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autodidacta, Eliseo, Carabanzo
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La música de gaita tradicional lenense:
Liseo el Gaitiru Carabanzo:
Gaiteru Mayor de Lena;
el arte del ingenio traducido
al aire de un fuelle
y a los dedos de unas manos



Foto, gaiteru templando la payuela.
Ver video y ecuchar gaitará en La Fumiosa (MP4)

Imprescindibles los artistas de la música y la voz, ahora y mucho antes en los pueblos de montaña

Un privilegio musical en estos tiempos

Todo un privilegio resulta la oportunidad de escuchar a Eliseo Quiñones tocar la gaita con una ocasión cualquiera: lo hizo desde muy jóven por las fiestas campestres, romerías en torno a las iglesias y capillas, bailes, celebraciones patronales, actos oficiales, concursos regionales, interregionales...

Pero resulta privilegio doblado la ocasión concedida por Liseo -como ya se hizo más familiar en la voz popular- de escuchar unas cuantas decenas de canciones retumbando en los altos de La Fumiosa, a unos cuantos metros sobre el pueblo, ya camino de los altos de Ranero y el cordal de La Carisa que viene de León.

Los sones, el roncón, el ronquín, el punteru, el soplete, la payuela, el fuelle..., de la gaita manejados por las manos y la mente de Liseo, transformaron por unas cuantas horas los praos, los montes, los boscajes, los valles..., resonando de collada en collada entre Les Fumioses, la Fumiosina, La Pizarrera, Les Porqueres, la Vieya, Los Torales, La Viña...


Foto y gaitará, Liseo Gaiteru Mayor de Lena: con su mágica música, resonando hoy entre los altos y los valles que presiden las cumbres del Picu Ranero.

Desde que tuve que colar catsando con la gaita a mio padre pa dir tocar a Pinos

Porque fue Liseo gaiteru desde bien guaje: artista musical en unos tiempos en los que algunos padres y güelos no veían con buen ceño que sus fíos y nietos aprendieran a tocar la gaita, dada la mala fama que tenían algunos gaiteros de ronda por las fiestas hasta altas horas de la madrugada; o hasta días después cuando las romerías podían alargarse fuera de casa, con tantos tsabores que facer pe las tierras o los praos.

Como se podían alargar mucho las xordas y las botas de vino pa refrescar el gargüelu y las cuerdas vocales; y con los gastos, más que los beneficios, para el gaiteru protagonista, en unos tiempos en los que actuaban por poco más que la comía, y unos riales; o unos duros que igual traducían a horas de xorda en xorda, hasta que se acababan y había que volver pa casa....

Por esto, nos resume Liseo con tanto humor: "la primero actuación que fice, nel año 56, fue en la Fiesta Pinos, con la gaita que garré a mio padre a escondías; como nun me dexaba dir, tuve que garra-y la gaita de nuiche y dir a tocar a la fiesta los vaqueros del Puerto Mieres".

Y nos precisa el gaiteru los detalles: fuimos a caballo y llegamos a dormir a Traslacruz; madrugamos, xubimos per Teyeo, y llegamos a Tuíza Baxo, onde acababa la carretera entonces. Ya pel camín antiguu, cruzamos L'Alto'l Palo y damos con la fiesta'l Puerto Mieres. Aquel día muncho disfruté entre tantos bailes, mozas y mozos pe las camperas de la verbena, con la gaita garrá a mio padre la nuiche antes".


Foto, rebuscando letras y sonidos en los arcanos musicales de la memoria

Y aprender con un maestro: el tamboretiru Columbiello

Pero Liseo tuvo maestros en el arte de la gaita, que recuerda con gratitud: Quico Quiñones, Fredo el Tamboretiru, Canorín el de Columbiello, Cundo el Tamboretiru, Chema el de Columbiello, Juan, el Portu la Vega'l Rey, Félis el Tamboretiru, José el Gaitiru Felgueras, El Ninu Casorvía... Y otros a los que con tanta atención escuchaba para aprender el arte de su vida, a pesar de la fama trasnochera del oficio gaitero, en la perspectiva que a veces se escuchaba en casa.

