Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

Perubia
Revista de la parroquia de
Santiago de Pruvia

Publicado en la revista
Perubia, nº 2, pp. 5-7, 2012
por Xulio Concepción Suárez

Pruvia, la voz milenaria del agua,
con tantas resonancias camineras detrás

Tal vez se trate de la parroquia del concejo que mejor conserva uno de esos nombres con función etnográfica más remotas: el agua, aquel recurso natural imprescindible para levantar un poblamiento humano desde los tiempos más precarios hasta estos mismos días. En cualquier territorio colonizado, aún muy lejos de las conducciones actuales, las cañerías, el plástico, y semejantes, un manantial, una fuente, un simple arroyo, era el factor decisivo propicio a la concentración de un poblamiento humano. Por Pruvia pasaba el camín romano entre los altos de La Carisa y Veranes de Xixón. Como pasaban los transhumantes vaqueiros desde los pastos verdes del invierno a los más frescos de Somiedo y Torrestío en el verano. O como cruzaban en transversal los caminos del oriente paralelos y protegidos a una distancia prudente del mar.

Con el agua se van organizando las sucesivas actividades poblacionales: la vivienda, la higiene, la agricultura, el ganado doméstico, los ritos de la fertilidad, el mito, el culto, las ermitas, los santos y las santas, los santuarios, las fiestas, las romerías, los caminos de romeros, las grandes vías pecuarias en la antigüedad y hasta casi estos mismos días. Con el agua próxima, ya se podían abastecer las necesidades diarias de la vivienda, higiene de personas, animales, corrales, cuadras…; riego de güertos y güertas; construcción de presas para molinos, batanes, herrerías, teyeras… Hasta en la misma literatura oral (la puya, la copla, la tonada...), borbotean numerosas referencias al agua.

Dir por agua, ya desde l'amanecerín

En torno al manantial más abundante y seguro todo el año, pronto se iría formando el complejo hidrográfico que sintetiza la vida de cualquier poblado hasta hace pocas décadas: el caño, el lavaderu, la bebederu, el fontán, el zaguán (en algunos casos). El caño, normalmente en piedra, aseguraba el agua potable para el uso doméstico: aseo, comidas…, siempre con el transporte mediante los familiares calderos, cubos, xarras… La expresión “ dir por agua , dir catar agua ” resume toda una milenaria actividad, encargada a los más pequeños y a las muyeres, sobre todo, ya desde que rompe el alba. Otras expresiones del tipo “ el ruin obreru, agüeru ” vienen a decir lo mismo de los zagales más pequeños mientras no pudieran seguir el ritmo de los mayores en cualquier trabajo de campo; o de aquéllos que, por alguna dificultad física o síquica, tampoco lo pudieran hacer.

En el mismo recinto del manantial estaba el lavaderu: en realidad el lugar para las lavanderas de la casa, pero con otras muchas funciones también. El lavaderu era al tiempo un lugar de comunicación vecinal, fuente de todas las informaciones familiares, noticiero de los vecinos de otros pueblos… Especial función educativa debía tener también el lavaderu para las mujeres más jóvenes que irían escuchando o haciendo planes a tenor de las experiencias contadas por las madres y las güelas, conscientes o no de lo que decían (o se les escapaba) al fluir sosegado del agua del caño y del chapoteo de la ropa en el pilón. Todo un gabinete socio-sico-pedagógico debió sobrevivir en torno al lavaderu de cualquier pueblo, como bien recuerdan tantas güelas a hoy, a poco que les saquemos el tema de sus años casaderos y de otros muchos después hasta que llegó la lavadora.

Sonidos y sentidos en torno al caño

Pruvia es un ejemplo del origen milenario de un pueblo grabado en un detalle: un ejemplo silencioso, en el que, al murmullo del agua de aquel caño, fluye a un tiempo ese espacio hidrográfico que permitió el poblamiento remoto; y fluye paralela esa nota significativa de la palabra, para designar la importancia del agua, lo mismo miles de años atrás que en pleno milenio digital. Sonido y sentido de la palabra toponímica, chorro del agua y significado de la voz (* per ubia , alrededor del agua), plantas medicinales, muros entre los setos o las zarzas, pequeña pradera del recinto, floración primaveral, sosiego del estío, sesteo de lugareños al cobijo del mediodía o del crepúsculo, el trino de los páxaros…, asoleyan a los cuatro vientos el origen del topónimo y del pueblo.

