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Cofiño

Artículo desarrollado
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Diccionario etimológico de toponimia asturiana.
Julio Concepción Suárez.
Edita HiFer, 2017.Oviedo
(pp. 296 s)

Cofiño es el pueblo de Parres a la falda del Sueve por su cara sur. Lugar a media ladera, casi ya a la falda de las pendientes y las peñas; es el pueblo relativamente mayor habitado a estas alturas entre los que rodean el monte (a unos 400 m). En el léxico asturiano, una castaña cofiña es la tardía: tal vez, la del límite de la cosecha ya, marcada por los rigores de la altura.

Muy soleado todo el año, con agua abundante, buenas fincas bajo las casas... El  origen del poblamiento pudiera estar en torno al caserón sobre L’Atalaya (Casa Cabal, dicen los nativos); tal vez, la casa fundacional, señorial; justo al lado queda El Corralón: una cuadra hoy, de buenos muros y espacios que recuerda una posesión antigua señorial, en esta parte cimera sobre las fincas de los sembrados.

Tal vez, una antigua villa

Todo hace pensar que el conjunto del pueblo fue una antigua villa romana, pues se encontraron restos de una lápida: Ammia Caelionica, Dageni (aguas de las alturas); y fragmentos de una estela (M consulatu), que pudiera hacer referencia a esa autoridad comunitaria a que hace alude el nombre del pueblo; o al señorío de la antigua villa romana.

Lo atestiguan topónimos próximos de otras villas, o villares (caseríos menores dependientes de las villas), en el entorno de Cofiño: Villar de La Cuesta, Villanueva, Fíos (posesor romano Fillius); La Vita (antrop. germánico Witta, galo Vitus), Bodes (antrop. Boddus)... 

Más tarde, la posición señorial en torno a la casona y al Corralón, quedaría definida con el nombre de L’Atalaya (árabe, talâyi, ‘lugar del centinela, punto de vigilancia). Más abajo, está La Cantera, La Canal, El Moriscu... Y las otras  partes del pueblo son: L’Aguil (en alto, más al este); L’Arena (más al centro, de suelo arenoso). Todas elllas en el contorno visual de Casa Cabal y L’Atalaya.

El Fondón, La Llosa, La Retoral...

Todo el conjunto de Cofiño tuvo y tiene buenas fincas, algunas muy transformadas hoy: La Pipa, El Prau Molín, La Llosa, Sollín, La Canal, El Fondón, El Prau Baxu, La Vaúba, Les Escodes, La Llende...

Destaca en la estructura del pueblo el conjunto conservado de la Iglesia de San Miguel (con restos románicos), la Retoral, un hórreo, la Escuela Vieya, la Escuela Nueva... Todo ello en otro saliente alomado y vistoso también, hacia el norte de las casas y las fincas de sembrar.

La Mancomunidá del Sueve

El vecindario conserva una arraigada tradición de la llamada Junta o Mancomunidá del Sueve, que se sigue reuniendo en La Escuela cuando hace falta para los acuerdos: ganados con derechos, fuentes, bebederos, caminos, ganado sin marcar...

Se trata de un convenio de pastos y aprovechamientos forestales del monte, que incluye a todos los pueblos a la falda del Sueve hasta unos límites fonderos, que los vecinos no justifican del todo; entran todos los pueblos de Colunga (sin distinción), y los de Piloña y Parres con derechos: Cofiño, Bodes, Fíos, Pandiello, Villar, La Vita, Montealea (Parres); Robleo, Cereceda, Sardeda, La Goleta, Miyares, Vallobal, Borines, Sieres (Piloña)... Más Caravia, con un convenio de pastos.

Pero no recuerdan los vecinos las condiciones de selección de unos pueblos u otros, pues los hay muy próximos (del mismo concejo o parroquia), y uno entra, pero el vecino, no.

Con unos usos consuetudinarios muy rígidos hasta fechas recientes

El Presidente tenía que ser de Cofiño, aunque recientemente, por falta de ganaderos, se permite que no sea de allí; los demás pueblos están representados por su vocal en la Junta. Estos derechos nada tienen que ver con los conceyos ni con las parroquias -aseguran los vecinos-, por lo que parecen muy anteriores a las fechas medievales.

Las normas de la Junta eran muy rígidas, y, en parte lo siguen siendo: invernar el ganado dentro de los límites de los pueblos con derechos (en otro caso, al año siguiente quedan exluidos del puertu); comprar las reses antes del 3 de marzo, por la Feria de Corao (en otro caso, las nuevas reses compradas no pueden subir tampoco).

Subir al puertu en marzo, y bajar cuando la nieve; soltar el ganado, cada pueblo por su cañada; es decir, por la zona de pastizal que ascende directamente a los altos del Sueve: El Bustacu, Berbuyeres, Pandellabanco, Beruezo, Pienzu, Mirueñu, Espineres, El Potril...

Y con la leyenda de aquella supuesta talla de un carpinteru en donación a una reina

Una vez sueltas las reses al monte, ellas, ya arriba, pueden recorrer todos los pastos en abertal; pero, el dueño no puede llevarlas a cualquier zona del puertu; si el ganado es de otros pueblos y conceyos limítrofes no incluidos, se prinda y se paga para sacarlo; incluso se prinda el ganado de pueblos de los propios conceyos de Parres y Piloña, que están exluidos.

Según ellos, los pastos del puerto fueron donados por una reina a estos pueblos a la falda del monte, en pago por una talla que un vecino le había hecho con una típica escena costumbrista de animales (dice la interpretación popular). Cofiñal: ya en la vertiente leonesa de Lillo.

