Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

Poesía en castellano.
Antología.

Autor: José García García
Prólogo: José María Martínez Cachero

Impresión: Aula Taller de Artes Gráficas. Oviedo.
Año 2001
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Contenido. Estamos ante una bella antología literaria del profesor José García a la usanza didáctica de los mejores tiempos del aprendizaje diario, ameno y creativo de las aulas, asentado en ese entorno siempre más o menos próximo al alumno (por algo va Antonio Machado en la portada). Una antología que representa el trabajo diario de ese profesor que todos recordamos con gratitud muchos años después: sentía los poemas y los hacía revivir en nosotros también. Es más, nos estimulaba a escribir.

En esas 233 páginas muy cuidadas, el autor va recordando y recogiendo todas aquellas creaciones poéticas que fueron enriqueciendo nuestro mundo literario desde los primeros romances y cantigas a nuestros días.

Con este tupido manojo de poemas iba amenizando el profesor sus clases, al tiempo que rebuscaba entre los temas que podían resultar más latentes en el ánimo de alumnos y alumnas cada mañana: temas del amor, las serranillas, las vaqueras, los galanes enamorados, los pastores no correspondidos, los mitos, las noches oscuras o serenas, la ilusión bucólica del campo, la belleza fugitiva, la esperanza en lo imposible, la monotonía rural, la escasez de pan o de justicia, el misterio del mar, las preocupaciones de la ciudad, el poder de la palabra, los mismos juegos del lenguaje.

En fin, las clases más creativas de un profesor. ¡Cuántas poesías, cuántos intentos de poesía, cuantos tachones para sustituir aquella palabra o para romper la hoja y volver a empezar de nuevo!, cuántos poetas a su modo habrían surgido en las clases del profesor Pepín García, por intentar imitar siquiera de lejos aquellos bellos poemas en forma de romances, canciones, coplas, sonetos, rimas, versos libres o sueltos..., al ejemplo modélico de juglares y trovadores; o de tantos autores consagrados: El Marqués de Santillana, Jorge Manrique, Garcilaso, Fray Luis de León, Bécquer, Rubén Darío, Salinas, Lorca, Miguel Hernández, Blas de Otero, Pablo Neruda, Ángel González...

El resultado deslumbrante es lo de menos, ciertamente: lo principal, el intento, el gusto por la palabra, el gusanillo de un estilo personal; aprender a jugar, a interpretar, a sentir, a expresar, a disfrutar con las palabras, y con esos retorcimientos lúdicos del lenguaje. En definitiva, esta antología simboliza esa amena creatividad diaria de un profesor tan gratamente recordado, muchos años después de salir de clase: aquel que hizo germinar en nosotros el sano juego de escribir y de tachar, aunque hoy sea ya con ordenata. Pepín García.
Julio Concepción Suárez

Prólogo de José María Martínez Cachero

"Versado nuestro antólogo en la materia que trabaja -unos cuantos siglos de la poesía en lengua espeñola-, animado por su larga experiencia profesoral y ayudado de un fino discernimiento puede ofrecer un conjunto memorable que va desde piezas anónimas medievales (poesía de tipo tradicional y romancero) hasta poetas todavía vivos y activos como es el caso de José Hierro y Ángel González, a lo que suma al final tres relevantes nombres hispanoamericanos.

Pero el trabajo de que se trata tiene su peculiar razón (o razones) de ser y semejante estrategia lleva a exclusiones -de épocas, de tendencias, de autores, de composiciones-, extrañas a primera vista; sobre algunas de las cometidas advierte lealmente el compilador del volumen cuando anticipa en su dedicatoria que "no incluyo nada del mester de juglaría ni del de clerecía, como tampoco de autores como Femando de Herrera y otros" o cuando, páginas más adelante (apartado III, Romanticismo), avisa de que, pese a los méritos de algunos de sus representantes, se permite prescindir de la poesía dieciochesca, pasando así de la Epístola moral a Fabio a las Rimas de Bécquer, un salto en el tiempo que puede sorprender pero "determinado por las limitaciones de esta selección".

