Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular
Etiquetas, tags: diccionario, toponimia minera, Asturias

"Con las etimologías... retrocederemos siglos e incluso milenios para reencontrarnos con las palabras en su ambiente y en su época. Para ver cómo vivían entonces nuestras mismas palabras y qué significaban exactamente"
(Virgilio Ortega).


Foto Minas de Texeo: el cobre

Ciclo de Conferencias
del Real Instituto de Estudios Asturianos.
Ochobre, 2019
Luis Aurelio González Prieto
y Xulio Comcepción Suárez

Diccionario toponímico minero interactivo:
del neolítico al milenium:
las minas de mercurio, antimonio,
cobre, cinabrio, hierro, oro,
azabache, carbón, antracita
..

1) Proyecto de grupo, ya aplicado en parte. Trabayu multidisciplinar: muchas materias implicadas.

2) Equipo interactivo, cooperativo...

  • En el inicio hasta la fecha: Alejandro Zuazua, Víctor Delgado, Luis Aurelio G. Prieto, Roberto Quirós, Celso Peyroux, Jesús Lana, Xulio Concepción...

  • Equipo abierto: posibles colaboradores acordadas en el grupo, voluntarios / as, conocedores de sus zonas....

  • Situación actual del diccionario: está terminada la zona de Picos, indexada, digitalizada, redactada.... Está bastante avanzada la de Langreo, Lena, Aller... Unos cuantos cientos de topónimos recogidos de Mieres, Quirós, Teverga, Cangas del Narcea.

    Hay, por tanto hasta la fecha, un largo repertorio de topónimos clasificados en la mayoría de las zonas mineras: los nombres de las minas, aunque sin posibilidad todavía de geolocalizarlos, describirlos..., en su lugar exacto.

3) Trabayu realizáu: criterios aplicados a cada artículo / entrada en el diccionario en proceso (A – Z):

  • El nombre toponímico: orden por la palabra, con el artículo explicativo detrás. Punto, detrás del topónimo (.).

  • Las variantes del topónimo en el tiempo. Cada entrada recoge los otros topónimos que fue recibiendo la mina a lo largo de sus explotación: nombres autóctonos, nombres de referencias extranjeras... Nombre que prevaleció despues de la explotacion.

  • Clasificación del topónimo: yacimiento, mina, pozu, castillete, bocamina, travesal, capa, calicata, lavaderu, escombrera...

  • Tipo de mineral: cobre, mercurio, cinabrio, antimonio, hierro, carbón, antracita, magro, fluorita, cuarcita, calcita...

  • Concejo, pueblo, monte, valle, regueru..., a que pertenece. Importa más la zona minera, pues a veces está en límites de montes comunales sin delimitar en lo administrativo; o en zonas en litigio por razones de pastos.

  • Descripción del paraje: tipo de suelo, posición, orientación, extensión, acceso, proximidad a caminos, pistas...

  • Toponimia cercana tradicional. Fincas, castañeros, carbas, montes..., que pueden añadir datos al topónimo principal en los comienzos de la explotación.

  • Descripción de instalaciones. Origen, fechas de apertura y cierre, producción, historia empresarial...

  • Documentación minera en los archivos. Se incluye todo tipo de referencias a explotaciones mineras en los archivos históricos: registros notariales de las minas, pleitos en las concesiones mineras, registros empresariales...

  • Etimología: origen de la palabra, referencia inicial, motivación, explicación popular de los lugareños... Etimología más probable documentada oralmente y en los escritos, cuando existen.

  • Etimologías sucesivas. Posibles referencias de los nombres que se fueron aplicando a la misma mina, pozu, capa... Más difícil de documentar, pues son nombres externos al paisaje que no se asentaron en el uso común de los nativos o mineros.

4) El lenguaje toponímico habitado, más allá de toponimia y de topónimos aislados

  • Las palabras toponímicas de un territorio habitado desde los prerromanos al milenium: de ahí el lenguaje toponímico que llegó a nuestros días en boca de los nativos: descubrir las capas anteriores, las versiones da cada paraje en cada tiempo, ya es cuestión de investigar un poco pateando el paisaje, escuchando a los lugareños, consultando algunos documentos más de fiar...

    En fin, descubrir el etnopaisaje, la etnolingüística de cada nombre concreto en la sucesión diacrónica asturiana.

