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Covadonga Fernández, con el gamonéu ganador del último concurso.

Alta costura
Covadonga Fernández,
“diseñadora” de quesos de Gamonéu en los Picos de Europa

Publicado en La Nueva España,
25/11/2014,
por Jaime Izquierdo Vallina

Covadonga la de Umartini amajadaba siendo niña en Belbín. Jugaba en aquellos años 60, en el escaso tiempo libre que tiene una niña aprendiz de pastora, haciendo vestidos para muñecas. Hacían las hojas de avellano de telas y las ramitas más finas de hilo, de hilván, ue cosía entre si las piezas. Aquellos vestidos primorosos y forestales vestían con elegancia los cuerpos de unas muñecas imaginadas, soñadas–prendidas en su cabeza también con alfileres como de avellano– desde que las había visto en un escaparate de una tienda de la mínima urbe, y máxima sede, de Cangas de Onís.

Eran aquellas preciosidades de la tienda de juguetes las hermanas ricas y aseñoritadas de la muñeca única que su madre le había hecho con un ovillo de lana, unos botones por ojos y unos flecos engrosados como cuerpo y desmadejados como extremidades. Soñaba Covadonga tanto con las inalcanzables, elegantes y finas muñecas de la villa como con su querida muñequita de trapo, que no la acompañaba en la cabaña durante los veranos en la majada y la esperaba paciente en casa para compartir con ella los juegos en la invernada.

Hacía Covadonga vestidos de verdad para muñecas imaginadas en las alturas del puertu de Onís. Las cabritas atentas a los movimientos de la niña pastora vigilaban la tarea y, al menor descuido de la aplicada diseñadora, se comían en un par de bocados sus queridos vestidos verdes. Covadonga se disgustaba y las cabras la miraban con ese aire de incredulidad que solo las cabras saben poner, ya desde muy crías. Las cabras, pendientes de la formación de la niña, reclamaban así el destino de su cuidadora dirigiendo sus pasos. Transformaban ellas aquellos sabrosos vestidos de hoja de avellano en leche.

Con el tiempo, y sin darse cuenta, aquella niña imaginadora de muñecas se convirtió en diseñadora de alta costura. Porque Covadonga diseña ahora en los Picos de Europa quesos de Gamonéu de altura para mayor gusto de Reinas y jueces, desde Letizia a Garzón, como si fuera una Carolina Herrera, o un Cristian Dior, de la leche.

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