En la clasificación y anotación de los textos elegidos García orienta su trabajo conforme a las autorizadas opiniones de celebrados críticos e investigadores de nuestra literatura. Sólo me queda expresar el vivo deseo de que este florilegio, preparado con tanto amor y rigor, cumpla el objetivo que José García García, su compilador, se propuso cumpliera.
José María Martínez Cachero

DEDICATORIA del autor

A mis amigos, compañeros y profesores de Asturias:
¿Cómo despedirme profesionalmente de vosotros sin dejaros -y sin que me olvidéis del todo? ¿Cómo irme, y perder vuestra presencia cotidiana -o asidua; o esporádica siquiera, y seguir de alguna manera en vuestra compañía?

Son muchos los años de tareas compartidas en el mundo de la educación; en el quehacer complejo de alumbrar y de desarrollar (o, modestamente, de contribuir a lo uno y a lo otro) las hermosas posibilidades de ser mujeres y hombres en plenitud de los niños y jóvenes cuya orientación nos ha venido siendo encomendada.

Sabéis, por lo que a mi trabajo respecta, que sus principales y más queridas facetas han estado vinculadas preferentemente con la enseñanza de nuestra lengua común, el castellano o español de todos.

Pues bien: al recordar momentos entrañables de emoción compartida con alumnos (de Vegadeo o de Pola de Siero, de Gijón o de Oviedo, de las Cuencas o de Aviles) en los que la lectura y el comentario de poemas nos ha hecho vibrar en común no pocas veces; al recordar -digo- esos momentos, me ha parecido que los nexos de comunicación tendidos lo pueden ser también entre nosotros, aun en ausencia. Es decir, pienso que la lectura sentida de un poema puede ponernos en comunión de sentimientos; en definitiva, en comunicación profunda, por misteriosa que sea.

Por eso me he atrevido a escoger unos cuantos poemas de nuestra lengua castellana para que, mediante su lectura, podamos sentir en común. Lo hago arriesgándome a que algunos, por contrastada que esté su calidad, no consigan sintonizarnos. Pero..., ¿qué importa? Pensad que otros, elegidos por vosotros con más acierto, también pueden servirme a mí.

Lo más importante será que la poesía, o la novela, o el teatro, o la música, o la pintura, o cualquier arte, al disfrutarlas, nos solidaricen entre nosotros y con los demás: enganchen en su temblor el buen recuerdo de unos por otros y nuestros mejores deseos de goce profundo compartido con todos. A ello quisiera incitaros, e incitarme, al ofreceros esta selección de textos poéticos, dispuestos en grandes tramos por épocas, estilos, grupos y autores.

Se trata de poemas, o fragmentos, predominantemente líricos (aunque no falten, en algunos de ellos, elementos épico-narrativos -en los romances, por ejemplo- o sapienciales -en las Coplas de J. Manrique; en la Epístola Moral a Fabio de Fernández de Andrada-); así que no incluyo nada del mester de juglaría ni del de clerecía, como tampoco de autores como Fernando de Herrera y otros, cuya ausencia es, evidentemente, debida, no a algún tipo de carencia o minusvalía suya, sino a las limitaciones de este trabajo.

Diré, para terminar, que he querido que de este conjunto de textos se desprendiera una amplia variedad de resonancias: desde la afirmación de la vida y del amor (canciones y romances tradicionales; poemas diversos del renacimiento y del barroco), pasando por las vetas de orientación moral (presentes en Jorge Manrique o en Fernández de Andrada), o por las ráfagas de intuida o deseada plenitud (San Juan de la Cruz; Juan Ramón Jiménez).

O la denuncia de la injusticia y el sinsentido de tantas situaciones y comportamientos humanos (Miguel Hernández; Nicolás Guillen; Pablo Neruda), hasta la constatación recurrente de la esperanza en el sentido de la vida y de la historia (la simbolización posible del primaveral huerto luisiano -que "ya muestra en esperanza el fruto cierto"-; la lancinante ansiedad machadiana del final de CXXII -"Vive, esperanza, ¡quién sabe / lo que se traga la tierra!"-; el "Todo será cumplido" con que termina la nerudiana "Oda a la esperanza")

José García García

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