Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

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VACHE ZUREA,
VATSE ZUREA,
Valle Zurea

El pueblu, las caleyas...

Aldea de la parroquia de Zurea (Lena), situado a la falda y al abrigo de La Pena Chago, en una vaguada soleyera del terreno en las mismas riberas del río Ruteso a su paso bajo Los Asprones. Dista 10,9 kms. de la capital del concejo, y se sitúa a unos 650 ms. de altitud. Tiene 37 habitantes censados. Nunca Valle de Zureda, entre los nativos.

A juzgar por los nombres del chugar, el pueblo fue antes villa (en el uso romano 'casa de campo, explotación agraria'): por esto se llama Encimalavicha al conjunto de casas cimeras del lugar, solariegas, con correor y, una vez más, bien orientadas al saliente.


(rabil en miniatura,
con el arte de José Ramón Redondo)

La memoria oral del pueblu, aquella tarde de invierno tomando el sol nel puyu ente las casas más fonderas

Pronto los vecinos y vecinas del pueblu con quienes topamos nos adelantan la tradición muy viva de sus mayores: que el pueblu fue destruido por una valancha (alud) que descendió de los altos de La Pena Tsago, de Las Yedreras por El Fuixu; el caso es que la valancha arrasó las casas del poblado, antes más al centro que están hoy. Según esta voz oral, sólo quedaría Cimadevicha, protegida a un lado.

Y continúa la voz: una vez reconstruido el poblado, las vivientas se fueron levantando con más previsión en los laterales de la vaguada y en la pendiente, tal como están ahora, de modo que no las volviera a llevar otro alud; los espacios más centrales quedaron para el cultivo, las güertas actuales. Nos dicen estos vecinos y vecinas en grata esquisa improvisada.

Ciertamente, como en todas las leyendas, algo ha de haber de cierto por remoto y anecdótico que parezca; pues, como veremos más abajo, no sólo hay una, sino varias leyendas en torno al suceso legendario. Pero tal vez no se trate sólo del pueblu de Vatse, sino de un primitivo poblamiento a la falda de la peña, que daría origen con los siglos a dos pueblos distintos: Zurea, en la margen derecha del río Ruteso; y Vatse, en la margen izquierda.

Pero en sus orígenes, un remoto asentamiento prerromano descendido a los castros y castietsos tan abundantes en el contorno como atestiguan los topónimos: El Castiitsu, El Questru las Coronas, Cuerras, Las Corotsas..., y algunos más (ver más abajo; y ver Zurea).

El palacio y la capilla

Con estas referenecias toponímicas, el núcleo de referencia base del poblado ha de ser la posesión que ocupa el actual Palacio de los Mendoza (justo bajo Encimalavicha): conjunto señorial conservado, con la Capilla de San Julián, que otros dicen Capilla de la Encarnación.


(y el molín en miniatura también,
pero al completu, de baxo arriba
José Ramón Redondo)

La estructura palaciega actual hace pensar en un poblamiento desarrollado en torno a un señorío: bien recuerdan los vecinos que el palacio llegó a tener él solo 306 fincas en propiedad, por las que los llevadores pagaban las rentas en escanda.

El patrimonio artesanal

Destacan en el patrimonio rural de Vache el rabil y el molín del Pereo, tal vez El Molín de Bernaldo; y otro más arriba, hoy sin restos ni nombre en la memoria de los mayores; por cierto. El Pereo es 'lugar de abundante y buena piedra caliza', como se encargan de asoleyar los edificios actuales. Sigue funcionando el molín, bien conservado con su presa l'agua, moxeca, rexa, canalexa, fusu, muelas, tracalexa... Se recuerda el telar del Palacio, traído allí desde Zurea según reza la puya:

"Avisay a los del Fuixu
que madruguen a estorgar,
que pasan Braulio y Rosalía
pa Vache con el telar"


(ejemplo de telar,
en el museo de Porrúa)

Y se recuerda en Vache el batán: bajo El Palacio, entre El Molín y La Puente Baxo, estaba El Batán (según otros, El Pisón), aquel desaparecido artilugio que se movía con las mismas aguas del río Ruteso, para abatanar todo tipo de tejidos caseros (sábanas, sábanos, mantas, cobertores...) que, una vez suavizados, salían listos para el ajuar y el uso de la casa..


