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La Tsamera (Somiedo):
una historia de vidaJesús Lana Feito investiga sobre la vida cotidiana, el sentido común y la reconstrucción del pasado muy reciente en el pueblo deshabitado de la Tsamera (Somiedo)
Alegría Feito Arias
(texto original en PDF)Alegría nace en la Tsamera en 1934. Desde hace algunos, escribe versos para manifestar cómo fue su vida y la de otras personas. Expresa sentimientos y emociones profundas que vivió en este pueblo hoy deshabitado.
Su inteligencia y su memoria trabajan sin cesar, a pesar de las pocas horas de escuela que pudo recibir de los maestros y maestras que contrataba el pueblo. No había escuela creada oficialmente, ni maestros nombrados por la administración; pero en casa de un vecino, Antón de Xusto, una sala dormitorio se convertía en aula, y allí acudían los escolares de las 8 familias que poblaban La Tsamera.
Guarda expresiones en su memoria, o en papel que repite con soltura. Tiene versos para desear la paz, para sus hijos, para sus nietas, para su pueblo y para recordar sus orígenes:
"En el año 34, hija de madre soltera, el día 8 de noviembre he nacido en La Tsamera que es un pueblo somedano entre montañas metido, donde un hombre jovencín me negó su apellido.
Solamente a mi madre le debo mi existencia, ya que sólo ella ha sido quien luchó porque creciese con mucha dificultad: vivió la guerra civil; sus tragedias y secuelas las superó junto a mí.
Lo más triste que de ella recuerdo lo mal mirada que era por el hecho de ser madre y en estado de soltera. Muchas veces me abrazó y llorando me decía no te fíes de los hombres que te engañan hija mía.
Yo siempre la consolé con la misma versión: si me enamoro algún día, de los de este pueblo, no. Espero encontrar un hombre capaz de ponerle fin a la burla que nos hacen igual a ti que a mí.
Hasta a mí, siendo muy niña no faltó quien insultarme diciendo caerás tan bajo como ha caído tu madre".
En La Tsamera pasó su infancia y su juventud con su madre. Sus dos hermanas pronto salieron del pueblo a trabajar. La mayor de las hermanas, que le llevaba 15 años, se casó en Torre de Babia y la segunda, que tenía 3 años menos, trabajó en La Pola. Alegría es la última de las tres hermanas y con diferencia de edad. Auristela, su madre, tuvo a su primera hija a los 15 años.
Madre e hija trabajaban solas en la casa para sobrevivir con una o dos vacas, una docena de ovejas, un gocho y dos o tres pitas. El gocho algún año pesó menos de 50 kg. Más pitas no había porque no había con qué alimentarlas. A pesar de todo, incluso se podía vender algún huevo en La Pola.
En el cultivo de la tierra se diversificaba la escasez: algo de trigo, patatas, berzas, maíz, lentejas, pericuelos. Estos tenían forma de muelas y en Babia así los llamaban. Para las lentejas quedaba una parte de las tierras que era más delgada y donde no se daban bien las patatas.
La escasez la sufría también el gato, aunque en una ocasión rechazó algún manjar. Recuerda Alegría que se había repartido por las casas picadillo de oso, que no todas las personas comían y sobró para el gato. Cuando lo olió salió escopetao chocando contra una cortina. Menos mal que era de tela.
Había trabajos duros como acarretar la hierba al hombro hasta el pajar y también el trigo y la leña. Alegría recuerda un único carro del país que apenas circulaba por los caminos del pueblo y poco más. Era de casa Antón de Xusto. Recuerda cómo cantaban sus ejes de madera. El resto del acarreto se hacía con un pollín (un burro) que también había que mantener y salir a buscarle árgomas, para ahorrar hierba, cuando nevaba.
Alegría ganó pronto algún jornal, a sus 14 años de edad. Su hermana casada en Torre de Babia le buscaba casas que necesitaban mano de obra para arrancar las malas hierbas en las tierras de cereales, tarea que aquí de denominaba arromper. Antes de que empezara la hierba en La Tsamera, en esos 15 días del mes de junio en Torre, podía ganar unas 10 pesetas al día.