A la vista, al oído, al gusto, al tacto..., del paraje está, a poco que nos sentemos frente al caño. Además, Pruvia conserva todo ese conjunto etnográfico conocido como La Fuécara: manantial constante que brota al borde de la roca misma y vierte al pequeño arroyo entre los arbustos, algunas lamas, zarzas…; cierre con antiguos y sólidos muros de piedra caliza, para contener posibles derribes de las fincas cimeras; abundantes arbustos y arbolados frutales, antes muy usados en la economía familiar: xabú (saucos), blimales (salgueras…); varios asientos, campa verde muy limpia…

En asturiano, una fueca es una poza, hondonada del terreno, forma empozada del conjunto, muy propicio para la estancia de personas y ganados cuando habían de acudir al agua. No todas las fuentes tienen esta comodidad: las hay más abiertas, sin protección alrededor, sin arbolado circundante... Por esto, se trataría de la voz latina foveum, fovea (pozo, poza), aplicada a la surgencia del manantial. O con fodicam (hoyo, poza). En todo caso, sería la descripción geográfica del lugar con agua.

Como la voz Pravia, Trubia, o el mismo río Cubia

La etimología de la palabra prolonga el pueblo actual bastante más allá de los romanos: tal vez ya del indoeuropeo *ap-, *ab- (agua, río): * per abia, *per ubia : alrededor, cerca del agua. La misma raíz fluye en otros muchos parajes asturianos y europeos en los que el agua diseñó también con la palabra el origen de un territorio más o menos urbanizado según los parajes: es el caso de Pravia, Trubia, Cubia, Urbión, Urbieto, Aviaos, el río Avión, La Campa Obia, Oviedo..., según la referencia fuera ‘alrededor del agua, al otro lado del agua, el origen del agua, agua abundante...'. El paraje quedó precisado con el tiempo mediante otra palabra que explicara las razones del privilegio completo: La Fuécara, nombre ya latino tal vez para interpretara aquella voz prelatina que ya no significaría nada para los nativos.

Por todo ello, Pruvia parece deber el nombre a esa privilegiada circunstancia de vivir cerca del agua, pero la diferencia de unos límites prudentes: lejos de zonas inundables sobre el río, sobre llanuras más expuestas en épocas invernales o de torrenteras a destiempo. Este tipo de emplazamientos más seguros suponían un privilegio siglos o milenios atrás: un lugar de agua segura y libre de los excesos de temporada.

Pues entre Pruvia y Pravia, sólo un fonema de distancia

Como se dijo más arriba, en torno al agua fueron surgiendo con el tiempo sucesivas actividades que motivaron poblamientos más o menos importantes en razón de los beneficios de cada situación hidrográfica concreta. Baste recordar los casos de Pravia, Trubia, el río Cubia que da al Nalón en Grao, y semejantes. De Pruvia a Pravia sólo hay un fonema de distancia. Y a Trubia, otro.

Pero lo mismo Trubia que Pravia fueron con el tiempo más notorios por estar al lado de dos grandes ríos caudalosos, en unas vegas con todas sus ventajas e inconvenientes también: pesca, regadíos, puentes para cruzarlos, transportes fluviales..., o inundaciones a veces. En estos casos, todo el contorno, geográfico, animal, humano…, estaba durante el año pendiente de las alteraciones del agua. Y, por defecto, en épocas de sequías, los pobladores miraban al cielo, pero sobre todo a las fuentes y a los ríos también: por algo unas y otros o están divinizados, o son lugares de santuarios y cultos en tantos casos.

El agua es, en definitiva, uno de esos cuatro elementos naturales (al lado de la tierra, el aire, el fuego) que dieron lugar a la vida en todas sus facetas. Sobre todo a la vida de subsistencia, a la organización social y a las nuevas tecnologías, siempre innovadoras para sus tiempos, siglos o milenios atrás. Una imprescindible fuente de progreso. En principio, los lugares con agua daban de comer todo el año: en invierno y primavera, peces; el resto del año, riegos. Sin agua, no hay vida sostenible: marca las diferencias.

Fuentes de agua junto al camino, y fuentes de información al mismo tiempo

Por estas razones, el agua concentró en su tiempo el trazado animal y humano de los caminos sobre el paisaje, el paso obligado de los ganados, de los carreteros, de los transportistas, de los comerciantes, de los transeúntes, de los romeros… Y todo ello en los sucesivos niveles comunicativos, desde el contorno más local, al más globalizado. Por los lugares del agua pasaban las parexas del ganado hacia las fincas del pueblo, pues tenían que beber a sus horas, antes y después del trabajo. Pasaban los carreteros con sus carros y sus recuas (bueyes, mulas, caballerías, burros…) en todas las direcciones regionales: de oriente a occidente; de las montañas leonesas a las costas, unas veces sobre ruedas y otras a lomo de las caballerías.

