El Puerto Güeria:
al ritmo que crecen peornales
y menguan cabanas y senderos
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Tuíza: el pueblu que va quedando atrás,
al paso por irías y morteras
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a poco de salir del pueblu,
ya vamos topando con
el llantén
(Plantago major):
la planta de las siete costuras,
que dicen los vaqueros;
para el catarro,
digestiva,,
para las ensaladas...
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o con la oreganina,
parecida al oríegano
(Thymus praecox Opiz):
el aroma de los senderos,
y la higiene de las cabañas
tiempo atrás
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Peña Ubiña, al fondo:
Ubina, Penubina, entre los lugareños |
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La cancietsa las morteras:
el cierre de las fincas de segar,
antes, las irías de semar. |
Y, volviendo a cerrar la portiella,
salimos de nuevo al común,
por cualquier senda
hacia El Quentu'l Visu |
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el pareón del Xanzanal:
el de la xanzaina (la genciana, Gentiana lutea),
sobre las pendientes
de Valverde y Bovias
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la cabana Valseco:
más conservada,
a la antigua usanza
(piedra, tapinos en la techumbre...)
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la reciente cabana
para albergue
al que va de paso:
excelente servicio comunal
en días de nublina, lluvias...
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Columbrando La Cotsá'l Trabe,
divisamos ya El Puerto Güeria:
Pena Ruea, La Veiga Lacosa,
El Mayéu Busdongo, La Veiga'l Frencu...
La tierra acuaria,
que lleva el nombre
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nos explicamos el nombre de Los Antiojos:
los dos ojos de la peña,
que se diría están contemplando
todo el puerto desde los altos de Pena Ruea
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los robezos,
que nos vigilan ellos
siempre antes a nosotros,
por supuesto...
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El sosiego de los ganados
a la hora de la siesta
Con el garañón de la yeguada
controlando siempre a propios y a extraños:
una escena de rodeos que nos llevó parte de la mañana;
un espectáculo gratis;
pues bien que entienden y respetan su lenguaje
los intrusos por otras causas |
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lo que fueron corros cerrados:
veyares, corrales...,
para el ganado menor
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la espinela
(Berberis vulgaris),
distinta de la espinera:
la segunda piel del arbusto,
el tinte amarillo intenso,
que servía para fijar el color
de los tejidos
(el tsinu y la tsana)
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tal vez, el brúncanu
(Ligusticum lucidum)
la planta gramínea
que curaba las enfermedades del ganado
(diurética, depurativa...);
su abundancia entre las cabañas derruidas,
atestigua su aprovechamiento pasado
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la hora implacable
de la braña
sin falta de reló....,
por supuesto
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el detalle:
el sabor lácteo de las praderas;
antes, el sabor de las mantegas,
el suero, la dibura, la cuayá..., de las cabanas
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La Sapera:
los todavía (relativamente)
tupidos acebales de Güeria
cada año un poco más esquilmados,
envejecidos, carcomidos, semisecos...,
por aquella falta de poda
con las sabias manos y el saber podar de los vaqueros
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David y Chuchu,
joven y vaqueru:
la transmisión oral
de los contenidos de una braña, de una generación
a otra:
sin escribir todavía en buena parte;
sin pasar a proyectos y a ordenatas;
los jóveens estudiosos
seguirán teniendo la palabra
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el vaquiru de la mayada:
Chuchu el de Otero,
controlando los ganados,
los propios y los ajenos,
a ciertas horas de la tarde;
la solidaridad brañera,
aún en estos tiempos;
menos mal...
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con su macho para compensar un poco
las distancias del puerto,
el peso de los años en las caderas, con tantos pasos y pasos...,
por los senderos, entre las peñas y las breñas de la braña.
Al fondo, Penarpín:
entre La Foiz Grande y La Foiz Pequena
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aquellas ranas
que cantaban toda la noche,
arrullando el sueño
y las cabanas:
ni una sola, tuvimos la ocasión
de escuchar
esta vez
desde el crepúsculo al alba...;
y bien que nos hubiera prestao;
se habrán ido con los patos,
oblidados por el deterioro,
ya imparable,
del lago.
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la peña, Las Bermechas,
mirándose en el espejo del agua: El Tsegu Güeria,
tan silencioso sin los patos silvestres de antaño
(los curichos,
que dicen los vaqueros)
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los berros de las tsamargas
(Apium nodiflorum,
con muchas variedades):
las otras lechugas
de las cabanas
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la cerezal a unos 1650 m de altura, al par de las cabañas:
casi un milagro
entre los rigores de las calizas;
David fue despejando así las dudas...
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como los bruseles
(Ribes petraeum):
los otros frutos a disputar
con los ganados,
allá por el estío arriba
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el tacto de los senderos;
los raspionazos de
los peornales:
cada año un poco más florecientes,
a falta de vaqueros
que alimenten la lumbre
del tsar a tarde y a mañana;
la investigación pura,
en vivo y en directo...
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Impresionan los misterios de las calizas:
cintas retorcidas, pliegues, recovecos...:
¡quién fuera geólogoo..., por lo menos mientras contemplamos
los caprichos multiformes de
Ruea...! |
Pena Ruea: bien redondeada,
si se mira desde otros altos cimeros del contorno
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con otros detalles
de las capas superpuestas,
simétricas,
limpias, impecables...,
sobre Las Cruces y Valseco
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pues seguro que Chuchu
está cavilando también
sobre el presente y el devenir
de cabanas, patos silvestres,
sendas, peornales, acebales, ganados, productos ganaderos,
costumbres del pasado...
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la hora del bocata:
y de las palabras vaqueras,
pa la libretina y pal ordenata
por supuesto
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De nuevo en los altos de Las Cruces,
camín de casa:
la mirada del puerto al completo
El Quntu'l Visu,
camín de Tuíza otra vez,
con la bruma fresca del atardecer en la mochila, en la retina y en el alma
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Más reflexiones y caminatas por
El Puerto Güeria
Información más completa de las brañas en el libro:
Las brañas asturianas,
un estudio etnográfico, etnobotánico y toponímico,
de Adolfo García Martínez, Matías Mayor y Xulio Concepción Suárez
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