Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular


"Volverás, claro, y  serás su bella digitalizada. Repetirás
silencios y ansias de predador. Y serás la montaña rusa
 y los vértigos de quien  lea, en tus silencios, un afán de vida
o  irracionales búsquedas  de la brisa apacible que limpie
y   surque los oscuros  meandros de tu alma"
(Salicario)

MIS ÁRBOLES
A Fernando Fueyo

Desayunan  sebes y mantienen a raya la avaricia.
Devoran el calor con su brisa y
diluyen las formas que se esconden bajo el mantón de la sombra.

No cambian; en el tiempo, son una línea colgada
de millones de hojas, símbolos cuando estallan muertas
y cuando buscan el tacto que les niega la vida.

Son los ancestros, almas y padres del recuerdo, sopa
del hambriento, bálsamos  del deseo que arrulla
 la esperanza en la cúpula de amor.

Robles veteranos, retorcidos castaños, los ablanos y sus dedos,
mis árboles: espejos que guardan la esencia

de tantos fantasmas que son los nuestros.

***

El pecio de Les Meloneres

Centenario, con mil lunas  a tus  espaldas, retenías
la vida con tus raíces cual esperanza  blanca que mana
de la longevidad del tiempo. Navegante fiel en tierra firme,
nunca ni las ventiscas que los rayos visten de luz y color
te pusieron de rodillas  para humillarte. Y  fiel a los  ancestros,
fuiste hermano de la corra  donde se maceran en el interminable
invierno, los frutos contra las hambres, guardián el erizo
que se abre a les morgaces como al amor de su vida, aquellas
manos firmes y seguras  por  la subsistencia. Sin bromas,
los llantos de unas bocas tiernas mordidas por el vacío
de la nada y sus picores irracionales, te arañaban
la sombra hasta lo más profundo del ser, hasta
donde el silencio rompía las  aguas de tu  soledad.

Y  como  siempre, sin apellidos. Leal con los otoños  y el viento 
que los mecía con su voraz apetito, nombres y herencias
te arrullaron mientras ellos se amaban hasta llegar
a mi corazón. Indiferente a tu vida y su trayectoria,
eras la vieja cavorna, arrumbada y desatendida.

 Cuando,  de repente, una historia  en color, llena
de palabras y ensoñaciones,  te hacen presencia y servicio:
entre  nobles cipreses y robles milenarios,   hijos  del pincel
 y del mañana, resucitas y hablas con tus fieles para decirles,
cual pecio por la edad cansado y  con ánforas de silencio
que hablan de tu dignidad ... para decirles ,
desde Les Meloneres,
que nunca mueren los árboles que están en pie.

***

EL MAESTRO

En el tráfago urbano, donde son   metros  contados los caminos que transitan la luz llena de indiferencia por las sombras, tus fuegos; como allí, en la sabana, donde el horizonte  es guarida de las tormentas que almacenan los granos del mijo de la vida; lo mismo que  el susurro inaudible de  unos   pasos sigilosos,  hijos de la memoria, colgados del león prisionero en los lapiceros que viven en  la cárcel de unos dedos. Y a cien pasos,  siempre: donde el aire revuelve y  huye  de la iras de la tierra y sus rugidos, en Nepal, también: allí  los buitres son  las almas en los mantras de la paz.

Donde quiera y  a  los lejos,  donde el mundo se llama con palabras que obran libertad y respeto por la sangre de la vida, como en el aire,  una figura  frágil y menuda  por la lejanía.

 ¿Quién será? ¿Quién recoge la vida y sus perfecciones y menudencias con las secuelas del tiempo y sus condiciones?¿ Quién muerde a la muerte con el color y la luz o quién recoge con mimo cada actitud con sus emociones? ¿ De quién  un decálogo con los  trazos que son venas y mitos?

En las mil palabras que alimentan los posos del alma, en el discurso del gesto y de los silencios y de los sueños, en el rescate fratricida del hombre con los infiernos abocados al drama, un visionario con la dignidad de los pasos perdidos en el jardín de la Gorgona para tanto amor: Fernando Fueyo y su  mirada.

***

Alma y clamor

Oh Dios mío que tienes en tu nombre la suma de mis
pecados  y  contradicciones,  frutos  de mi soledad. Esta plegaria,
desde mi corazón, para el  Padre y su misericordia,  tan cierta
como la bondad y  la sonrisa que brotan, con delicadeza,
del manantial en la fuente donde bebe la paciencia
con mis desvaríos, tantos como luz tiene el día o  la noche
de oscuridad. No temas, Padre, y borra mi cuenta en tu memoria
con tu silencio;  las deudas que tengo contigo, si las cancelas,
serán el   haber que limpie las heridas  en carne provocadas
por el intemporal martilleo de la duda y su pertinaz búsqueda,
sin condición, de la paz, la  meta imposible  por   las aguas
en remolino que hacen de la vida un turbión; las aguas,
camín abaxo, desde el monte hasta la expansión infinita
que va de Reconcos a la llosa llena de hambre y humedad.

Más palabra con ideas que caminante mi alma, Padre,
no escrutes los entresijos  que ni yo mismo conozco.  Te suplico
el mar que trabajas con tus dedos,  padre de las olas,
tus hijas, que arden en la playa hasta la consumación. Dame la brisa
que aligere mis pensamientos, Padre. Que sean el violin para mis palabras ,
cual  nube de algodón colgada en las pestañas del corazón.
Recibe mi súplica en tu voluntad  y dame el tiempo que necesito
para ver con tu luz el color que conforma,  en tu figura, el amor.

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Blog del autor:
http://dereconcos.blogspot.com.es

Crónica de la exposición de Los árboles, en el RIDEA (www.lne.es)

Artículo sobre:
El pozo lobal de La Chamargona

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