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"En el origen, todos los nombres tenían un sentido, una función utilitaria, recuerdan una historia: 'la fuente fría', 'el hombre muerto', 'el roquedal del oso'. Con el uso del tiempo, el sentido primero de muchos de ellos se ha perdido, olvidado, se ha vuelto incomprensible, ha sido transformado, reemplazado por otro.

Resulta entonces difícil de reencontrar, sin riesgo de error, su significación primera. Pero la fidelidad a nuestras raíces vale bien la pena intentarlas".(Marcellin Berot).

 

La Bisbitera del Acebalón

El género femenino en toponimia

"Si quies cantar bien, nena,
y tener la voz delgada,
beberás agua serena
del río Nalón de Pravia"

(Recogida por Natalie Fernández).

Las aguas fecundas: llagunas, llamazugas

Las mismas aguas de los ríos tienen muchas sonido femenino: río Lena, río Güerna, río Narcea, Navia, Sella, Güeña, Nora, Pigüeña, Piloña, Dobra, Deva... Y en otras hidronimias regionales: río Bidasoa, Besaya, Nansa, Saja, Pisuerga, Esla... Varios estudios aluden a la divinización femenina de las aguas. Muchos topónimos asturianos en este campo.

Y es muy claro el caso de tantas aguas que brotan a raudales, o a borbotones, en forma de surgencias: La Fervienza, La Saliencia, La Salencia... (raíz indoeuropea *sal-ia, 'corriente de agua'), La Farfada, La Bisbitera... Y tal vez, deformaciones como La Escelencia (en los altos de Laviana).

O de tantas ciénagas y lamas: llamas, llamargas, llamazugas, riegas, regueras, fontaniellas..., que inundan nuestras montañas en ciertas épocas del año sobre todo, origen de tantas Llamas, Las Tsamas, Tsamaraxil, Tsamaradal...

Pues son muy fecundas las llagunas de temporada: primero, sirven de abrevaderos, concentran animales al sesteo; y luego, al secarse o bajar sus aguas, producen una espesa y abundante flora y fauna en sus alrededores; las llagunas son esperas de caza, reencuentro con ganados extraviados, etc.

"Al tsugarín d'Escanlares
tsáman-y montaña fría;
malyaya l'agua que cuerre
¡qué bonas rapazas cría!"
(popular)

Riegas, tremas, fuentes...

Algo parecido ocurre con las riegas: son más bien riachuelos de temporada, más anchas, más estables, más abiertas y soleadas que los regueros. Y mucho más amplias que un riegu: simple conducción de agua ocasional, que se hace para regar una finca (una presa, según las zonas).

Por esto, en el verano, ya sin aguas caudalosas, las riegas producen una abundante yerba espesa, verde y tierna en sus riberas, que sirve de alimento a los ganados, una vez agostados los pastos en las camperas. Muchos lugares hay llamados Las Verdes, Ribiecha, La Ribaya... Los regueros, más sombríos, cerrados, boscosos, son bastante menos preferidos por los ganados.

Y lo mismo habría que decir de las tremas, tremonas, trieldas... Estas zonas húmedas (tremedales) al ritmo que van secando en el verano, van produciendo una variada flora de plantas aromáticas, yerbas tiernas, esponjosas, siempre verdes, suculentas..., muy codiciadas por los animales, a medida que va agostando el pastizal. Insoslayables lugares de espera y reencuentro también.

"Corrientes aguas, puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado, de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno..."

(Garcilsaso de la Vega)

"Los ríos corren en una sola dirección.
Todo lo arrastran, todo lo pulen y lo cambian.
Si se arroja uno aguas abajo,
es difícil, cuando no imposible, volver atrás.
Los ríos tienen la cualidad irreversible del tiempo humano" (Carlos María Domínguez).

La madre del río, la madre'l agua

Hasta donde nacen, brotan o se juntan los ríos, llevan nombre femenino: La Madre'l Casañu, La Mecedura de los Ríos, La Fontona... Y si no había nombre, femenino se le inventaba: La Fuente la Nalona, La Fuente Alba, Las Fuentes del Narcea, La Fuente'l Nacimientu, El Madrigal...

O la misma ciudad de Madrid (¡quién lo diría!): lugar de abundantes acuíferos y corrientes subterráneas, como bien saben los constructores madrileños.

