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"Como la vida a la sombra de las palabras,
la brisa de los sueños busca la forma de los fonemas y sus encantos, padres de los placeres, la escritura
" (J. M. Fernández)

Sentimientos, poemas, pensamientos,

por José Manuel Fernández

NEL AMARO
Mi Rafael Melero

Poeta del gesto  y  de la palabra, figura  contra la imagen
sin sombra y umbría y gris y llena de silencios
contra los ruidos y la roturas del corazón descosido
por todas las moscas que te hacían del alma candil sin pábilo
o mujer con alcuza camino de sí misma contra la muerte.
Caminos delicados  y de miel  los tuyos, sí,  para una vida ácida,
en vinagre, con sarpullidos en el papel y labios amarillos
por tanto cabrero  funambulesco  de las emociones.

Al fin, agotado y lejos de ti mismo,  embrumado  un día
por la melancolía con galipote y sin dedos para el amor,
un pacharán y sangre  servidos por  la indiferencia 
sin tiempo y con empuñaduras sin memoria,
hicieron de ti el copero de Hades, degustador  fiel
 de los recuerdos  que fueron tu nombre, cual gotas
de lluvia para nada, versos y  tránsitos  sin desmayo
por tu compromiso con la edad, el tiempo y las manos arrugadas
por tanto manoseo de la vida, inconsciente, solo por vivir
amarrados  por  el ansia,  en el aire,  y siempre, a  la esperanza.

Un sin sentido, Nel. Tus desvelos y espumas como marcas
para el vuelo de tus golondrinas ... una historia interminable
de deserciones y aviesas miradas y entrelineas  torvas
que te llevaron, Nel, donde habita el olvido, a la
memoria entre ortigas donde  Pulgu te ladra una caricia.

***

En el tanatorio

Aquí es la vida. Salvo las flores, que adolecen  de plástico
y de necrofilia, hasta la envidia tiene su hueco en  este desfile
de pantalón y chaqueta  simulados. Ósculos  teñidos
de colores y disentería  marcan los ritmos de las traiciones
y la hipocresía, las miradas no existen y todos los caminos
son lagrimones que riegan el silencio. Las manos son
las tenazas del dolor, y los clavos en rojo  del recuerdo
sujetan el odio con la palabra entre dientes y sus imperceptibles
sonidos de grajos en celo de mezquindad. La distancia es
avaricia que  muere según su peso en oro y sangre
en los cristales  por  la inquina de la sospecha, alma
sin fundamento y de corazón pétreo, ardua y difícil.
Con el hábito de la compasión, transitamos y  hacemos
vida con el disfraz del consuelo y la condolencia
para reciclar los  detritus que saltan de los poros
al circo y la simulación cuando sabemos que fue otro
quien alimenta la inmortalidad sin nombre
que espera en frío  para ser mortal y rosa y mañana.
 En el tanatorio, el sueño  es tránsito retenido, una pausa
y la seguridad de volver para empezar un  poema  lleno
de tiempo y los doscientos fonemas de una sonrisa

***

Una salida

  " … penaba yo en la entraña más profunda
de la cueva sin aire y sin salida".- R. Alberti

En estos días, el año disoluto por las contradicciones todas de la primavera,
con palabras de lluvia y agua en el corazón o la esperanza enquistada
en los picos del otoño y sus miradas, hago míos los avatares todos
de la vida que me rodea y sus jugueteos contra la precariedad del vivir:
mis árboles, las nubes, las nieblas y sus enigmas o las tiernas miradas
de quien me dice que hoy y mañana hasta siempre, alegrará mi sufrir.

No saben o desconocen los ojos del hombre y su inteligencia, esas ventanas
que abren la luz a la roña del estar, donde se cobijan las diferencias
que hacen de nosotros simples larvas con las dudas del devenir;
nunca lo mismo frente a la nada, un griterío lleno de vocales
viudas y desaforadas, evanescentes, hace de nosotros, los humanos,
enterradores del sentido que nos muele el corazón: recóndito y amante
de las mil palabras teñidas de sombras y risas ofuscadas
de la sinrazón, rehúye todos los nombres que no sean las ascuas del amor:
sin saber adónde vamos ni de dónde venimos,, y farfullando
desatinos contra el desaliento, todo contra la eternidad
es polvo enamorado, un rabión vital fruto de las tormentas.

