Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

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En palabras de Álvaro Galmés (Universidad de Oviedo):

"El hablante, creador de la toponimia, es más racional
de lo que muchas veces pensamos, y así,
lo mismo que llama al pan, pan, y al vino, vino,
al monte le llama monte,
y a la peña peña, y al valle valle,
y al llano llano, y al río río, etc."

La lectura toponímica de un paisaje entre montañas: desde las cangas de los valles a las cumbres de las mayadas.
por Xulio Concepción Suárez

Encuentros Culturales.
Parador de Cangas de Onís
Enero, viernes, 21, 2022.
19 horas: entrada libre hasta completar aforo.

A) Comenzando por el título de la charla: La lectura toponímica de un paisaje entre montañas

Con las palabras de Álvaro Galmés, inolvidable profesor de Filología de la Universidad de Oviedo, allá por los años setenta, podríamos resumir el funcionamiento del lenguaje toponímico con las palabras que los nativos o allegados fueron describiendo un paisaje desde milenios ante de la llegada de romanos o latinos.

En realidad, la historia real de un territorio habitado, en palabras y acciones de los propios protagonistas: los pobladores que lo usaron cultura tras cultura, con sus cambios de uso incluidos. El ejemplo de la Capilla Santa Cuz de Cangas es todo un símbolo toponímico inmemorial.

De ahí, el título de la charla: esa lectura toponímica de un paisaje desde las cangas -las profundidades de los valles- hasta las cumbres de las mayadas: es decir, todo aquel territorio habitado por nativos y allegados durante las cuatro estaciones del año; comenzando por el invierno, abajo, sobre las aguas de los ríos, para la pesca, la alimentación más al alcance de la mano.

Ya en primavera arriba, subían pastores y ganados por las laderas más accesibles, hacia los pastos más frescos y seguros de los puertos; para aprovechar también la caza, los frutos silvestres que irían llegando por el verano y el estío más caluroso; los lagos, las lagunas, los arroyos trucheros, también suponían el alimento diario de temporada. De ahí tantos topónimos para recordarlo.

Y hasta el comienzo del descenso otoñal, de nuevo, a la media ladera y a las riberas más fonderas y apacibles de los ríos, una vez que las nieves volvían a cubrir las cumbres; y los frutos de los hayedos, los robledales..., iban escaseando a cierta altura.

Otra vez, las cangas entre los montes para refugiarse; y las aguas más apacibles de las corrientes para compensar los rigores de las nieves. Nombres como Pescandi, en Cabrales, son inconfundibles.

B) Con la grata hospitalidad de compartir la toponimia de un paisaje en un hotel, a medias entre ese fondo de los valles y las rutas por las cumbres cimeras de estas montañas más orientales

Pues, ciertamente, muy grata resulta la novedad hostelera de acercar la cultura, el estudio, el conocimiento y los recursos más o menos científicos o divulgativos, a las zonas rurales; una especie de intercambio interactivo entre autores, estudiosos y estudiosas, especialistas en la historia más teórica de un territorio, y los propios usuarios de un hotel, un parador, un antiguo monasterio, con tanta cultura hospitalaria y tradición detrás.

Porque, en esa interacción toponímica concreta de estos encuentros, la función de un Parador se multiplica al servicio de la cultura local asturiana en este caso, y universal, en parte, a juzgar por los topónimos.

Unas jornadas abiertas para una lectura multidisciplinar al servicio de cualquiera: residentes del hotel, vecinos de la villa o de estos pueblos y conceyos del contorno; turistas de paso, montañeros y montañeras, ya tan acostumbrados a estas impresionantes alturas y angosturas que contrastan a la vista en torno al Sella, El Cares, Peña Santa, Los Llagos Enol y Ercina....

La lectura de un mismo paisaje que ya contemplaron los monjes medievales, cuando tuvieron la idea de levantar una iglesia, un monasterio, un hospedaje, al servicio de un poblamiento y al lado de unos caminos principales, en la encrucijada de varias direcciones: hacia el centro regional, hacia la vecina región cántabra, hacia las montañas de Covadonga...