(detalle del telar,
en el mismo museo de Porrúa)


El trabayu paciente
la moza texeora
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La iglesia y la capilla'l Breu

A pocos metros de Vache está La Capilla'l Breu: un pequeño edificio en piedra, con señas evidentes de varias reconstrucciones en el tiempo, pero con varios frescos conservados todavía, aunque ya en deterioro, sobre la rústica bóveda del techo.


batán en miniatura,
pa abatanar la tela del telar
(de José Ramón Redondo)

Existe la voz popular de que La Capilla'l Breu fue lugar de albergue en el camín real por esta ladera oeste del Güerna. Hoy el pueblo de Vache dispone de algunas casas reconstruidas por el llamado turismo rural: casas rurales, apartamentos rurales....

No obstante, en torno a la capilla y la ilesia del Breu sólo queda la voz oral: los documentos parecen muy escuetos y poco concretos; una vez más, la historia real de los pueblos pequeños está por escribir. Sólo la memoria de los mayores nos sigue haciendo de biblioteca oral más de fiar, aun tomándola con lupa, claro, después de tantas reinterpretaciones en la trasmisión boca a boca de güelos y güelas a nietos, fíos y nietas.

Con la memoria de aquel paisano, más de un siglo atrás, siendo él guaje

Hay mucho que desmontar de los documentos: ni mucho menos cuadran con la memoria oral, aunque deben sumarse, complementarse.... Recuerdan con claridad los vecinos y vecinas de Zurea reuníos (algunas muyeres con ochenta y muchos años...) lo que contaba un paisano que murió sobre 1970, y había nacido sobre 1880-90...

Les decía el güilu a los fíos, nietos..., que la iglesia del Breu estaba justo donde hoy la cuadra de Dorín: una iglesia bastante grande, con las tumbas bien visibles alreor (el cementerio); todavía se pueden ver bajo el cuchiru actual; eran unas losas de cantu y largas, delante de la iglesia (la cuadra ahora).

A la iglesia'l Breu venían a misa los de Tiós y se enterraban también allí (la voz está muy arraigada, y la cuentan con fluidez estas muyeres mayores, citando al güilu de sus años mozos). Una desgraciada mañana –les contaba con pena el paisano- alguien vino diciendo a Zurea que se había derrumbado la Iglesia’l Breu: los vecinos fueron a verla y se llevaron un gran disgusto; estaba hundida.

Y aquí estaría el origen de la capilla: para salvar los santos y las santas, se levantó la pequeña capilla actual, que no existía antes, pues no la recuerdan frente a la Iglesia ni el cementerio. Sólo se levantó pa meter los santos... -dicen seguros los vecinos-

El famosu arguexu que tsevó'l pueblu

Como se apuntó más arriba, circula una leyenda sobre Vatse: que un arguexu se llevó por delante las casas bajo las peñas, y que los vecinos levantaron el poblamiento nuevo, un poco más separado de las pendientes, en el emplazamiento actual; al final del valle, ya a la falda del boscaje, pero sabiamente separado de los peligros de las peñas.

Pero aquí ya hay que unir muchos más cabos, pues ni Vatse ni Zurea son zonas de argaxos: no recuerdan ninguno en estas laderas, ni siquiera bajo La Pena Tsago. Sí recuerdan las valanchas de nieve, y sólo en una zona: justo la que desciende al Breu y La Viña, un poco a la derecha del pueblu actual de Vatse, por tanto.

Por ello, habría que remontarse a una estructura verbal legendaria frecuente en una buena mayoría de pueblos aquí y mucho más allá del conceyu: en numerosos tsugares a la falda de las pendientes bajo las peñas, siempre expuestos a las valanchas, aines, ébanos, argaxos de nieve y tierras, pedreros que se deshacen, con los rayos sobre todo...

En fin, una trama oral de leyenda, pero casi siempre con un punto de verdad remoto: que en el asentamiento del primer grupo humano en la zona -prerromano, por supuesto, celta, indoeuropeo, preindoeuropeo...-, el espacio elegido hubo de ser modificado sucesivamente, hasta encontrar el lugar adecuado libre de los peligros.

