Algunos vestigios se pueden encontrar todavía, como piedras talladas prerromanas, aunque la mayoría desaparecidas ya por la palas y las pistas: antropomorfos, alfabetiformes, estelas aparentes, marcadores de accesos y recorridos, inscripciones... (ver publicación de Manuel Mallo)
Extracto del artículo publicado sobre este tema:
"Desde las corras a las polas: poblamientos y poblados a la falda de La Carisa",
en Etnografía y folclore asturiano:
conferencias 2003-2004 y 2004-2005 (pp. 45-84).
Xulio Concepción Suárez.
RIDEA. Oviedo. 2004
Real Instituto de Estudios Asturianos
Ver Bibliografía.Objetivo del trabajo.
Otro de los atractivos paisajísticos de nuestros cordales asturianos es el conjunto de vestigios que todavía sobreviven, tantas veces sin más protección que las zarzas. Al paso por los senderos en cualquier fastera de la montaña (cumbre, media ladera o fondo del valle), vamos observando frecuentes marcas del suelo que tantas veces nos intrigan: montones de piedras en algunos altozanos; cercos de piedra plantada como cimientos, ya sólo a ras de suelo; piedras más derechas en lugares elevados divisorios; morrillos mayores con pinta de haber sido tajados en alguna de sus caras; pozas del terreno orientadas al sur del picacho; calzadas anchas que de repente se estrellan entre las zarzas...
Al paso por los senderos, en conversación con cualquier lugareño, vamos descubriendo nombres que parece fueron programados, pues son los mismos en distintas partes del mismo valle o en el valle vecino : La Corra, La Corrá, El Castro, El Questru, El Castión, Castrillón, La Paraxa, La Paradiecha, Paraxugas, La Pola, La Puela, La Polina, Polación...
Y si seguimos observando y escuchando lugareños, vamos viendo que esos mismos o parecidos topónimos se repiten en los conceyos vecinos , sin más diferencias que algunos sufijos y pequeñas variantes simplemente fónicas o gráficas: muchas coincidencias por los conceyos centrales de Aller, Lena, Quirós, Teverga...
Sin ir más lejos, baste pensar en el caso de las calzadas que sirvieron de entrada a Asturias por estas vaguadas altas menos malas entre los riscos de las montañas: todas ellas serpentean por lugares estratégicos; se arriman a picachos salientes que divisan grandes valles contiguos; tienen nombres que combinan raíces romanas y prerromanas a cada paso; dejan por las cumbres cabañas a los lados; como van dejando más a bajo los poblados colgados de las laderas, sin adentrarse nunca en ellos.
Se diría que las sendas y calzadas fueron bien planificadas , mucho antes que lo fueran los poblados. En un mismo valle hay todo un conjunto de conexiones de la cabecera a la confluencia del río con el siguiente; del alto el fondo de la vaguada; de un valle a su contiguo; de un conceyu a su vecino .
El objetivo del trabajo, en fin, sería descubrir la conexión del poblamiento de un valle con la cultura precedente, comenzando por esas primeras palabras prerromanas, que alguien iría colocando en cada palmo de terreno, comenzando por los altos.
Sucesivas culturas y lenguas, no harían más que seguir en parte los caminos trazados, por supuesto mejorando, sustituyendo, ampliando, extendiendo, roturando, produciendo..., con técnicas y recursos mejorados. Pero se diría que, al menos toponímicamente, nadie partía de cero.
Anotación previa .
Introducción: el origen de las calzadas. La primitiva vía pecuaria: la senda de los ganados transhumantes .
De la vía pecuaria por Pendilla, a la vía romana de La Carisa.
a) Una antigua vía pecuaria. Una vez más es importante la voz oral de los lugareños. Muchas veces escuchamos por aquellos mayaos a los pastores leoneses de Pendilla, Tonín, Villamanín, y a los vaqueros lenenses de San Miguel del Río, Payares, Fierros... La voz oral siempre es la misma: que antes de las calzadas romanas, y mucho antes de los caminos reales, estaban las vías pecuarias (las rutas estacionales de los ganados en transhumancia).
Y efectivamente el trazado alto de una vía romana al filo del cordal cimero hace pensar en una senda estratégicamente oteada primero por ganados de paso estacional entre el mar, la Meseta y los pastos más verdes del verano hacia las brañas. Pensamos con los vaqueros y los pastores que La Vía de La Carisa por Pendilla, antes que vía empedrada por romanos, fue senda pateada por ganados.
La vía pecuaria (lat. pecus, pecuaria , 'relativa al ganado, al rebaño') debió trazarse así, ya en remotos tiempos prerromanos, con el trasiego milenario (al principio espontáneo y sin pastor) entre las tierras secas interiores (Zamora, Cáceres, Badajoz...), y los pastos más verdes de estas montañas asturianas en el verano.
b) "Ver y no ser vistos", también procuraban los romanos. Pero las sendas tampoco los ganados las trazaban al azar. Ellos también, mucho antes que los hombres, caminaban al filo del cordal cimero, con el mismo objetivo: ver y no ser vistos; controlar el paso por las sendas y no ser controlados ... No hay que olvidar que la misma emboscada no era en sus comienzos más que 'el peligro salido del bosque'; es decir, de los tupidos boscajes ladera y valle a bajo, sobre todo.
c) Hasta el camino de la balata. El objetivo de aquellos ganados transhumantes debió alcanzar hasta los mismos rellanos junto a las costas y las rasas más templadas de Avilés y Xixón (ya en el invierno). El monasterio de Arbas tenía un puerto de su propiedad en las mismas costas de Avilés: en Entrellusa (conceyu de Carreño). Confirman estos supuestos unos cuantos topónimos en la ruta de la plata posterior (el camino empedrado de las balatas ) que reutilizó las vías pecuarias y parte de las vías romanas .
