Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

"La ardilla y el caballo"
(fábula)

Tomás de Iriarte

Mirando estaba una ardilla a un generoso alazán
que, dócil a espuela y rienda, se adiestraba en galopar.
Viéndole hacer movimientos tan veloces y a compás,
de aquesta suerte le dijo con muy poca cortedad:

-Señor mío: de ese brío, ligereza y destreza,
no me espanto, que otro tanto suelo hacer y acaso más.
Yo soy viva, soy activa: me meneo, me paseo;
yo trabajo, subo y bajo, no me estoy quieta jamás.

El paso detiene entonces el buen potro, y muy formal
en los términos siguientes respuesta a la ardilla da:

- Tantas idas y venidas; tantas vueltas y revueltas,
quiero, amiga, que me diga: ¿son de alguna utilidad?
Yo me afano, mas no en vano sé mi oficio; y en servicio
de mi dueño tengo empeño de lucir mi habilidad.

    Conque algunos escritores, ardillas también serán,
si en obras frívolas gastan todo el calor natural.

***

El té y la salvia

El té, viniendo del imperio chino,
se encontró con la salvia en el camino.
Ella le dijo: «Adónde vas, compadre?»
«A Europa voy, comadre,
donde sé que me compran a buen precio.»
«Yo», respondió la salvia, «voy a China,
que allá con sumo aprecio
me reciben por gusto y medicina.
En Europa me tratan de salvaje,
y jamás he podido hacer fortuna.
Anda con Dios. No perderás el viaje,
pues no hay nación alguna
que a todo lo extranjero
no dé con gusto aplausos y dinero».
La salvia me perdone,
que al comercio su máxima se opone.
Si hablase del comercio literario,
yo no defendería lo contrario,
porque en él para algunos es un vicio
lo que es en general un beneficio;
y español que tal vez recitaría
quinientos versos de Boileau y el Tasso,
puede ser que no sepa todavía
en qué lenguas los hizo Garcilaso.

***

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