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DESDE TEVERGA, GRATITUD CON MORCÍN

Además de la consciencia, el don más preciable que tiene el ser humano -ambas íntimamente vinculadas-  es la palabra. Medio de comunicación: oral y escrito que le hace entenderse con sus semejantes para el respeto y la tolerancia -entre pensamientos y posturas opuestas- a través de la fuerza de la razón y no la razón de la fuerza.

La palabra escrita para quien redacta una investigación, para quien crea un texto iterario o anuncia un mensaje público a través de la prensa, quedarse sin este instrumento tan bello y tan útil es, además de alienarlo y desposeerlo de su propia sombra, una acción deplorable de suprimir la voz al mensajero o cortarle las alas al ave para impedirle su libertad.

Cuando a quien escribe estas palabras de gratitud lo desposeyeron como cronista oficial -en un intento vano de quebrarle la pluma, luego de veinte años de cientos de publicaciones, ediciones de libros y múltiples actividades culturales a favor de su concejo- los ánimos del escritor para seguir con su noble actividad quedaron mermados.

Aquellos meses del verano de 2004 fueron penosos tanto por el daño realizado como por la incomprensión de una actitud que degrada mas bien a quien firma un acta de cese que al cesado que siguió y sigue poniendo su pluma al servicio de los demás.

Muchas  plumas se unieron en la prensa y a través de la red informática para reprobar tal desatino y otras tantas fueron las personas que de una forma u otra se unieron al cronista para expresarle su apoyo y animarle en su loable trabajo de rescatar y difundir la cultura a los cuatro vientos.

No podía ser menos de unas tierras tan generosas y solidarias, al llegar una grata mañana el apoyo y el amparo moral de uno de los miembros de la Corporación municipal y vicealcalde del Ayuntamiento de Morcín, Joaquín Uría Sanjosé -con cuya amistad me complazco- quien hizo llegar al cronista tevergano la invitación para asistir a los festejos de La Probe.

Aquel día soleado pudo el mensajero rodearse de la amistad y simpatía del alcalde, Jesús Alvarez Barbao, de la vieja amistad con Fernando Delgado, del párroco D. José Manuel Valle, de la Hermandad de Santiago y Santa Ana de Grado y de muchas caras conocidas y amigas.

Fue aquella una jornada inolvidable que quien suscribe tendrá siempre perenne en el tálamo de la memoria. Agasajos, comprensión, afecto, una canción dedicada por Juan Rionda -maestro de la música y peregrino de montañas-, un dibujo de Manuel Linares de un poeta tocando el arpa, el encanto de Rosa Roces, la sabiduría rural de Gonzalo de Figales y de Pepe Sariego, la bondad y sencillez de Marcial de La Puente y...., en fin, la simpatía de la buenas gentes de estos hermosos valles de Morcín.

Este cronista hizo donación, hace unos días, de varios de sus libros a la Biblioteca Municipal de Morcín como prueba de una gratitud perenne.

Que ellos sean, entre otros, los que sigan dando luces, consejos, belleza y todo el potencial que en sus páginas encierran para los lectores de estos tiempos y las generaciones venideras a la búsqueda de un mundo más justo y mejor, en paz, convivencia y libertad.

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