Soldadito, soldadito,
¿de dónde ha venido usted?
-De la guerra, señorita.
¿Qué se le ha ofrecido a usted?
-¿Ha visto usted a mi marido
en la guerra alguna vez?
-No, señora, no le he visto
ni sé las señas de él.
-Mi marido es un buen mozo,
alto, rubio, aragonés,
y a la punta de la espada
lleva un pañuelito él,
que de pequeña le bordé,
otro que le estoy bordando,
y otro que le bordaré.
-Por las señas que usted ha dado,
su marido muerto es.
-Siete años le he esperado,
otros siete esperaré,
si a los catorce no viene
a monja me meteré.
-¡Calla, calla, Isabelita,
calla, calla tú, mujer,
que soy tu querido esposo
y tú mi querida mujer".
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