Y La Vía Romana de La Carisa. Recorremos, ahora en fotos, la vía romana programada por Carisio (año 29 a. C.). Es la calzada que se estira al filo de los cordales alleranos y lenenses unidos por las cumbres de La Cruz de Fuentes, Tsioso, Currietsos, La Boya, Chixincos..., pasados los altos de La Moena, Cuaña, Tresconceyos .. .
De hecho, los vaqueros de la zona hacen una distinción:
camín real viiyu : es el que va más alto, al filo de Tresconceyos; es más amplio, propio sólo para el verano arriba, una vez ya sin neveros por aquellos arroyos de la cima;
camín real nuivu : el que va más fondero, bajo los puertos de Cuaña, Fierros... ; es más estrecho, con menos nieve en primavera, de modo que era el más frecuentado para pasar a las tierras castellanas en cualquier época del año.
Muchos poblamientos por estos altos: los cantos estratégicos. Esto hace pensar que todo el cordal de La Carisa, entre Pendilla y Uxo, hubo de estar poblado desde tiempos muy primitivos , ya cuando los humanos seguían a los ganados en su transhumancia espentánea estacional: simplemente, los seguían en sus desplazamientos tras los pastos. Ello obligaría a ir asentando topónimos en aquellos altos mucho antes de los romanos, y en los cantizales para el oteo y la estrategia, sobre todo.
Estos cantos siempre son lugares más o menos rocosos, a veces con piedra blanquecina ( oxiza , que dicen en estos pueblos de Lena; cuarcita, en general). Están en lugares altos, salientes, con frecuencia, divisorios de valles, o entre laderas de valles contiguos. O dividen parroquias, terrenos comunales, puertos, regiones vecinas...
Poblamiento con vigilancia: de los altos a los valles .
Los cantos, los cantizales, los lugares altos, escarpados...
Ya el lingüista e historiador Francisco Villar , hablando de los Indoeuropeos y los orígenes de Europa , cita interesantes costumbres de los kurganes . Por ejemplo, dice que sus lugares de habitación eran las alturas naturales, las elevaciones fortificadas en lugares más o menos escarpados, dadas sus condiciones de vida siempre más o menos hostiles entre las tribus vecinas. Y un ejemplo de ellos sobrevivió en los castros celtas, si bien transformados en culturas sucesivas con nuevas formas de esas relaciones tribales.
Un escalonamiento lingüístico, por lo menos. Tal vez de ahí, la abundancia de palabras prerromanas , como iremos viendo, para los parajes que hoy presiden cualquiera de nuestros poblados a media ladera y fondo del valle, sobre todo: parece que hay todo un escalonamiento lingüístico del alto de las cumbre a las riberas más fondas de los grandes ríos y regueros: de las corras, los curriechos, los castiechos ..., a los pueblos más pequeños, a las villas , y a las polas mayores.
Uno de los topónimos prerromanos más abundantes en las montañas es El Cantu. Incluso la voz se añade como primer componente a lugares con otro nombre: al Utiru , se le llama El Quentu l'Utiru; al Visu, El Quentu'l Visu; a Las Cochás, El Quentu Cochás. .. El Quentu Pandiitsu. ... Da la impresión de que la voz quentu era decisiva en la comunicación sobre el terreno un tiempo atrás.
La raíz *kant-. Esta raíz * kant - se considera una de las más antiguas citada entre los etimólogos. Corominas la estudia como prerromana, tal vez celta: * kant-o ('piedra'). Otros como Rivas Quintas la clasifica como preindoeuropea , incluso * kant - ('roca'), variante de * kand - ('roca blanquecina'). Muchos de estos cantos y cantizales por todo el valle del Payares, entre Pendilla y Ujo, conservan restos de construcciones antiguas, sin función ganadera, por supuesto (los pastores y vaqueros nunca levantan corrales en los picachos, es evidente). Por tanto, esas construcciones han de tener otra función muy anterior.
Y algo parecido podríamos decir de la raíz * pikk - ('punta de montaña, peña'), considerada de origen celta , y latinizada después. Por citar alguno en torno a La Carisa.
***
(Siguen 42 páginas en el trabajo completo publicado: topónimos en torno a la vía romana de La Carisa, castros, castietsos, curutsos, corros y corras, etimologías prerromanas, indoeuropeas, celtas, latinas..., de estos topónimos; cuadros, tablas, esquemas de poblamientos y poblados hasta la actualidad en todos estos valles a la falda de la calzada romana).
ANEXO: la piedra de Furnietsos (Furniellos, Fornillos, para los leoneses),
por Manuel MalloVer texto completo den PDF:
"Desde las corras a las polas: poblamientos y poblados
a la falda de La Carisa",
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