En el lenguaje toponímico de aquel paisaje medieval, unos cuantos nombres ya serían los mismos que escuchamos hoy, si bien con sus fonéticas y grafías del momenmto: Cangas, Sobrepiedra, Sella, Beyos... Otros se irían creando con las culturas y usos de cada tiempo: Peña Santa, Les Bobies, Buferrera, Sanllagu, Sanijiestu, Confesendi, Tresmialma...

Como hoy mismo se siguen creando topónimos con las palabras que necesitan los usuarios en cada caso: L'Aparcamientu d'Ercina, El Refugio, El Funicular de Bulnes, La Gasolinera, La Pará l'Autobús, La Estación de Autobuses, El Campo Fúbol... El lenguaje toponímico que nunca se interrumpe sobre un paisaje habitado.

C) A modo de esquema previo: las palabras habitadas de un paisaje desde remotos tiempos indoeuropeos:

  1. El lenguaje toponímico: las palabras habitadas del terreno en el tiempo, más allá del topónimo aislado

  2. Lo que ofrece el suelo

  3. Lo que conecta con el cielo

  4. Los sentidos que laten en un paisaje

  5. Los sentimientos que proyectamos en lo que vemos

  6. Las metáforas del paisaje imaginado

  7. Las estrategias de adaptación a cada palmo de terreno

  8. La vida comuñera, en palabras compartidas del paisaje

D) A modo de resumen final

  1. El lenguaje del suelo, reinterpretado en cada tiempo por cada cultura y pobladores de paso.

  2. Nombres originales, raíces milenarias: Cangas, Urriellu, El Cornión...

  3. Nombres reinterpretados: El Picón de las Doce, La Cuesta’l Mediudía, El Picu l’Home...

  4. Nombres transparentes: La Verdilluenga, Cabrales, La Riera...

  5. Nombres sugestivos: Confesendi, Tresmialma, Tarañosdiós...

  6. Nombres solidarios: La Posa’l Tabaco, La Ería Conceyeru, El Cuetu las Mentiras...

 


(Foto del periódico El Comercio de Xixón: Nel Acebal (www.elcomercio.es)

E) Para seguir leyendo topónimos por cualquier paisaje, con todos los sentidos y sentimientos de paso:

a) los cinco sentidos en toponimia: con las palabras del terreno, con los cinco sentidos abiertos al par de las sendas que pasamos o pisamos, vamos leyendo un poco mejor las palabras habitadas del paisaje ya desde remotos tiempos prerromanos. Pues siempre tendremos ese multipaisaje abierto al alcance de cualquiera. Muchos topónimos motivados en consecuencia:

  • un paisaje visual: lo que captamos con la vista en el suelo, en el cielo, en las personas, en los animales, en el agua, en las distancias al horizonte, en las formas, en el posicionamiento, la orientación de un nombre: La Garganta del Cares, Los Güeyos del Jungumia, El Diente Urriellu, Las Moñetas, La Cabeza la Mesa, Buenavista, Montalegre, La Miranda, El Picu'l Paisano, El Colláu Nochendi, Tebrandi, La Torre Ciega, La Mayada Ciega, El Colláu Ciegu...

  • un paisaje auditivo (paisaje sonoro): lo que captamos e interpretamos de los sonidos que nos van llegando, de los ruidos, de los zumbidos, de las voces humanas; conversaciones próximas o alejadas; silbidos, ladridos, bramidos, el canto de cada pájaro, el murmullo del viento; topónimos como, La Voz de los Cabreros, La Voz del Llaviñeru, La Bufona, La Peña'l Vientu, Brañagallones, El Xiblu, La Bisbitera...

