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"Arbolente, una aldea de la parroquia de Cibuyo en el concejo de Cangas del Narcea, es una mirada de águila. No está en la cima del mundo pero sus 1.000 metros al borde del casi despeñadero le confieren un puesto de atalaya. Subiendo desde Castañedo es la última aldea del monte, que culmina en la Sierra Peña Ventana, hacia el suroeste. No hay viviendas más arriba"
(Las esquinas rotas, p. 183).Obras de Joaquín M. Barrero:
algunas comentadas
en esta páxinaJoaquín M. Barrero no necesita ya presentación: sus numerosas entradas en google (varios miles) nos sitúan en segundos ante un escritor muy leído, valorado, y comentado muy positivamente en foros de internet. Basta hacer la prueba, lo mismo para los textos que para las imágenes de sus obras publicadas, alguna a edición por año (6 ediciones en 6 años, caso de El tiempo escondido).
El nombre del autor, su foto, aparece con motivo de sus numerosas actividades y actuaciones literarias, lo mismo que las portadas de sus libros, con sus reseñas y comentarios correspondientes. Es la mejor presentación de una obra realizada con rigor, y el mejor homenaje a su autor.
Joaquín M. Barrero nace en Cangas del Narcea (Asturias), aunque pronto se traslada con sus padres a vivir a Madrid. Como analista químico fue emigrante en Venezuela. Se introduce en la fabricación de maquinaria y el comercio internacional, por lo que desarrolla una amplia cultura viajera por muchos países del mundo. Sus obras tienen una difusión muy amplia, y son muy bien acogidas por lectores y crítica:
2005, El tiempo escondido: ambientada en el concejo de Cangas del Narcea, se valora como una notable innovación en el arte de la narrativa. Ediciones B. S. A. Barcelona2007, La niebla herida: con el escenario en un mercado de verduras en Madrid, fue un gran éxito en el arte de contar emociones ante una situación de miseria en la misma capital. Ediciones B. S. A. Barcelona
2009, Una mañana de marzo: una técnica novelística muy trabajada. Ediciones B. S. A. Barcelona
2012, Detrás de la lluvia: una forma detallada de contar la historia social española de la primera mitad, y parte de la segunda del s. XX. Ediciones B. S. A. Barcelona
2014. La tierra dormida: una historia contada desde la acción externa a la paisón interna. Ediciones B. S. A. Barcelona
2018. Las esquinas rotas: donde aún es posible la negociación. Penguin Randon House Grupo Editorial S. A. U. BarcelonaTexto de Joaquín Barrero
"La piedra de la soledad y de la muerte".
De La Niebla herida.
Ediciones B. S. A. Barcelona (pp.455-457)
«Pero, ¿sabes?, la piedra seguía allí, en lo más alto y solitario del monte». «¿Qué piedra, padre?» «La de la soledad y la muerte.» Algo sobrecogido insistí: «¿ Qué pasa con esa piedra, padre?» «Éramos todos tan probes en el pueblo, tantos los guajes y tanta la miseria que cuando un mayor se hacía muy viejo y no podía ayudar a las tareas ni valerse, se le llevaba a esa piedra y se le dejaba morir. Una boca y una responsabilidad menos.»
Le miré asombrado. «No melo creo, padre.» «Puedes creerlo; es la verdad. Era costumbre que venía de generaciones, en todas las familias de esos pueblos. Por eso, a veces, coincidían varios ancianos en el abandono. Pero la piedra era grande y había sitio de sobra. Mi padre, tu abuelo, lo hizo con mi abuelo.
Cuando lo llevó, la nieve cubría el verdor y el viento arremolinaba los copos. Al dejarle sobre la piedra, mi abuelo habló a su hijo: "Aquí mismo, hace años, yo dejé a mi padre como él dejó al suyo y como tú estás haciendo ahora conmigo. N o te entristezcas, es la ley de estas tierras míseras. Y a ti te traerá en su día uno de tus hijos." Eso me lo confesó mi padre, tu abuelo, tiempo antes de que viniéramos a Venezuela.
Contemplé entonces a mi abuelo de manera diferente y me pareció más extraño que de costumbre. Era un hombre duro, siempre trabajando, de pocas palabras y ninguna risa; frugal, ahorrativo. Siempre con las mismas ropas y la boina cosida a la cabeza. No lo podía imaginar dejando a su padre que muriera de frío en el monte o comido por los lobos.
Pero entonces entendí su gesto habitual entre estoico y fatalista: estaría convencido de que él iría también a la piedra de la soledad y de la muerte porque él había cumplido con ese rito. Me estremecí. No me imaginaba a mi padre y a mis tíos haciendo eso con él. En un aparte dije a mi padre, tu abuelo, que esa tradición tan bárbara debía ser interrumpida. Y él me prometió que mi abuelo moriría en la cama. Y eso es como sucedió según me conta ron mis tíos en aquella visita que hice con tu madre.»
Ernesto dejó que el relato inundara nuestras mentes. Miré a Rosa y vi el horror en sus ojos.
-¿Eso ocurría en Asturias, de verdad? ¿En mi Asturias?
-Sí, en nuestra Asturias. Es verdad. Créale --dijo Acracia, sosteniendo la mirada de Rosa.
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