Especial recuerdo guarda Liseo de aquellos años cincuenta, cuando, siendo tan mozu, Cundo el Tamboretiru Columbiello "me aprendió a tocar la gaita -precisa Liseo con cariño-: él tocaba el tambor y cantaba a la vez; pero al tiempu me decía: tú acompaña con la gaita la letra que yo voy cantando al son del tambor y los palillos. Tú pon música a lo que voy cantando...". Y yo aprendía a tocar con Cundo.


Foto, la inteligencia del gaiteru en el arte de las manos

Hasta que pude comprar la primera gaita

Después ya entré a trabayar na mina La Catalana -continúo escuchando el aprendizaje de un artista musical de pura cepa-; más tarde en Figareo, fui vigilante de pozu, maquinista...; primero, ganábase muy poco: 200, 300..., pts al mes, pe los años cincuenta, que a veces nin cobrabes, porque los cuartos ya se habían acabao con lo que taba apuntao na libreta del libramentu; dibas a cobrar a la oficina, y l'escribiente ya te tenía puesto un escarabayo en forma de culiebra: eso quería decir, que la paga ya taba gastá nel conomato.

Ya, cuando se ganaba algo más, pude dir aforrando pa comprar la primera gaita, y seguir aprendiendo por mi cuenta, ensayando a ratos furtiaos del trabayu y la familia... Fui muy feliz toa la vida, como lo sigo siendo cuando traigo la gaita comigo, como la ves ahora pa que la escuches baxo estos fresnos".

"Primero tocaba namás con la gaita de mio padre, que yera gaita tumbal: una gaita que tien un soníu más grabe, reposáu, úse más pa tocar la misa, pa acompañar a voces graves...; ye más seria; después ya compré la gaita grillera, que ye más alegre, de soníos más agudos, chillona, por lo que se usa nas romerías, pal acompañamientu nos baliles, nas danzas de grupos, nas parexas, a lo suelto...; ye más alegre. Ahora tengo las dos, y úsolas según faga falta".


Foto de Liseo: la música del gaitiru que ya resuena acompasada entre el ramaje de los fresnos ante la cuadra

Aprender de oyíu: eso de las notas musicales...; yo sólo toco de memoria, tengo muy buena memoria, eso sí...

Impresiona escuchar el entusiasmo por aprender de un joven más de medio siglo atrás; y luego menos joven, octogenario hoy mismo, pero con la misma ilusión de un guaje por facer lo que más gusta: "porque -continúa su relato Liseo con toda calma- yo de música, nun sé ná; yo nunca fui a una escuela de músicos; eso de las notas musicales, a mí nun me dicen ná: yo sólo toco de memoria, de oyíu, con las manos..".

"Eso sí -continúa Liseo, autodidacta ejemplar- tengo muy buena memoria: yo tengo las canciones grabás na cabeza; y nun me falla ni una al repetila...; bueno..., a veces nun salen como yo quisiera del too..., pero vuelvo a repetila, y... clavá...; téngolas toas escritas na cabeza...

Verás, voy tocate unas cuantas onde quieras" -escucho a Liseo sin apestañar, ante la cuadra, con los montones de yerba al fondo, y los fresnos de las xebes, con la fronda a rebosar por estas fechas; y lo escucho flipando, como dicen los jóvenes ahora....


Foto, el gaiteru que resuena en toda la rondiada

Porque yo las canciones tócolas a mio manera, de notas musicales..., yo d'eso..., nunca lo estudié...

Y así pasamos varias horas entre la mediatarde y el crepúsculo bien entrado, de este día yerberu de xunio, escuchando una canción tras otra de Liseo en torno a la cuadra y la cabana. Eso sí, después de amontoanr los burraxos de yerba un poco amontalgá que nun acababa de curar del too; y, como la nublina diba baxando ya de los altos de Ranero, ficimos unos montones más pequenos pa estolexar al día siguiente ante el payar, una vez palanquiaos con el burro.