Por el contrario, y como salida a tanta desazón, el silencio
de quienes, al amanecer o vestidos con las sombras de la discreción,
hacen del porvenir, del monte en la ladera, un tránsito
lleno de paz, armonía o contraprestación: el regazo de las risas
de las nubes de algodón, por ejemplo, es alambre invisible
que sujeta el aire a las hojas que abren su alma
a tanta serenidad. Contra viento y marea y sin plañideras,
salvo el hombre, horror a manos llenas, todo es mano abierta y
tendida al deseo de vivir para morir y volver a empezar y seguir
y vuelta a empezar como el universo de papel sin grafías ni dolor.

ASTURIAS

Espejo terso, retina de los dioses, 
esperanza larga
fue la piedra, allá,
en Candamo.

Y nunca mejor tumba 
para ellos
que la espada inmensa del Aramo.  

Mía eres, Asturias, 
mi doncella,
bajo el manto fayuco 
de Somiedo: 
pasión encainada,
amapola,
entre las mieses, tiernas,
de Misiegos. 

Caudal, profundo,
sin embargo,
acrónimos navegan,
iracundos,
el rapto de la fuente
maquinando: 

ENFERSA,HUNOSA Y ENSIDESA,
barcos amarillos de vocales
en la noche ya medio varados,

saben los milagros
del Pigüeña,
del venero de la xana
que alimenta
arcanas ilusiones verdiblancas,
verdinegras ilusiones
de existencia. 

***

Carrapiellos

Allí  cantbánlu todos,
Incluidos los pequenos
Cuando de escuela venían
Saltando por los senderos.

Recibieéronlu de boca,
De boca de los abuelos
Que lu supieron de siempre
De  boca de sus ancestros.

El casu ye que la historia
Pasaba de los veneros
A les fuentes  que nel pueblu
Alivian a los sedientos:
A los que tienen memoria
Y sentaos nos tayuelos
Calecen al pie del llar
Al mor siempre del fuego.

Alli taba la güelina
Con la historia pa los nietos
Mientras quel güilu  dejaba
Al garabetu bien puestos
Los dientes que le faltaban,
Rotos en aquellos cuestos.

Y mientras la güela yos daba
Farines paquella cena
Cantaba llena de pena
Con sones de la alcazaba
...

[...sigue el poema completo en el blog del autor)

***

Homenaje a nuestras humildes palabras: 
"soy aquellos que fueron antes de mí"

(Natalia Ginzburg)

Castañiru.

Canséu, sin esencies y
perdíu,
na mejor que aforar  to silencio
de verde armonía,
to eterna anonimia
de niebla fayuca,
el insondable misterio de muerte
perenne
que, artosa, desgarra a quien busca
asustéu,
el azul inmortal.

Nun se ...

Quedo en quentu de río-reguiru
con fuente
que suaña con esa espinera que arrulle,
melosa,

con quexes de amor

***

En sangre derramada

En sangre derramada, el magosto del instante
me rodea los dedos con sus caracoles y las esquirlas
que hacen del recuerdo el pan ácimo
con sabor de alma en mi corazón: con alegría,
dosifican el pesimismo y las luciérnagas
que rompen la noche y las luces
de su oscuridad. 

Ocres en el camino y violines
y arpegios en tus palabras, hacia la esperanza,
en este noviembre de Malasaña y amor,
voy de la soledad
a la vida de mi soledad y sus inflexiones
que hacen del  silencio
campo mustio de silencios tristes. Perceptible apenas,
el sonido de la niebla habla bosques de sombras y palabras
tremendamente largas, como el hambre que nunca se tiene;
tan inocentes como el color de las  intenciones, apenas
dirimidas por la falsedad y el engaño y las heridas en el costado,
en sangre derramada, seca y oscura, hecha lanza por una traición.
No hay cruz para este dolor ni clavos para enclavar el tiempo
en las agujas del reloj que me cruje contra la esperanza
y sus indómitas calaveras de azul y papel. Será el mañana, sin embargo,
la cripta embrujada, cual rotación sin futuro, 
en el presente, con sus goznes y visajes... será el mañana
el soplo del hoy para una resurrección, sin el ayer
como soga y piedra colgada  a mis pies

