Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

Etiquetas, tags: Reconcos, Teyeo, Telledo, Los Pontones


Foto: algunos y algunas no podían tener meyor vivienda; la ficieron a mano pa casase. Todo un homenaxe merecerían hoy mismo...

Reconcos.
Los Pontones
Teyeo (Telledo)

Extracto del artículo
publicado en el libro
Por los pueblos de Lena. 2ª edición
Xulio Concepción Suárez
(p. 402 ss). HiFer, Oviedo. 2014
.

Recogido poblado que se retrae a la vista del Güerna sobre Los Pontones. Los edificios se agrupan en un par de núcleos, apostados en un recodo del riachuelo que desciende por Las Morteras desde los altos de la Portiecha. Llegó a estar habitado por 97 personas.

A diferencia de La Cortina (justo en frente), su orientación parece forzada hacia el nordeste, por lo que en esos días más cortos del invierno, apenas le tocan algunos ramplones rayos de sol en las casas de baxo; en las de riba, ni entran siquiera desde diciembre hasta febrero.

Como lugar recóndito en aquel rellano de la ladera (lat. agros + *concos, ‘en forma de cuenco’), al cobijo de los vientos, Reconcos es también propicio a las frutas: hay racimales, figares, ciruelares, nisales, manzanales..., en ambos núcleos del poblado (El Pando, arriba; Chugar de Baxo, a la entrada desde el valle).

Y no faltaron las uvas, aunque hayan quedado sólo Las Viñas: praos actuales que fueron soleyeras tierras de semar sobre Los Suitos, en la ribera del Güerna. Entre los artesanos con sus oficios populares se recuerda a Pepe’l Cantiru, Policarpo’l de Reconcos (madreñeru), Laudelino’l Madreñiru....

A la sombra del Curuchu y del Castiichu.

Unos metros por encima de Reconcos, en el camino que asciende a La Portiecha, en una explanada muy recogida a media ladera, está El Curuchu: saliente cónico aislado del Castiichu por un amplio foso, convertido casi en precipicio por la cara que mira al Güerna.

Y al lado del Curuchu, izquierda del camino subiendo, está El Siirru’l Curuchu: crestón rocoso aislado y puntiagudo bajo el saliente cónico (unos 5 m altura), cada año menos visible entre las yedras, árboles y arbustos que van tapizando el entorno del picacho.

La morfología del Curuchu, salvadas las malezas desde lo fondero a lo cimero, está relativamente conservada: el saliente de la cima fue sustituido por una serie de rellanos excavados en forma de círculos que bordean el cono (unos 3 x 3 m cada uno). Estos corros tienen abundante piedra, ya semienterrada entre la hoja del arbolado mayor y de aquellas zarzas, en parte protectoras.

Todas las corras de esta plataforma superior se orientan en una dirección oeste —> este, ocultas a la vista del valle. A pocos metros de las corras cimeras, comienza una serie de paredes circulares, por los laterales del picacho, que forman terrazas en escalón, progresivamente distanciadas, y desmoronadas ya en el matorral.

El emplazamiento del Curuchu, lo mismo que del Castiichu superior, se orienta al nordeste y al sudeste, situado en simetría perfecta con el saliente de Arnón, al otro lado del río Güerna. Hoy está rodeado de altas matas de castaño, que restan visibilidad al valle; pero, todavía se contempla un amplio sector de caminos y montes del entorno, a poco que uno columbre los altozanos superiores de la finca, por encima del arbolado.

Visualmente, El Curuchu conecta, asimismo, con otro saliente cónico en la cima de la vertiente opuesta: El Curuchu Braña (justo en la confluencia de 3 laderas -Carraluz, Yanos y Herías-, y de 2 valles, por tanto, -Payares y Güerna). Y, en un correlato más de este campo de nombres estratégicamente distribuidos por ambas laderas del Güerna, sobre La Cortina, se asientan Las Corochas: fincas altas en loma bajo la Autopista actual.

La Campa’l Castiichu.

Justo detrás del Curuchu está La Campa’l Castiichu: un conjunto de rellanos entre montículos alomados, con varias calzadas por el medio, que forman un escalón, visto de perfil. En medio de la vaguada, entre las lomas y la fuente, están los restos de otro par de corras derruidas entre la maleza, con abundante piedra que los propietarios hasta hoy supieron respetar, sin haberla eliminado de la pradera.

Desde la cima de La Campa’l Castiichu, se controla toda la ladera vecina entre Xuviles y El Ganceo, incluyendo por el medio los altos de Carraluz, Piñera, La Cortina, Tras la Cruz..., y el cordal cimero del Carril. En los días sin nublina, la vista percibe mejor los cantos más allá de Campomanes y del Güerna: El Escobal, Corneyana, Picu Corros.

Otro dato curioso se aprecia desde la cima de las fincas tras El Curuchu y El Castiichu: en la línea del horizonte que desciende de Xuviles a Campomanes, se recorta al trasluz la silueta del llamado Santuario de Bendueños. Parece como si el lugar de culto a Vindios (de nombre prerromano, también) se hubiera levantado en la intersección de líneas trazadas por los curuchos; o como si, para los curuchos, se hubieran seleccionado sólo aquellos salientes que conectaran visualmente con el citado lugar de culto primitivo, en competencia luego con el dios Júpiter, que hoy preside los altos de Bendueños en Xuviles.