Etimologías

Se suele interpretar el topónimo como un derivado de finem (‘límite, frontera’), a través de *cum finium: con el límite, el confin (‘el término o raya que divide’); el nombre ha de ser antiguo, pues supone una expresión latina, que ya fue evolucionando en la fonética normal esperable del romance asturiano, mucho antes de las fechas medievales, en las que ya se iban acordando las normas concejiles y parroquiales.

Un nombre latino que contrasta con otros prerromanos de la zona (preindoeur., indoeur., celtas...): Parres, Piloña... El mismo Sueve parece que ya se remonta a la raíz indoeuropea *deiw- (‘brillar, cielo, dios’), que más tarde dio Iovis, Iupiter (dios del cielo luminoso).

Los poblamientos antiguos a la falda del Sueve

Y todo un pequeño diccionario sobre el terreno, de palabras toponímicas que atestiguan formas diversas de poblamientos en los altos y en los valles del Sueve, ya desde tiempos preindoeuropeos: Aguasali, La Becerrera, Belonciu, Beluenzu, Babú, Carrandi, Caravidales, Carriu, Les Cuerries, Les Corripes, Dobra, Duernes, Duesos, Granda, Guexes, La Goleta, Libardón, Llames, Llastres, La Llera, Llerandi, Medal, Mergullines, Mirueñu, Moñes, El Moru, Obaya, Ordiales, Peña Poares, Samalea, Sevares, Sieres, Tardamoñes, Torañu, Sardea, El Sellón, La Toya, La Vega, Viao... Y tantos otros.

En fin, Cofiño es un caso claro de referencia etnográfica (etnolingüística), con un nombre que pudiera remontarse a una remota costumbre (tal vez ya prerromana) de aprovechamiento pastoril para unos pueblos que limitaba la falda del monte: sólo aquellos que, por posición geográfica natural, necesitaban los pastos veraniegos de la altura, las leñas, los productos del verano; y las estribaciones del monte para invernar, tal vez hasta el límite que obligaban (o permitían) las nieves, en sus ascensos y descensos según los rigores del año.

El confinium: los confines de un monte a medias entre el mar y las montañas

Una unidad terriorial humana, geográfica y ganadera al tiempo. El resto de los poblados, los más fonderos, ya en las riberas fluviales, tenían otros puertos y espacios al otro lado del río Piloña y del rio Sella; por ello no necesitaban subir al Sueve.

Tal vez haya más razones también. La prueba podría estar en que del concejo de Colunga, pueden subir todos los pueblos sin excepción, pues no tienen otros puertos de verano; en cambio de Parres y Piloña, tienen otras mayadas en los altos limítrofes con Ponga, Amieva y Cangues d’Onís.

Cofiño, en definitiva, sería el confinium: el lugar encargado de controlar los confines del Sueve, tal vez por su posición alta, más vistosa, respecto a la mayoría de toda la cara sur, este y norte del monte. Una posición estratégica privilegiada, como atestiguan El Corralón y L’Atalaya del mismo poblamiento ya organizado.

Esta organización de los límites debió ser más discutida en algunas fechas, pues más abajo de Cofiño queda Cuadroveña: cuatro límites; o cerca de los límites, con funciones parecidas para los pueblos implicados. O La Llende, al fondo de las posesiones del pueblo también.

Como tantos otros acuerdos comunales parecidos en distintas toponimias

En otras toponimias, se registran costumbres parecidas con otros nombres. Por ejemplo, en la toponimia burgalesa, R. Gómez Villar (2005: p. 221) interpreta el pequeño santuario de Santa Brígida (hoy reducido a escombros) como "una antigua comunidad forestal y de pastos..."

Una vez al año, a la ermita -continúa el autor citado- "se dirigían las comitivas de estas aldeas el día de la santa, el primero de febrero, para renovar concordias entre los concejos y codificar nuevamente, bajo formas cristianas, algunos aspectos litúrgicos de la vieja religión de estructura agrícola". Cofiño, un lugar para los acuerdos limítrofes, en este caso también.

El mismo autor (p. 229), hablando de los acuerdos ganaderos mancomunados dice: "los convenios han tenido como objetivo la búsqueda, a través de mecanismos de socialización de los recursos, de la máxima eficacia en la organización espacial del territorio dedicado a la economía ganadera. Esta es la razón que se esconde tras la firma de las famosas concordias sobre el uso de los derechos de propiedad de los herbazales mancomunados, y sobre la utilización de los soles".

Y termina diciendo: "... mientras tanto en las alturas del pastizal redecilianos y riojanos intercambiaban entre sí los guisos y los asados praparados para el almuerzo; con la comida, el vino y los cánticos se sellaba un año más el viejo acuerdo" (p. 230).

En conclusión sobre Cofiño

El nombre del poblamiento actual podría resaltar en estos tiempos el valor etnolingüístico de una comunidad remota, que actualiza en nuestros días los acuerdos de convivencia vecinal ganadera en torno a un monte de nombre prerromano.

El topónimo Cofiño supondría un dato más para ese lenguaje universal del suelo, traducido a palabras diversas en cada territorio habitado desde antiguo: las convergencias por encima de las diferencias, sobre todo, en la vida tan precaria de las brañas al filo de los altos y los puertos. El Sueve, y su mancomunidad, en este caso.

Ver Diccionario etimológico de toponimia asturiana.

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Xulio Concepción Suárez

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