***

Niza 
"Ma mère est morte dans l'attentat.
Elle pratiquait un vrai islam"

(http://ebx.sh/2a2UBGR)

¡Cuánto dolor  rezuma  el odio de Dios!. Asombroso!. Hay días
rojos como la desolación de la quimera que descubren la nimiedad
de las amarguras de  mi corazón. Embebido en un  ego emplumado
que hace trizas los pulsos de las ganas de vivir, iba a llorar por  tu des-amor,
enquistado como el vértice donde se cruzan  los ejes del universo, como
si el mundo tuviese sólo tu nombre, onírico o patio trasero de los sueños.

¡Qué tristeza la mía ahora por entonces! Las brisas y los objetos me decían
tu nombre mientras mis ojos limpiaban las arañas del recuerdo.
Pero ya ni lo escribo!¡Qué estupidez! Encerrado en mis juguetes y  prisionero
de una obsesión, eran vedijas los arañazos aquellos  del mundo interior.

¡Sin comparanza!. ¡Vaya desastre! Un momento y las flores del mal fueron  las almas del flaneur en un nombre y en el grito de Les sanglots longs des violons de l’automne blessent mon cœur d’une langueur monotone: eran Fátima  y diez niños más de la mano de Copeland  y  los tres tunecinos y Caronte y su desconsuelo y mi dolor y la France y mis recuerdos de los mil autores que nunca leí y otro Bataclan en Niza del color de mi sangre, un nombre y la memoria y entonces y ahora,  por siempre , cuánto temor  y   padres  sin  hojas , en el sol
de julio, cuando Rachel, oro bruñido al sol, limpiaba el cielo con una  sonrisa.

DEcidme, amigos, habladme, un gesto. Sólo  un  susurro para que pueda
estrecharos  al tacto y amorosamente,  donde los justos beben la paz,  
y los besos  son palabras como espejos, carceleros del dolor: Dios.

¿Dónde estáis? Donde quiera, sólo veros con el corazón en la mano.
Ese es mi heraldo, contra el odio, por la paz y la palabra y para siempre, amén.

José Fernández.

PUZLE: no me importan los sufrimientos.
Lo que me mata es la esperanza.

                                                                    Para Noelia, la vida y una sonrisa.

Como la vida a la sombra de las palabras, la brisa de los sueños
busca la forma de los fonemas y sus encantos, padres de los placeres, la escritura
y los garabatos del alma, su topografía. Como un silencio de niebla y de bosque
prendido en el canto de la brisa y sus miradas, imperceptibles a los sentidos,
disformes, buscamos, sin embargo, con las uñas,  extrañas coincidencias
que nos construyan, como sea, el puzle que haga de nosotros un ángel
libre de cadenas y aliviado,  sobrio de  salivas y grillos sin verano que cantar. 

Caminamos y hacemos leguas y lenguas con el deseo. Nos buscamos.
Extraño esfuerzo para casar los sinsentidos y   rumores de ecos
que nos llegan sin saber ni de dónde ni cuándo son alma o  arañas
del corazón. La  suma de arenas que la realidad desmenuza, infinitas,
es  pieza desvaída por el tiempo, el amor y tus silencios: estupideces
.

Con todo, si las mates pulen mi soledad,  y si, por el olvido, se rompe la memoria;
y si el esfuerzo,  por  tóxica melancolía, suma para  multiplicar
y recomponer nuestro esqueleto cual  nubes de  algodón, al final
mi nombre y las dudas serán de piedra o ceniza que tendrá sentido:  
las mil piezas y un  puzle, con genio y figura, sin intemperancias,
serán el  marco donde las  miradas que caen son  lámparas de cristal
.

José Fernández.