Según voz que corre entre los vecinos de Reconcos, en La Campa’l Castiichu se encontró un hacha de piedra con motivo de unas excavaciones entre las murias de las corras. Según la misma tradición oral, el hacha procede de “los moros” que vivieron allí, y que excavaban galerías subterráneas para extraer minerales. Sabido es que, bajo el recurso al nombre de los “moros”, se pueden solapar en estos valles culturas muy diversas y sucesivas en el devenir del tiempo: algunas, prerromanas.

En fin, en el entorno de Reconcos, se establece una línea sucesiva de lugares habitados en orden de altura descendente, y de menor a mayor poblamiento: El Castiichu, El Curuchu y Las Chinares (arriba); Las Camaretas (en el medio); Reconcos (poblado actual bajo los anteriores).

Los suaves repechos del camín francés.

Reconcos también hubo de crecer en parte al lado del camín francés: todavía hoy, se observa una pedrera caliza bien conservada entre las dos partes del poblado. En el pueblo enlazaba, así, el camino que venía de La Cruz por La Pirichúa, Las Chamas, Treslafrecha, La Pornaliega, Las Camaretas..., con el que continuaba hacia Xomezana por Treslacuesta, Treslagranxa, La Vachinona, La Corraína, Puertas, Vicharín, La Roza...

Otra vía más alta, pendiente y barrizosa, era La Calzaona: entre el camín francés y Gameo. A la salida de Reconcos por el camín francés, arriba, pasado el arroyo que cruza el camino en pequeño bayo, está La Casona: conjunto de casa y cuadras en piedra, con la tradición de haber sido hospedaje tiempos atrás.

L’Entrigo, L’Entrigalín, La Pasera, El Fitu.., los pasos del camino.

Y otra serie de nombres definen a Reconcos como imprescindible lugar de paso por estas pendientes laderas del Güerna. En principio, a la llegada al pueblo, ahora viniendo de Xomezana, está L’Entrigo: una verdadera ‘entrada’ (lat. *intat. *intraticu) entre las actuales irías del poblado; a su lado L’Entregalín y La Pasera, junto al Prao Camín... (todos ellos expresivos y acordes con el camín francés).

Hoy, estos lugares se van distanciando del camino por las subdivisiones de las fincas entre varios herederos, que las van cambiando de nombres; pero la idea y la referencia al ‘lugar de paso’ son evidentes en la estructura y relaciones entre los nombres de Reconcos. Por ejemplo, entre el camín francés y L’Entrigo se plantó una pumarada, llamada, en consecuencia, La Pumará.

Ahora bien, tan sólo unas décadas atrás, era impensable una planatación de árboles en medio de una iría. Por ello, el topónimo de La Pumará no cuadraba en aquel entorno: ha de ser moderno; rompe el mosaico actual. Las mismas vecinas de media edad recuerdan La Pumará sin árboles, y sembrada de maíz. Y, por supuesto, no se podría llamar La Pumará cuando no tenía ‘pumares’: era La Iría.

De modo que, Reconcos debió ser encrucijada antigua de caminos, pues sobre las casas está El Fitu (lat. fictum ‘formado, fijo; astur. fitu ‘límite, muñón’): bifurcación del camino más pendiente al Curuchu y El Castiichu, con el que continúa apacible hacia La Cruz (camín francés).

El Fitu es, así, el nombre del pequeño altozano, en el que se habían de tomar direcciones bien distintas por esta ladera del Güerna. Finalmente, El Quentu la Cruz es la intersección del camino de Reconcos a Los Pontones, con el que subía a Chan di Cuandia.

Un poblado libre del Palación.

Según la tradición del valle de Teyeo, las posesiones de Reconcos suponen una excepción: nunca pertenecieron al Palación de Riospaso (de la familia Los Faes); ni a la otra que poseía fincas en esta zona del Güerna (la de Los Nieto, de Quirós); ni a la Iglesia (como Los Mansos, y privilegios parecidos).

Las tierras y casas de Reconcos fueron siempre libres: mejores o peores, eran propiedad única de los vecinos -cuentan algunos satisfechos-. Según la tradición, también, en su origen se trataba de terreno ofrecido a quien lo trabayara -a los más necesitados-, sin más costas ni cargas que las de trabajarlo.

De la Capilla Teyeo parriba, en cambio, el terreno era de las familias citadas. Como dato anecdótico, llegó hasta hoy la voz, -sin duda fantaseada-, del poder de Los Nieto, según la cual, en una subasta habida en Oviedo, uno de aquellos Nieto se presentó en madreñas y cerró la puya con una expresión lapidaria: “¿en qué quieren Uds. cobrar?, en oro, o en hacienda?”.

Puede que la escena no pase del dato exagerado, pero, en todo caso, connota el favor y el relativo poder que la familia de Los Nieto llegó a tener entre los vecinos del alto Güerna. Dicen en Teyeo que Los Nieto son, todavía hoy, propietarios de La Capilla.


Foto: muy rústico horro de voladros, imprenta, reboque, para vivienda familiar.

Volver a pueblos del conceyu

Volver a Índice alfabético de contenidos