El repertorio de Liseo impresiona, ciertamente; y, sobre todo, por su capacidad creativa: "son versiones mías, nun vayas a creer -me advierte Liseo, tan humilde como reluce en su mirada clara-; yo tócolas a mio manera, pues préstame dayos un aire personal...". Y así van retumbando sonoras, nítidas, impecables..., unas cuantas canciones con los aires de la gaita, en títulos adaptados por el gaiteru, como:

"El cura dixoy al ama", "Ella lloraba y lloraba", "Arriba y abaxo", "A qué presumes de rica", "La jota muñeira antigua", "Si quies que te cortexe, molinera de Santianes", "Tengo una pata mala"...

Y me recita Liseo alguna letra en concreto, con el humor inteligente de un artista del roncón y de los deos; pero con las palabras que esos mismos deos de las manos traducen tan hábilmente a las notas tan sonoras hoy al cobijo de las retamas, bajo los cielos anublinados, y la nublina ya más fonda en los altos de La Fumiosa. Me recita la letra de del "Cura y...":

"El cura dixoy al ama:
-échate a los pies, cordera.
Ella entendiólo al revés,
y echóse a la cabecera"
.


Foto, gaiteru y perru: el fiel -y privilexiáu- espectador de aquellos altos

Y sigue Liseo haciendo vibrar los altos de La Fumiosa con letras parecidas:

"-Tengo una pata mala
y nun pueo bailar:
dame que dame la cinta
de tu delantal.
- De mi delantal la cinta
yo te daré,
siempre que tú me seas
firme en el querer,
firme en al andar...
-Que dame dame la cinta,
la cinta de tu delantal ".

O aquella otra:

"Segaor que tas segando
debaxo de la neblina,
si la gadaña nun corta,
saca la piedra y afila".


Foto: el privilegio de pedir canciones a Eliseo, una tras otra (libreta en mano, boli, grabaoras posibles...).

O la otra de:

"Si vas a Campu de Caso,
has traeme una casina,
nun me la traigas muy grande,
que la quiero piquinina ".

Y la siguiente:

-Dónde vas a dar agua
mozo de mulas,
que desde la cama siento
las ferraduras.
-Dónde vas a dar agua,
mozo de bueyes,
que desde la cama siento
los cascabeles
-Si ye que sientes
los cascabales
de mio parexa,
levántate de mañana
y ponte a la rexa.
-A la rexa nun me pongo
ni a la ventana,
quiero escuchar
los cascabeles
pe la mañana”


Foto, el privilegio de un concierto sin más límites que una cancietsa, por si daqué ganao de la carba se allegara también a tomar asientu

De pueblu en pueblu, onde quiera que me llamaran

"Yo aprendí por pura afición -continúa Liseo, ya con la nublina tapeciendo la collada-: disfrutaba con el oficiu que me diba practicando y aprendiendo de pueblu en pueblu, y de una romería a la que tocara después; llamábanme de toa Asturias y alreores: Llanes, Cangas d'Onís, Llueves, Valdeón, Caín, La Vecilla, Cármenes, Piedrafita, Robleo..."

"Ya comenzábamos la ronda bien temprano -sigue Liseo recordando con la ilusión tallada en el brillo ágil de sus retinas cristalinas-: a las ocho la mañana, ya facíamos la primera ronda pa despertar a los mozos que habían andao de xuerga, y ahora la pagaban edormecidos tras los mostraores de las carpas, ente las mesas y los bancos, o acurrucaos entre los matoxos y los setos de alguna finca alreor.

Pues nos encomendaban despertalos pa que empezaran a pedir de casa en casa los donativos pa los costes de la fiesta, pal santu, pa la orquesta... Y, si nun los despertábamos, seguían dormiendo la mañana...".


Foto: aquella tarde veraniega, mientras Liseo esperaba a que la yerba reficiera un poco más, y amontonala pal payar

Hasta me ficieron homenaxes, premios, recepciones...

"Con los años, disfruté de pasu con munchos trabayos y aventuras de negocios, aunque dellas veces, los malos socios me fixeran varias xugadas... -recuerda un poco más pensativu Liseo-: gané perres trabayando asgaya na mina, con pales, al trasporte, con camiones...; siempre con la ilusión, el trabayu y la verdá por delante".

