Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

El viaje definitivo

Juan Ramón Jiménez

... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron,
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico...

Y yo me iré, y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

Por el jardín florido

Por el jardín florecido
ella reía y cantaba,
cogiendo rosas y rosas
bajo el sol de la mañana.

Yo miraba cómo el cielo
su intenso azul reflejaba
en las gotas del rocío
que aún temblaban en las ramas;

y para que ella no viera
la tristeza de mi alma,
intentando ahogar sus voces,
también reía y cantaba.

Y ella se fue con sus rosas,
y yo me fui con mis lágrimas
detrás de ella, en la gloria
de aquella alegre mañana.

(de Arias tristes)

Intelijencia, dame...

¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
... Que mi palabra sea
la cosa misma
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas...
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!

(de Eternidades)

Desnuda

Vino primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.
Llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracundia de hiel
y sin sentido!
Mas se fue desnudando
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica y
apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida,
poesía desnuda,
mía para siempre!

***

Pastorales

Ya están ahí las carretas...
-Lo han dicho el pinar y el viento,
lo ha dicho la luna de oro,
lo han dicho el humo y el eco...-
Son las carretas que pasan
estas tardes, al sol puesto,
las carretas que se llevan
del monte los troncos muertos.
¡ Cómo lloran las carretas,
camino de Pueblo Nuevo!
Los bueyes vienen soñando,
a la luz de los luceros,
en el establo caliente
que sabe a madre y a heno.
Y detrás de las carretas,
caminan los carreteros,
con la ahijada sobre el hombro
y los ojos en el cielo.
¡ Cómo lloran las carretas,
camino de Pueblo Nuevo!
En la paz del campo, van
dejando los troncos muertos
un olor fresco y honrado
a corazón descubierto.
Y cae el ánjelus desde
la torre del pueblo viejo,
sobre los campos talados,
que huelen a cementerio.
¡ Cómo lloran las carretas
camino de Pueblo Nuevo!

  EL OTOÑADO

Estoy completo de naturaleza,
en plena tarde de áurea madurez,
alto viento en lo verde traspasado.
Rico fruto recóndito, contengo
lo grande elemental en mí (la tierra,
el fuego, el agua, el aire), el infinito.

Chorreo luz: doro el lugar oscuro,
trasmito olor: la sombra huele a dios,
emano son: lo amplio es honda música,
filtro sabor: la mole bebe mi alma,
deleito el tacto de la soledad.

Soy tesoro supremo, desasido,
con densa redondez de limpio iris,
del seno de la acción.  Y lo soy todo.
Lo todo que es el colmo de la nada,
el todo que se basta y que es servido
de lo que todavía es ambición.

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