  • La historia local de cada punto de un paraje señalado con un nombre, que fue recibiendo otros nombres a medida que los pobladores de paso lo fueron usando para funciones sucesivas diversas.

  • La diacronía toponímica. En definitiva, el diccionario toponímico mineru tendría que recoger todos los nombres que se fueron sucediendo en un mismo punto del terreno, hoy localizable hasta con GPS, waypoints, y técnicas cartográficas digitales parecidas.

    Primero, el nombre original: la función inicial del suelo para los remotos nativos que lo habitaron; y los nombres que les pusieron en cada siglo los pobladores de paso, a medida que lo usaban para extraer otros productos.

  • Lenguaje habitado interno. Por supuesto, se trata de un lenguaje toponímico habitado en el territorio utilizado. Nombres internos del paraje, que definen la historia –la diacronía- de cada topónimo con muchos siglos o milenios detrás.

    Siempre en el lenguaje motivado por los usuarios del terreno, nativos o allegados, lo mismo da. Por otro camino contaminante, vendría el gracioso de turno que quitaría el anterior y le pondría el suyo... Y hasta siete cada semana, para gracia y gracioso -tan poco graciosa, por cierto- al completo...

5) Digitalización de datos.

  • Localización GPS, waypoints, traks, Oziexplorer, Google Earth, QGis...

  • Redacción alfabética (A – Z): programas Word, para el intercambio de datos recogidos en el equipo de trabajo.

  • Redes. Blog, Web, foro..., posible para los comentarios y discusión interactiva.

6) Esquema de trabayu.

  • Diagrama, esquema, de minerales asturianos. Clasificación de los minerales con sus respectivos derivados toponímicos: minas, pozos, vetas minerales...

  • Esquema de topónimos por motivación toponímica, etnográfica, etnoligüística:

    a) cronología toponímica: sucesión cronológica de las raíces toponímicas mineras;

    b) sentidos y sentimientos en el paisaje toponímico: valoración del suelo por sus productos mineros;

    c) el género dimensional toponímico: la prevalencia de nombres femeninos en las capas, concesiones..., de las minas....

  • Diacronía toponímica. Sucesión de nombres mineros en un mismo punto de explotación: estudio de los cambios de nombre que le fueron dando los sucesivos empresarios que pasaron por la concesión minera.

  • Sincronía toponímica. Clasificación toponímica de las minas según sus referencias etnográficas: alturas, rocas, aguas, plantas, propietarios, mitos, creencias religiosas...

  • Mapas, cartografía diversa en los anexos. Localización digital en los mapas de los lugares que fueron mineros: símbolo, nombre, curva de nivel, altura, numeración GPS...

7) Informantes por pueblos entrevistados hasta la fecha.

  • Cabrales, Cangas de Onís, Amieva, Langreo, Lena, Aller, Mieres, Turón, Xixón, Quirós, Teverga, Somiedo, Cangas del Narcea, Vegadeo...

  • Hasta el conjunto de los conceyos mineros. Los concejos que tuvieron minas en cualquiera de sus minerales explotados desde remotos tiempos prerromanos.

8) Metodología empleada :

  • Esquema provisional; todo depende de las circunstancias de cada mina (de carbón, de fierro, de cobre, de oro, de antimonio, de mercurio, de cristal, de azabache, escombrera, lavaderu, calicata,...).

  • Trabajo interactivo. No hay esquema rígido: cada uno detalla lo que considere importante para la localización, descripción, posicionamiento, utilidad pública, divulgación, archivo digital, publicación en papel..., del topónimo mineru. El esquema se irá haciendo entre los participantes de hecho

  • Representación cartográfica. La representación toponímica con sistemas cartográficos (en papel y en digital) se acordará también según los expertos en el proceso, y teniendo en cuenta la utilidad para el público asturiano; o para posibles tratamientos institucionales, educativos, turísticos, empresariales...

    Cada uno trabaja con sus programas informáticos, aunque habría que seleccionar aquellos que permitieran exportar / importar los datos tomados por el resto del equipo, para la integración progresiva en formatos publicables (libro, revista, web, blog...).