El aprendizaje por el sistema del acierto / error, que practicó hasta la pretendida ciencia más rigurosa actual: los pobladores primitivos, con su inteligencia espacial y observación milenaria sobre el entorno, iban cambiando el asentamiento de sus corras, cabañas..., hasta situarlo definitivamente donde está hoy. Libre de argayos, valanchas y rayos...

La inteligencia de los nativos, una vez más en la construcción del paisaje habitado

Se observa esa inteligencia espacial con detalle en el emplazamiento estratégico de las cabanas actuales de los puertos por los mayaos de las brañas: las cabanas, los veyares..., están a veces, en apariencia, en lo peor de los mayaos, pero libres de todo peligro; y, si hubieran tenido algún percance, no cabe duda: los vaqueros habrían levantado de nuevo la cabana en sitiu mejor. Tal era su capacidad de adaptación al medio: y qué remediu, claro...

En definitiva, la leyenda del argexu que llevó el pueblu de Vatse sólo ha de ser una versión más del sucesivo emplazamiento que hubieran sufrido las primeras corras, una vez que los primitivos pobladores de los castros y los castietsos fueran descendiendo con los siglos y milenios, desde las cumbres de Tsago, L'Aramo, La Cobertoria..., hacia las laderas valles abajo.

La toponimia megalítica, celta, castreña lo confirma sobre el terreno hoy mismo: El Curutsu, Las Corotsas, El Questru las Coronas, El Castiitsu, Cuerras, La Cobertoria, Los Fitos, Campalasoma... El lenguaje toponímico es muy preciso aquí.

Entre argaxos y valanchas, algo habría, bien puede ser cierto

Por tanto, las palabras pueden estar traducidas por los propios nativos: entre argaxos, aines, ébanos y valanchas las diferencias son pocas. El caso es que la leyenda de la valancha se confirma, en parte, con la memoria de una paisanina de Zurea ya fallecida hace unos años.

En sus últimos tiempos de vida, ya muy mayor y descoordinada por desgracia, repetía cada poco obsesivamente una frase que puede ser la clave para el supuesto argayu que arrasó Vatse. Sólo supuestu argayu y sólo suspuestu para Vatse, pues puede que haya sido para los dos pueblos -Zurea y Vatse- , tal vez unidos antes en el nombre. Esto nos llevaría muy lejos aquí, pero no será difícil de afilvanar...

Resumiendo la muy oportuna memoria suelta de la paisanina: el caso es que ella repetía cada poco a solas y en voz alta pa los vecinos de las caleyas, o para sí misma, sin que nadie la oyera:

“¡Alfredo, Alfredo... que Alfredo tá conel sombriru despidiendo a Zurea, que lu acaba de tsevar una argaxá...; miray, miray..., que desapaizú'l puiblu antiru de Zurea, y Alfredo ta despidiéndolu desde casa conel sombriru; con el sombriru lu ta despidiendo...”.

Y lo volvía a repetir la paisanina entre asustada y contando con los brazos al aire la actitud de Alfredo con el sombriru despidiendo al pueblu de Zurea, ya desapicíu baxo una gran argaxá.

Con una primera crítica, claro: si Alfredo está despidiendo al pueblu de Zurea que lu llevó un arguexu, y él mismo está en Zurea saludándolu tranquilamente: ¿cómo se va a referir al pueblu de Zurea, sin que él no hubiera desapaicío tamién...?; imposible que quedara vivu y tan tranquilu. Será que más bien se refiere a un pueblu de enfrente, el de Vatse antiguu, por ejemplo, que ye el que se ve desde Zurea, justo enfrente, bajo La Pena Tsago. Esto cuadraría un poco mejor.

La otra leyenda de los pitinos y la pita en la maniega de la valancha de Tsago...

Siguiendo con el tejido de la leyenda. La paisanina usa la palabra argaxá, pero los vecinos y vecinas zureanos mayores reuníos dicen que yera cosa della, pues nunca recuerdan argaxos notables en estos valles. Lo que sí cuentan es otra leyenda que pudiera matizar la voz argaxá, y más bien fuera valancha de nieve de La Pena Tsago.

