Mucho antes que la "capilla" actual.
Sabido es que Santa Cristina de Lena es otro de los edificios atribuidos al rey Ramiro I: pequeño monumento de una sola nave con los anexos colaterales que le dan su forma en cruz. Fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, en diciembre de 1985.
Un representante, por tanto, del arte prerrománico asturiano, junto con Santa María del Naranco, San Julián de los Prados, El Conventín de Valdediós..., y otros distribuidos por la región (abundante bibliografía en los manuales de historia y arte). Verdadera y auténtica aula del prerrománico asturiano al natural: al aire libre de los caminos del valle.
Pero algunos detalles se escapan o son descuidados por los manuales más trillados. Por ejemplo, el mismo emplazamiento de la pequeña construcción, más conocida como capilla actual. Una serie de coincidencias en el edificio inclinan a pensar que la situación originaria fue otra, bien distinta y anterior a la época medieval. La capilla está levantada sobre un saliente que conecta con otra serie de asentamientos anteriores: Corros (sobre Corneyana), El Corraón (sobre Felgueras), El Curuchu, Los Castiechos (sobre La Vega'l Ciegu)...
Y una anécdota más circula oralmente entre los vecinos de estos pueblos: que el edificio de la ermita tiene 365 esquinas, tantas como días el año -matizan satisfechos en una conversación cualquiera. Por supuesto que no es cuestión de contarlas.
El dato ha de asentarse en la impresión que produce la cantidad de aristas en la estructura del monumento (contarfuertes, columnas, anexos, recovecos, ventanas, pequeño soportal...). Lo cierto es que la ermita da la impresión de tener numerosas esquinas: también tiene su arte el detalle.
Una situación estratégica inmemorial, por tanto
Destaca el emplazamiento de la ermita, levantado en un rellano saliente sobre la cuenca del río Lena. Esta ermita conecta en cadena con toda una serie de lugares y topónimos significativos en estrategias parecidas: Castiecho, El Picu Corros, Penedrá, Carabanés...
Desde el cantizal alomado de la llamada capilla, de forma directa o indirecta, se controla todo el cauce del río Lena, parte del Güerna, Chago, cumbres de Carabanés y Carraceo, parte de La Carisa (vía romana)... Una buena parte del concejo.
Habría que añadir la coincidencia, tampoco casual sin duda, entre La Cobertoria junto a Santa Cristina; y La Cobertoria junto al Aramo, con varios túmulos y dólmenes ya investigados en épocas sucesivas: una Cobertoria en la cima de la montaña; y una Cobertoria, entre los caminos del valle. Toda una red de conexiones para la vigilancia estratégica de un entorno montañoso, varios milenios atrás.
Esa estudiada reutilización estratégica del emplazamiento inmemorial de la ermita no se interrumpió ni con la última guerra "incivil", que no tuvo reparo (ni escrúpulo) alguno en instalar allí sus parapetos de control sobre el mismo valle en el que confuyen tantos caminos de los altos: los de Mamorana, La Vegal Rey o La Vegal Ciegu por las riberas del Lena. Los efectos de las bombas también son visibles tras la reconstrucción y tipos de piedra diferentes empleados.
La conexión de la capilla actual con culturas y emplazamientos prerromanos parece evidente en un detalle: las dos columnitas centrales de la ventana que mira al este, a modo de pequeños capiteles, rematan con un par de búhos (eso parecen) orientados al Dolmen de Carabanés (el dolmen bien conservado todavía al paso de La Vía Romana de La Carisa, por El Padrún y Espinas. Ambos posibles búhos están formados sobre un material marmóreo, mate, sin pulir, y más bien blanquecino, que contrasta con el tipo de piedra oscura, blanda y porosa (piedra grenu y toba) en el resto del edificio.
La interpretación es sin duda popular: los más técnicos sólo ven un par de voluptas simétricas de capiteles en las cabeceras de las columnitas. Y tal vez sean sólo unas simples voluptas: pero los lugareños más escudriñadores ven un par de búhos. En todo caso, voluptas o búhos en sendas columnitas, no proceden de la misma época, ni de la misma edificación que el resto de la capilla (antes palacete): tienen material muy distinto (mármol y piedra de granito).
Algún monumento preexistente (tal vez, pagano en su origen) hubo de levantarse allí con anterioridad. La pareja de búhos son símbolos totémicos mortuorios en varias culturas paganas prerromanas, y la misma celosía interior de mármol, con fecha de 643, se interpreta como mortuoria también
De otro lado, sabido es que Santa Cristina como santa y como imagen no tiene arraigo popular en el tiempo: según la voz de los lugareños, la imagen de la santa fue traída del actual despoblado de Santa Cristina de Xomezan (pueblo hoy sin capilla ni vecinos en los altos del Güerna, bajo La Pena la Portiecha). Según esa voz popular, la imagen pasó a Santa Cristina de Palacio cuando desapareció la capilla de Santa Cristina del Güerna. No obstante, estos datos no se confirman entre todos los mayores de estos valles.
Otros mitos y leyendas rodean la campa actual del monumento prerrománico. Por ejemplo, la gallina y los güevos de oro que se dice aparecían en ciertas fechas a lo largo del año; o el tesoro que muchas veces se buscó a través de la gruta que se abre bajo el montícilo; o las tumbas con huesos de proporciones gigantes que se encontraron tantas veces al hacer excavaciones para determinadas faenas del campo en las fincas limítrofes
Remata las leyendas de la ermita la que habla del santoral, reconstruida entre varias vecinas mayores estos valles en torno a Palacio: que una joven había decidido hacerse monja; su padre, pagano, se opuso airadamente a esta decisión con la amenaza de que la quemaría viva en un recipiente de aceite; como la hija no cambiaba de opinión, su padre decidió llevar a cabo la amenaza. Pero la joven permanecía intacta al fuego y al aceite: la joven no quemaba. Finalmente el padre la martirizó a golpes. Y surgió la santa. Sigue la leyenda muy desdibujada en la zona
En resumen, el monumento de Santa Cristina actual, joya del arte ramirense prerrománico, se considera de gran valor, a juzgar por los visitantes que cada año pasan por estos valles lenenses.
Recientemente surgió la polémica acerca de si se debe (si conviene o no) iluminar el entorno de la ermita, habida cuenta del deterioro que puede causar una inadecuada instalación al margen de las normas vigentes para este tipo de monumentos históricos; y de los agravios comparativos que puede motivar respecto a los propietarios de las fincas, a los que no se permite tipo de modificación alguna por razones normativas subsidiarias
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