Se casó en La Tsamera a los 18 años con José, natural y vecino de La Falguera, de la misma parroquia de Veigas. Para celebrar la boda en casa era necesario retirar las camas y convertir la única sala o habitación de toda la familia en comedor por un día. Se reunían platos y cubiertos de todas las casas y en este caso también de casas de Villarín.
Recuerda cantares de boda: la cuesta para la iglesia la subiste esta mañana, la subiste de soltera y la bajaste de casada. Al pasar por ese puente repara el agua del río por ser la primera vez que pasas con tu marido.
En La Tsamera vivió varios años y allí nacieron sus primeros 9 hijos, otros 4 en Veigas. Cuando se trasladaron a Veigas la economía familiar ya era otra cosa: unas 10 ó 12 vacas y unas 50 cabras. Éstas estabuladas en una cuadra independiente para evitar el ataque de las pulgas a las personas.
Los ingresos en la familia también habían mejorado con el trabajo de José en las minas de La Almagrera, en los lagos. Las madreñas aportaban algunos ingresos ya desde La Tsamera. Allí casi todos los varones eran madreñeiros y tenían un taller montado en unas meruecas de una casa abandonada.
En otras épocas del año hacían las madreñas en las cuevas de Redibobia y así no había que transportar los troncos de madera hasta el pueblo. Resultaba más cómodo transportar hasta la cueva la poca herramienta que utilizaban y llevar a casa las madreñas en sacos. Las mujeres transportaban madreñas y también la comida para los madreñeiros.
Estas pinceladas dibujan una vida muy difícil en La Tsamera y las familias fueron abandonando el pueblo en torno a los años 60 y 70. Una vida bien reflejada en los siguientes versos.
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Voy a contar una historia Sólo les voy a contar Compuesto por ocho casas, Trabajaban sin descanso Sin duda pueden creer Patatas, trigo y maíz, El maíz y los arbeyos, No sé cómo explicarles Para guardar el maíz, Desde que el maíz granaba, No lejos de la cabaña Desde la misma chabola, Debido al oso y lo lobos, Ese tipo de trabajo Sí era la necesidad grande, Pasábamos el día cuidando, Aunque la vida era dura, Voy a contaros las vueltas Se siembra sobre la tierra ; Cuando ya está crecido, Solían sembrarlo en febrero, En agosto se segaba Antes de quitarse el sol, Solían acarrearlo En la era se tendía, Para sacarle el grano, Como especie de bisagra, Piértigo tenía de nombre Una vez sacado el grano, Una vez limpio el grano, Luego se pasaba todo Los ingredientes del pan El formiento es pasta Después de hecha la pasta, Se sabía que estaba roixo Para todo se orientaban Una vez hechos los panes, Desde que se mete al horno, También se orientaban Piensen bien en lo que digo, Lo que también era duro, Daba trabajo segarla, Este pueblín del que hablo, Se ponía el camino duro, No es que quedara lejos, Para el uso doméstico, Y para lavar la ropa, Además de pasar frío, Lo único que este pueblo Otro trabajo pesado, |
Como no lo daba el sol, Para acarrear la leña, En el hombro y por la luna, Y no cómodos vestidos Las madreñas eran cosa Cabadina se llamaba También se hacían calcetines, Esto lo hacían de lana, En los meses de invierno, Donde las mujeres cardan lana, Hasta las diez o las once, No tenían despertador Trabajaban a destajo, Se tizaba en el suelo, Una cadena en el techo, Los potes eran de hierro, Yo creo que en este pueblo, Por el arradio escuché Quisiera verla en mi casa, Nadie puede imaginarse En este pueblo del que hablo, El día de Carnaval Al son de la pandereta, En Nochebuena, para cenar, En Nochevieja solían Nada más pasar las doce, Hasta los más pequeñajos, Esto todo que os digo Hemos puesto luz eléctrica, Aunque funciona con leña, Aunque cambió para bien, Ahora está como braña, El que lo suele habitar, Es un señor jubilado, Con alguno de sus hijos, Nunca he oído hablar Treinta años recién cumplidos, Sus padres viven en Veigas, Ahora suben en coche, Gracias al señor alcalde, Debido al abandono, He leído en el periódico Si eso llega a cumplirse, No para habitarlas diario, Quiera Dios que eso ocurra: En él nací y crecí, En el año 2003, Si algo nuevo ocurre, Si algún lector hubiese |
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