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Homenaje
sin palabras fatigadas:
Eligio del Castillo,
LIGIOpor José M. Fernández
La gratitud es el sentimiento obligado de las personas de bien, con quienes contribuyeron de alguna manera a mejorar algún aspecto o circunstancia de nuestra vida, bien como persona individual, o como miembros de una colectividad. Este sentimiento no es para zafios ni rocines, que tanto abundan en este país.
Es el sentimiento propio de quienes tienen principios firmes, y saben reconocer que la ayuda recibida nunca supone una humillación por una debilidad. Por eso, el refranero español, como depositario del sentir y del saber popular, nos dice que "es de bien nacidos ser agradecidos". Nadie más ruin, por tanto, que el desagradecido, en román paladino.
No es el caso de quienes organizan el homenaje que se brindará a Ligio, como fotógrafo, cuya vida fue sujetar, contra el tiempo, la figura de sus vecinos, en un espacio nunca virtual. Porque la vida de Ligio es un clic que captura un instante, una vanidad o una sorpresa; no lo puede evitar.
Cuando el blanco y negro de su cámara se plasma en una fotografía, nos dice que una forma de ser es una forma de ver; y una forma de ver es una forma de ser: Ligio es la discreción personificada con el saber profundo del castellano, quien como Hamlet, le contesta a su tío que sigue la dieta del camaleón: - Me alimento de aire embutido en promesas.
Hay que decir, también, que un elemento fundamental en su mundo espiritual es la nostalgia que nos regala a cada uno, cuando, por esa costumbre que tenemos de vivir, entramos por el ojo de cíclope de su cámara fotográfica.
Porque la fotografía utiliza la luz para escapar de la oscuridad; nos hace recuerdo y un nombre propio; una identidad bien definida, cuando la magia del clic de Ligio captura nuestra estudiada espontaneidad.
Por eso, Ligio está profundamente ligado a nuestros paisajes y paisanajes; porque Ligio es la fuente principal para cualquiera que escriba sobre la sociedad lenense, su historia o la cultura que propiciamos como sociedad viva que se busca a sí misma sin prisa y sin pausa.
Sabemos que en los últimos 40/50 años, la retina de Ligio y su cámara, con la luz como propietario principal, crearon los iconos que nos definen como colectividad entre lineal y quebrada.
Por sus cientos de fotos, transitan nombres y fechas, saberes y alumnos; y sus cámaras, que ya forman parte de nuestro patrimonio, tanto como su saber estar, su ponderación y su discreción: un homenaje a este maestro de la fotografía es recoger el pasado para poner las bases para un futuro en paz y prosperidad: es hacernos jóvenes con el tiempo.
Artículo de La Nueva España
sobre el homenaje a Eligio
en el Teatro Vital Aza (www.lne.es),
por David Montañés.Volver a Publicaciones en esta páxina
Blog del autor:
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