Puzu, por el camino sobre Fresneo y Fierros.

Desde una *barcenona, una bárcena grande (prerromano *bar ('vega, agua'), que dio el citado *bar-ka > *barga..., lugares fértiles con agua), se llegó a La Barcelona, por simple disimilación esperable entre las dos nasales /-no-na/, convertida la primera en líquida /-lo-na/. Así sonaría mejor.

Nunca sabremos ya, si el topónimo lenense supuso una interpretación de la raíz prerromana por influjo de la ciudad conocida, o si la misma ciudad catalana debe el nombre al mismo origen lejos de todo pensamiento en Hamilcar Barca alguno, como frecuentemente se oye. En todo caso habría que interpretar los dos con la misma medida.

La misma circunstancia lleva La Reguera Vigo, El Préu Aragón, La Yana Chamartín, el mismo río Lena (irlandés y ruso)...: tal vez cada uno con la misma referencia que llevan esos mismos nombres en regiones y ciudades famosas tan alejadas de estas montañas. Y algo semejante habría que decir del puerto allerano de La Valencia, sobre Felechosa.

Extracto del artículo publicado sobre este tema:
CONCEPCIN SUREZ, J. (2002).
"Costumbres vaqueras en las brañas lenenses ",
en Etnografía y folclore asturiano:
conferencias 1998-2001
(pp. 75-119).
RIDEA. Oviedo. Ver Bibliografía

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