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COLUMBIETSO
COLUMBIECH
El pueblu Columbiello
Lugar y parroquia de Lena sobre La Vega'l Ciegu, en un rellano del valle que asciende hacia los altos de Espinas. Es a un tiempo pueblo y centro de la parroquia que tiene por patrono a San Vicente. Dista 3 kms. de La Pola y se sitúa a unos 390 ms. de altitud. Tiene 94 habitantes censados. Actualmente dispone de un albergue ocasionalmente abierto en lo que fue la Escuela pública.
Las casas de Columbiecho (Columbiello, hoy para la mayoría, antes, Columbietso) se fueron levantando junto al camín real entre Santa Cristina y Las Figares, en un rellano del suelo sobre las vegas del río Lena: sólo la parte del Utiru, altozano saliente sobre El Sotón, queda más expuesta a la vista del valle.
El resto del poblado fue creciendo en torno a las aguas del arroyo que desciende del cordal: son los barrios y caleyas de La Zarrá, El Campal, La Caleya, La Nozalera, El Cantuxu, La Piniecha, La Castañar, Vichar..., cada uno con las formas y funciones del terreno que va describiendo el topónimo respectivo.
La parroquia de San Vicente de Columbiecho incluye los núcleos de La Cobertoria, Columbiello, El Peridiellu, La Puente y El Sotón. Más dudosa resulta la etimología del nombre. En principio, lo mismo que La Cueva'l Columbu de Aller, o El Culumbiichu de Casorvía, parece en relación el lat. culumbum, -ellum ('paloma, palombu); sería un paraje propicio a estas aves, muy apreciadas tiempo atrás (lugar retirado, soleyero, con boscaje...). Pero el topónimo también podría haber llegado a través de un antropónimo con el mismo origen remoto.
El milegru Columbietso
En la memoria del poblado sigue muy arraigada la memoria de un milagro en tiempos pasados, que algunos períódicos recogieron alguna vez: en 1868, El Faro Asturiano, con el título El milagro de Columbiello. Y en 2013, Ernesto Burgos, en La Nueva España, con el título El milagro de Columbiello, también.
Según la voz oral, hoy mismo, recogida ya en estos escritos, durante una procesión en torno a la capilla San José, en lo alto del pueblu, la imagen del Santu llevaba en la mano una caña florida de azucena. Al terminar la procesión, la imagen vuelve a su pedestal de la capilla, y allí permanece hasta el año siguiente por la misma fecha.
Pero, el caso fue que un día, tras la fiesta, alguien entró en la capilla y observó que el palo de la imagen del Santu, ya seco, sin raíz alguna, y cortado por la base, había florecido de nuevo. La parte baja del palo había reverdecido y habían brotado unas cebolletas blancas que los vecinos interpretron como nuevas flores.
Así se corrió la voz de que había florecido la vara de San José, lo que motivó, de inmediato, la interpretación de un milagro con las devociones consecuentes de los fieles que ya acudían a diario: oraciones, ofrendas, contacto con los pies de la imagen con pañuelos, relicarios..., que ya llevaban a a sus casas como amuleto para sus rezos y súplicas en adelante.
Hoy mismo, sigue la tradición incluso entre los jóvenes y media edad de los vecinos, que siguen escuchando a algunos y algunas mayores en torno a los noventa años: Yayo, Ramiro, Vitorina...
Para más información,
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Diccionario Geográfico de Asturias,
Ciudades, villas y pueblos.
Editorial Prensa Asturiana.
Colaboración de Julio Concepción Suárez.
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