Así, cuentan con gracia una leyenda más clara y acorde sobre el terreno: que, fay munchos años, una gran valancha de nieve bajo de La Pena Tsago sobre La Viña y El Breu; arrastraba todo lo que encontraba al paso, hasta que topó una maniega con una pita y una potserá de pitinos dientro; la valancha siguió ladera abaxo -continúan las muyeres el relato-, pero la maniega nun sufrió ningún dañu, pues quedó justo flotando sobre la nieve; y los pitinos llegaron al Breu intactos con la pita dientro, justo hasta la yanina de la Iglesia'l Breu, onde paró la nieve. Lo consideraron un milagru, y lo recordaron para siempre.

Con la cronología de los nombres pendientes: ¿quién sería primero, Zurea o Vatse?

Es decir, y terminando por ahora: la destrucción de un pueblu -el que sea- está en la leyenda, y parece sobre la vertiente de Vatse, ciertamente, aunque no haya sido de argexu de tierra, sino más bien valancha de nieve; detalles mínimos en diferencias, pues las valanchas casi siempre baxan tierra, piedra, broza...

Para sacar conclusiones, habría que investigar un poco más la cronología de los nombres, pues el nombre de Zurea, como tantas Zoreras, Zoreas, Azoreas, el bosque, el castilllo de la Zorea, ... –las famosas açoretas, çoretas, zoretas, azoretas..., medievales-, parece anterior a un simple valle, vatse, mucho más genérico.

Es decir, un nombre referido a los azores (las aves de la cetrería medieval) podría haber designado toda una zona boscosa, mucho antes que el suelo concreto del poblado actual: un bosque espeso de caza (los azores, los ferres, que lleva en la etimología). Pero con otros animales de caza también, como describen lugares como L'Escuchaíru, El Cuitu Tsobos, Porciles, Valporquero, Las Purquerizas, Valdesquilos... (lugar de escucha y vigilancia de los tsobos, lugar de xabalinos, de esquiles...).

Por tanto, el nombre cinegético se aplicaría antes a toda la zona de estos valles muy boscosos hasta hoy mismo: Cibietso, El Xabú... (de las fayas, los acebos, los saúcos...). La prueba está en que por encima del pueblu, en los altos más boscosos de Cibietso y El Capetsán, se llama L'Azorea (sólo una variante fónica). Y poco más al sur, sobre el valle de Las Cangas, ya limítrofe con Xomezana, están Las Zoreas. .

Tal vez, aquel asentamiento primitivo destruido por la valancha -que dice la leyenda- bajo las pendientes de Tsago, y que originó los dos pueblos: Zurea y Vatse

En fin, a juzgar por los topónimos, el nombre de Zurea habría descrito todo ese conjunto boscoso con un mismo nombre cinegético -los azores, los ferres-, mucho antes de las divisiones y subdivisiones para cada espacio reducido, utilizados por los lugareños con los siglos. Uno nombre luego reducido a un pueblo: el de Zurea hoy.

Por tanto, lo que sería destruido por la valancha de la leyenda sería un remoto y primitivo asentamiento montaraz de Zurea, en la parte más soleada de esta ladera bajo las peñas (margen izquierda del río Ruteso). Un poblamiento que daría lugar a los dos pueblos futuros: Zurea y Vatse.

Se trataría, tal vez, de la zona concreta de La Viña, sobre El Breu, hacia el este de Vatse, donde se reconstruirían otras casas, tal vez, dando lugar también a un pueblu paralelu; luego, el pueblu mayor, Zurea, se reconstruiría ya en la margen derecha del río, donde hoy. Quedan en esta zona topónimos alusivos a la vivienda, al cultivo, a la naturaleza del suelo, al ganado: El Corraón, La Caseta, El Casitu, La Perezosa, La Peregrina, Sansabornín, Cuaflor, Cualascabras, El Tsaracal... Y semejantes.

