Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

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Miguel González López.

1. Por Gaudencio Tomillo,
del libro El Concejo de Lena en el siglo XX a través de sus personajes

"Nació en Pola de Lena, en el popular barrio de La Caleya, el 22 de enero de 1899. Fueron sus padres Constan tino González Allende y Etelvina López Martínez, ambos de la misma localidad. A los once años empezó a trabajar como ayudante de albañil y a los quince ingresó en la empresa minera Sociedad Hullera Española, con una jornada de doce horas -igual que en el trabajo anterior- y un jornal de 1,75 pe setas.

Dejó la empresa a los diecisiete años y hasta los diecinueve fue carretero con una pareja de bueyes y transportaba el carbón de la mina de La Gotera, de Fábrica de Mieres, desde los altos de los concejos de Quirós y de Lena hasta la estación del Ferrocarril del Norte, hoy RENFE, de Pola de Lena.

Cobraba tres pesetas y tenía una jornada de muchas horas. A los 19 años ingresó, como vagonero, en las minas de Hulleras de Naredo, donde cesó a los 18 meses, debido a una crisis de la empresa, y pasó entonces a trabajar como picador en las minas de La Bárcena.

Contrajo matrimonio en dos ocasiones, la primera con Covadonga Rebustiello, de Muñón Fondero (Lena), con la que tuvo un hijo: Constantino González Rebustiello. Su segunda esposa fue Marcelina Baquero Llaneza, vecina de Palaciós (Lena), con la que contrajo matrimonio en 1942 y de cuya unión nació su hija María Flor González Baquero.

Cumplió tres años se Servicio Militar en la zona de Ceuta- Tetuán, y cuando regresó a casa ingresó en las minas de La Cobertoria como picador y encabezador de guías, donde permaneció hasta cumplir los 32 años de edad. A partir de ese momento se dedicó a la venta de periódicos y revistas, tanto de Asturias como de Madrid.

Su establecimiento era y es conocido (aún existe) como Librería Miguel. También en esta época comenzó su labor como corresponsal de prensa, que ejerció con verdadera vocación y dedicación y a lo largo de muchos años en el diario gijonés El Noroeste, en La Nueva España, de Oviedo (12 años), en Región, también de Oviedo (35 años), en La Voz de Asturias (40 años), en la Agencia EFE, en Comarca, de Mieres, y en la Revista Lena.

Sus artículos eran cortos, concisos y claros, exponiendo en ellos el acontecer de Lena en cualquier faceta, con base en la verdad. El concejo de Lena en el s. xx Debido a esta actividad en los medios de comunicación escritos, el Ayuntamiento de Lena, en sesión ordinaria de fecha 27 de marzo de 1987, acordó nombrarle Cronista Oficial de la Villa por su «meritoria labor de promoción cultural y patrocinador de iniciativas culturales y realizaciones en pro de los intereses del municipio».

Publicó un libro de poesías titulado Nubes poéticas y fue concejal del Ayuntamiento de Lena de 1931 a 1934. «Miguel el de los periódicos» amó a Lena profundamente y lo pregonó a los cuatro vientos a través de su vida y de su obra como corresponsal, lo que también le fue reconocido con el premio «Puerta de Asturias» en 1998. Falleció en Pola de Lena el 7 de enero de 1999, muy pocos días antes de cumplir los cien años

2. Por Por Faustino F. ALVAREZ
Director de «La Voz de Asturias»

Prólogo al libro de Miguel G. López:
Sobre Asturias y algo más, poéticamente.

"Miguel G. López aúna dos oficios tan hermosos como el de escribir en los periódicos y venderlos. Participa, de ese, modo, muy significativa mente en el oficio de, urgencias y caducidades que es el periodismo. Desde su atalaya de Pola de Lena, el decano de los corresponsales de prensa ha visto suceder muchas cosas. No ha querido dejarlas pasar definitivamente ni se ha resignado a que, la sensación y la experiencia que dejan tras sí los distintos episodios nos dejen sin recuerdos.

Otras personas, en actitudes psicolóqicas smilares, optan por escribir unas memorias. Es la fórmula más corriente, que no tiene por qué ser la mejor. Miguel G. López ha optado por el poema: por hurgar en el espíritu de los hechos y dejar, en verso, su. quintaesencia.

Nada le es ajeno a este lenense, veterano de tantos esfuerzos. Está en la vida con una misión más que las que cumplen todos sus vecinos: además de protagonizar la actualidad, la cuenta y, después, la distribuye en hojas de papel, como en un intento de eternizar las situaciones al modo como lo hacen quienes pinchan el vuelo de una mariposa con un alfiler. Cuando esta actitud tiene el sustrato de un hombre profundamente humano, el ejercicio da frutos muy significativos.

A veces, los poemas son fábulas en las que los buenos terminan por vencer sobre los malos, pese a las apariencias que se muestran a media batalla. En otras ocasiones, nos encontramos con versos que hablan emocionadamente de su tierra y de sus gentes.

Tampoco faltan las reflexiones morales, esos momentos en que el pensamiento hurga en lo cotidiano y lo desentraña, separando la cizaña del trigo, como hacen los buenos campesinos, y todo ello con una admirable capacidad de comprensión, con una exquisita delicadeza de quien ha tenido como maestra una vida larga y, por 'tanto. ha tenido la oportunidad de diferenciar muchos matices entre lo blanco y lo negro. (Matices que aparecen, como la sierra del Aramo, entre nieblas y a los que, por tanto, un asturiano cabal ama con especial pasión).

Una controlada nostalgia (que no un cerril «cualquier tiempo pasado fue mejor») subyace en los momentos en que.Miguel G. López compara nuestra época con el pasado, avivándose esta sensación cuando lo que se contempla es una tradición olvidada o una costumbre que se intenta absurdamente ridiculizar. Con ejemplar modestia, Miguel mira lo que pasa, lo acaricia. lo siente como algo suyo y, después, da su opinión en verso. emite su cordial veredicto en hileras de palabras que se trenzan con alegría, con galanura, con, limpieza.

Admiro a Miguel G. López porque es gente buena, y gente de mi oficio, y gente veterana a la que aún le quedan muchas lecciones por dar. Si ello fuera poco, tengo que añadir que es, el padre de Constantino G. Rebustiello (q. e. p. d.). un entrañable periodista a quien vi inmolarse -y juro que soy consciente de no incurrir en exageraciones afectistas-, gota a gota y día a día por su concejo lenense que, para él, era el mejor, y hasta casi nos convence a todos sus amigos de que, al borde del Pajares, y allí exclusivamente, se encontraba enterrado el corazón del mundo.

Y, para seguir con la raza periodística, también es el abuelo del Rebustiello que ahora escribe en «La Voz de Asturias», el joven Rebustiello que, al principio de sus trabajos en la redacción, añadía, muy yanqui, el «junior» a su apellido, «Rebustiello jr», y a quien vi cómo se le fue cayendo, en pocas semanas, la jota y la erre para quedar, con una dignidad profesional impresionante, como el Rebustiello de ahora mismo, el reportero con prisas, con garra siempre dándole un quiebro a la actualidad como aprendió en la buena escuela de su familia.

Tienes, lector amigo, un libro en el que el relojero, por una vez, entra en la caja, en las cuerdas, en las manecillas y, amorosamente, a pecho descubierto, te va contando, en verso y con cadencia, de qué material está hecha cada pieza, para qué sirve el tiempo y, en fin, lo bueno que sería que la Humanidad entera pusiese sus relojes siempre a la misma hora".

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