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"La nieve tenía mucha importancia en los siglos XVI y XVII y era un producto caro por las dificultades y peligros de su traslado a Oviedo desde los montes cercanos....; era muy apreciada, sobre todo por la aristocracia y el alto clero, para usos medicinales, brebajes, helados y conservación de alimentos...

Llegada la primavera, se iba a picar hielo... en los montes..., y, envuelto en tela recia forrada con paja seca para aislarlo de la temperatura ambiente, se cargaba a hombros de los neveros -así se llamaban los que lo extraían- que descendían hasta donde los esperaban las caballerías para su traslado a Oviedo". (Francisco Tuero Bertrán)

Un paseo invernal
con todos los sentidos
abiertos sobre el paisaje
Herías IV

 
 

"Como si fuera la primera vez
miras absorto el humo que dibuja
la anatomía del invierno.
Hueles el ancho y fuerte
olor de la madera
como si fuera la primera vez;
el acre olor
de las palabras que arden
como si fuera la primera vez...".
(José Fernández de la Sota) .

 
 


Calecer en torno al fuiu
con la llama siempre viva de una lumbre:
el silencio, la ilusión, el misterio...,
la compañía que siempre brota en el alma,
caleciendo un día de frío en cualquier tsar .

 
 

El letargo invernal
del arbolado:
pero el nozal
sigue teniendo la savia dentro.
No está ni asustado,
ni muerto.

 
 

Hasta el caserón cerrado y sin reló
de la misma Estación
de Campomanes
sintió el tacto del invierno
en los raíles del tren:
era otra estación
contemplada
a través de unos cristales,
sobre unas ruedas
rompiendo suavemente
la alborada,
por fin blanca por una vez.

 
 

Como decía Machado del tren...
"Yo, para todo viaje
—siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera—,
voy ligero de equipaje.
Si es de noche, porque no
acostumbro a dormir yo,
y de día, por mirar
los arbolitos pasar,
yo nunca duermo en el tren,
y, sin embargo, voy bien.
¡Este placer de alejarse!..."

Pues, para la nieve,
sin duda mejor también el tren...

 
 

Cancietsa con abangos:
las cañas del arbolado,
los artos, las varas más delgadas,
que van curvando
al peso de la nieve.
Los abanagos: palabra
ya prerromana también.

 
 

Como en los inviernos
de antes:
a ver si el cambio climático
no llega muy lejos,
y nos vuelve a las estaciones
de siempre...

 
 

Con el salero del collaciu
ente la nieve
hasta las rodiellas :
sin mieo a la nevá.

 
 

Y faciendo muñecos
como toa la vida:
mientras siga habiendo
inviernos blancos, claro...

 
 

Como disfruta el malvís
con las suculentas manzanas
que también sobreviven
en el manzanar
para alegría
de otros cuantos sin techu,
ellos tamién...
Menos mal...

 
 

Debe estar cavilando
lo mismo el petirrojo:
¿dónde quedará alguna
manzana camuesa,
algún carépanu,
en algún manzanar,
en cualquier carapanal?

 
 

Como el burrín,
buscando senda
hacia la cuadra:
fuera, nun hay ná
que catar...

 
 

La güelga
que hay que dir faciendo
hacia l'esteblu

 
 

Estas vacas,
tienen menos suerte:
han de buscarse
la yerba y la vida
entre la nieve:
nunca mejor dicho
lo de buscarse la vida
incluso en pleno invierno.

 
 

Para algunas y algunos,
ni un establo
con aroma de payar.
Ni una noche
al calor de unas yerbas en el pesebre,
de unas simples yerbas secas..
Ni siquiera en una noche navideña.

 
 

Tal vez lo piensa
el caballo también:
sólo un césped
congelado bajo los piés.

 
 

La vida
más o menos dura
para unos y otras.
O peor...,
para unos y unas,
más dura que para otros y otras...

 
 

No hay más remedio
que hincar el diente
al tapín nevado:
con la habilidad
de la potra trentena
(treinta meses...) .
Tuvo que aprenderse
por fuerza la lección,
ya desde bien pequeña.

 
 

El caballo escarba
antes con la pata,
quita la nieve a la yerba
congelada ,
y va paciendo luego.
No le asusta tampoco la nevada.

