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Abuelo...
-"Abuelo, ¿hacia dónde se ha ido?."
-"Hacia donde el sol se esconde,
hacia otra tierra, otras gentes,
otros lares, otros hombres,
hacia lugares extraños,
donde no hay tantos colores.
Solo un color: la tristeza.
Sólo un amor: sus amores".
-"¿Y no volverá, abuelo?".
-"Volverá, hijo, no llores.
Volverá a ver su tierra,
esta tierra y estos hombres,
esta aldea, estos pinares
-lo que sus ojos esconden,
todo lo que su alma guarda-,
volverá a ver su amor".
-"¿Quién es su amor?".
-"Sus amores".-"¿Y cuándo vendrá, abuelo?".
-"Vendrá cuando el sol se pone,
cuando los pájaros canten,
cuando las carretas lloren,
cuando el río suene limpio,
cuando florezcan los montes".-"¿Y qué traerá, abuelo?".
-"Un equipaje bien pobre:
una ropa una tristeza,
un dolor, desilusiones".-"¿Y para mí?. ¿Qué trae?".
-"¿Para tí?, mil esperanzas,
mil sueños, mil ilusiones,
mil deseos, mil plegarias:
que seas lo que él no ha sido,
que no se te rompa el alma".
Marisa Vázquez Oreiro
-"¿Hablan los árboles, madre?"
-"Gimen, hijo; es diferente".
-"Por qué gimen y no cantan?
¿Por qué, si visten de verde?.
Los mueve el viento, el nordeste.
¿Lloran, entonces, por eso?".-"No.
Lloran por él, que está lejos.
Lloran a un hombre, a una vida
de dolor: corazón verde,
verde de pinos, de hierba,
verde de amor, verde ausente".
Marisa Vázquez Oreiro
El arado
Camina lento el arado,
abre el surco, lentamente.
Al fondo se van sudores,
lágrimas, lloros recientes.
Afloran sudores viejos,
penas ocultas, gastadas
de tanto penar. Las penas
no se erosionan ni cascan,
no se corroen, perduran:
empiezan donde se acaban.
Son tus penas, campesino,
siempre las mismas, cansadas
de tanto ser penas ya,
cansado tú de llevarlas.
Pero las sigues llevando,
porque las penas no acaban:
del fondo a la superficie,
igual que la tierra arada.
Marisa Vázquez Oreiro.
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