"Con cielo, pero sin suelo": con vuelo, que dicen otros
Aplicada a las castañares
"Con cielo, pero sin suelo" es una expresión muy arraigada en el uso consuetudinario lenense hasta casi estos mismos días (suelo y vuelo, en otras partes). Consiste, por tanto, el derecho de un vecino (la familia) al fruto de unos árboles plantados en terreno de un propietario particular; una especie de pago en especie al beneficiado, por trabajos realizados para un señor, un terrateniente...
En este caso, los llevadores tenían derecho sólo al fruto y al árbol, no al terreno donde estaba plantado; de forma que si el árbol se caía por cualquier razón, no podían plantar otro; y lo mismo, si se moría de viejo o por enfermedad, ya no podía reponerlo con un plantón nuevo.
Aplicada al horro, a la casa...
La expresión se aplica a otros derechos, como a la casa, al horro..; es decir, se puede tener una casa, un horro en terreno ajeno, por algún favor pagado por el donante, pero si se cae, no se puede levantar tampoco; se perdieron todos los derechos.
La costumbre está muy arraigada en los pueblos de Lena más altos, por lo menos, y entraña toda una actitud solidaria, con bastante más contenido social que religioso; la palabra cielo está usada con el sentido que Miguel Delibes rescató en su famosa frase: "Si el cielo de Castilla es tan alto, es porque lo levantaron los campesinos de tanto mirarlo";
El cielo, que recoge Miguel Delibes entre sus paisanos castellanos
La frase del escritor es connotadora, ciertamente y poética: en este caso, los campesinos, con la mirada siempre clavada en el cielo, esperan ansiosamente la lluvia de las nubes para sus campos más que resecos tantas veces; como rezaban más veces que vieran la lluvia (las famosas rogativas), iban perdiendo la esperanza a medida que se hacían viejos y veían que no llovía porque se rogara a nadie, sino cuando se daban las circunstancias; iban perdiendo la fe en el cielo religioso; por ello, el cielo se alejaba con los años, se levantaba año tras año;
La ilusión por aquellas castañas, alma de la casa
Porque el cielo era mucho para los campesinos y las familias con menos terrenos, sobre todo: el cielo de una castañar daba castañas; lo que menos les importaba era la propiedad del suelo, la del terreno; cada poco mirarían pal cielo de la castañar a ver si florecía, si tenía rastrones, si apuntaban ya castañas verdes, si las tenía maduras, si yeran gordas, pequeñas, si habría munchas vechecas...
Ya por agosto y setiembre arriba, le darían gracias a la lluvia, si la castañar ya aseguraba castañas pa quitar la fame cuanto antes; ¡qué mejor cielo, que las castañas de la frondosa castañar, tan sólo unos lustros atrás!; con las castañas se almorzaba (10, 12, 15, 20... bocas en la familia cada mañana), se comían al mediudía como el pote del probe, se cenaban, se asaban en el campo, se estiraban hasta las brañas por mayo y xunio arriba...
Porque lo del suelo, ya les preocupaba menos
En fin, el que no tenía terreno para labrar, o para frutales, pero alguien le daba la oportunidad de plantar una castañar en su finca, en pago de lo que fuera, veía el cielo abiertu para muchos años: fíos, nietos, familias agregadas....
Lo que ya le preocupaba menos era la propiedad del suelo. Pero en el cielo tenían que darse las circunstancias: agua justa, no demasiada que estropeara la cosecha, sin tormentas; sol adecuado, también; que no tirara mucho el aire, que no rompiera las cañas, y baltara los erizos; que el suelo fuera fértil, pues el suelo ruino, pedregoso, da pocas castañas.
El vuelo, que se dice en otras partes
En otras regiones y conceyos, la expresión es "con vuelo, pero sin suelo". En realidad, viene a ser lo mismo, pero el sentimiento ya es otro: la palabra sólo se refiere a la zona del arbolado que cubre el terreno, que le da sombra con el ramaje en redondo sobre las raíces y el tronco del árbol; que vuela sobre la base del árbol.
En el caso de una castañar, ese vuelo podía ser muy amplio, porque hay ejemplares muy redomados, con muchas cañas y muy gruesas en redondo y en altura. Eran las castañares más viejas y cuidadas para el fruto: se injertadan de jóvenes, se entresacaban los retoños, se aprovechaba la leña, la fueya...
Pero la palabra vuelo parece referida sólo al derecho de uso, al aprovechamiento de los productos de la castañar. No connota aquel sentimiento del arbolado como ilusión del vecindario por unos frutos, tantas veces, tan alejados de la tierra a su alcance.
El simple culto a la tierra, con todos sus componentes
En definitiva, con la expresión tan poética, el lenguaje de los campesinos viene a connotar que, para algunos por lo menos, el cielo ya estaba en la tierra; para muchos en estas circunstancias por aquellos tiempos tan precarios. Bien lo atestigua la frasecita de Miguel Delibes, que bien se las trae, por cierto; dice bastante más de lo que parece...'.
Dos palabras del uso común, sabiamente combinadas por los menos hacendados; el culto a la tierra, pero siempre mirando a los beneficios de la lluvia, el otro componente elemental de la naturaleza, como el aire, el sol.... Los cuatro elementos están así presentes en la expresión asturiana tan preciosa como solidaria. .
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