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"LOS SANTOS INOCENTES"
MIGUEL DELIBES

Comentario: Alba Álvarez Rodríguez

"Los Santos Inocentes" pertenece a Miguel Delibes, singular escritor de posguerra, situado entorno al realismo existencial. La obra está ambientada en la época inmediatamente después a la II guerra mundial, aunque fue publicada en 1981. A pesar de que no se sabe con exactitud el lugar en el que se suceden los hechos, podemos casi afirmar que se trata de Extremadura. Tierra repleta de latifundios y señoríos en aquella época. Se desarrolla en un cortijo: el del señoriíto Iván.

La obra se compone de seis capítulos o libros: Azarías, Paco el Bajo, La Milana, El accidente y el crimen. Delibes dedica esta obra a Félix Rodríguez de la Fuente, consagrado divulgador del mundo animal y ferviente defensor del equilibrio ecológico y de las especies amenazadas.

Está claro el objetivo de este relato: hacer una crítica de la sociedad burguesa de la época. Para ello se sirve de personajes que crean una diferencia muy clara entre oprimidos y opresores; no hay más que ver la personalidad del señoríto Iván y la de Azarías. El primero es autoritario, cruel; recuérdese que termina por matar al pájaro de Azarías; el señorito es grosero, como muestra en el intento de acercamiento a Nieves, una muchacha de tan solo 15 años; y sobre todo es despectivo en cuanto al trato a los criados (Régula, Don Paco...) y las personas que él cree de menor índole.

l Azarías se comporta con extremada sumisión; tiene una vida monótona y es un analfabeto, como la mayoría de los sirvientes de la novela. La obra denuncia la pobreza en el campo, el abandono rural, la incultura del campesinado, casi forzada por los señoritos. De este modo se podría definir el conjunto de la obra como "sumisión y rebelión del campesinado.

El autor comienza por presentar a los personaje, el lugar donde se desarrolla la acción y en torno a ello elabora la novela. Lo esencial de la obra es el personaje en sí mismo, cada uno con su monótona vida y con nombres y léxico característico. Por ello Delibes se centra en que el lector conozca la personalidad de cada personaje: Régula, la obediente; Paco el Bajo, conformista y cariñoso; Azarías, inocente, tierno pero bruto y vengativo; Purita, malvada, sumisa y atrevida (para su época)...

Podríamos centrarnos en los principales personajes: comenzaremos por los dos "inocentes"; Azarías y la Niña chica. Ambos protagonizan las escenas más tiernas de la novela (libro 3), acto en el que Azarías toma en brazos a la niña chica y la arrulla, susurrándole "milana bonita"; juntos se duermen a la solisombra; o cuando él la arrulla y, afirma el autor, "ella se deja hacer". A pesar de que los dos sufren una deficiencia, Azarías es más consciente de la realidad, que la niña chica, ya que ésta sólo es capaz de emitir "alaridos escalofriantes".

Azarías, sin embargo, conoce los números: recuérdese cuando cuenta las válvulas que roba a los amigos del señoriíto para "aliviar" épocas de necesidad; Azarías sabe hacer su trabajo (puede que por mecanismo), y sobre todo conoce el dolor de una pérdida y el sabor de la venganza; al final, mata al señorito Iván sin piedad ni conciencia alguna. Aún así, es un inocente, desaliñado, y herido pasa los días en el cortijo con una agobiante rutina: lustrar el automóvil del señoriíto, desenroscar los tapones de las válvulas, cuidar a los perros, rascar la gallinaza de los aseladeros... Azarías repite insistentemente en varias ocasiones "ando con la perezosa"; o "un año más que el señorito"; o "milana bonita"; comprobamos así el poco léxico que posee, y no sólo él, sino todos los sirvientes.

Hay que destacar el personaje de Purita, esposa de Pedro, el Périto, ya que desentona con el prototipo que se tiene del comportamiento de las mujeres de aquella época. Es una mujer bella, inteligente y provocadora, que se sirve de su belleza para enrabietar a su marido y a la vez conquistar a Iván. El narrador cuenta cómo ella se acerca a la oreja del señoriíto para hablarle; cuenta también como se viste con prominentes escotes para seducir a Iván. Consigue seducir al señoriíto, y éste se burlará descaradamente de su marido Pedro, el Périto.

La obra es tratada con un claro estilo directo, incorporado a la voz del narrador. Se confunde la voz del narrador con la de los personajes; ya que no utiliza puntos, ni guiones para marcar la intervención de los personajes. Sólo se observa un sangrado de espacios como indicador de diálogo. Nos encontramos en toda la obra un punto nada más, el punto final. Con esta técnica Delibes consigue una narración fluida y dinámica. Es necesario el uso de una perfecta sintaxis y una concordancia absoluta para conseguir este efecto. Y Delibes lo hace.

Cabe destacar también la increíble facilidad con que el autor varía de registro. Tan pronto utiliza un lenguaje cuidado y culto, cuando se sitúa como narrador ("... y experimentaba unos vehementes deseos de rascarle entre las orejas..."), como nos sorprende con un lenguaje vulgar lleno de tecnicismos sobre la caza y todo lo que la rodea. Por ejemplo: tabuco, que se trata de una habitación estrecha en la que aguardaba la Milana; zurita, es una paloma de plumaje gris; jaral, terreno poblado de jaras; corralada, corral, címbel, cordel al que se ata el ave que sirve de señuelo... y como estos, cientos más.

En general la obra es bastante dramática. Me parece que trata el tema de la muerte con demasiada superficialidad; no da importancia al asesinato, además de justificar la acción de Azarías. Creo que la muerte no tiene justificación alguna. También he de decir que me ha dado la impresión de que los capítulos (escenas) se cierran sin dejar nada en claro; quiero decir con esto que podía haberse sacado más jugo a cada acción para así conseguir que el lector se sumerja por completo en la novela, en cada situación.

Aún así, no puedo negar el dominio que Delibes tiene de la lengua, tanto en la sintaxis como en el campo semántico. Narra con extrema perfección; me ha llamado la atención la exquisita forma de descripción que utiliza; ejemplo de ello es la descripción que hace del atardecer desde los ojos de Azarías. Concluiré diciendo que se trata de una obra de la que se puede sacar mucho provecho e invito a su lectura.

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