Voracidad       

Es silencio por insaciable y  famélica por instinto; es fuego por necesidad;
la hija indómita contra su  ferocidad,  del amor;  el truco de la vida  para hacer 
del río el cauce soñado  sin fuente  ni brisas que oreen su porvenir.
Imperceptible como alma sin palabras, serpentina
cual  viento que succiona  el  aire para agitar sus pensamientos
y las esencias; corriente de frescura, ligerísima, sin volumen,  que  hace niebla
de las formas y de las señas de identidad. Contra la fuerza y la resistencia,
inconscientes, nos sabemos desconocidos y frutos de la voracidad.

Sin tregua, nos mece y cosquillea; nos  reímos sin saber quien,
de la mar,  es  arena y su esperanza, la ola: dos semitonos
para una corchea. Ya lo sabes;  te afanas y ya ves  donde queda
la finitud de tu nombre:  en una sensación sin tiempo, efímera, de la nada.
Y si ramoneas donde  sabes que habita el olvido, no cejes aunque
seas luz de  mis  sombras en el amanecer: aprenderás que la vida
es un bocado entre amarillo y dulce  de la infeliz manía de vivir.

José Fernández.

Manriqueña

Despertaremos  como si el sueño no fuera
un plazo que se cobra la muerte
y la vigilia
el alquiler de una casa en ruinas
.
                             Toño Benavides
.

... de los fuegos  y aquellas palabras, invictas, de gravilla,
 víctimas de la risa contra las piedras y sus astrolabios contra el cristal
que nace en tu pecho contra el aire y la rueda
en la bicicleta de charol que te rompe la desgana y el amor.

encendidos  como en todas las guerras  y sus alejandros,  los recuentos
de heridos y sus bucles del dolor son una pira donde arden
todas las muescas, en vida, del corazón: kilómetros  en ansias
y velocidad, melifican la memoria con el olvido y el mañana como una libación.
 
de amadores cual guirnaldas, como sombras quemantes sin la llama del miedo a la soledad.
Ya sabes: tenemos  las estridentes  risas, y nuestras, que hablan
del odio con la ternura, y sus tactos,  marcas invisibles,
intangibles e imborrables de los nombres  del común
en propios, por  vanidad y sin sentido: el premio por la voracidad de la nada. 

¿Qué se ficieron del reloj y su efímero tiempo, la  oscuridad;  con  el toque de oración,
hasta los tocados e çimeras son la impotencia
vestida en el polvo por los cascos de los caballos y su  tonante anfitrión?

Lluvia de estrellas

Así en la tierra como en el cielo, padre nuestro; en el cielo,
 lluvia de estrellas a cientos como palabras del  universo
y  los sustantivos en común que nos hacen prorrateo con su afán
indigno de la diferencia: todas son y brillan y deslumbran  en la noche
tan oscura del alma como su fugacidad. Son todas de  lesa humanidad
en gavilla cuando nos hacen del  ojo, la imagen- destello
del vivir sin tiempo y en condena  como la fugaz palabra del amor:
empaladas en los  mitos y  sus pasiones, únicamente el nombre es  la memoria
que lleva a las espaldas,  en sus Gemínidas,  los avatares de tanto furor
embaucado por el deseo y los plumajes  para los apetitos de la pasión.  

Táuridas, Úrsidas o Perseidas son fuegos artificiales del pallida mors
que nos habita con el ansia de vivir y  tantos  desatinos
de impacientes  viajeros por caminos  rebosantes  de  la nada.
Es la misma, devota del  Caronte y vivero de las muecas,
que destila  a medias,  sonrisas de hielo, nuestro fin principal:
ser engañosos cometas de textura frágil, como la palabra o
la  lluvia de estrellas. Las mismas que nos dicen cuando brillan 
que no sabemos ni adónde vamos ni de dónde venimos: la ironía del vivir

La niña de Begoña

Es mi vida porque tiene mi nombre. Es la sangre del alma
que rompe mi corazón. Y con la niebla del polvo y sus explosiones,
mis lágrimas son ciervos que huyen con  el pavor en sus pezuñas,
aladas como  gráciles  mariposas  a las que susurra el viento  
de  una pesadilla. Mis dedinos  son las manos de la angustia y su  amanecer.
Agarrotados y sucios, llenos del  hambre irracional  por la violencia,  
cuando me llaman, contesto y me dicen Alepo, un jardín y sus peces
negros como las palabras que hacen labios transidos por el dolor.

