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Santumaeru
Santumaderu
Santumederu
Resumen publicado en el libro
Por los pueblos de Lena
(pp. 237 ss).
Xulio Concepción Suárez.
HiFer., Oviedo, 2014.
Caserón bajo Torneros, entre Muñón Fonderu y El Trechuru por el fondo del valle, sobre la misma ribera del río que desciende del cordal. Hay un caserón de piedra ancha y buena, con cuadra y payar posterior conservados.
Según los actuales vecinos, la vivienda había sido construida por una propietaria francesa como residencia veraniega, razón -según ellos- por la que la casa es más bien abesea parte del año.
La posición menos soleada para la casa confirma el dato ya comprobado en otros caseríos que parecen de ubicación tardía: el sol da en el camino que precede al edificio, en las tierras sembradas de La Quinta, y en la capilla, unos metros más allá; pero el emplazamiento de casa y cuadras queda en la sombra desde noviembre a febrero.
Santumaeru, en la toponimia usual del valle
Un nombre también discutido. Recuerda Berto que los güelos y las güelas de la Muela (su pueblo de cuando yera guaje) decían si titubeos Santumaeru, pues usaban a diario el nombre para referirse al camín real que ascendía desde La Barraca por el caserío, junto a la capilla, y ascendía a La Muela por El Venceyal, el Trechuru…
Ese camino era muy frecuentado décadas atrás, pues suponía la única comunicación con La Pola, mucho antes de la carretera actual por Muñón. El topónimo podría resultar, de esta forma, interesante, habida cuenta de la posición del poblado, tal vez no por casualidad, bajo La Maerá.
Ciertamente, la etimología del nombre, presente también en Santumederu de Oviedo, suele interpretarse a partir del santu San Emeterio, origen del mismo Santander en la vecina región cántabra: del griego Heméteros, lat. Emeterium, con los cambios fónicos del tiempo y las regiones.
Aunque en el nombre Emeterio puede tratarese de un caso más de cristianización de una voz anterior: en este caso, el simple maderu, el bosque, el culto al bosque, como en tantos otros casos; de hecho, La Maerá (La Maderada, en castellano) está a pocos metros más arriba. Y los nativos nunca dicen San Emeterio, sino para nombrar al santu junto a San Celedonio. Ninguno de los dos tiene mayor arraigo entre los nativos mayores entrevistados.
Es decir, el hecho de que Santumederu se encuentre justo bajo La Maerá, y en un espacioso valle hasta hace poco espeso en arbolado, inclina a pensar en un caso de tantos con la santificación del bosque: una especie de culto al arbolado por lo que suponía de sagrado para los pobladores antiguos que habían de sobrevivir todo el invierno con los alimentos del boscaje (frutos, animales salvajes, leña…).
Se trataría de la voz latina materiam (‘madera’), a su vez, tal vez en relación con la raíz prerromana *mat- (‘monte’). La fusión con el santoral vendría después.
En definitiva, en el contexto ecológico natural del caserío en el valle, y con esa articulación de las güelas y los güelos recordada por Alberto, no resulta fácil ya atestiguar si se trata de una referencia al bosque, cristianizada luego en el santoral, bajo el nombre más próximo, San Emeterio. O todo lo contrario, un santu transformado en maeru por la mayor frecuencia de la voz. Para los lugareños más arraigados, sigue siendo Santumaeru.
La Quinta, Vegapalacio, La Capilla...
La citada finca de La Quinta se extiende a lo largo del valle sobre el caserío, separada por un pareón de caliza (2,5 altura) respecto a la capilla, el camín real y el río, que desciende silencioso por aquel rellano de la vaguada. Al otro lado del arroyo las fincas se llaman Vegapalacio, nombre que puede estar en relación con el edificio del caserón actual. Más arriba, Les Cuartes fueron tierras de semar.
La pequeña ermita de Santumaeru, fuera del pareón de piedra que rodea las fincas, se sitúa al lado del camín real que viene de Muñón Fonderu por El Pontón (cruce a Braña Chamosa), y continúa hacia El Trechuru y pueblos riosanos. La Capilla está bien orientada de este a oeste, con pequeño portal en columnas de madera mirando al poniente. La imagen de San Emeterio preside el retablo del altar, con una espada en la mano derecha, y una rama en la izquierda.
La tradición monacal de Santumeru.
La capilla tiene tradición de haber sido antes monasterio, y algunos datos pudieran quedar dibujados en las paredes del edificio por su parte exterior: según los vecinos del valle, fue capilla y residencia de monjes. Para otros, en cambio, el edificio monacal estaba en un rellano cimero de La Quinta, ahora conjunto de murias entre la maleza.
El hecho es que en el cuerpo de la capilla contrastan dos tipos de piedra por su coloración muy marcada: la parte posterior (al este), el fondo, más o menos el altar actual, es de piedra caliza labrada, con un pequeño saledizo a modo de repisa de un metro sobre el suelo. La parte anterior (al oeste), en cambio, la nave de los fieles, es de piedra grenu, más amarillenta y blanda.
La forma del edificio da, así, la impresión de que La Capilla Santumaeru fue construida en dos tiempos separados entre sí, por la citada diferencia en la calidad y trabajo de la piedra empleada. La última parte, la de la entrada, habría sido la residencia monacal que llegó hasta hoy en la voz popular.