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Por los pueblos de Lena.
Teatro Vital Aza. Pola de Lena

"Hay que vivir, sentir, padecer, comprender y luego, tras asimilarlo, contarlo, escribirlo. No entiendo a aquel que quiere contar cosas sin haberlas profundizado. No entiendo a un pueblo sin historia y sin gentes que cuenten su historia. Hoy, ahora mismo, en este momento, a partir de ya, los lenenses no entenderemos lo que es nuestra tierra, Lena, sin acudir a la obra de Julio Concepción, sin dirigirnos directos a Por los pueblos de Lena.

Ahora bien, si hay que destacar una cualidad de estas páginas -hermoso repaso de la historia de nuestros pueblos- es, sin duda, la capacidad para escuchar y anotar que ha tenido y tiene el autor de las mismas. Es el resumen de los resúmenes, el producto final de la más vieja técnica de comunicación del ser humano, el contar las cosas boca a boca, la transmisión del uso generación a generación, manteniendo seculares los orígenes.

Julio es, ahora, el último eslabón y, consciente de ello, intenta crear escuela desde su labor de docente y, sobre todo, desde el profundo amor y respeto que siente por su tierra. Es generoso y da a los demás su saber y sus notas, sus descubrimientos, su prosa directa; nos ofrece a sus vecinos las pequeñas historias que nutren la gran historia de los pueblos.

No busquen en este libro nada más que el amor que destila por cada trozo de hierba u hormigón de un espacio de tierra llamada Lena. Sirvanse a disfrutar de las historias, bellas historias de Castor, de Joaquín, de Sensa, de Honorina, de Manolín, de Carmina, de Benita, de Víctor... nombres pequeños que hacen grande una tierra.

Gentes alejadas de los libros por no se sabe qué regla no escrita y que desde ahora mismo son ya parte de la bibliografía lenense, porque se lo merecen y porque fueron la fuente de inspiración de Julio a la hora de tomar notas y de reconstruir, como si de una vieja casa se tratase, piedra a piedra, los pueblos de nuestros valles.

Dije, y repito, que este libro tiene el alto valor de aquel que ha demostrado la paciencia de saber escuchar, cualidad tan difícil en estos días en los que todos opinamos, todos sabemos y, por desgracia, cada día entendemos menos.
Es este libro una incitación a la reconquista de viejos valores casi acabados. Es el canto más bello que se le puede hacer a un espacio físico y a sus habitantes. Es, además, un canto a la esperanza, al futuro. Sin embargo, soy consciente de ello y espero que tú, Julio, también lo seas.

No faltarán, sabios ellos, quienes digan que el libro está mal hecho, que te has dejado cosas en el tintero, que mientes; no dejarán de volar bajo los cuervos de la envidia, aquellos que todo lo saben, nada aportan, que haberlos haylos, por extraño que parezca o por duro que sea reconocerlo, también en Lena.

No vengo aquí a adular a Julio porque sé que hubiera realizado este trabajo, aunque no se hubiera publicado. Nada me debe ni nada le debo yo, aunque desde hace tres días le debo el placer de haber disfrutado descubriendo casas, piedras y pueblos de mi pequeña tierra. Historias de mis gentes que aún tienen la virtud de emocionarme.

Estamos hablando hoy del libro más vivo que se ha escrito del concejo. Es en realidad la voz de nuestras gentes, de esas gentes que encierran en sí mismas los tesoros antiguos de nuestros orígenes.

Es un libro hablado, bien contado, de notas y relatos, que se puede leer de un tirón, pero que cuenta con la virtud de emocionarte cuando al abrirlo al azar lees en la página 222 que el caserío que hay sobre Traslacruz se llama La Vachina.

Cumple, por tanto, este libro otra función primordial de aquel que ha escogido el duro oficio de contar algo: descubrir nuevas cosas. Por los pueblos de Lena es, además, un punto de reflexión importante porque abre la necesidad de recuperar, de luchar para que no se pierdan esas bellas historias, cientos de historias nunca escritas, pero sí conocidas y vigentes en nuestros pueblos.

Hoy Julio nos demuestra que es el gran contador de cosas de este concejo. No sé si es el que más sabe, pero sí sé que es el que más tiempo ha dedicado para que ahora yo, tres días después de tener este libro, haya aprendido más de mi concejo que en 14 años pateando mi tierra.

A partir de hoy, Julio, te prometo que escucharé con mucha más atención las historias de este pedazo de patria llamada Lena y luego correré a contártelas, aunque sé que sonreirás y me responderás ''Ta en la página 37 ".

En fin, Julio, gracias, muchas gracias por este libro, por este pedazo de historia de nosotros mismos llamado Por los pueblos de Lena".

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