  • un paisaje olfativo: lo que vamos percibiendo de las flores, de las colmenas de miel, de la humedad de un arroyo, de las sombras aromáticas de un hayedo, de la yerba de un pajar, de la concavidad umbrosa de una roca...; topónimos como, Peñamiel, L'Abeyera, Truébano, Trobaniello, Los Rosales, Las Florida, El Monte'l Cuélebre, La Canal Podre, La Podriza......

  • un paisaje gustativo: la imagen que vamos llevando en la andadura entre de las nueces, las ablanas, las castañas, las moras, el fayucu, los arándanos, los biruéganos, las mostayas..., según la estación del año...; nombres como, El Joracón de la Miel, La Vega las Mantegas, L'Almorzal, Lechugales, El Jayéu, L'Ablanea, La Fuente la Saluz, Ortiguero...

  • un paisaje táctil: las sensaciones que se nos van sucediendo en la piel y en los pies con el frescor de la mañana, el calor tórrido del mediodía, la dureza de las piedras y las rocas, la humedad trémula de una lama o un lodazal, los respigos de las ortigas...; nombres como, El Frieru, La Friera, Junfría, El Paré Caliente, El Sopláu, El Jou la Nieve, Las Tremonas, La Cuesta'l Mediudía....

b) los sentimientos proyectados sobre el terreno:

  • sentimientos religiosos: El Monte Vindio, Tárano, Tarna, El Sueve, El ríu Deva, Peña Santa, Peña Sagra, Bendejo, Bendueños, Covadonga, La Mayada'l Rosariu, Tresmialma, Confesendi, El Práu'l Purgatoriu, El Canalón del Infierno, El Saltu'l Diablo...

  • sentimientos comunales, comuñeros, sociales, solidarios: La India d'Aquende, La India d'Allende, El Jitu, La Cruz de Ariu, La Raya, La Canal de la Raya, La Ería Conceyedu, Les Comuñes, La Cumuniá, El Xugu la Bola...

  • sentimientos valorativos, apreciativos, preventivos: Colláu Jermosu, La Paré'l Rayu, Cuamala, Valgüena, Cuañamala...

  • sentimientos familiares, afectivos, amorosos: La Mesa, La Masera, La Muela, La Cueva la Cocina, La Manga, La Fuente'l Beso, La Fuente'l Vaso, La Fuente los Enamoraos....

  • sentimientos morfológicos: La Fuente la Madre, La Braña la Raíz, Ñajuentes, Juan Robre, Juan Brao, El Puente, Las Puentes, El Monte las Muyeres, El Jultayu, La Verdilluenga...

  • sentimientos metafóricos: Cabeza Jana, Las Moñetas, El Diente Urriellu, Los Güeyos del Jungumia, La Rena, La Llomba, Cabeza Llorosos, El Cantu l'Home, El Picu'l Paisano, L'Homón de Faro...

  • sentimientos históricos: Peña Castil, El Castiellu, El Castro, El Repelao, La Mesa Pelayo, Corona, La Güesera (en interpretación popular)...

En fin, la lectura, la interpretación del paisaje, se remonta a tiempos milenarios, cuando los nativos tuvieron la necesidad de ir describiendo el terreno a medida que lo utilizaban: para comunicarse entre ellos, fueron describiendo, precisando con raíces y palabras la posición de cada espacio utilizado para bien o para mal.

Hoy mismo, podemos seguir leyendo el mismo paisaje con las mismas palabras, o con otras en apariencia distintas, pero con la misma raíz remota. Sólo la interpretación lugareña -o la contaminación verbal manipulada, en su caso- las fue transformando a medida que iba cambiando los usos. Y seguimos asentando nombres a cada palmo del suelo, a medida que lo seguimos utilizando.

F) Resumen completo de las fichas PowerPoint comentadas en la charla: formato de lectura PDF

ANEXO de resúmenes, grabaciones, fichas PowerPoint, PDF para leer los textos expuestos en la charla, artículos de prensa, grabaciones de la radio