En los pueblos también llaman madre'l agua a esa presa, o riegu anchu que se hace transversal en los caminos, allí donde, por inclinación natural, las aguas tienden a cortar rectas o verticales ladera abajo: así, l'agua tien que dir per so madre, se dice a alguien cuando se opone a que, en época de abundancia, las aguas inunden su finca por tendencia propia.

Por otra parte, las rías también parecen vistas como más productivas que los ríos: amplias, espaciosas, tupidas de plantas en las marismas, con pastos alrededor y por el medio a veces.... Es el caso de topónimos como Riabona, Riafrecha, Riaña...: rías buenas, rías quebradizas, rías pequeñas..., según los casos. En sentido paralelo están ribayas y ribayos.

Muchas raíces para el agua en toponimia

Extraña en ocasiones que una inmensa mayoría de lugares lleven las raíces del agua: prerromanos, en su mayoría, o latinos y latinizados después (*ab-, *ap-, -eis-, *-is, *sal-ia-, *-on-n, *onn-a-, *nar-, *dubr-...; a-güer-, rivum...). Y no es una razón facilona para salir del paso. Si nos remontamos a mil, dos mil, cinco mil..., cien mil..., un millón... de años atrás..., la perspectiva sería otra: localizar lugares de agua supondría asegurar en buena parte la alimentación todo el año; localizar manantiales, lagos, lagunas, neveros en verano, ríos, rías, desembocaduras espaciosas al mar....

La razón era evidente: en la montaña, en torno al agua, se concentran a diario los animales salvajes, las aves, la caza...; esperar que llegara la tarde suponía la ocasión para la caza: animales muy jóvenes o muy viejos, heridos, ranqueantes..., serían presa fácil para los humanos; en consecuencia, asentarían sus poblados, cabañas..., en torno a lugares que aseguraran concentración de animales en cada época, de media ladera a las cimas de las montañas.

Ya en invierno, ladera a bajo, en las cuencas de los ríos, o junto a las mismas costas del mar, el proceso sería parecido: obligados a bajar con las nieves, la pesca aseguraría en parte peces en los meses más duros del invierno (salmones, truchas, anguilas...); el alimento invernal. De ahí lugares llamados Pescandi, La Pesquera, Pescaréu, La Centollera...

Siguen en importancia al agua por otras referencias, la altura (muchos cientos también), el bosque, los arbolados diversos, la naturalea del terreno, los lugares estratégicos para la vivienda, las divinidades, los mitos, los espacios para cultivar, los pastos para el ganado, los frutos y frutales... Pero, entre todos, por estadística elemental, destaca la referencia al elemento primordial: el agua. El lenguaje universal del suelo, una vez más, como simple conocimiento del medio, de la vida, de la historia de cada pueblo.

"Sé agua, amigo,
Vacía tu mente.
Libérate de las formas.
Como el agua.
Pon el agua en una botella,
y será botella.
Ponla en una tetera
y será la tetera.
El agua puede fluir...,
o puede golpear"

(Bruce Lee)

"Un río es un relato que fluye.
Un lago es un relato detenido.
Una montaña es un relato inaccesible"
(Juan Villoro).

En cita de Eutimio Martino, sobre la importancia del agua en toponimia:

"Cuán fuertemente  intervienen los nombres de los ríos en la producción de los nombres de lugar ingleses. Así comprendemos la declaración de un investigador inglés, de que el estudio de los nombres de lugar es imposible sin el estudio simultáneo de los nombres de los ríos.

Si se piensa, además, en el alto porcentaje  de los nombres de persona que se remontan a nombres de lugar, se ha de colocar muy alto la importancia de los nombres de los ríos para el conjunto de la ciencia de los nombres propios" (2013, p. 358)

Extracto del artículo publicado sobre este tema:
"El género femenino en la toponimia de montaña asturiana",
en Etnografía y folclore asturiano: conferencias 1998-2001 (pp. 53-75).
CONCEPCIÓN SUÁREZ, J. (2002).

RIDEA. Oviedo). Ver Bibliografía.

"Los ríos son un símbolo de lo inesperado:
uno tiene que entregarse al río,
que lo llevará a sitios desconocidos.
Los ríos representan, para un país,
la primera posibilidad, la más temprana,
de ser explorado"

( Paul Theroux )

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