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En realidad, el nacimiento del sol,
que vuelve a levantarse en el horizonte
tras el último solsticio invernal:
resurge en el horizonte lejano,
renace un nuevo ciclo vital.
De nuevo,
otra vez,
la Natividad:
el nacimiento de
la luz.
Navidad.
por Celso Peyroux.
"Las gentes del desierto, las generosas y humildes gentes de este mar de arena que me rodea, no conocen esta palabra. Mejor así. Es decir, si significara solidaridad, altrusimo, un acercamiento a la cultura de la pobreza, sería mi voz preferida.
Sería aquella palabra que no se se quedaría muda entre mis labios. Una canción de cuna, como los trinos que Antonio el aviador canta a un príncipe-niño apostado en una duna, mientras se duerme acariciando una rosa.
Pero, ¡ay de mi!, la Navidad tal y como la vemos en estos días de ojos vizcos y córneas torturadas, carece de sentido, si no son esos momentos plácidos cuando nos acercamos a los nuestros.
No es más feliz el que más tiene, si no el que menos necesita. Lo veo, lo escucho en el sirocco, lo palpo con solo poner la palma de la mano sobre la piel de la arena. Con sólo mirar los dátiles profundos que tienen estos niños saharauis en los ojos. En verdad que un mundo mejor y más justo es posible.
Que la Paz ilumine tu corazón como tu amistad alumbra la mía. Tuyo siempre. Celso"
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