Cuando tus formas me hacen cuerpo de mujer y color desvaído,
Y  haces de mis cabellos una lluvia suave como peine   de los vientos,  
¿ a quién supones que miran mis ojos si tu me los  haces
de sombra y clavel? Por favor, acúname;  méceme o susúrrame y háblame
con tus lápices que dicen de tus pensamientos de madre, tus sentimientos.
Dame tu vida, créceme. Ponle tu piel a mi figura, entrégame a tu nombre,  y
si  lloras conmigo,  donde el mundo es Alepo, llevará tu nombre,
Begoña, hacedora de mi vida y de mi esperanza y de mi amor, tu niña.

Cantiga de amigo.

                       Furia color de amor,
                    amor color de olvido

Sé de muy buena tinta
Que te rompió el corazón
Cuando pasabas el río
Caminito del amor.

Dulce amiga y compañera,
Niña de negros cabellos,
Con   fuentes que siempre manan
Colores entre tus dedos,

Siempre tendremos caminos
Y puentes pa  los deseos
Y nidos con muchas aves
Que nos entregan sus vuelos:

Águilas  para tus cuadros,
Para tus ojos cuquiellos.
Para mis manos raitanes
Y para el luto, los cuervos:

Son aquellos que nos dicen
Que la vida es un infierno,
Cuando seguros estamos
De que  el arte con sus truenos
Es barco con  muchas velas,
-Y con solo dos remeros-
Que Busca siempre destinos
Que le marcan nuestros sueños.

Se de muy buena tinta
Que te rompió el corazón
Cuando pasabas el río
Caminito del amor.

Mis topónimos

Tengo la suerte de tener labranza y amigos,
brazos abiertos, es decir, familia,
suelo de los míos, es decir, pasado.
Muñoz Rojas

En el tiempo y los parajes donde habito, en Reconcos, ajeno al compás y al cartabón, los jardines, manchas disformes y dedos sin  flores para  el amor del tacto, escucho las mil palabras en las bocas que fueron vértices de la memoria, contra el olvido. Eran todas  pasión o impotencia, estación de viacrucis con sus cirineos o peldaños de vida contra la muerte y su improvisada sonrisa para ser la presencia infinita. En este ínfimo espacio, las bocas que fueron en tiempos son la mía cuando hago con su nombre por herencia y la sangre que los conmina a ser recuerdo, esquinas de la vida. Fitónimos hijos del agua o hidrónimos, que riegan tantos epónimos, son alma y resumen de codicias hasta nuestros días que se repiten como victoria contra el tiempo: Ramoniz y Les Meloneres,  cual curva de Litordo ¿en qué boca fue su primer balbuceo? Como la mía y mañana, un paisaje y los colores del orpín, un corazón hecho alfombra en las nubes de papel, anónimo y para siempre, como ahora

Mujer muda.

                        Homenaje a Aurelio Suárez

Enigma de la mujer: cremallera y silencio
la mujer muda: toneladas de opresión
y  física amarga, siempre en tu  vida
las flores pujan tu corazón. Inteligencia
en penumbra y mediocridad, dólmenes
oscuros son arpillera, pesadillas, cuando buscan
tu  vertical. Serpentinos, te acechan,
mastican la ternura. Y crueles, escupen
y vomitan  residuos, los tentáculos de la vida.
Te robaron los cristalinos con la peste,
el hambre, la guerra o  la muerte: apocalípticos,
se devoran.  Pájaros desplumados y sus roncos
graznidos, los hombres, arpegios, son almas
disolutas, ruinas y madres de la mezquindad.

Y tu, Mujer muda, impasible y  opaca, mil
Aurelios que te lloren en forma de sabanón,
serás pieza dislocada y cremallera, una forma
apagada, sin palabras, sin la punta de sal
que da sabor a la vida:  la luz y la gracia.

                                                    José Fernández.-

La escombrera.

