DICCIONARIO ETIMOLÓGICO DE TOPONIMIA ASTURIANA
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AGRADECIMIENTOS Y VALORACIONES
Palabras de Adolfo García Martínez (no pudo estar presente)
sobre el Diccionario de Toponimia asturiana,
de Julio Concepción Suárez.
Club de Prensa de la Nueva España,
11 de diciembre de 2007.Al autor de esta obra, por el enorme trabajo de campo y de mesa realizado, y a la Editorial KRK por el esfuerzo y el riesgo asumidos, además de la gran calidad de la edición. Gracias a ambos. Es muy difícil escribir un libro así, y muy difícil también encontrar un editor, y de tanta calidad.
Soy casi un profano en estos temas tan fértiles, por otra parte, para los etnógrafos y antropólogos.
Aunque la temática sea distinta a la del antropólogo, el método es bastante similar:
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Trabajo de campo, y aquí haber sí lo hay. El autor es, sin duda, una de las personas que más y mejor pateó esa Asturias profunda y desconocida
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Trabajo de mesa, para interpretar, comparar, etc.
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Método comparado, en busca de patrones comunes más allá de la diversidad, y diversidad en Asturias sí la hay también
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Lecturas y preparación: publicaciones, documentación…
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Otras fuentes: arqueología, historia, geografía, etnografía, botánica…
Es una gran suerte para la cultura asturiana que haya personas con preparación científica y con voluntad y entrega casi sin límites para estudiar la región, como es el caso del Profesor Julio Concepción.
¿QUÉ PUEDO YO DECIR SOBRE LA OBRA QUE AHORA SE PRESENTA?
Quisiera destacar, tan sólo, algunos elementos del mensaje antropológico que la obra encierra:
Un viejo profesor de Antropología que he tenido, ante la pregunta que le hacía su entrevistador sobre el origen del hombre, contestó más o menos del siguiente modo:
“El origen del hombre es lo mismo que el origen de la cultura, y el origen de ésta equivale al origen del lenguaje”.
Dejando de lado ahora las posibles disquisiciones y hasta críticas a tal respuesta, sí hay algo verídico en ello:
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Hombre y cultura se implican: “No hay cultura sin hombre, ni hombre sin cultura”
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La cultura es esa especie de “medio secundario” que va creando el hombre para sobrevivir en el medio
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La cultura resulta de la interrelación o interaccionismo Hombre/medio, y el medio condiciona y, a la vez, genera creatividad.
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El hombre va “creando” y “conquistando” el medio mediante la azada, el fuego y el arado, y la “PRIMERA ESCRITURA O DOCUMENTO DE PROPIEDAD”, individual o colectiva, es DARLE NOMBRE”. El “LOGOS” es una expresión esencial de “creación”, apropiación y dominio de la realidad.
El hombre conquista, y hasta crea, la realidad poniendo nombres a las cosas, y la transmite a la siguiente generación. Cuando un nombre se pierde, una realidad desaparece.
CONSECUENCIAS
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El nombre es la manera más eficaz de “poseer” y “dominar” la realidad: lugar conquistado, lugar nominado, o viceversa. Es el paso de la Naturaleza a la Cultura.
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El nombre es una forma mediata de relación hombre/realidad. Es la “presencia/ausencia” de F. de Saussure.
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El nombre, entiéndase lenguaje, es el canal más eficaz para el proceso de enculturación. Durante millones de años, el hombre se enculturó –se humanizó- por vía oral.
MÉRITOS DE LA OBRA QUE ESTAMOS PRESENTANDO
No pretendo destacarlos todos, tan sólo diré:
1º.- Es más que un simple diccionario, que ya no es poco
2º.- Es como “un museo” de objetos intangibles en vías de desaparición:
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Las “piezas” que aquí se recuperan forman parte, son nuestra historia, “la pequeña historia” en palabras de uno de los padres de la Antropología. Forman parte de la identidad de Asturias, como el hórreo, la cabana de escoba, el molino harinero o el oso pardo.
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Sin estas “piezas” –los topónimos-, nuestro entorno, la cultura asturiana, se va quedando a oscuras, y millones de hombres sin historia y nosotros sin raíces.
3º.- Esta obra recupera parcelas importantes de la “pequeña historia”, la más real, la vivida, la hablada y nunca escrita. Recoge la cultura de la “gente sin historia”. Una historia que quedó grabada en la toponimia, en la tierra, en las edificaciones… Y el Profesor Julio Concepción, por su trabajo de campo, su erudición y su preparación científica es respetuoso con el informante y con las variantes lingüísticas.
ALCANCE Y MÉTODO DE LA OBRA
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Desde San Tirso de Abres a las Peñamelleras, y desde las brañas más altas al mar, pocos rincones hay que no haya escudriñado el autor.
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El “Hilo de Ariadna” no podía ser otro: el lenguaje del suelo, nombres de la tierra o de la madre tierra.
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Una de las claves de la interpretación de los nombres consiste en los aspectos que afectan al hombre: buen suelo, el agua, el ganado, la fauna y la flora, la orientación, el pasto, la orografía y la altitud, las estaciones… Estos y otros aspectos constituyen, según el autor, la principal “sustancia” semántica de los topónimos.
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Respecto a los medios, se trata principalmente de los mismos protagonistas que conquistaron el paisaje, y que ahora nos ayudan a no perderlo, dándonos los nombres y explicándonos su uso y función. Es decir, el autor hace trabajo de campo y trabajo de mesa.
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El trabajo conlleva algunas dificultades añadidas
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Muchos de los lugares están hoy “deshumanizados” o dedicados a otros usos
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Los nombres de las mayadas , brañas, puertos, montes, etc. desaparecen al mismo ritmo que la gente, los muros de las cabañas o el avance del matorral.
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¿Qué hacer? El autor sigue una compleja fórmula para aplicar a la dificultad del tema y a la diversidad de la región:
a) acudir a los lugareños.
b) Uso del método comparado.
c) Análisis meticuloso del terreno.
d) Estudios sobre el tema.
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Las “contaminaciones” que fueron sufriendo los nombres:
a) Bautizos cristianos.
b) Nombres de prestigio.
c) Deformaciones debidas a los naturales.
d) Cambios debidos a los escribanos.
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Cada estación del año, o en función de cómo venga la estación, la lectura de la mayada, el bosque, la fuente, etc. adquiere matices distintos.
CONCLUSIONES:
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La vida del hombre y su cultura aparecen aquí talladas o esculpidas en los topónimos: el campo ecológico (altitud, suelo, orientación..), el económico (explotar recursos, según estación, ganado…) y social ( La Plaza la Vecera, Las Cuadriellas, La Comuna, La Mortera, La Parada…).
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Esa vida, en muchos casos, sólo “palpita” ya en los topónimos.
Gracias, de nuevo, al autor, a la Editorial y a los protagonistas de la “pequeña historia”, asturianos de a pie, muchos de ellos sabios ágrafos.
Adolfo García. Oviedo, 11 de diciembre 2007.
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