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El perro flaco
Poema escuchado por
Vidal González
a Ana María Fernández
(noventa y pico años).Cazando un perro flaco,
parecía andante esqueleto:
cuando menos se cataba,
un lobo lo tenía preso.Aquí de sus clamores,
de sus llantos y sus ruegos.-Decidme, señor lobo,
qué queréis de mi cuerpo,
si no tiene otra cosa,
más que pellejos y huesos.-Dentro de quince días
casa a su hija mi dueño.
y ha de haber para todos
arroz y gallo muertoQuedaron convenidos,
y apenas se cumplieron
los días señalados,
el lobo busca al perro.Estaba en su casa
con otro compañero,
llamado Matalobos,
mastín de los más fieros.Salieron a recibirle,
y al punto que le vieron,
ya bajaba Matalobos
con corbatín de hierro.No era el lobo persona
de muchos cumplimientos,
y así por no gustarlo,
cedió de su criterio.Huía el lobo y le llamaban,
mas él iba diciendo:- "Hasta los niños saben
lo que es de mayor aprecio:
que vale más pájaro en mano
que por el aire ciento".La cigarra
Poema escuchado por
Vidal González
a Ana María Fernández
(noventa y pico años)Cantando la cigarra
pasó todo el verano,
sin hacer provisiones
allá para el invierno.Los fríos la obligaron
a guardar silencio,
a cogerse al abrigo
en su aposento estrecho.Habitaba la hormiga
allí tabique en medio.Con mil expresiones,
atenciones y respeto,
una mañana le dijo:-Doña hormiga, usted que tiene
provisiones para el invierno,
prestad alguna cosa
a esta pobre cigarra
que cantaba en todo tiempo
a todo pasajero,
sin cesar un momento.-Dime, pues, holgazana:
¿qué hacías con el buen tiempo,
más que cantar alegremente?
Pues, ahora que yo como,
baila y pasea tu cuerpo.
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