 
 

Sólo
el calor del dueño,
sin duda
más que grato
en estos tiempos
de campo abierto .
Son las leyes de la montaña.

 
 

La comunicación
sin palabras:
la presencia basta.
Algunos y algunas
tienen ya más suerte:
de vez en cuando,
hay yerba seca en el pesebre.

 
 

Como esti par de paxarinos
(o paxarinas)
encaramados en la enramada
a la espera de cualquier cosa:
unas simples semillas del otoño,
un triste insecto descuidado
en la hojarasca...
Cualquier cosa sirve en la nevada.

 
 

Y la perrina,
por si se terciara algo también
que cayera de rebote:
bien lo saben
los dos petirrojos
encaramados.

 
 

El pueblu,
en silencio:
caleyas al tacto
de la nevada.

 
 

El horro,
a rebosar
sólo de nieve ahora;
tiempo atrás,
el tesoro mejor custodiado
del pueblo;
la dispensa familiar,
siempre tan fresca y seca,
incluso bajo muchos palmos de nieve
en el cumbrial

 
 

Los güertos y las güertas,
bajo la manta
tan fría como blanca.

 
 

Algunas chimineas,
ya apagadas también:
los pueblos de montaña
bien saben de los cambios
y caprichos de los tiempos ...
Pero, se adaptarán ellas, sin duda,
a los vaivenes glocalizantes del dosmil...

 
 

El frío ye pa toos
y pa toas,
con una diferencia:
la xarriquina
tien que apañáselas
sin calefación,
sin algún payar con grana,
al calor del ganado,
sin unas migayas seguras
cada alborada na nevá.
Pero a ella,
tampoco l'amedrenta l'invierno.

 
 

"Súbita, inesperada, espesa nieve
ciega el último oro
de los bosques.
Un orden nuevo y frío
sucede a la opulencia del otoño.
Troncos indiferentes.
Silencio dilatado en muertos ecos.
Sólo los cuervos
protestan en voz alta,
descienden a los valles
y —airados e insolentes—
ocupan los jardines
con su negro equipaje de plumas y graznidos.
Inquietantes, incómodos, severos,
desde sus altos púlpitos marchitos
increpan a la tarde de noviembre
que exhibe todavía
entre sus galas secas
la belleza impasible de una rosa"

(Ángel González)

 
 

Como algunas rosas
bajo la nieve,
que aún siguen
siendo rosas
en pleno invierno

 
 

También prefieren
las yeguas
el frescor
de la nevada,
a la oscuridad
más cálida
de un establo
Dicen en los pueblos
que las caballerías
nun quieren cuadra. .

 
 

La nieve,
hasta las chirucas arriba.
Pues, como dice el refrán:
"Niebla decembrina,
nieve a la petrina"

 
 

Sólo restos
del ramaje otoñal

 
 

Casi Navidá:
los jardines de La Pola
pinos, abetos, texos...

 
 

Porque la nieve
también pesa
hasta en el árbol

 
 

Los carámpanos,
casi olvidados ya:
aquellos figurados caramelos
por la fuerza helados

 
 

Con las caleyas tapecías
pe la nevá:
sólo algún perro
había rastreado entre las casas
en busca de cualquier raitán despistado
saboreando las granas tras algún payar

 
 

Y en sin güelga entavía
pa xubir al horro:
aquel granero artesanal,
que aseguraba
los productos intactos
bajo las más duraderas nevadas
(la escanda, las ablanas,
las andoyas, los chorizos, el xuan
... )

 
 

Sólo las berzas
resisten gayasperas
en la güerta

 
 

Estampa entrañable:
la vida en algunos pueblos
cuelga siempre
como del hilo de unos hielos.
Pero el invierno
pasará también.

 
 

El azul del cielo
y el tacto blanco de la distancia

 
 

Y ya con el tono más ocre
que tiñen los rayos de un sol que se apaga en el poniente
sobre la misma nieve helada...

Nos vamos repletos de sensaciones blancas,
Llevamos el paisaje en la retina, en las manos...,
en las chirucas, en la mochila...
camín de casa:
para saborear de vez en cuando el resto del año.

Ver Herías 1: el pueblu

Ver Herías 2: algunas fotos fotos

Ver Herías 4: algunas construcciones

Más fotos de Lena:
por Xulio Concepción Suárez

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