9) Problemas planteados tras el cierre de las minas:

  • Aguas perdidas, embalsadas, retenidas: cuando se hundía una mina en falso, las aguas dejaban de salir al exterior, al tiempo que se fueron formando balsas interiores que salen desbordadas y al azar por los alrededores cuando encuentran salida; en otros casos, se siguen embalsando peligrosamente, y formando desprendimientos ocasionales en las laderas más pendientes.

  • Aguas desviadas de su curso natural. En torno a ciertas minas cerradas, se están observando surgencias manantiales nuevos, donde nunca los hubo: aparecen, incluso, en pueblos, entre las mismas casas; por ejemplo, se sumen en los pozos negros, de forma que los llenan en poco tiempo, o rebosan y salen por caminos, castañeros, fincas colaterales, o valles abajo.

  • Fuentes contaminadas por aguas que siguen fluyendo a las bocaminas, escombreras... Estas aguas fluyen ladera abajo, por lo que se filtran en los manantiales de los pueblos y en las fuentes públicas, que siempre fueron saludables, potables, sin registros de enfermedades aparentes.

    Con las minas comenzaron a observarse enfermedades en los animales, en la calidad de las yerbas de los praos, en los güertos y las güertas regadas con esas aguas de las presas, los regueros, las fuentes mismas...

  • Pastos contaminados por residuos minerales. Son ya famosas las aguas vertientes bajo las minas más contaminantes, ya cerradas en su mayoría: mercurio, arsénico, antimonio, oro... Las escombreras se fueron llenando de malezas, yerbas, monte bajo; los animales los pastan, con el consiguiente peligro para la calidad de la carne, la leche...

  • Desaparición progresiva de los topónimos mineros. Con el cierre progresivo de las minas, pozos, capas..., las zarzas van tomando los espacios antes ocupados por las instalaciones mineras: la falta de uso por parte de los nativos de los pueblos, va facilitando que desaparezca el nombre original que tenía el paraje antes de abrir la bocamina.

    El mismo nombre, o los nombres superpuestos con los cambios empresariales, no deja ya rastro, pues era sólo de uso minero interno: los lugareños casi nunca lo llegan a integrar en su lenguaje toponímico tradicional, pues era externo al entorno etnográfico, etnolingüístico asturiano.

  • Desaprovechamiento de suelos improductivos. La desaparición de los topónimos mineros –los autóctonos o los superpuestos al paisaje- va dejando un campo vacío en cada espacio minero, que oculta el valor originario cada lugar, con un uso tradicional entre los nativos: prau, tierra sembrada, molino, cuadra, hayedo, manantial...

    La recuperación de la palabra original volvería a poner en valor las posibilidades de ese lugar concreto para su posible reutilización en el futuro: nueva explotación ganadera, nueva plantación de arbolados, frutales...

  • Hierros sueltos, alambres, plásticos, cementos enterrados... La geolocalización toponímica de las explotaciones mineras, con todos sus derivados y variantes, supondría la identificación concreta de todos aquellos lugares que pueden contener materiales imprevistos a la hora de una nueva compra, edificación, uso industrial, lúdico... De no saberlo, podría haber muchas sorpresas indeseables:

  • Huecos, socavones, cierres en falso: al principio, al cerrar una bocamina, se rellenaba por dentro con escombros o con unas bolsas especiales hinchadas para contener los techos; más tarde, se cerraron sin más, taponando la entrada; a todo más, se hundían los techos simplemente explosionando dinamita en el interior para que se derrumbaran los escombros, dejando arriba otros huecos parecidos; de ahí los argayos que se observan donde hubo minas así hundidas.

  • Materiales enterrados: en el interior de las minas hundidas, quedaron cantidad de maquinarias y fierros abandonados (raíles, máquinas, tractores, vagones, cables, chapas...).

  • Pérdida de identidad minera en los espacios que tuvieron minerales interiores o exteriores. Si no se localizan los nombres de las explotaciones mineras en su lugar exacto, se perdería buena parte de la historia regional: con el tiempo, con los topónimos olvidados por las generaciones más jóvenes, los recursos regionales quedarían también ocultos para futuras investigaciones, estudios, construcciones...

  • Peligros inminentes. Las consecuencias ya están a la vista: escolares, turistas, montañeros, cazadores, ganaderos..., encuentran a diario el problema: ganado que se despeña al pozo, perros que se enzarzan en huecos mineros llenos de malezas, sustos que llevamos al lado de senderos con grietas, socavones, de corrientes frías: señales evidentes de la longitud de un pozo... Un peligro al lado de cualquier camino.