Dos asentamientos contiguos en el tiempo: en sus respectivos poblamientos, y en sus nombres

En consecuencia, el nombre de Vatse surgiría como descripción más concreta del 'valle' de una de aquellas azoretas, azoreras -las açoretas en sentido medieval-; se empezaría a utilizar como topónimo para el asentamiento de la otra parte del poblamiento primitivo destruido, que, por razones diversas, se quedó bajo la peña, pero en lugar más seguro.

El espacio dl Vatse sería un valle bueno, soleado, retirado, con agua abundante, sobre el río..., paralelo al poblamiento que se fue a Zurea; y, sobre todo, un núcleo habitado a salvo ya de las valanchas de las peñas, como resultó hasta la fecha. Las casas como siempre, más bien en la pendiente; y los sembrados, en los mejores especios.

Así se iría recortando aquel bosque genérico de los azores para el poblamiento en la vaguada: talar árboles, cortar, deforestar, quemar malezas, roturar, sembrar...; utilizar una zona de un valle para el otro poblamiento menor, en este caso, aunque con un palacio también, no por casualidad tampoco.

Un palacio, una capilla, unas posesiones en todo el Vatse a nombre de una familia, El Palacio de los Mendoza: nombre, se dice, de origen vasco, mendi (monte), más sufijo -oz (pertenencia), tal vez no por casualidad tampoco en el contexto cinegético y boscoso de estos montes.

La villa romana, medieval..., que bien atestigua Encimalavitsa, a lo cimero

Todo el vecindario de Vatse sirvió al Palacio con su trabajo manual, tributos, rentas diversas..., hasta hace pocas décadas. Bien recuerdan detalles los nativos mayores de hoy. Otra historia en parte sin contar del todo, como tantas otras. En el origen romano, altomedieval..., sin duda una de aquellas villas como atestigua el barrio de Encimalavitsa (sobre el palacio), que ofrece ya pocas dudas.

El nombre de Piedramuñón parece evidente: la piedra que limita con la vertiente quirosana, a su vez con otras cuantas villas y posesiones en contacto hasta estos altos, siempre fruto de litigios por los pastos y aguas vertientes entre posesores señoriales vecinos: Vitsar, Vitsareyo, Vitsauritse, Vitsamarcel, Vitsaxime..., y semejantes.

El nombre del Breu, finca extensa y productiva al par del pueblu, resume aquella actividad milenaria de ganar tierras al monte: el bravo (latín bravuum), el lugar montaraz, boscoso, que había que amansar para los sembrados, los pastos; se recuerda en parte sembrado, y quedan plantas de lino (el tsinu) abundantes en la parte cimera. El Preu Nuivu, sobre Zurea, lleva la misma función con el sinónimo correspondiente: ganar una finca nueva al monte para el pasto en este caso. Como El Barbiitsu, El Braviitsu..., ya baxo Xomezana en este caso.

En esta zona amansada, desbravada, que dice el nombre del Breu, se levantó la primitiva iglesia parroquial (documentada en los registros eclesiásticos), con su cementerio al lado, sus actos religiosos..., en la memoria todavía de los nativos. La Capilla'l Breu es un buen testimonio en la actualidad.

Mientras algo va cuadrando, por supuestu: habrá que volver otra tarde con las muyeres y homes zureanos en filanguiru tan animáu

Como se dijo, no hay que olvidar el poblamiento milenario de estos pueblos: nombres como El Curutsu, Las Corotsas, Cuerras, Las Coronas, El Castiitsu, de todo el valle de Zurea, lo atestiguan.

Es decir, que la leyenda de la paisanina y la leyenda de la valancha con maniega de los pitinos, una vez más, resultan muy oportunos, imprescindibles: habrá que texelas bien, pues la historia, la real, la de verdá, ta casi en sin escribir. La verdad de las mentiras, que fizo famosa Vargas Llosa con su libru fay pocos años. Y tantos otros escritores que antes dixeron cosas paicías de la literatura oral: imprescindibles las leyendas, pero habrá que saber leyelas y acertar, claro..

Jesús

Para más información, ver
Diccionario Geográfico de Asturias.
Ciudades, villas y pueblos.

Editorial Prensa Asturiana.
Colaboración de Julio Concepción Suárez

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