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Cuamoros.

Dos casas y dos cuadras, con una serie de fincas sobre La Crespa y La Pola, por el valle oeste de la Estación actual. Hasta hace poco, hubo dos familias. Se trata de un lugar elevado en la ladera, soleyeru desde las primeras horas de la mañana, templado durante el día, incluso con las heladas del invierno arriba. Muy conocida era en las calles de La Pola la última lechera que bajaba cada mañana a repartir leche por las casas: Aurorina la de Cuamoros.

Sobre las casas de Cuamoros hay un peñasco calizo -unos seis m. altura-, con entradas subterráneas a modo de covaratas de alimañas. Según su propietario actual -que continúa la voz oral de sus mayores-, hubo una ‘cueva’ mayor bajo el peñasco, que poco a poco se fue cerrando del todo, al fundirse tierra y piedra tras los efectos de un rayo. Finalmente, se terminó por tapiar la entrada de la gruta, con el fin de prevenir peligros mayores a los animales del caserío, que entraban allí al miriu y a sestiar.

El misterio de esta cueva, la estancia de los moros..., rodean la gruta y la penasca de cierta fantasía y antigüedad. Y todo ello fue resultado -según tradición familiar- de un rebuscado “tesoro” que muchas generaciones intentaron sin éxito rescatar de la cueva, finalmente destruida por el rayo. Con una versión o con la otra, la cueva nadie la recuerda abierta.

El caso es que la peña de Cuamoros supone un punto estratégico de control, lo mismo sobre el valle del Caudal abajo, que sobre toda la vaguada del Lena arriba, hasta los altos de La Carisa y los montes de Parana. El caserío conecta, así, visualmente con unos cuantos corros y castiechos en la ladera de enfrente.

Un nombre oscuru también: tal vez, una cueva bajo un morrillo, sin más.

La primera parte del topónimo parece clara: una ‘cueva’ bajo la citada peña (lat. *covam), o una zona del terreno más o menos cóncavo, como en tantos otros lugares (Cuascura, Cuagrae, La Cualarca, La Cualascabras, La Cualmur, Cuayos...). El segundo componente, Moros, es bastante más discutible.

A juzgar por otros lugares con la misma base dentro y fuera de Asturias (Mora, Morón, Morones, Moros...), lo más probable es que se trate de la raíz prerromana *mor-, más bien oronímica que hidronímica, con el sentido de ‘piedra, saliente rocoso’, hoy aceptado en funciones toponímicas. Las homonimias, los moros, el tesoro..., las interpretaciones, vendrían después.

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