10). Los cambios y sucesión de los nombres: diacronía toponímica

  • Minas de Covadonga. Joos de los Grayeros - Bufarrera o Bujarrera – Buferrera. Cuando llegó la explotación minera, se redefinió la vaguada con el mineral de hierro que se consideraba más expresivo, comercial, para los objetivos empresariales; la vaguada del hierro, con esas ligeras variantes fónicas.

    Y prevaleció el hierro en la vaguada, sobre las garayas en el grayeru, que ya mirarían menos los nativos pensando en el nuevo recurso de la zona.

  • Valle de la Ortigosa (Picos). Al llegar las minas, perderían importancia las ortigas, ante la oportunidad de un trabajo más rentable. De esta forma, se aceptaría enseguida el nuevo Canal de San Luis, que habría dado la compañía en honor a su presidente.

  • Mina de la Gramas, Garmas, Argamas (Picos). En realidad, sólo parecen variantes fónicas de una misma palabra, en boca de nativos o extraños, según los casos. Una garma es un terreno muy malo, en precipicio, siempre en la preocupación de los ganaderos por el peligro de despeñarse el ganado (prerromano, *kar-, ‘roca-). Una alternacia dudosa: ¿mal terreno, planta o argayos?

  • La Mina la Nalona (Cuencas Mineras). La predilección por la palabra minera se impondría, también, a la palabra hidrográfica en relación con el nacimiento del río Nalón: el valle del agua por excelencia (indoeuropeo, *nar-, *nal-, ‘corriente de agua’).

    Pero la productividad del pozu en su tiempo prefirió definirlo por las perspectivas que ofrecía de convertirse en un verdadero pozo de beneficios incalculables: El Fondón, el gran hoyo profundo, en vertical.

  • Cañada del Mosquito (Cuencas Mineras).  La voz mosquitu de los nativos (un valle en la querencia de mosquitos por su condición geográfica, corrientes de aire...) tampoco resultaría demasiado acorde para una explotación minera de buenas perspectivas laborales entonces.

    Así se llegaría a La Mosquitera: la que ofrece un producto mucho más rentable como lugar de trabajo. Finalmente, El Terrerón: voces terreru, aterrenar..., frecuentes en asturiano: lugares en que aparece la tierra a secas, sin más.

  • Puente del Cabrón (Cuencas Mineras). Una simple metátesis fónica sirve también para reconvertir un nombre ya en desuso en uno que comienza a usarse con buenas perspectivas de futuro; un nombre negativo, en uno positivo. Así, se pasaría del Cabrón al Carbón.

  • El Pozu Polio (Cuencas Mineras). El nombre anterior al conjunto minero fue entre los nativos La Prazuela: toda la explanada que ocuparon luego las instalaciones mineras (pozu, castillete, lavaderos, cargaderos...).

    Y la razón es evidente: una pequeña plaza que fue muy productiva en su tiempo como indican los nombres del conjunto sobre el río: El Molín, El Molín d’Eloy, El Molín de Telva, Somolín, El Prau Molín, Los Trabancos, Los Prunales...

11). Hacia una didáctica toponímica interactiva y multidisciplinar: escolares, estudiantes sucesivos, usuarios medianos o mayores...

  • Ocasión didáctica. Si la historia es el presente (que decía Nietzsche), una forma muy práctica de entender el paisaje que contemplamos, es observar sobre el terreno los vestigios, las huellas, que vamos encontrando de su pasado, a veces, tan disimuladas entre el olvido y las zarzas.

  • Muchas ocasiones para estudiarlas, comentarlas en grupo, buscar información (en papel y en digital), deducir el devenir da cada pueblo, aldea..., que tuvo o tiene minas como recurso de trabajo y de productos.

  • Contextos y situaciones cotidianas muy diversas. Muchos lectores implicados en la lectura del paisaje verbal minero: escolares, estudiantes de cualquier nivel, campamentos de verano, senderistas, montañeros, excursiones...

  • Con la memoria de los mayores, la versión de la edad adulta -la memoria lugareña y minera-, nos puede descubrir una lectura del paisaje, cada año un poco más desdibujada, que llegó a nosotros.