Vertedero. Al final, lo de siempre: las viejas letrinas
donde vomita  la avaricia, son escupideras
de la técnica, ávidos  fantasmas que  delimitan,
 del  pasado, las  piedras del sudor, áridos de la sangre
 y  el relleno del dolor. Todo sin nombre y  nada del ayer. 
Un color de pesadilla pierde el recuerdo en la savia
 del olvido. Indiferencia y sangría que nunca llegaron
del saco sin fondo que fueron sus minas:
en el arranque, en el túnel sin tiempo, aquellos pulmones,
con  aroma de  silicosis, eran la   vida  de  un sonido,
la escaramuza del infierno. En las tinieblas, los abrazos
gritaban   la muerte, el terror y el millón de quejas
que alienta el silencio: la mano extendida que  ofrecía,
a cambio del luto, restos de soledad y de miseria.

Para nada: escriben la historia en la tinta del agua
cuando te destripan: ni les importa ni quitan el polvo
siquiera. Como entonces y siempre, aptos para la carroña,
les interesa la tierra vestida de blanco, la que rezuma
la leche negra que alimenta el color del oro, el poder
del fuego en  las sombras de una esperanza.

Ni dignidad ni memoria de estos bastardos: serán ceniza
y residuo del mañana, ojos sin niños y  palabras sin alma.

INVITACIÓN 

Es la hora de amar la soledad.
Es la hora -yo soy mío- 
del bosque encendido. 
Antonio Rigo
.

Entre el follaje  y las sombras llenas de luz que me arrojan
en  brazos del  canto de  los emboscados  en robles y castaños
protegidos contra el nombre  y la vida,  por el sonido.
Y por  la brisa que  alivia con su frescura, en el corazón,
la victoria de la quietud tras, previas, tantas derrotas.  Entonces,
por todo y un poco más,  con rasguños del dolor y sus rescoldos,
del pasado, nada es   tiempo  cual sujeto   que se enroca ,
pasivo, en los pliegues  de mi alma:  son  ámbito y placer
 los dientes de (l) león,  rabiosos en el verde,  
que hacen de mis pasos redundancias de  imágenes  
cuando  llega quien  desea el tacto de mis palabras:
 tímida, se reboza  Cálida en el polvo y me rodea  con sus maullidos
 la cintura de los  sentidos. Y mientras, en la higuera, es envidia
 el cerezo  embriagado  por la sazón del color
en el  paladar. Abro, entonces, mis sentidos a la razón
y hago música con las cuerdas del corazón, una sinfonía:
 mis árboles son  alma de los pájaros  que  hablan
 de los ojos de Dios, hijo de las estrellas y de la infinidad;
 aletean   para llegar conmigo  al  mañana  y decirme,
con las hojas hechas  violín, que  sus notas de suave
crepuscular, serán siempre y mañana, con esperanza y convencimiento,  la fuerza  del nombre  en  la rueda del vivir. 

El roble del Trobanin.

Me traspiras el tiempo y los recuerdos;  
hacia el pasado, esas cientos  y miles de palabras
que son tus hojas, de siempre,  nos dicen que estas ahí.
Y solo con verte,
me das nombres o un vocabulario y la ocasión para  airear los sentimientos, las sinrazones
y una obligación: el receso  para el encuentro,
como un reposar las almas y sus avisperos
y dialoguen entre sí.

Y tu mientras, sacas vida de los crestones en caliza
donde tus raíces domestican los entresijos de su corazón.
En silencio y dueño del tiempo,
tus brazos,  contra el frio y las tormentas,
hacen de ti mi roble anclado
a la última forma de amar,  el recuerdo  timbrado
por el color y esa piel de verbos, rugosa,
donde anidan los infinitos débiles que pueblan tu corazón.

Y el mío.
Y mañana.
Y siempre: hasta que alguien, no me preguntes,
tampoco importa, sea descanso
y te hable de tus habitantes y sus habitados
y los infinitos dedos del tacto
que justifiquen la admiración  por el cuerpo habitado
que te da forma  cuando haces de tu aire un  redil
donde  cobijamos las hambres de futuro a las que acechan
en el presente, los lobos y sus guturales gargantas de almidón. 

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Blog del autor:
http://dereconcos.blogspot.com.es

Crónica de la exposición de Los árboles, en el RIDEA (www.lne.es)

Artículo sobre:
El pozo lobal de La Chamargona

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