"Pero nun te corresponden toos igual, y tuve que salir de algunos negocios, perdiendo perres a veces tamién... Aunque salí con la cabeza alta, con la ilusión que nunca me faltó hasta la fecha; con los aires que me dan los deos y los soplos de la gaita".

"Después ficiéronme homenaxes, como aquel de va tiempu en La Casa Cultura Candín de Sama; o como aquel otru en Villayana; o el más sonáu de Gaitiru Mayor de Lena, Gaiteru Predilectu de Llueves, en Cangas d'Onís...; que bien agraezo toos ellos".


Foto, los sones del gaiteru a la raya de los cielos

Un público especial inolvidable en la retina, en la memoria y en la cámara dixital: fresnos, acebos, espineras..., los hábiles perrinos y perrinas que no se despegan del gaitiru...; con el fondo musical de la suave brisa, y el murmullo de la nublina resonando entre las frondas y las retamas

Ya luego, sigue Liseo su repertorio de canciones al aire ya vespertino de estos altos, con otras más conocidas de su interminable repertorio: "El quirosanu", "Pasé'l Puertu de Payares", "El soldado raso", "Solamente una vez", "El Ebro guarda silencio"...

En fin, los fresnos, los rebotsos, los carrascos, les espineres..., en torno a la campera y las praeras de Les Fumioses..., disfrutaron como yo sin parpadear la inmensidad de una gaita entre los altos de unos valles más boscosos. Eso sí, grabando de paso al gaiteru, con unos cuantos cientos de fotos que fue captando la dixital, entusiasmada ella también.

Va cayendo la nublina en forma de un orbayu suave sobre los teyaos, sobre los burraxos de la yerba improvisaos, sobre el burro, que diz Liseo nun pue soltar de la reata, pues a la primera salta la xebe y cola camín abaxo pa casa, sabiendo que al día siguiente tien que palanquiar montones: me explica el gaitiru en tono más fuerte y con el ceño fruncido, mirando de reojo pa las oreyas más tiesas del burro, que se diría está entendiendo a la perfección el cabreo del dueñu, ya con la gaita doblá ente las manos.


Foto, la música de la gaita que completa la nublina

Liseo, todo un símbolo rural imprescindible en estos tiempos

Liseo recueye la gaita con cuidado en su funda grisácea aterciopelada; la dobla con suavidad calculada: va colocando los punteros, el fuelle, el roncón...; que no se produzcan dobleces anudadas, que quede bien cerrada, que no pueda entrar ni un resquiciu de nublina con su vuelta al lugar de la casa. Liseo retorna a su cabaña, custodiado por sus cachorros, ellos y ellas, algunos un poco derrangados de alguna correría por el monte tras algún rapusu -me había dicho un poco antes-.

Yo me voy camín abaxo de vuelta al pueblu, entre los castañeros y las fincas del monte, con la imagen imborrable ya en la retina, de un gaitiru autodidacta: de palabra tan clara, de mirada tan lúcida, con la memoria tan nítida, y con la amabilidad impagable de aquel concierto campestre improvisado; todos los ingredientes de un bucólico anfiteatro a rebosar: aire yerbero, sones musicales, enramada frondosa del arbolado por xulio arriba

Me voy, crepúsculo abajo, escuchando los páxaros por las xebes, con el aroma de la yerba verde, o amontalgada ya en burraxos; con el tacto ligero de la borrina sobre la gorra y las chirucas; con el perfume, todavía suave, de la xistra aún temprana asomando ya por las camperas...

Y, sobre todo, me voy alejando pero con el pensamiento imborrable en un artista ejemplar: el símbolo de la ilusión más juvenil por seguir aprendiendo en el milenium, desde bastante más ya de medio siglo atrás. El oficiu autodidacta de gaiteru, a pesar tantas gabelas y avatares de los tiempos por el medio. El arte, la creatividad más pura, etimológica en la palabra, existe...

(páxina en construcción...)


Foto, l'arrancaera, camín de casa...

Escuchar otra gaitará en You Tube (MP4).