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La leyenda de Cuallagar:
los dos bueyes en la disputa del Picu l'Oral
Extracto
de la leyenda publicada en el libro
Diccionario etimológico de toponimia asturiana (p. 799)
Xulio Concepción Suárez
Ediciones KRK, 2007. Oviedo.
Entre los altos vaqueros de Tameza y de Proaza
Otra leyenda asturiana sigue fresca entre los lugareños y lugareñas de los pueblos de Yernes y Tameza. Ciertamente, es la versión de los vaqueros y vaqueras que siguen subiendo sus ganados a los pastos estivales de Cuallagar: una extensa y sosegada pradera muy bucólica y animada por los meses de las brañas, con unas camperas salpicadas de vacas, terneros, yeguas, potros y potrencos quincenos o trintenos.... Una fiesta pastoril allá por el verano arriba contribuye a la voz oral de estos pueblos.
El Picu l’Oral es un alto divisorio de vertientes en el puerto de Cuallagar, en el límite de dos conceyos vecinos: Tameza, al noroeste; y Proaza, al este. Esta zona del puerto fue motivo de largas disputas entre los vaqueros de ambas vertientes por los pastos contiguos, tiempo atrás. Toda la cumbre de estos altos alomados y la vaguada de Cuallagar forma un vistoso y muy productivo paraje de excelentes yerbas, que alimentan el ganado desde la primavera al otoño. Muy codiciadas, por tanto, y siempre reivindicadas por los ayuntamientos en disputa.
En la trama literaria de dos toros por la disputa de unos pastos
Para justificar que las aguas vertientes de la loma caen hacia la vaguada de Cuallagar y no hacia la de Proaza, los vecinos de Yernes y Tameza inventaron una estructura oral, tan literaria como ingeniosa, en unos tiempos todavía lejos de una literatura escrita más difundida. Y de otras formas de justificar unas propiedades comunales. Sana forma de creatividad y solución de conflictos, que se diría verdaderamente racional y compartida. En consecuencia, la cuestión no era secundaria: si vierten las aguas, pertenecen los pastos en litigio. Algo mucho, tan sólo unas décadas atrás. Nos da Ceferino la explicación de la leyenda.
Se acordó entre los vaqueros de las dos partes (Tameza y Proaza) que el litigio inmemorial lo podrían solucionar dos toros, uno de cada conceyu: el que ganara se quedaba con todo el puerto y las camperas de que forman la vaguada de Cuallagar.
Según la versión escuchada en Yernes y Tameza, los vaqueros de Proaza, conceyu mayor y de posesiones más ricas, para impresionar, presentaron un toro muy fuerte, muy cuidado y grande, en apariencia con pinta de ganador. Estaban convencidos de ganar. Los de Tameza, conceyu más reducido en pueblos y pastos, llegaron con un toro más pequeñu, casín y foscu (de focicu claru, roxu, huraño, de mal pelaje), con todas las de perder. Se mofaban ufanos los de Proaza, acariciando retadores el lomo de su bestia preciada y noble.
Colocados los dos toros frente a frente en medio de la campera lisa de Cuallagar, comenzó la lucha de los dos contrincantes. En la primera embestida, el toro de Proaza subió al de Tameza hasta los altos de Piedradada (terreno de Tameza), al oeste de las camperas; pero en la revancha, el toro ruin de Tameza, lleno de coraje, hizo retroceder al poderoso güe de Proaza hasta los altos de L’Oral (al este da las camperas).
Se volvieron eufóricos los propietarios del toro ruin, mientras que desfilaron cabizbajos los de Proaza camino de sus pueblos respectivos, con su gran toro igualmente abatido y humillado por aquél famélico rufián, lleno de fuerzas sacadas de tanta flaqueza... El caso es que allí, en la loma de L'Oral (latín, oram, orilla, borde) quedó fijado, por tanto, el límite definitivo de los pastos en adelante. Y se acabaron las disputas. La leyenda sigue muy arraigada entre los vaqueros vencedores, claro.
Versión semejante por disputas parecidas entre pastos contiguos, se oyen en otros conceyos: por ejemplo en Amieva, la pelea de los güés en La Mayada Toneyu, para los límites con Sajambre (pastos leoneses ya, aunque vertientes para la región asturiana); aquí incluso, cada buey representa a una Virxen: La Virxen de Saúgu (el puertu sobre Angón), y La Virxen de Cuadonga), que llegan a discutir entre ellas por la defensa cada una de su buey en la contienda. El buey de Amieva gana al buey de Covadonga, y los pastos quedan para los asturianos.
Y en tantos otros conceyos, que dieron lugar a leyendas semejantes en la disputa por aguas vertientes y, en consecuencia, pastos. Son casi todos los parajes que llevan nombres como Güey Muertu, El Cochéu Muirtu, Boy Morto.... En el mismo cordal de Cuallagar y L'Oral está El Picu Güey Muertu, un poco más al norte, sobre Vendillés y Xoncéu, en este caso en la divisoria de Yernes y Tameza con los pastos de Grao.
En fin, y en realidad, ya lo dicen las palabras del suelo, los topónimos, transformadas por la interpretación popular: lo de buey, güey, sólo es latín, podium (altozano saliente); y lo de muertu, sólo por lo de 'lugar, suelo muerto', de nadie, a medias, ni de uno ni de otro... Lo demás es fruto de la sabia inteligencia popular con el recurso literario de la creación oral.
Versión de los dos toros, por Alberto Álvarez Peña:
El Ratín y El Roxu Villanu
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