Carros, carretas y recuas eran imprescindibles para los comerciantes y artesanos de una parte a otra de la región, y desde las regiones vecinas: recorrían los pueblos asturianos los cacharreros, los sogueteros, los albarderos, los zapateros, los hojalateros, los teyeros, los vinateros… En todos los casos, los animales habían de pasar a diario por las fuentes del pueblo. O se habían de concentrar en los puentes de paso más seguros sobre los ríos, cuando las crecidas llevaban por delante los otros más pequeños. Esto era especialmente importante en épocas de torrenteras o inundaciones (primavera y otoño, sobre todo), por el aprecio que tenían a sus animales, verdadera herramienta de trabajo diario y tecnología imprescindible en sus tiempos.

De ahí la importancia de los caminos trazados por los pasos más seguros. Por ellos llegaban las noticias diarias, las leyendas, las coplas, los aires frescos de la cultura traída mucho más allá de las montañas. Se diría que, en su tiempo, el telediario no fluía de la tele, de la radio, de internet…, sino del caño del agua de la fuente'l pueblu: del bebederu, del llavaderu, de los sonidos de las esquilas y esquilones de las parexas de bueyes, de las recuas de mulas, de los vaqueiros trashumantes…

Las noticias locales, regionales…, la creación literaria más allá de las fronteras

En resumen, estos movimientos de pasajeros y carretas en torno a los lugares del agua eran, paralelamente, verdaderas fuentes de información local, regional, interregional, internacional. Por ello, en el recinto del pueblo, las noticias fluían desde el mismo amanecer en los encuentros por los bebederos, los lavaderos, el caño que rellenaba calderos de agua desde bien temprano para el uso de la casa.

La coincidencia con pasajeros desconocidos enriquecía sustancialmente la comunicación de las caleyas, pues llegaban cada día informaciones sobre remedios medicinales y formas de curarse, que cada uno había oído en su lugar de origen: plantas medicinales, ungüentos, ritos diversos… Tal vez no por casualidad tampoco, en torno a las fuentes principales suele haber xabú, salgueras, hortelana, floritos diversos. Y surgieron tantas xanas, cuélebres, leyendas de encantamientos…, ya desde que rompía el alba.

La misma literatura oral se fue perfeccionando al murmullo del agua

Primero, hace más de un millón de años, más allá de la sintaxis y mucho más allá de la escritura, dicen los investigadores que, al mor del fuego, surgieron los primeros signos orales de la composición literaria, por aquella necesidad primaria de los güelos y güelas de transmitir a fíos y nietos, las artes de caza, los peligros del entorno, las ilusiones para superar los malos pasos del día. Una literatura familiar, comunitaria, al calor de las brasas del hogar.

Y después del fuego, el agua fue literaria en el tiempo. La misma literatura oral (coplas, canciones, refranes, cuentos, tonada…) tiene numerosas alusiones al agua y a las fuentes, por ser lugar adecuado para escuchar esas creaciones milanarias: recogerlas, transformarlas, adaptarlas, transmitirlas luego, al mor del fuego del hogar (el tsar) en casa, en esas noches invernales más largas sobre todo. Es evidente el caso la Noche de San Juan en sus componentes de agua: llenar la xarra a las 12 en punto de la noche, poner la clara del güevu sobre el agua, rociarse con el rocío del amanecer…

En fin, no por casualidad, la fuente de Pruvia sigue exponiendo en el recinto geográfico (y en su raíz etnolingüística indoeuropea) la estructura etnográfica del poblamiento antiguo: el conjunto de pradera, arbustos, bancos, murmullo del agua…, se diría que traduce sentimientos, pensamientos, remedios, actitudes, proyectos, ilusiones, leyendas, mitos, canciones, coplas…, con muchos lustros, siglos, milenios detrás. Un pueblo asentado al mor del agua en una importante encrucijada de caminos: de romanos, de vaqueros, de comerciantes, de ganados, de artesanos, de romeros… Un poblamiento que brotó al ritmo lento del agua, pero siempre animado y bullicioso por aquellas llanuras más sosegadas entre el mar y las montañas.

por Xulio Concepción Suárez

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